Trajano VI
Himbersor
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No sabemos quién conquistó antes a quién: si la antigua ciudad romana de Itálica a los productores de Juego de Tronos, o los dragones de Khaleesi a sus ruinas: la cuestión es que en su séptima temporada –luego repetirían en la octava– la exitosa serie de HBO (cuyas temporadas puedes disfrutar en la plataforma) tras*formó el majestuoso anfiteatro de Itálica en Pozo Dragón, uno de los escenarios del Desembarco del Rey, y logró situar en el mapa, a todo un planeta, uno de los tesoros hispalenses más importantes de la historia.
Eso tuvo una consecuencia directa: catapultó las visitas a las ruinas romanas hasta números inimaginables –en el momento culmen llegaron a aumentar hasta en un 43%–. Aunque claro, no es de extrañar: hablamos de la que fue la primera ciudad romana fundada en Hispania.
Tyrion pasándolo un poquito mal en Pozo Dragón© Macall B. Poley/HBO
EL ORIGEN
CorrÍa el siglo III a. de C., se desarrollaban las II Guerras Púnicas y el general Publio Cornelio Escipión decidió enviar a sus soldados heridos a descansar a un enclave situado junto al río Guadalquivir, concretamente en un cerro hoy conocido como el de San Antonio. El origen de aquellos guerreros era mayoritariamente italiano, por eso aquel lugar pasó a llamarse, sencillamente, Itálica.
Con el paso de los años el asentamiento fue tomando más y más forma, ampliándose y dotándose de nuevos espacios, hasta conformar todo un municipio. El mismo que acabaría viendo nacer a dos grandes de la historia imperial romana. Itálica fue cuna de Trajano –primer emperador nacido fuera de la provincia italiana– y Adriano, ni más ni menos.
Es fácil adivinar la distribución original de las casas y los palacios por los mosaicos del suelo.© Getty Images
Fue el primero de ellos quien acabó expandiendo las fronteras de Roma hasta dimensiones jamás imaginadas. Entre conquista y conquista, eso sí, jamás dejó de acordarse de su ciudad natal, a la que dotó de grandes edificios y monumentos.
Adriano, su sucesor, no fue menos. Llegado el momento, él tampoco escatimó en embellecer Itálica y llenarla de riqueza: así fue como esta alcanzó su mayor momento de esplendor, llenándose de maravillosas mansiones en las que el arte asomaba en cada rincón. Una riqueza que, siglos después, pudo comprobarse durante su recuperación.
Hoy día, cuando se llega a la localidad de Santiponce, a solo siete kilómetros de Sevilla, y se traspasa la verja que da entrada a las ruinas de Itálica, uno enseguida siente que ha llegado a un lugar de gran relevancia histórica. Nada menos que 52 hectáreas de ruinas se despliegan ante nosotros.
El teatro romano de Itálica es, todavía a día de hoy, pura belleza.© Getty Images
UN VIAJE EN EL TIEMPO
Pasear por los diferentes caminos, entre restos de lo que un día fueron monumentos, edificios públicos, mansiones y villas, muchas de ellas pertenecientes a patricios acomodados, se hace especial. Pero aún mejor es recrear cómo tuvo que ser aquella Itálica esplendorosa, algo no demasiado complicado gracias al inmenso valor arqueológico de las ruinas. Eso a pesar de que, antes de ser nombrada Monumento Nacional en 1912, sufriera el expolio por parte de todo listillo que por allí pasaba.
El trazado de las antiguas calzadas queda marcado como si el tiempo no hubiera pasado por él: solo falta colocarse la túnica para sentirse un auténtico patricio. ¿Un detalle? Hay que fijarse en los cruces, donde aún quedan restos del avanzado sistema de alcantarillado que canalizaba las aguas residuales.
Visitar Itálica es como hacer un viaje en el tiempo.© Getty Images
Lo que no ha permanecido hasta nuestros días con la misma fidelidad son las casas, aunque sí se puede intuir cómo estaba distribuido su espacio interior: algunas conservan incluso sus antiguos hornos. Además, muchos de los hermosos mosaicos que sirvieron para decorar suelos y patios han sido recuperados: el placer de admirarlos es algo que solo se entiende en el contexto de este majestuoso espacio.
Algunos ejemplares rescatados datan incluso del siglo I a. de C., aunque la mayor parte pertenecen al siglo II. Por ejemplo, el Mosaico del Planetario, en el que se contemplan las siete divinidades que dan nombre a los días de la semana. Dos más: el Mosaico del Laberinto y el de Neptuno, que, según se dice, quizás ocupara el fondo de una piscina.
Pero si hay uno que llama la atención es, sin duda, el Mosaico de los Pájaros –nuestro favorito, todo hay que decirlo–, que da nombre a la casa en la que se encuentra: hasta 33 especies de aves están minuciosamente reflejadas en las teselas de colores que dan forma a este tesoro.
