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Monsieur George dijo:

Durante la posguerra, en Buñol se empezaron a congregar y a refugiar muchos masones perseguidos por Franco, al amparo de los "condes gente de izquierdas" de Buñol, los aristócratas del pueblo, que se hacían pasar por franquistas. Tuvieron una hija, Pepita, que se casó con Manuel Saez en 1953.

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Genealogia del Señorio de Buñol (Valencia)

BUÑOL 1238. Tras la conquista del reino de Valencia por Jaime I, Macaste y toda la Hoya de Buñol, fue concedido a Rodrigo...

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El Marquesado de Malferit | Aielo Turístico

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javvi dijo:

LA SIEMPRE OPORTUNA ETA Y LA ILUSTRE DEGENERACIÓN.

En cualquier caso, y me remito al poste anterior, hay algo interesante en las notas de ese vídeo. Mena se quiere cargar a Royuela como sea, es la persona que más insomnio le produce. Baraja varias posibilidades, una de ellas es:

En último extremo, un colleja y lo hacemos pasar por una ejecución etarra. El chatarrero tiene tantos enemigos que podría sucederle cualquier cosa. Pero mejor que parezca casual.



Esto encaja mucho mejor con lo que dice Royuela de terrorismo. No se trata de poner bombas, se trata de que no te las pongan a ti. O si te las ponen, conseguir detectarlas y neutralizarlas: defensa personal.

Porque lo que dicen las notas es que una posibilidad para eliminar a Royuela es ejecutarlo y cargarle el muerto a ETA, con perdón.

Si Mena dice esto con total naturalidad, lo más probable es que eso se haya hecho más de una vez. Casi la pregunta es: ¿cuántas etas hay? ¿ETA de qué está compuesta? ¿hay infiltrados? ¿qué hay más en ETA: infiltrados, o orates útiles convertidos en fanáticos asesinos?

Unas páginas atrás, Bimmer mencionó La ilustre Degeneración, la novela mutilada de la Duquesa Roja, alias Doña Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, duquesa de Medina Sidonia.

Ver archivo adjunto 809745

Las categorías de la literatura de ficción y de no-ficción son muy poco de fiar. Muchas veces en la categoría de no-ficción, como en el género biográfico, auto o hétero, te meten ficción, o sea trolas, por un tubo. Tenemos el caso de Javier Cercas, que escribió un libro sobre Enric Marco, el hombre que había convertido su vida en una completa ficción:



El propio Javier Cercas escribió otro libro: Anatomía de un instante, que con la excusa de que es una novela de no-ficción, se saca de la manga una versión del 23F, sin ninguna nota a pie de página, en la que desmiente a Jesús Palacios, al que cita una sola vez en el prólogo, quien afirma que El Campechano estaba involucrado en el golpe, y que como periodista de investigación, sí está obligado a fundamentar su tesis con referencias o, notas de pie de página con toda la documentación posible. Es decir, que Javier Cercas: buen novelista, es tan impostor, o más, que su biografiado Enric Marco.

Por el otro lado, se podría decir lo mismo de la ficción: que ciertas novelas, de ficción sólo tienen los nombres propios, los lugares y algunos detalles para despistar. A veces, un mínimo de ficción es necesario para no acabar en los tribunales, o algo peor, como es el primer caso de la relación de los 800: César Rodríguez Aguilera. La nota de Mena dice:

Me entero de que César Rodríguez Aguilera, el que fuera presidente de la Audiencia, está ultimando unas memorias para una conocida editorial. en que tanto a mí como a Villarejo nos deja como a unos cosas en temas como Banca Catalana, Xarxacultural, Enciclopedia o el magistrado lavernia entre otros.

Procede su eliminación física (sabes que vive a caballo entre Barcelona y Llofriu) y hazte de paso con algunos cuadros de valor que tiene.

Es urgente, no quiero fallos, ok!

http://www.javierroyuelasamit.com/wp-content/uploads/2019/12/1-100-2.pdf

Hay unos hilos muy interesantes, aquí en Burbuja y en otros lados, sobre la novela de la duquesa, del tipo quién es quién: éste es Mario Conde, éste otro es Santiago Carrillo,
éste está claro: el Campechano, ésta es Pitita Ridruejo, y éste: Cassinello, o Calderón, o Manglano.

