Pero hay que reconocer el problema del coche que genera un dilema del prisionero en el tras*porte.
Me explico. Una red de tras*porte, movida principalmente por tras*porte colectivo, como dichos vehículos ocupan mucho menos por número de pasajeros tras*portados, reducen mucho el volumen de tráfico, y entonces este gana mucho en fluidez.
Si miramos los vehículos comparados de forma individual, el coche siempre es más rápido que los tras*portes colectivos, porque son de origen-destino directamente. Sin embargo, cuando lo vemos de forma colectiva, un tráfico con tras*porte colectivo masivo resulta ser más rápido que uno con tras*porte individual masivo (a no ser que tengas unas infraestructuras enormes, para permitir número de vehículos individuales muy grandes... supone un alto coste en ese sentido).
Así que tenemos.
Todos cogen tras*porte colectivo. Situación win-win. tras*porte relativamente rápido y eficiente.
Algunos llevan coche, la mayoría tras*porte colectivo. Tráfico fluido. El que lleva coche tiene ventaja por origen-destino.
Casi todos llevan coche. Embotellamientos. Todos pierden, pero además, quien va en bus, pierde doblemente, pues el tráfico es igualmente lento, pero además hay que sumar el tiempo de coger el vehículo.
Todos llevan coche. Peor que el caso inicial.
Depende de muchos factores, pero estos valores son habituales. Es por eso que impulsar el tras*porte colectivo tiene sentido, para agregar ventajas que rompan con el impulso natural egoista de usar el coche, que acabe en una situación de pérdida para todos.