El Mosaico de los Pájaros es el más conocido y apreciado de Itálica.© Getty Images
Aunque hay más, ¡mucho más! Por ejemplo, sus termas: la ciudad contaba nada más y nada menos que con dos, unas mayores y otras menores. Las primeras fueron construidas en época de Adriano y, para hacernos una idea de su monumentalidad, ojo al dato: ocupaban unos 32.000 m2 y contaban, entre otros espacios, con vestuarios, biblioteca, sauna y sala de masajes. ¡Que no les faltara de nada!
El Traianeum fue un templo dedicado al emperador Trajano que se hallaba cerca de la Cañada Honda, ampliación urbana de la época de Adriano que fue abierta al público a comienzos de 2019. En diferentes lugares también se pueden contemplar algunos restos de la vetusta muralla que delimitó el perímetro de la ciudad.
En las termas de Itálica los ciudadanos cuidaban su cuerpo y socializaban.© Getty Images
ENTRE FIERAS Y GLADIADORES
Sin embargo, la joya de la corona se halla muy cerca de la entrada al espacio arqueológico. Se trata, por supuesto, del anfiteatro (y ahora sí: ¿dónde están los dragones?), que pudo albergar en sus mejores tiempos hasta 25 mil espectadores: ¡la mitad que el mismísimo Coliseo de Roma!
Era aquí donde tenían lugar los juegos de sangre, es decir: las luchas entre gladiadores y fieras que servían de entretenimiento generalizado. Intentar imaginar la impresión que debía sentirse al estar en el centro del arenal ante todo el público es sobrecogedor.
Eso sí: de las tres plantas de graderío con las que contó, hoy solo se conservan las dos primeras, además de los fosos y los pasillos interiores. ¿La razón? La cantería romana era tan valorada que parte de sus materiales fueron reutilizados, a lo largo de los siglos, en otras construcciones.
HBO tras*formó el majestuoso anfiteatro de Itálica en Pozo Dragón para la serie Juego de Tronos.© Getty Images
Y puestos a hablar de joyitas imperiales, aquí va otra más: el teatro romano de Itálica, situado extramuros, es pura belleza. Sin embargo, este corrió peor suerte que el anfiteatro y no se conserva de la misma manera: durante muchos siglos estuvo sumido en el abandono y llegó a ser utilizado como almacén, corral e, incluso, ¡cementerio!
Hoy día la magia sucede cuando el antiguo escenario cobra de nuevo vida y en él se recrean obras durante el Festival Internacional de Danza de Itálica, el Festival de los Teatros Romanos de Andalucía o el Festival de Teatro Grecolatino.
Animarse a asistir a cualquier espectáculo es una experiencia inolvidable, pero también la excusa perfecta para acercarse a esta maravilla monumental que lucha con fuerza por convertirse, y no le faltan méritos, en Patrimonio Mundial por la Unesco. ¿Qué, damos un salto hasta Itálica? Más de dos mil años de historia nos esperan.
En el teatro romano de Itálica se recrean obras de teatro y espectáculos de danza.
Eso tuvo una consecuencia directa: catapultó las visitas a las ruinas romanas hasta números inimaginables –en el momento culmen llegaron a aumentar hasta en un 43%–. Aunque claro, no es de extrañar: hablamos de la que fue la primera ciudad romana fundada en Hispania.
Tyrion pasándolo un poquito mal en Pozo Dragón© Macall B. Poley/HBO
EL ORIGEN
CorrÍa el siglo III a. de C., se desarrollaban las II Guerras Púnicas y el general Publio Cornelio Escipión decidió enviar a sus soldados heridos a descansar a un enclave situado junto al río Guadalquivir, concretamente en un cerro hoy conocido como el de San Antonio. El origen de aquellos guerreros era mayoritariamente italiano, por eso aquel lugar pasó a llamarse, sencillamente, Itálica.
Con el paso de los años el asentamiento fue tomando más y más forma, ampliándose y dotándose de nuevos espacios, hasta conformar todo un municipio. El mismo que acabaría viendo nacer a dos grandes de la historia imperial romana. Itálica fue cuna de Trajano –primer emperador nacido fuera de la provincia italiana– y Adriano, ni más ni menos.
Es fácil adivinar la distribución original de las casas y los palacios por los mosaicos del suelo.© Getty Images
Fue el primero de ellos quien acabó expandiendo las fronteras de Roma hasta dimensiones jamás imaginadas. Entre conquista y conquista, eso sí, jamás dejó de acordarse de su ciudad natal, a la que dotó de grandes edificios y monumentos.
Adriano, su sucesor, no fue menos. Llegado el momento, él tampoco escatimó en embellecer Itálica y llenarla de riqueza: así fue como esta alcanzó su mayor momento de esplendor, llenándose de maravillosas mansiones en las que el arte asomaba en cada rincón. Una riqueza que, siglos después, pudo comprobarse durante su recuperación.
Hoy día, cuando se llega a la localidad de Santiponce, a solo siete kilómetros de Sevilla, y se traspasa la verja que da entrada a las ruinas de Itálica, uno enseguida siente que ha llegado a un lugar de gran relevancia histórica. Nada menos que 52 hectáreas de ruinas se despliegan ante nosotros.