El argumento de la novela no es otro que el proceso de putrefacción que supuso el R-78. Esa democracia que dicen que nos hemos dado. La corrupción, de arriba abajo, va fagocitando a las instituciones hasta pudrirlas totalmente. Al final: los pactos inquebrantables de las élites firmados con sangre inocente, con los nombres cambiados no podemos evitar el recuerdo de Miriam, Toñi y Desiré: las niñas de Alcácer. El Marqués de Sade redivivo.

Recordemos el caso 369, el de Ramón Moix Messeger, el famoso escritor conocido como Terenci Moix, uno de los más light del ER. En un directo de Santiago con su ex novio, dijo éste que le dejó porque el escritor quería entrar en el juego sadomasoquista que a él no le apetecía nada. Con lo que Terenci Moix tenía que dar rienda suelta a esas tendencias con cafres.

El caso es que en la novela de la duquesa, al final (y siento destriparla, o como se dice ahora: un spoiler) después del ritual de turno en el centro de Madrid (¿Palacio de Linares? ¿el que compró el empresario Emiliano Revilla (el de los chorizos, no el de las anchoas), que le secuestró ETA, y que luego tuvo que vender el palacio por cuatro cortesanas?), los que tienen que deshacerse de los cadáveres, que van a tras*portar en una furgoneta, tienen la mala suerte de que les paran unos policías indiscretos y honrados. Pétula (peteta, poteta, pilinguita, pitita) lo ve todo desde la ventana y rápidamente se ponen en marcha los mecanismos de defensa de la Ilustre Degeneración:

El cabo y el número Núñez saltaron a la calzada. La furgoneta se detuvo. - ¡Documentación!. La comisario y el sargento se acercaron. Landrú vociferaba. Pétula comprendió que se estaba produciendo lo que no estaba programado: - ¡Señora!. ¡Policía!. Los han parado. Pegando el ojo a la cerradura de la verja, Pétula constató que no metía. Se precipitó al teléfono. - ¡Braulio!. ¡Los están deteniendo!. - ¿Donde?. - Aquí delante. Con la carga. Braulio colgó. El tiempo adquirió todo su valor. El sargento repasó la documentación. Autentica y en regla, aunque la matrícula era falsa. Junto a la carta de circulación, había una tarjeta de Cesar Miranda. - ¿Y esto? - Un cliente - el chofer habló con displicencia. Como si el personaje no tuviese importancia. O lo conociese de toda la vida. Por primera vez el nombre no tuvo efecto mágico. En lugar de mandarles seguir, María Ramos ordenó. - ¡Abre detrás!

- Pero... - ¡Te ha dicho que abras! - repitió el sargento. El chofer le miró a los ojos, intentando hacerle comprender que insistir era peligroso. Pétula seguía la escena agazapada tras la verja. Le temblaron las piernas. El chofer tiró del cierre. Fingió que no cedía. - Esto se ha enganchaó. - ¡Abre o abrimos! Dos motos desembocaron por la izquierda. Trepidaron las ametralladoras. La comisario Ramos, el sargento Pérez, Nuñez, el chófer y un curioso, murieron en el acto. El ayudante y el cabo, al llegar al hospital. El coche patrulla llegó inmediatamente. La zona quedó acordonada.

El atentado en el centro de Madrid, conmocionó al país. Y la gente se preguntó como pudieron escapar los siniestros motoristas, estando tan cerca la policía. Y no obtuvo respuesta. Siguió oleada de detenciones en el norte. Relacionadas con el terrorismo. Agitadores confesos el conductor y su ayudante, se dijo que la camioneta iba llena de explosivos. Los muertos recibieron la cruz al mérito policial, a título póstumo. El ministro que prendió la condecoración en las banderas, no ignoraba con cuanta razón la merecían. El esposo y el hijo de María Ramos, disfrutaron reputación de huraños, antipáticos y poco colaboradores.

http://www.papelesdesociedad.info/IMG/pdf/la-ilustre-degeneracion.pdf

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