Por esos años de finales del siglo XIX el nacionalismo catalán buscaba aliados en otras regiones, especialmente en Vasconia y Galicia. Pero topó con el rechazo de Arana y los suyos: “Dice La veu de Catalunya que los catalanes son hermanos nuestros de desgracia, y que también somos en el mismo concepto de los baleares, los valencianos y los gallegos (…) Fraternidad de desgracia; porque, en efecto, fraternidad de raza no la hay entre aquellos españoles y nosotros, como no seamos también hermanos de los coreanos (…) Pero tampoco somos hermanos de desgracia (…) porque la desgracia de los catalanes (…) y la nuestra no se parecen en lo más mínimo. Los catalanes perdieron las leyes privativas de su región; nosotros hemos perdido nuestra nacionalidad e independencia absoluta (…) No es razonable la alianza de los catalanes y los bizkaínos; pues no son semejantes los sujetos Bizkaya y Cataluña, ni se parecen por su desgracia; ni tienen un enemigo común; ni son las mismas sus aspiraciones (…) Equiparar nuestro derecho a constituir nación aparte, con el derecho que le sirviera de base al nacionalismo catalán, sería rebajar el nuestro (…) Nunca discutiremos si las regiones españolas como Cataluña tienen o no derecho al regionalismo que defienden; porque nos preocupan muy poco, nada por mejor decir, los asuntos internos de España (…) No escribimos nuestro periódico para hablar de política extranjera, sino para instruir a los vizcaínos (…) Jamás confundiremos nuestros derechos con los derechos de región extranjera alguna (…) jamás haremos causa común con las regiones españolas. Entendernos en la acción definitiva: esto es lo único que cabe y admitiríamos con cualquier pueblo de la tierra”.
El desprecio por la alianza con los catalanes tenía su buena razón: “Cataluña es española por su origen, por su naturaleza política, por su raza, por su lengua, por su carácter y por sus costumbres”. “Ustedes, los catalanes, saben perfectamente que Cataluña ha sido y es una región de España (…) una región con caracteres de nacionalidad”, cosa muy distinta de una nación genuina. Por tanto, recuerda sin piedad: “Maketania comprende a Cataluña”, y, para más claridad, agua el entusiasmo mostrado en La Veu por el Lexikon etimológico, naturalista y popular del Bilbaíno neto, de Arriaga, señalando la acepción de “maketo”: “Maketo es el mote con que aquí se conoce a todo español, sea catalán, castellano, gallego o andaluz”.