KUTRONIO
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Escuchando a nuestros políticos de progreso parecería, porque así se presentan ellos, que son los grandes enemigos de los fondos buitre y los capitalistas sin escrúpulos. Este discurso funciona, de hecho están en el poder, porque a mucha gente le gusta escucharlo e interpreta el mundo según la colección de tópicos que alimenta el gobierno. Pero hay una doble mentira en todo este asunto y la primera de ellas, precisamente, que los gobiernos de progreso y los fondos buitre estén en la misma escala en extremos opuestos.
Pensemos en el caso de Desokupa, por ejemplo. En el fondo los políticos progresistas no son lo opuesto a Desokupa sino su presupuesto. Aunque después le llamen fascista a Desokupa, lo cierto es que con un gobierno que no desprotegiera a los propietarios y no mimara a los okupas no existiría Desokupa. Algo parecido sucede con los fondos buitres.
Cuando en un país llega al poder un gobierno de extrema izquierda que, supuestamente en nombre del pueblo, nacionaliza la propiedad o los principales sectores económicos, lo que sucede es que de ese país huye toda la inversión convencional y queda marcado como un territorio hostil en el que invierte o nadie o sólo los fondos buitres. Es decir, cuando conviertes tu país en territorio comanche para las empresas, si invierte alguien ya sólo es alguien dispuesto a correr enormes riesgos a cambio de la expectativa de obtener grandes beneficios. O sea los fondos buitre.
Cuando un país tiene una deuda disparada, unas cuentas descalabradas y un gobierno del que no se fía ningún inversor, los únicos dispuestos a comprar deuda pública de ese país, o sea dispuestos a prestar dinero a ese país, son los fondos buitre. Los fondos buitres no existirían si no existieran el tipo de gobiernos que dicen reprobar a los fondos buitre y esos gobiernos no podrían endeudarse si no fuera gracias a los fondos buitre. La oposición entre los fondos buitre y los gobiernos de extrema izquierda es por tanto un falsa oposición.
Es el caso también de aquellos países que primero nacionalizan el sector del petróleo o de la electricidad, por ejemplo, y que al cabo de unos años se encuentran con que aparte de unos enormes costos encima tienen desabastecimiento de petróleo y cortes de luz. ¿Por qué? Porque no son capaces de gestionar con eficiencia lo que nacionalizaron. Si Errejón nacionaliza Repsol, o Podemos crea un Glovo público, y convierten en funcionarios a todos los repartidores, les duplican el sueldo, implantan la jornada de 20 horas semanales, no necesitan competir, dejan de depender de las ventas y los beneficios para pasar a vivir de los presupuestos, y ponen al frente de la gestión a dos técnicas de Igualdad que aparte de iletradas no se juegan su dinero, lo normal es que a la vuelta de unos años fuera imposible echar gasolina o pedir un Glovo, pero que además el estado estuviera quebrado.
Esto lo hemos visto multitud de ocasiones en los países hispanoamericanos. Llegado a ese punto, el estado para sobrevivir tiene que privatizar otra vez todas esas empresas que antes nacionalizó para intentar reajustar sus cuentas, pero como nadie se fía de invertir en esos países y de que no se revierta la privatización, sólo pujan por comprar esas empresas los fondos buitres, y naturalmente lo hacen por precios de derribo. Los gobiernos de progreso y los fondos buitre son dos caras de la misma moneda. Al cabo de unos años el siguiente gobierno de progreso señalará que las empresas se privatizaron a precios ridículos, que la riqueza nacional fue saqueada y que hay que volver a nacionalizar y devolver al pueblo esas empresas. Y vuelta la burra al trigo y otra vez se repite el ciclo.
Dicho todo lo anterior, en España es mentira que el mercado de alquiler de viviendas se encuentre en manos de fondos buitre, como denuncian algunas ilustres y exaltadas diputadas de las fuerzas ultraizquierdistas.
Para empezar, habría que preguntarse a qué llamamos fondo buitre, porque no a todo lo que se le llama así lo es. Pero es que además, en cualquier caso, los datos son que en España existen alrededor de 4 millones de hogares en régimen de alquiler, y que el fondo con más viviendas alquiladas de España es Blackstone, el mayor casero de España, que se hizo con esas viviendas cuando durante la crisis financiera al comprarlas embargadas a las cajas, pero es que hablamos de 40.000 viviendas. O sea, que siendo Blackstone el mayor casero de España sólo tiene el 1% de las viviendas en alquiler. Más aún, sólo el 5% de las viviendas alquiladas en España son propiedad de instituciones.
¿Qué quiere decir todo lo anterior? Que el relato de la izquierda sobre el alquiler, la propiedad, los okupas y los fondos buitre es totalmente falso. Cuando la izquierda desprotege al propietario no está atacando a los fondos buitre, sino a ese 96% de pequeños propietarios particulares y a sus 3,85 millones viviendas en alquiler. Con diagnósticos y discursos absolutamente equivocados, obviamente las soluciones basadas en esos falsos discursos y falsos diagnósticos sólo pueden agravar los problemas que se supone pretenden resolver. La única cuestión al final es si todo esto la izquierda no lo sabe o sí lo sabe pero le da igual, porque es el discurso que le compran sus electores. Al final ese el problema y el desafío en la base de todo: informar y hacer razonar a los electores.