El teatro romano de Itálica es, todavía a día de hoy, pura belleza.© Getty Images
UN VIAJE EN EL TIEMPO
Pasear por los diferentes caminos, entre restos de lo que un día fueron monumentos, edificios públicos, mansiones y villas, muchas de ellas pertenecientes a patricios acomodados, se hace especial. Pero aún mejor es recrear cómo tuvo que ser aquella Itálica esplendorosa, algo no demasiado complicado gracias al inmenso valor arqueológico de las ruinas. Eso a pesar de que, antes de ser nombrada Monumento Nacional en 1912, sufriera el expolio por parte de todo listillo que por allí pasaba.
El trazado de las antiguas calzadas queda marcado como si el tiempo no hubiera pasado por él: solo falta colocarse la túnica para sentirse un auténtico patricio. ¿Un detalle? Hay que fijarse en los cruces, donde aún quedan restos del avanzado sistema de alcantarillado que canalizaba las aguas residuales.
Visitar Itálica es como hacer un viaje en el tiempo.© Getty Images
Lo que no ha permanecido hasta nuestros días con la misma fidelidad son las casas, aunque sí se puede intuir cómo estaba distribuido su espacio interior: algunas conservan incluso sus antiguos hornos. Además, muchos de los hermosos mosaicos que sirvieron para decorar suelos y patios han sido recuperados: el placer de admirarlos es algo que solo se entiende en el contexto de este majestuoso espacio.
Algunos ejemplares rescatados datan incluso del siglo I a. de C., aunque la mayor parte pertenecen al siglo II. Por ejemplo, el Mosaico del Planetario, en el que se contemplan las siete divinidades que dan nombre a los días de la semana. Dos más: el Mosaico del Laberinto y el de Neptuno, que, según se dice, quizás ocupara el fondo de una piscina.
Pero si hay uno que llama la atención es, sin duda, el Mosaico de los Pájaros –nuestro favorito, todo hay que decirlo–, que da nombre a la casa en la que se encuentra: hasta 33 especies de aves están minuciosamente reflejadas en las teselas de colores que dan forma a este tesoro.
El Mosaico de los Pájaros es el más conocido y apreciado de Itálica.© Getty Images
Aunque hay más, ¡mucho más! Por ejemplo, sus termas: la ciudad contaba nada más y nada menos que con dos, unas mayores y otras menores. Las primeras fueron construidas en época de Adriano y, para hacernos una idea de su monumentalidad, ojo al dato: ocupaban unos 32.000 m2 y contaban, entre otros espacios, con vestuarios, biblioteca, sauna y sala de masajes. ¡Que no les faltara de nada!
El Traianeum fue un templo dedicado al emperador Trajano que se hallaba cerca de la Cañada Honda, ampliación urbana de la época de Adriano que fue abierta al público a comienzos de 2019. En diferentes lugares también se pueden contemplar algunos restos de la vetusta muralla que delimitó el perímetro de la ciudad.
En las termas de Itálica los ciudadanos cuidaban su cuerpo y socializaban.© Getty Images
ENTRE FIERAS Y GLADIADORES
Sin embargo, la joya de la corona se halla muy cerca de la entrada al espacio arqueológico. Se trata, por supuesto, del anfiteatro (y ahora sí: ¿dónde están los dragones?), que pudo albergar en sus mejores tiempos hasta 25 mil espectadores: ¡la mitad que el mismísimo Coliseo de Roma!
Era aquí donde tenían lugar los juegos de sangre, es decir: las luchas entre gladiadores y fieras que servían de entretenimiento generalizado. Intentar imaginar la impresión que debía sentirse al estar en el centro del arenal ante todo el público es sobrecogedor.
Eso sí: de las tres plantas de graderío con las que contó, hoy solo se conservan las dos primeras, además de los fosos y los pasillos interiores. ¿La razón? La cantería romana era tan valorada que parte de sus materiales fueron reutilizados, a lo largo de los siglos, en otras construcciones.
HBO tras*formó el majestuoso anfiteatro de Itálica en Pozo Dragón para la serie Juego de Tronos.© Getty Images
Y puestos a hablar de joyitas imperiales, aquí va otra más: el teatro romano de Itálica, situado extramuros, es pura belleza. Sin embargo, este corrió peor suerte que el anfiteatro y no se conserva de la misma manera: durante muchos siglos estuvo sumido en el abandono y llegó a ser utilizado como almacén, corral e, incluso, ¡cementerio!
Hoy día la magia sucede cuando el antiguo escenario cobra de nuevo vida y en él se recrean obras durante el Festival Internacional de Danza de Itálica, el Festival de los Teatros Romanos de Andalucía o el Festival de Teatro Grecolatino.
Animarse a asistir a cualquier espectáculo es una experiencia inolvidable, pero también la excusa perfecta para acercarse a esta maravilla monumental que lucha con fuerza por convertirse, y no le faltan méritos, en Patrimonio Mundial por la Unesco. ¿Qué, damos un salto hasta Itálica? Más de dos mil años de historia nos esperan.
En el teatro romano de Itálica se recrean obras de teatro y espectáculos de danza.