Hombre, la narración la organizaría en "
Introducción, Nudo y Desenlace", como toda la vida.
Hecha la coña, diré que no es gratuita, porque introduce el primer problema de escribir ficción histórica: Que una obra de ficción tiene sus estructuras, sus tiempos y sus fórmulas, que no coinciden con los de la Historia real.
Luego está el segundo problema, que en realidad por importancia es el primero, y es que lo relevante de una obra de ficción son los personajes, todo lo demás es decorado. Un evento histórico en una obra de ficción solo es importante en la medida en la que provoca una reacción en los personajes. Si, por ejemplo, escribes una novela sobre los últimos días de Pompeya, lo que importa es cómo los personajes se enfrentan a la erupción del volcán, no que te pongas a describir la erupción como si fuera un documental del National Geographic. Para esto último mejor haces directamente un documental para el Canal de Historia (a ser posible sin que salgan nazis ni extraterrestres).
Una vez tienes claro que los protagonistas de una novela histórica son los personajes, sobreviene el problema de que pocos personajes históricos tienen una vida de novela, y además generalmente no conocemos lo suficiente sobre la personalidad de un personaje histórico como para convertirlo en el protagonista de una novela. Y entonces, ¿qué haces? ¿tomas un personaje histórico real y te pones a inventar? Eso es lo que hizo Robert Graves en "
Yo Claudio", y el resultado es haber popularizado una imagen del Emperador Claudio (y varios otros personajes históricos mas) que no se corresponde con la realidad histórica.
Es mas fácil, y mas honesto, que si vas a escribir una novela histórica, utilices como protagonistas a personajes mundanos, y así te puedas inventar su personalidad y sus vidas tranquilamente, dejando a los grandes personajes históricos como personajes secundarios, y evitarte así tener que tergiversar sus vidas y su personalidad. No escribas una novela histórica sobre Alejandro Magno, escribe una novela histórica sobre un soldado de Alejandro Magno. No escribas una novela histórica sobre Rommel, escribe una novela histórica sobre un soldado del Afrika Korps. No escribas una novela histórica sobre el Conde-Duque de Olivares, escribe una novela histórica sobre la vida de un soldado de los tercios (y hazlo bien, no como Arturo Pérez-Reverte).
Además, esta aproximación tiene una ventaja: Todo el mundo sabe cómo fue la Historia, así que no hay tensión en, por ejemplo, escribir una novela sobre la Batalla de Midway con Chester Nimitz como protagonista. Todo el mundo sabe que los americanos ganaron y que Nimitz murió de viejo muchos años después del fin de la guerra. La tensión la estableces narrando la Batalla de Midway a través de un piloto anónimo, que tu audiencia no sabe si va a sobrevivir o no al encuentro con los japoneses.
Tomemos como ejemplo a un grande, Alejandro Dumas.
Los Tres Mosqueteros no va sobre Luis XIII, ni sobre Ana de Austria, ni sobre el Duque de Buckinham, ni siquiera sobre Monseur de Tréville.
Los Tres Mosqueteros va sobre un trepa anónimo de provincias que llega a París, se hace amigo de un trio de perdedores que sirven en el regimiento de Mosqueteros de la Guardia, y se liga a una costurera de la Reina. Y el antagonista de
Los Tres Mosqueteros no es el Cardenal Richelieu, la antagonista es Milady, y el enemigo personal del protagonista es Rochefort.
Comprendido esto, podemos entrar en los problemas específicos que comenta @
Lisionak:
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El Lenguaje:
No, no hagas a tus personajes hablar como si fueran personajes de una obra de teatro de Lope de Vega. Tampoco como si fueran los canis del polígono de tu ciudad. Hay un punto intermedio. Tus personajes deben expresarse de manera coherente al lenguaje de su época, pero respetando el español normativo de nuestros días. Caer en el extremo de hacerles expresarse con riguroso respeto por el lenguaje de la época lleva a que tu lector no comprenda lo que dicen, destruyendo el objeto de escribir una novela. Caer en el otro extremo implica cargarte la suspensión de la incredulidad del lector.
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¿Novela Histórica o Novela con un decorado histórico?:
Me temo que es exactamente lo mismo. Vas a contar una historia poniendo como decorado La Historia. Es lo que hay. Si lo que quieres es contar La Historia, escribe un libro de Historia. No hace falta ser un rollo para escribir Historia, puedes tomar la aproximación de Carlo Ginzburg o de Carlo María Cipolla, y escribir algo ameno que no duerma a las ovejas. Pero estarás escribiendo Historia, no ficción histórica. Escribir ficción histórica es utilizar la Historia como decorado.
Eso si, utilizar la Historia como decorado tiene que tener un sentido, porque si no, ¿para qué utilizar la Historia como decorado? Para eso es mejor que escribas en tu presente, cuyo decorado conoces perfectamente porque vives en él. O que escribas literatura fantástica, en la que puedes inventarte el decorado. Si vas a escribir ficción histórica, es para interesar a tu lector en un periodo histórico, y contarle unos cuantos puntos clave.
La novela señalada por
@Lisionak, "
El Nombre de la Rosa", me parece un ejemplo honesto. Se trata básicamente de una novela de misterio ambientada en una Abadía medieval. Es un detective que va a resolver un asesinato de habitación cerrada, la fórmula de Ágata Christie aplicada a rajatabla. Las aventuras de Shelock Holmes en un Monasterio. Punto. Pero, a la vez, Umberto Eco aprovecha para describir cómo era la vida de los monjes medievales, la importancia de los Monasterios en el desarrollo de la cultura Europea, introduce el conflicto entre el Papa y el Emperador, los cismas de la Iglesia, y las movidas entre las órdenes religiosas.
Hay límites a lo que puedes hacer con el decorado, claro. Cuando llevaron "
El Nombre de la Rosa" al cine, el papel de Guillermo de Baskerville iba a ser para Robert de Niro, pero el tio se empeñó en que la escena climática tenía que ser un duelo a espada entre él y el inquisidor. Afortunadamente, JJ Annaud se negó, y entonces apareció Sean Connery, y el director pensó "
bueno, de perdidos al rio", y James Bond logró relanzar su carrera y pasar a la historia del cine como un actor de verdad.
Pero en fin, dejo de divagar. La cuestión es que hay que respetar el decorado, pero es decorado al fin y al cabo. Si quieres que el protagonista sea La Historia, entonces escribe Historia, no ficción histórica.
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¿Es posible meterse en la cabeza de un infanzón del siglo XIV? ¿Qué punto de vista adoptar?:
El punto de vista es elección del escritor. Primera persona, narrador omnisciente, el clásico recurso del narrador contemporáneo que dice haber encontrado un documento antiguo donde se narra la historia... eso es cuestión de estilo. Personalmente, encuentro mas difícil narrarla en primera persona, porque existe una distancia temporal importante entre el protagonista y su contexto, y el lector y su contexto. Me parece mas operativo utilizar la tercera persona, o una fórmula mixta, porque como narrador tienes que explicarle a tus lectores el contexto de la época, y suavizar el choque entre la mentalidad actual y la antigua para ayudar a tus lectores a empatizar con los personajes.
De todos modos, estás escribiendo ficción. No hay una gran diferencia entre meterte en la cabeza de un infanzón del siglo XIV o en la de una mujer del año 2024. A no ser que tu novela sea autobiográfica, te estás metiendo en la cabeza de otras personas, fantaseando sobre su perspectiva respecto a problemas que no has vivido y de los que, por tanto, no tienes realmente ni puñetera idea. Así que, adelante, sin complejos.
Y bueno, esa es mi humilde aportación. De momento.