No sabía si echarme en el diván o abrir el cajón de sastre. Decido finalmente que el asunto no es suficientemente inquietante como para hacer de él motivo de consulta psicoanalítica.
Se trata de lo siguiente:
Ahora hace un año un conocido, de los que él se llamaría a sí mismo amigo y yo no, me propone hacer una serie de fotografías para un libro de entrevistas que está escribiendo. Me propone que el tema fotos es absolutamente cosa mía, yo decidiré qué fotos publicar y por supuesto las editaré a mi gusto. Me entusiasmo con la idea y quedo a su disposición ya que es él quien se pone en contacto con los personajes y quien determina qué día se hace la entrevista y las fotos. Pasan los meses y suceden algunos pequeños detalles que me incomodan y sobre los que trato de hacer la vista subida de peso.
Llega el otoño, se acaban las entrevistas y le entrego un usb con las fotitos que había seleccionado (de los co.jones pensaba yo ya por aquel entonces del trabajazo que me habían llegado a dar). Me llama para decirme que en vez de esas mejor le doy todas porque el editor quiere verlas todas. Mi nivel de cabreo, que había empezado a rozar zona naranja por los pequeños detalles anteriormente no explicados, empieza a rozar el rojo. Le paso todas las fotos.
Me vuelve a decir que el editor no quiere mis fotos editadas, que las quiere tal como salieron de la máquina. Aquí empiezo a respirar hondo y le digo que nos vemos en un par de días.
Lo de los dos días se lo dije para darme tiempo a practicar yoga, respirar hondo y decirle unas cuantas cosas sin provocar una bronca. Llego a la conclusión de que quiero desentenderme del asunto. No ha cumplido con las condiciones que él mismo me había propuesto, al final yo no escojo las fotos. Como no quiero fastidiarle del todo decido darle todas las fotos y que allá se las componga pero yo no quiero ni aparecer en el libro, ni en ninguno de los actos que, conociéndolo, piensa montar para presentarlo.
Lo de allá se las componga no parece haberlo entendido muy bien. Desde entonces tengo una llamada perdida al día suya. Paso de cogerle el teléfono, no le devuelvo las llamadas. Que haga con las fotos lo que le salga del pito. Después de haberme pillado un rebote al hablar con él cuando supuse que había aclarado las cosas ya me olvidé del tema, ni siquiera me quema que mi trabajo no sirve apenas de nada.
El sábado estoy tirada en el sofá viendo un documental y aparece una mano por la ventana abierta de mi casa. ¡Sorpresa! el pollo viene con su sonrisa a explicarme que el viernes 20 es la presentación del libro y que si voy a ir.
No tiene arreglo.
Cuando hablé con él, tan satisfecha yo de haber podido explicarme sin sulfurarme, le dije a un buen amigo que también lo conoce "He hablado con xxx y creo que ha comprendido que no quiero saber nada del asunto" Mi amigo se rió y me dijo "No creo" :
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Pues no, no lo ha entendido. Estuve escuchándole durante 20 minutos sus tribulaciones para editar el libro. Ha tenido que pagar de su bolsillo los 6.000 euros que ha costado publicarlo, está enfadado porque el ayuntamiento no le compra ejemplares ni ha puesto pasta para la edición.
Con la que está cayendo y él gastándose la pasta de esta forma a mayor gloria de su propia idem.
Hoy leo una entrevista que le hacen un una publicación local a raíz de la publicación del libro y veo que lo presentan como "guionista y creativo". Por lo que yo sé es camionero y en sus ratos libres escribe. El libro anterior también se lo edito él.
Ea, ya me he desahogado. Es que me perplejea ver cómo hay gente inasequible al desaliento que vive en su mundo de piruletas y al que da igual que le digas so que arre, que él andará cuando le dé la gana.
Ahora sí, ya está.