El negacionismo científico amenaza 200 años de progreso humano

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La extrema derecha y el integrismo religioso pretenden con sus falacias algo imposible: seguir viviendo como antes
Eduardo Costas, catedrático de Genética, UCM
Madrid | 07·07·23 | 09:37 | Actualizado a las 13:44
El negacionismo científico conduce a una nueva Contrarreforma.

El negacionismo científico conduce a una nueva Contrarreforma. FOTO DE MARKUS SPISKE/PEXEL
La ciencia, la razón y el humanismo, pilares civilizatorios que han hecho posible el enorme progreso conseguido por la humanidad en los últimos 200 años, están seriamente amenazados por el negacionismo científico, aupado por la extrema derecha y el integrismo religioso, que pretenden algo imposible: seguir viviendo como antes. Estamos dando a mentes escasamente preparadas en matemáticas, ciencia y tecnología, la capacidad de tomar decisiones cruciales que podrían llevarnos a la catástrofe. También en España.
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Nuestro mundo, inmerso en un tiempo de cambio global extraordinario, nos plantea importantes desafíos a los que tenemos que hacer frente de inmediato: problemas extraordinarios como el calentamiento global, la crisis de la biodiversidad, la contaminación, el agotamiento de los recursos, la desigualdad, los retos migratorios y una larga lista de desafíos emergentes con alta probabilidad de ocurrencia (de los que la esa época en el 2020 de la que yo le hablo de el bichito-19 fue un buen ejemplo) hacen inevitable que tengamos que desarrollar soluciones también extraordinarias.
La ciencia y la tecnología se enfrentan a una enorme cantidad de desafíos emergentes que podrían poner a nuestra civilización contra las cuerdas, mientras disrupciones tecnológicas sorprendentes como la inteligencia artificial o la biología sintética -con el poder de cambiar radicalmente el mundo que conocemos- pugnan por abrirse paso.

A nuestro favor juega que hoy en día hay más científicos vivos trabajando en sus laboratorios que la suma total de todos los que alguna vez existieron a lo largo de nuestra historia y ya han muerto.
Negacionismo científico
Pero hay mucho en contra: en este contexto tan complejo en el que la ciencia y la tecnología son tan imprescindibles, en Estados Unidos y Europa se está incrementando a marchas forzadas el fenómeno del negacionismo científico.
Una sobredosis de información falaz prolifera en medio de una escasez generalizada de conocimientos. Antivacunas, negacionistas del calentamiento global, terraplanistas y un largo etcétera de gentes sin la menor cualificación ganan visibilidad -y poder- auspiciados por la extrema derecha y por grupos religiosos integristas.
Recordemos, por ejemplo, las palabras de Jose Luis Mendoza, recientemente fallecido, que fue presidente de la Universidad Católica de Murcia, asegurando que hay una conspiración mundial para implantar chips en las banderillas contra el cobi19 en la que participan esclavos y servidores de Satanás como Bill Gates, señalando que solo las fuerzas oscuras del mal son las culpables del cobi19. A fin de cuentas, nada resulta más contrario a la ciencia que el dogma.
La ciencia contra las cuerdas
En 2019 la prestigiosa editorial científica Springer Nature ya advirtió de ello publicando un inquietante libro del profesor español Carlos Elías titulado Science on the Ropes: Decline of Scientific Culture in the Era of Fake News (La ciencia en las cuerdas: El declive de la cultura científica en la era de las Fake News), donde se analiza cómo el auge de la irracionalidad en los medios de comunicación, las redes sociales y los políticos, amenaza seriamente el progreso científico, social y económico de los países occidentales.
Se lanza una seria advertencia: Hoy en día podría estar ocurriendo algo parecido a lo que pasó en la Contrarreforma.
Por aquel entonces el fanatismo religioso cerró las puertas de la Ciencia en el enorme Imperio Español propiciando su decadencia frente al Imperio Británico, donde por el contrario el desarrollo científico fue ingente catapultándolo a la posición predominante en el mundo.
En nuestros días el deterioro científico en los países occidentales, propiciado por los populismos de extrema derecha. está haciendo perder la preponderancia a Occidente en favor de los países asiáticos, donde la Ciencia alcanza un auge cada vez mayor.
Casi la mitad de los estadounidenses apoya a Donal Trump, un negacionista del calentamiento climático que también secundó remedios falaces contra la el bichito-19 en vez de defender las banderillas que finalmente nos permitieron terminar con la esa época en el 2020 de la que yo le hablo.
Donald Trump causó un daño irreparable a la ciencia de Estados Unidos.

