Estaba harto, llevaba meses queriéndolo hacer pero tras ver la calma imperante que precede a la tempestad en el país desde septiembre he decidido hacerlo. Hace unas semanas en un puente cargue mi Toyota bRabus de todo, me despedí de mi progenitora y me fui a la casita en la Castilla profunda que compre hace un año. Me costó a penas 30000 euros. Cobro prestación indefinida y no trabajo, así que cero ataduras a la puñetera capital. He tardado en darme cuenta.
Es pequeñita, sita en las afueras de un pueblecito de 1500 habitantes, para reformar pero con corral generoso. Tengo 8 gallinas ponedoras y 2 cabras y no sabéis el rendimiento que dan, saco fácil 15 bemoles al día y 1 litro de leche. Es baratísimo de mantener si lo tienes sin declarar, si no te crujen claro. Estoy a ver si me pillo un buen gorrino para ir cebándolo. Ya tengo la granja localizada a unos kilómetros.
Voy reformando la casa poco a poco, tiene buenos cimientos y estructura, es cuestión de cambiar la estética cuéntame de la sala de estar y reformar todo aquello que está avejentado. Ya tengo el baño acabado y próximamente trataré de pedir somier y cama al Ikea más cercano, porque de momento duermo en esterilla en el suelo, y oye, ni tan mal.
Es increíble lo autosuficiente que ya soy. Hay un bosque al lado y me voy a cortar leña de árboles muertos para hacer fuego, compro arroz y pan en la panadería del pueblo y si quiero algo de supermercado en un momento estoy con el coche, cuando me ponga con el huerto ni te cuento. La calidad del aire y la tranquilidad que se respira. Pero lo mejor no es eso, lo mejor son lo buenas que están mis vecinas.
También son granjeras aunque a mayor escala que yo. Siempre aprovecho para pasar cerca de su hacienda cuando paseo en horas de faena, para verlas en botas y balcón generosos. El otro día me presenté y son supersimpaticas, esque ni pornhub necesito...
He quedado hoy con ellas que van a hacer una comida en el claro allende la espesura. Una tiene marido, la más mayor, las otras tres están solteras y predispuestas. La más pequeña me come con la mirada. Llevaré mis propios bemoles y parrilla de acero, además del secreto de lechón que tenía reservado para navidad, que huevones, menudo plan.
En fin que me enrollo, lo poco que llevo aquí me ha sorprendido lo bien que me va, no tengo relación con nadie del pueblo excepto el panadero y las vecinas, y no me importa porque voy a lo mío. Esto es vida, no solo por la tranquilidad sino por poder gestionar tu propio sustento, me dicen de volver a las colmenas de cosa de la ciudad y saco mi escopeta de perdigones.