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Y si aceptas tomar ese café y acabas con ese absurdo de los archienemigos en internet.
Qué mal cuerpo se me ha quedado.
Acabo de encontrar, en mi bandeja de mensajes privados, uno de mi archienemigo del inicio de los tiempos de burbuja, en el que en un tono conciliador me propone quedar a tomar un café para comprobar que en realidad no somos los monstruos que ambos creemos que el otro es. La semana pasada ya me envió otro mensaje preguntándome qué tal me va la vida y cómo están los de la cuchipandi.
Al mensaje de la semana pasada no le contesté, a éste sí. Quizás no debería haberlo hecho pero es más fuerte que yo sentir que ante la buena educación y las buenas maneras debo contestar aunque sea para declinar la propuesta, como he hecho, agradecerle sus intenciones de enterrar el hacha de guerra y darla por enterrada aunque dados los antecedentes no puedo pasar por alto la desconfianza que me produce, admitir que en el pasado se me calentó la boca en más de una ocasión, pedirle que siga por su camino virtual y físico sin cruzarse con el mío y desearle feliz navidad.
Si ha sido sincero esto acabará más o menos aquí, con quizás algún privado más. Pero si no ha sido sincero o a mí se me activa el modo paranoide no sé si no tendré que volver a desaparecer por un tiempo, hasta que se aburra y centre su atención en otra cosa.