El pueblo más peligroso de los pirineos

¡Clac, clac! Solo el enorme cañón de una Mossberg apuntándote a la boca del
estómago atemoriza tanto como ese sonido. Seco. Tajante. Aterrador. Y el tipo de
la escopeta lo sabía. Sentía el poder del miedo que podía infligir esa arma. Con
una Mossberg en las manos es fácil confiarse. Ese fue su segundo error. Ángel no
se asustaba con facilidad. En lugar de eso continuaba haciendo cálculos mentales.
« Ha entrado un cartucho en la recámara, como máximo le quedan cuatro en el
cargador» . Además, a esa distancia resultaba fácil ver el seguro del arma,
situado justo encima de la empuñadura, y el tipo, demasiado convencido del
temor que despertaba, todavía no lo había quitado. Aunque apretase el gatillo en
ese momento, el percutor no detonaría el cartucho. Ese fue su tercer error.
—Vale, vale, vale. No quiero problemas. No es mi dinero. Vosotros sabréis en
qué lío os metéis —replicó en tono servil, intentando ganar unos segundos
mientras se quitaba los guantes de la mano derecha.
Las P2000 SK de 9 mm, como las USP, están diseñadas con el guardamonte
—la pieza que rodea el gatillo— sobredimensionado para poder empuñarse
incluso con manoplas, pero el grosor de dos guantes de motero era excesivo hasta
para su HK.
Todo ocurriría muy rápido. Ángel se lo jugó todo a una carta. Si aquellos tipos
querían robarle el dinero, no tenía sentido que le dejasen con vida. Y menos
después de haber visto la matrícula del coche policial. Con un movimiento rápido,
tiró los guantes a la cara del de la Mossberg. Y él se arrojó detrás. Apuntó
directamente a los testículos y chutó como si de un penalti en la final de la
Champions se tratase. Sonó a bemoles rotos y el tipo se desplomó fuera de
combate. Ángel tuvo tiempo de pillar la escopeta al vuelo por el cañón, antes de
que cay ese al suelo, y sin pensarlo, utilizando la Mossberg como un bate de
béisbol, lanzó un golpe contra el guardia, con la potencia de un torpedero. Pero
falló. El de la Benemérita resultó más ágil y rápido de lo que esperaba. Se
agachó justo a tiempo, y la culata de la escopeta solo encontró la gorra en su
tray ectoria, bateándola a varios metros de distancia. Home run!
Con la violencia del movimiento, el guardia perdió el equilibrio y tuvo que
apoy arse con las manos en el suelo para no caer por tierra. Pero la misma
brusquedad del golpe, la inercia y el cuero de los guantes que Ángel aún llevaba
en la mano izquierda hicieron que este perdiese el agarre del cañón y la escopeta
saliese disparada dando vueltas hasta caer entre unos arbustos. Acababa de
perder su improvisada maza, y el picoleto se había dado cuenta. El guardia y a
estaba incorporándose al tiempo que intentaba desenfundar su arma
reglamentaria. Ángel no lo pensó. Había perdido la baza de la Mossberg, pero
todavía conservaba otra maza a su alcance. Y arqueando la espalda todo lo que
pudo, lanzó su cabeza, todavía armada con el casco, contra la del policía. El
impacto fue demoledor. El casco actuó como un auténtico martillo, golpeando de
lleno en la cara al guardia que intentaba incorporarse, y que esta vez cay ó por
 
