John Lennon
Madmaxista
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Les presento una historia épica donde las haya. Una historia que podría igualar incluso a la de los diez mil aciagos guerreros de Jenofonte. Este regimiento era una unidad española que en contra de su voluntad luchó junto a las tropas napoleónicas entre 1807 y 1814. Originariamente pertenecían a la División del Norte al mando del marqués de La Romana y estaba compuesto por soldados españoles que no pudieron escapar de Dinamarca.
Pero ¿qué hacían allí? Les explico: debido a una serie de pactos entre la agonizante monarquía Borbón y el poderoso imperio napoleónico un número considerable de tropas, unos 16.000 hombres, se encontraban situados en Hamburgo como aliados del ejército francés. En un principio estas tropas, debido a su valentía, fueron muy apreciadas destacando en numerosas acciones valerosas como la toma de Stralsund a los suecos. Posteriormente fueron tras*portados a Dinamarca, a la península de Jutlandia para proceder en un futuro a la oleada turística de Suecia, pero los hechos de 1808 empezaron a calentar los ánimos de los soldados españoles que sabían que los suyos estaban muriendo a manos de sus propios aliados. Por ello el mando francés decidió diseminarlos para evitar de este modo que se reunieran y decidieran rebelarse.
El culmen de esta situación se produjo cuando obligaron a las tropas españolas a jurar obediencia al nuevo rey de España, José Bonaparte. El general Kindelán mediante engaños consiguió que sus soldados realizaran el juramento diciéndoles que otras compañías ya lo habían hecho. Pero hubo un regimiento, el de Almansa, que no se creyó las palabras y comenzó a gritar ¡Viva España! ¡Muera Napoleón! La situación estaba a punto de estallar. El Batallón Ligero de Cataluña empezó a idear la fuga y a contactar con los buques ingleses más cercanos y con oficiales de la Marina Real Británica. La fuga se produce el 5 de Septiembre de 1808 al mando del marqués de La Romana llegando posteriormente en barco a Santander donde conectan con el Ejercito del Norte y lo refuerzan. Fue una fuga trágica pues muchos no consiguieron llegar a los barcos e incluso algunos se suicidaron pues prefirieron morir a vivir bajo el yugo francés. Aun así Kindelán se quedó y entregó al mando galo 200 oficiales y alrededor de 5000 soldados que no habían tenido la suerte de embarcarse con rumbo a la libertad.
A partir de aquí comienza uno de los periplos más asombrosos de los que se tenga noticia. Los 5000 soldados son llevados a la fuerza como prisioneros a Hamburgo, pero en su cerebro se ha forjado a fuego la idea de fugarse. En 1809 se les indica que si juran al rey José y se alistan como voluntarios en la Gran Armee pueden dejar de ser prisioneros. Es por ello que en 1810 se forme el Regimiento José Bonaparte al mando del afrancesado Kindelán y se vista a los españoles con uniformes totalmente blancos junto con unos chacos que llevan las letras JB (José Bonaparte).
En 1812 se produce la oleada turística de Rusia, y junto al gran mar de soldados que integran la Gran Armee un pequeño Regimiento español también entra en combate. Aquí el general Kindelán desaparece de nuestra historia pues sabemos que en ese momento están comandados por el general Friant. Los soldados españoles están decididos a fugarse y pasarse al enemigo en cuanto puedan, pero cualquier intento es abortado. Es sabido que un coronel francés fusiló a un número incierto de españoles por intentar huir. Por ello y a veces como castigo, son puestos continuamente en lugares de peligro, o en primera línea de combate o aguantando pie a tierra la retirada. Se los trata como carne de cañón pero aun así están contentos porque saben que cuanto más cercan estén del enemigo más posibilidades hay de pasarse al otro bando.
Reciben el bautismo de fuego en Vitebsk. Allí en la confusión del combate dan el pasaporte al coronel Oudin, aquel que mató a sus compañeros anteriormente. El honor y la venganza es algo que nunca han podido arrebatarles. Destacan sus acciones en el asalto de Smolensko, Sbodonovo (donde curiosamente casi se fugan y su acción es confundida por Napoleón como un acto de valentía) y la sangrienta batalla de Borodino. Cuando el ejercito francés entra en Moscu se les condecora por meritos en el combate y como premio los destinan a proteger a los convoyes de los ataques cosacos para que lleguen a salvo a la ciudad.
Después del incendio de Moscú se produce la trágica retirada de la Gran Armee. Entre ventiscas de nieve y hielo, y los ataques sorpresa de los cosacos son liderados con arrojo por el mariscal Ney, pero eso no evita que 2000 españoles se fuguen y lleguen a las líneas rusas. Estos miles se integraron rápidamente en el ejército del zar creando un nuevo regimiento: El Regimiento Imperial Alejandro, también llamado “El Moscovita”, que posteriormente pertenecerá a la Guardia de la progenitora del Zar portando una bandera que fue bordada por la misma zarina. En cambio en el bando francés solo 500 españoles cruzaron el Danubio. En 1813 se disuelve el regimiento.
