La explosión de la primavera: mayo y junio. Días largos, temperaturas óptimas, horas de luz, verde, verde, verde, y la fauna activa para criar.
Luego, sí, el final del verano, con la incipiente gama de colores, el bajón de temperaturas, las lluvias con olor a tierra sedienta, el reverdecer de los campos, la cosecha, y los pasos de las aves que se van a la casa de invierno.