Pensemos en el caso de Desokupa, por ejemplo. En el fondo los políticos progresistas no son lo opuesto a Desokupa sino su presupuesto. Aunque después le llamen fascista a Desokupa, lo cierto es que con un gobierno que no desprotegiera a los propietarios y no mimara a los okupas no existiría Desokupa. Algo parecido sucede con los fondos buitres.
Cuando en un país llega al poder un gobierno de extrema izquierda que, supuestamente en nombre del pueblo, nacionaliza la propiedad o los principales sectores económicos, lo que sucede es que de ese país huye toda la inversión convencional y queda marcado como un territorio hostil en el que invierte o nadie o sólo los fondos buitres. Es decir, cuando conviertes tu país en territorio comanche para las empresas, si invierte alguien ya sólo es alguien dispuesto a correr enormes riesgos a cambio de la expectativa de obtener grandes beneficios. O sea los fondos buitre.
Cuando un país tiene una deuda disparada, unas cuentas descalabradas y un gobierno del que no se fía ningún inversor, los únicos dispuestos a comprar deuda pública de ese país, o sea dispuestos a prestar dinero a ese país, son los fondos buitre. Los fondos buitres no existirían si no existieran el tipo de gobiernos que dicen reprobar a los fondos buitre y esos gobiernos no podrían endeudarse si no fuera gracias a los fondos buitre. La oposición entre los fondos buitre y los gobiernos de extrema izquierda es por tanto un falsa oposición.
Es el caso también de aquellos países que primero nacionalizan el sector del petróleo o de la electricidad, por ejemplo, y que al cabo de unos años se encuentran con que aparte de unos enormes costos encima tienen desabastecimiento de petróleo y cortes de luz. ¿Por qué? Porque no son capaces de gestionar con eficiencia lo que nacionalizaron. Si Errejón nacionaliza Repsol, o Podemos crea un Glovo público, y convierten en funcionarios a todos los repartidores, les duplican el sueldo, implantan la jornada de 20 horas semanales, no necesitan competir, dejan de depender de las ventas y los beneficios para pasar a vivir de los presupuestos, y ponen al frente de la gestión a dos técnicas de Igualdad que aparte de iletradas no se juegan su dinero, lo normal es que a la vuelta de unos años fuera imposible echar gasolina o pedir un Glovo, pero que además el estado estuviera quebrado.
Esto lo hemos visto multitud de ocasiones en los países hispanoamericanos. Llegado a ese punto, el estado para sobrevivir tiene que privatizar otra vez todas esas empresas que antes nacionalizó para intentar reajustar sus cuentas, pero como nadie se fía de invertir en esos países y de que no se revierta la privatización, sólo pujan por comprar esas empresas los fondos buitres, y naturalmente lo hacen por precios de derribo. Los gobiernos de progreso y los fondos buitre son dos caras de la misma moneda. Al cabo de unos años el siguiente gobierno de progreso señalará que las empresas se privatizaron a precios ridículos, que la riqueza nacional fue saqueada y que hay que volver a nacionalizar y devolver al pueblo esas empresas. Y vuelta la burra al trigo y otra vez se repite el ciclo.
Dicho todo lo anterior, en España es mentira que el mercado de alquiler de viviendas se encuentre en manos de fondos buitre, como denuncian algunas ilustres y exaltadas diputadas de las fuerzas ultraizquierdistas.
Para empezar, habría que preguntarse a qué llamamos fondo buitre, porque no a todo lo que se le llama así lo es. Pero es que además, en cualquier caso, los datos son que en España existen alrededor de 4 millones de hogares en régimen de alquiler, y que el fondo con más viviendas alquiladas de España es Blackstone, el mayor casero de España, que se hizo con esas viviendas cuando durante la crisis financiera al comprarlas embargadas a las cajas, pero es que hablamos de 40.000 viviendas. O sea, que siendo Blackstone el mayor casero de España sólo tiene el 1% de las viviendas en alquiler. Más aún, sólo el 5% de las viviendas alquiladas en España son propiedad de instituciones.
¿Qué quiere decir todo lo anterior? Que el relato de la izquierda sobre el alquiler, la propiedad, los okupas y los fondos buitre es totalmente falso. Cuando la izquierda desprotege al propietario no está atacando a los fondos buitre, sino a ese 96% de pequeños propietarios particulares y a sus 3,85 millones viviendas en alquiler. Con diagnósticos y discursos absolutamente equivocados, obviamente las soluciones basadas en esos falsos discursos y falsos diagnósticos sólo pueden agravar los problemas que se supone pretenden resolver. La única cuestión al final es si todo esto la izquierda no lo sabe o sí lo sabe pero le da igual, porque es el discurso que le compran sus electores. Al final ese el problema y el desafío en la base de todo: informar y hacer razonar a los electores.