tierra totalmente atontado por el golpe. Ceja y nariz fracturadas. Dos dientes
menos.
Ángel saltó sobre la BMW, que afortunadamente permanecía con el motor al
ralentí, y pisó con fuerza el cambio de marchas. Primera. Antes de soltar el
embrague, aún tuvo tiempo de sacar su 9 mm de la bandolera y montarla,
utilizando el muslo para desplazar la corredera. Una bala entró en la recámara,
desplazando la anterior con un repiqueteo metálico, y el percutor quedó en
posición de fuego. Black Angel soltó tres disparos apuntando a las ruedas del
todoterreno. Bang, bang, bang. Las tres detonaciones retumbaron en la montaña
maldita, pero estaba demasiado nervioso y solo uno de los proy ectiles dio en el
blanco, reventando una de las ruedas del coche. No había tiempo para más. En el
retrovisor, con el rabillo del ojo, vio cómo el de paisano y a había conseguido
reubicar sus testículos aplastados y se había incorporado con cara de pocos
amigos. Ángel devolvió la pistola a su funda, soltó el embrague y hundió la
muñeca dando gas al motor. La rueda delantera de la BMW se levantó unos
centímetros del suelo, mientras la trasera quemaba goma sobre la gravilla,
arrancando a toda velocidad.
A punto estuvo de estrellarse en la primera curva, cuando la motocicleta
enfiló el camino de Alins. Metió segunda. El corazón del motero bombeaba con
tanta fuerza como el motor de su máquina. Tercera. Mientras intentaba
rentabilizar al máximo la velocidad de su hierro, tumbando todo lo posible en las
curvas para no salirse del camino, su cerebro galopaba a idéntica velocidad.
Cuarta. « Si avisan por radio a otras patrullas estoy perdido —pensaba—, esto es
una fruta ratonera. Solo hay un camino y y o no conozco otras rutas. Pueden
salirme al paso en cualquier punto antes de llegar a la carretera nacional. Pero
¿qué van a decir? ¿Que han intentado robarme? No, no pueden pedir apoy o
policial, pero puede haber otros guardias implicados, y esos sí pueden jorobarme.
No, no es probable. Si hubiese más policías metidos en el negocio, no habrían
traído a un aficionado con una Mossberg. Estos tíos estaban solos, así que
intentarán cambiar la rueda lo antes posible y darme caza» . Quinta…
Pum, pum, pum. El corazón de Black Angel golpeaba su pecho casi al mismo
ritmo que los pistones de la BMW golpeaban el motor, pero su cerebro iba por
delante, intentando analizar todas las alternativas posibles, mientras se
concentraba en no estrellarse con la moto en aquella pista que resultaba letal a
aquella velocidad. Por fortuna, el camino desde Tor no es tan empinado,
enrevesado y deteriorado como el tray ecto desde Port de Cabús. Eso era bueno.
Sin embargo, había perdido los guantes de la mano derecha, la que controla el
acelerador y el freno delantero, y esa es la más importante en la conducción de
la motocicleta. El frío era atroz y a esa velocidad la sensación térmica en la moto
descendía muy por debajo de los cero grados. Pronto su diestra estaría
absolutamente congelada. El frío también duele, y el dolor comenzaba a hacerse
 