Pocos regresaron a España en 1814. Más de uno cayó de rodillas al atravesar las duras montañas del Pirineo y dio gracias a Dios por dejarle ver su tierra.
Pero ¿qué hacían allí? Les explico: debido a una serie de pactos entre la agonizante monarquía Borbón y el poderoso imperio napoleónico un número considerable de tropas, unos 16.000 hombres, se encontraban situados en Hamburgo como aliados del ejército francés. En un principio estas tropas, debido a su valentía, fueron muy apreciadas destacando en numerosas acciones valerosas como la toma de Stralsund a los suecos. Posteriormente fueron tras*portados a Dinamarca, a la península de Jutlandia para proceder en un futuro a la oleada turística de Suecia, pero los hechos de 1808 empezaron a calentar los ánimos de los soldados españoles que sabían que los suyos estaban muriendo a manos de sus propios aliados. Por ello el mando francés decidió diseminarlos para evitar de este modo que se reunieran y decidieran rebelarse.
El culmen de esta situación se produjo cuando obligaron a las tropas españolas a jurar obediencia al nuevo rey de España, José Bonaparte. El general Kindelán mediante engaños consiguió que sus soldados realizaran el juramento diciéndoles que otras compañías ya lo habían hecho. Pero hubo un regimiento, el de Almansa, que no se creyó las palabras y comenzó a gritar ¡Viva España! ¡Muera Napoleón! La situación estaba a punto de estallar. El Batallón Ligero de Cataluña empezó a idear la fuga y a contactar con los buques ingleses más cercanos y con oficiales de la Marina Real Británica. La fuga se produce el 5 de Septiembre de 1808 al mando del marqués de La Romana llegando posteriormente en barco a Santander donde conectan con el Ejercito del Norte y lo refuerzan. Fue una fuga trágica pues muchos no consiguieron llegar a los barcos e incluso algunos se suicidaron pues prefirieron morir a vivir bajo el yugo francés. Aun así Kindelán se quedó y entregó al mando galo 200 oficiales y alrededor de 5000 soldados que no habían tenido la suerte de embarcarse con rumbo a la libertad.
A partir de aquí comienza uno de los periplos más asombrosos de los que se tenga noticia. Los 5000 soldados son llevados a la fuerza como prisioneros a Hamburgo, pero en su cerebro se ha forjado a fuego la idea de fugarse. En 1809 se les indica que si juran al rey José y se alistan como voluntarios en la Gran Armee pueden dejar de ser prisioneros. Es por ello que en 1810 se forme el Regimiento José Bonaparte al mando del afrancesado Kindelán y se vista a los españoles con uniformes totalmente blancos junto con unos chacos que llevan las letras JB (José Bonaparte).
En 1812 se produce la oleada turística de Rusia, y junto al gran mar de soldados que integran la Gran Armee un pequeño Regimiento español también entra en combate. Aquí el general Kindelán desaparece de nuestra historia pues sabemos que en ese momento están comandados por el general Friant. Los soldados españoles están decididos a fugarse y pasarse al enemigo en cuanto puedan, pero cualquier intento es abortado. Es sabido que un coronel francés fusiló a un número incierto de españoles por intentar huir. Por ello y a veces como castigo, son puestos continuamente en lugares de peligro, o en primera línea de combate o aguantando pie a tierra la retirada. Se los trata como carne de cañón pero aun así están contentos porque saben que cuanto más cercan estén del enemigo más posibilidades hay de pasarse al otro bando.
Reciben el bautismo de fuego en Vitebsk. Allí en la confusión del combate dan el pasaporte al coronel Oudin, aquel que mató a sus compañeros anteriormente. El honor y la venganza es algo que nunca han podido arrebatarles. Destacan sus acciones en el asalto de Smolensko, Sbodonovo (donde curiosamente casi se fugan y su acción es confundida por Napoleón como un acto de valentía) y la sangrienta batalla de Borodino. Cuando el ejercito francés entra en Moscu se les condecora por meritos en el combate y como premio los destinan a proteger a los convoyes de los ataques cosacos para que lleguen a salvo a la ciudad.
Después del incendio de Moscú se produce la trágica retirada de la Gran Armee. Entre ventiscas de nieve y hielo, y los ataques sorpresa de los cosacos son liderados con arrojo por el mariscal Ney, pero eso no evita que 2000 españoles se fuguen y lleguen a las líneas rusas. Estos miles se integraron rápidamente en el ejército del zar creando un nuevo regimiento: El Regimiento Imperial Alejandro, también llamado “El Moscovita”, que posteriormente pertenecerá a la Guardia de la progenitora del Zar portando una bandera que fue bordada por la misma zarina. En cambio en el bando francés solo 500 españoles cruzaron el Danubio. En 1813 se disuelve el regimiento.
Pocos regresaron a España en 1814. Más de uno cayó de rodillas al atravesar las duras montañas del Pirineo y dio gracias a Dios por dejarle ver su tierra.