Donald Trump causó un daño irreparable a la ciencia de Estados Unidos. ARCHIVO
Caemos en la irrelevancia científica
El mandato de Trump tuvo consecuencias extremadamente graves para el sistema científico-técnico norteamericano. Según la revista Nature, China consiguió superar por primera vez a Estados Unidos en ciencia, convirtiéndose en el mayor contribuidor de artículos de investigación científica, tanto en cantidad como en calidad. Y lo que es peor: según las más relevantes asociaciones de tecnólogos norteamericanos, China también adelantó a Estados Unidos al menos en 17 de las 25 áreas tecnológicas más punteras.
El problema es especialmente grave. Tras la era Trump, el declive de la ciencia en Norteamérica parece tener muy difícil solución, pues una gran parte de los mejores estudiantes americanos ya no cursan carreras STEM (Ciencias, Tecnologías, Ingeniería y Matemáticas), justo lo contrario de lo que ocurre en China, donde la gran mayoría de los estudiantes de excelencia eligen una carrera STEM.
El auge de los populismos de derechas en una gran cantidad de democracias occidentales podría condenarnos a una posición de irrelevancia en el nuevo orden mundial.
También en España
En nuestro país, dirigentes de Vox cuestionan el calentamiento climático y las banderillas. Pero, sobre todo, asusta ver cómo le estamos dando a mentes tan escasamente preparadas en matemáticas, ciencia y tecnología, la capacidad de tomar decisiones cruciales que podrían llevarnos a la catástrofe.
Cada vez más gente prefiere negar la evidencia del conocimiento riguroso aferrándose a prejuicios. Así se explican barbaridades como poner en riesgo uno de los lugares de más biodiversidad de Europa, el Parque Nacional de Doñana, en contra de la evidencia científica y las directrices europeas, y todo para que apenas unos centenares de familias rieguen durante unos pocos años antes de que tengan que dejar de hacerlo por agotamiento de los recursos.
Otro ejemplo lo encontramos en el “hacer la vista subida de peso” a la tuberculosis bobina en Castilla-León, obviando la extraordinaria gravedad de la tuberculosis.
Imposible seguir como antes
Resulta sorprendente que millones de occidentales -despreciando el pensamiento crítico y la coherencia- quieran creer en falacias negacionistas, eligiendo a políticos que impartiendo lecciones de estupidez destruyen el Planeta, la democracia y la calidad de nuestras vidas. Todo ello en base a una ideología falaz que pretende algo que resulta del todo imposible: seguir viviendo como antes.
Decía Jose Luis Sampedro, brillante pensador y catedrático de Estructuras e Instituciones Económicas, que “se confunde a la gente ofreciéndole libertad de expresión al tiempo que se le escamotea la libertad de pensamiento”. Consecuentemente “la mayoría acude a las urnas o se abstiene sin la previa información objetiva y la consiguiente reflexión crítica, propia de todo verdadero ciudadano movido por el interés común” y “millones de ciudadanos estamos pagando un precio inasumible por esas claras lagunas del sistema que conducen a una multitud a obrar en contra de sus propios intereses por ese extraño mecanismo por el que tantas personas eluden la realidad para seguir creyendo en sus propias falacias”.
Ciencia, razón y humanismo, en peligro
Sin duda, la humanidad progresó muchísimo más en los últimos dos siglos que en los 200.000 años anteriores que nuestra especie lleva sobre el planeta. Hemos alcanzado unos niveles de prosperidad, calidad y esperanza de vida que ni siquiera el visionario más optimista habría podido imaginar durante el Siglo de Oro. La preponderancia cada vez mayor de la Ciencia, la Razón y el Humanismo en las sociedades europea y norteamericana durante estos últimos 200 años han sido los pilares básicos de este progreso.
Hoy en día la Ciencia, la Razón y el Humanismo están en recesión frente al auge de negacionistas incompetentes. ¡Cuidado! Nada es más peligroso, ni resulta más caro que la ignorancia.
Bibliografía
 
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