insoportable.
Por fin dejó atrás el desvío a Noris, y después atravesó Alins como alma que
lleva el diablo. Y Araos, y Terveu, y al atravesar cada pueblo, reducía la
velocidad para no llamar la atención, esperando ver aparecer en el espejo
retrovisor el morro del 4x4 de la Guardia Civil, con los dos sicarios de Jean-
Pierre dispuestos a coserlo a tiros. Pero nunca ocurrió. O los tipos habían quedado
demasiado maltrechos, o estaban tardando demasiado en cambiar la rueda
tiroteada. O simplemente, Black Angel había establecido un nuevo récord de
velocidad, jugándose la vida en ese tray ecto de pista.
Solo cuando por fin la L-504 desembocó en la carretera C-13 y en su fluido
tráfico, se sintió seguro. Incluso se tomó la licencia de parar la moto para hacer
entrar en calor su mano diestra, al borde de la congelación. Se colocó en ella,
como pudo, uno de los dos guantes que llevaba en la izquierda, y después puso
dirección a Sort. Comenzaba a caer la tarde, y con ella la luz.
« Su destino queda a la derecha» , anunció finalmente la voz femenina del
navegador, cuando Ángel enfiló la avenida Generalitat de Cataluny a en Sort.
Aparcó al otro lado de la calle, sobre la acera del paseo que bordea el río; se
quitó el casco y se dejó caer un instante sobre uno de los bancos de madera que
hacen tan buen servicio a los paseantes. Merece la pena disfrutar de las vistas del
río que bordea el pueblo y de la colina que muere en él. Respiró aquel aire puro.
Se calmó y después entró en el restaurante.
Como habían acordado, Bill el Largo le esperaba disfrutando de la cocina del
Les Brases, con uno de sus hermanos de ruta. Y en cuanto lo vieron entrar, se
levantó para recibirlo con un abrazo.
—¡neցro!, cómo me alegro de verte. ¿Has tenido buen viaje?
—¿Buen viaje? ¡Y una platano! Casi me dan el pasaporte en Tor. Tus colegas del norte te
la han jugado. Han intentado quedarse con la pasta y a mí quitarme de en medio.
Me he tenido que liar a tiros para salir entero de una fruta trampa y…
—Vale, vale, vale… Cálmate. Lo importante es que estás aquí y que traes el
envío, ¿no? Porque traes el envío…
Ángel intentó recomponerse. Se sentó. Tomó la botella de agua que había
sobre la mesa y dio un trago. Después volvió a mirar al Largo.
—¿Cuándo te he fallado y o?
—Estupendo. Pero lo primero es lo primero. Ve con mi colega y vuelve
cuando hay áis terminado.
—Pero ¿no quieres saber lo que ha pasado?
—Lo primero es lo primero, Ángel —repitió—. Y lo primero siempre es la
pasta. Para charlar y a tendremos tiempo.
El Les Brases es hotel además de restaurante, y Bill había alquilado una
habitación para disponer de un poco de intimidad. Una bolsa de deporte vacía y
flácida, sobre la cama, aguardaba desde hacía rato la llegada del motorista, para
 
que depositase en ella el envío. Se quitó la ropa y comenzó a desprenderse de la
carga.
Ángel fue rápido en la entrega. Arrancarse los fajos de billetes que llevaba
adheridos al cuerpo resultaba más fácil que colocarlos ahí. Con la ay uda de una
navaja fue cortando la cinta y desprendiéndose de los paquetes, que dejaba caer
dentro de la bolsa. Después volvió a vestirse.
Cuando regresó de nuevo al salón del restaurante, sufrió una nueva impresión.
De hecho, se quedó paralizado en la puerta del comedor, conmocionado por la
sorpresa, al encontrarse a Bill riéndose a carcajadas mientras el tipo de la
Mossberg, que permanecía en pie porque le dolían demasiado los testículos como
para sentarse, y el guardia civil, que sostenía una bolsa de hielo sobre la cara, le
contaban algo visiblemente irritados.
Una vez se percataron de su presencia, el policía y el de la Mossberg lo
fulminaron con la mirada. Estaba claro que se había ganado su enemistad de por
vida, pero Bill no podía dejar de reír a mandíbula batiente.
—Ven, Ángel, ven, déjame que te presente a unos amigos.
—Pero ¿qué shishi pasa aquí, Bill? ¿Qué significa esto?
—Me están contando cómo los zurraste en Tor. jorobar, no sabía que tenías tan
mala leche.
—¡me gusta la fruta, estás muerto! Te voy a crujir. Le pegaste un tiro a mi coche
—exclamaba el guardia civil, visiblemente irritado—. Has tenido mucha, mucha
suerte de que la bala atravesara el caucho y pudiéramos cambiar la rueda. Si le
llegas a dar a la carrocería, ¿cómo crees que iba a explicar en el cuartel un
impacto de bala en el coche oficial, pedazo de cabrón? ¡Estás loco!
Bill el Largo continuaba desternillándose, apenas podía vocalizar entre las
carcajadas.
—Pues sí que has tenido suerte, Black. Si le hubieses pegado un tiro al coche o
a ellos, todos íbamos a tener un problema…
—¡Creía que me iban a apiolar! Y y o podía haberlos apiolado a ellos. ¿Me
quieres explicar de una fruta vez qué broma es esta?
—Cálmate, brother, no te cabrees. Necesitaba estar seguro de que podías
hacer el próximo trabajo. En realidad, estos amigos tenían que escoltarte una vez
hubieses cruzado la frontera. Hay mucha competencia en este negocio, y no
sería la primera vez que algún cabrón de otra organización nos roba. Este es un
oficio peligroso y no solo tenemos que ir con cuidado con la policía, sino también
con grupos de la competencia. Además, tú nunca has hecho este tipo de
tras*porte y tenía que averiguar cómo reaccionarías en una situación de tensión.
Estos dos trabajan conmigo. Solo tenían que darte un susto para ver cómo
reaccionabas, pero tú te lo has tomado demasiado en serio y, jorobar, casi los dejas
secos. Yo es que me parto…
De pronto Ángel recordó algo que había ocurrido en Tor y se sintió furioso
 
consigo mismo. ¿Cómo había podido ser tan petulante y no darse cuenta? « No nos
tomes por estúpidos, o vamos a tener que cortarte las alitas» , le había dicho el de
la Mossberg, y Jean-Pierre no conocía su nombre, ni tampoco su alias en el
mundo biker. Por lo tanto, aquella evidente alusión a su sobrenombre, Black
Angel, solo podían conocerla a través de Bill, el único que estaba al corriente de
aquel trabajito y de su alias de motero. ¿Cómo era posible que no se hubiese
percatado antes?
Estaba furioso. Bill no cesaba de carcajear. El de paisano se masajeaba los
bemoles. Y el policía, con la ceja partida por el golpe con el casco, se cambiaba
de mano la bolsa de hielo para mitigar la inflamación de su rostro. Los cuatro
ofrecían un grupo de aspecto más que pintoresco en el comedor de Les Brases.
—Todo ha salido bien. Has tenido mucha suerte de que no volviese a nevar
fuerte esta mañana, de que no te parase la policía en Andorra, ni la Guardia Civil
en España. Y sobre todo has tenido mucha suerte de que tu encontronazo con los
chicos no hay a terminado peor. Venga, toma, te lo has ganado. —Bill el Largo
tendió a Ángel un sobre con los honorarios acordados por aquel tras*porte.
Cuando salieron del restaurante, Bill dio órdenes para que alguien se ocupase
de la BMW y se ofreció para llevar a Black Angel de vuelta a Barcelona en su
coche —sabía que iba a valorar especialmente la calefacción de un cuatro
ruedas, después de su gélida aventura en los Pirineos—, pero antes le pidió que le
acompañase. A pocos metros del Les Brases estaba la administración de lotería
más famosa de España, La Bruixa d’Or. Bill se había empeñado en arrastrar
hasta allí a Ángel.
—Ven conmigo. Quiero comprar un décimo y frotártelo por la chepa, a ver si
me tras*mites un poco de tu buena estrella. Porque hay que jorobarse con la suerte
que tienes. Aunque en el próximo trabajito, la vas a necesitar toda…
 
Evidentemente, no apoyo a este tarado esquizofrénico a sueldo del CNI que se cree lo mismo que es yihadista que un mafioso. Solo he hecho referencia a la montaña y os he puesto el capítulo entero para el que lo quiera leer. Saludos.
 
Que los hippies en los 80 le pusieran nombres como Fontana o martillo de Tor a las cosas chulísimas que hacen en sus quedadas para fumar no los convierte ni en italianos, ni en escandinavos.
Pero Colón y Cervantes eran catalanes, que me lo ha dicho Cucurull, fontana bona donde las haya.

De donde te inventas que ese nombre lo pusieron hipis de los 80?

Los nombres de lugares son de lo que menos cambia en la historia del mundo.

A ver si te crees que un tío del pueblo leyó un cómic de Marvel con Thor y bautizó el predusco porque sí.

Según el Onomasticon Cataloniae(menudo lujo de obra para la cultura catalana) que me ha proporcionado @Blas el Empalador parece ser un nombre muy antiguo y preromano.


Podría ser celta. No sabía que la cosa nórdica llegase a los celtas.

Difícilment pot ser casual tanta coincidència h i d r o - T O B A L L A
nimica. El gran riu Tarn, vaig demostrar en el meu
assaig de Btr. z. Nfg. 1973, 300-303, que rebé el seu Toralia, *TAURALIA 'corráis de vacum', deriv. del 11.
nom del déu cèltic del Tro (doc. ja Taranis, Taranous taurus 'toro': DECat vin, 595¿32-33.
en inscr. romanes i greco-gàHiques)
, d'on també el Ta- Toralla, poblé i antic cap del municipi de Toralla
nargue PAGUS TARANICUS; i, a Lleó, els Montes de 4 0 i Serradell (actualment depèn del municipi del Pont
Tama, on neix el riu Esla: pertot aUusió al retro d'un de Claverol), situat al NO. de la Conca de Tremp.
riu estimbant-se per les llargues gorges del Tarn. Però DOC. ANT. 840: ad Turalia (Abadal, Pallars i Rib.,
el cas és que en el panteó paga de GàHia, figura Tora- 17); 923: Toralia (ibidem, 353); 979: Toralga (ibi-
nis, ben documentat, en antigües inscripcions, per dem, 249); 1180-1190: Bernad de Toralla (MiretS.,
Holder (11, 1890, 2-10). Dones, aquest pot ser l'ètimon 4 J TemplH., 540); 1277: Torayla (Soldevila, Pere el Gran
del Toran aranès i deis dos Torà catalans: el retro de 1, 2a. part, 83); 1281: Toraila (CCandi, Mi. Hi. Ca. 11,
les avingudes deis tres rius; i en la var. tauran deis 43); 1359: Torrayla (C0D0ACA xn, 78); 1408: To-
dos riuets cascassesos, hi hauria una variant deguda a ralla (MiretS., TemplH., 452).
encreuament amb Taranis (o amb Taurus): és ja un Torallola, poblet agre, a Toralla i Serradell.
detall menor que podríem deixar en suspens.
 
Última edición:
De donde te inventas que ese nombre lo pusieron hipis de los 80?

Los nombres de lugares son de lo que menos cambia en la historia del mundo.

A ver si te crees que un tío del pueblo leyó un cómic de Marvel con Thor y bautizó el predusco porque sí.

Según el Onomasticon Cataloniae(menudo lujo de obra para la cultura catalana) que me ha proporcionado @Blas el Empalador parece ser un nombre muy antiguo y preromano.


Podría ser celta. No sabía que la cosa nórdica llegase a los celtas.


Que buena fontana, nano.
Además, Odín también era qatarlán. Los vikingos no eran nada hasta que llegaron los qatarlanes. Ni los romanos.
De hecho las rutas a Islandia y Groenlandia las descubrieron marinos qatarlanes.
Mi fontana es el Institut de Nova Història. ¿A que mola mogollón?.
Els catalans que es van aventurar pel Mar del Nord eren molt llançats - Institut Nova Història

Molt llançats, nano.
 
Que buena fontana, nano.
Además, Odín también era qatarlán. Los vikingos no eran nada hasta que llegaron los qatarlanes. Ni los romanos.
De hecho las rutas a Islandia y Groenlandia las descubrieron marinos qatarlanes.
Mi fontana es el Institut de Nova Història. ¿A que mola mogollón?.
Els catalans que es van aventurar pel Mar del Nord eren molt llançats - Institut Nova Història

Molt llançats, nano.

Qué? Te mola aplicar el hombre de trabajo manual, eh?
 
Esto es Puerto Hurraco con barretina. Para que luego vengan a decirnos que Cataluña "es otra cosa". Y una cosa.
Hay mas diferencias entre El Pirineo y Barcelona que entre Barcelona y Madrid, dicho sea de paso aunque pequeñas difetencias entre estas 2 ciudades, en otros paises las hay mas grandes.

Una vez fui a Boltaña, a visitar a mi hermano, estoy un dia sentado en una piedra frente a un edicificio publico, juzgados creo que era, y de repente veo una carabela que asoma entre la piedra, se lo comento a los amigos de mi hermano y van, la cogen, y empizan a jugat al futbol con ella hasta que la descuageringan. Me quede flipado.
 
Volver