El MENSAJE del FIN de los TIEMPOS

@Nico @Er Fili ha buerto @Mod @.AzaleA. @מקובל

Queridos fans (siento si me olvido de alguien), como regalo de despedida comparto las ideas q he tenido sobre la futurible Precuela y Secuela de Omegangelion, mis ensueños de estos últimos meses, para q al menos podáis soñar con las historias q podría escribir si me quedaran tiempo y fuerzas para algo más q fenecer:

0. Mapa de Ykumini ACTUALIZADO
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Rasna = Rávena (sede del exarca bizantino). Okhe = Aquisgrán (capital de Carlomagno). Kovasna = Covasna (bosque rumano q en su momento fue una guarida de la resistencia anticomunista, y q ahora se ha convertido en un Smart Forest con la excusa de luchar contra la caza furtiva).

1. PRECUELA aka Omegangelion Zero

1.1. Kanavos nace de la Arconte Zoi. Zoi está moribunda, como si el niño le hubiera chupado la sangre para poder venir al mundo. La comadrona lo toma por albino debido al cabello plateado, pero entonces abre los ojos dorados por primera vez y por un instante brillan como el sol. La comadrona grita q el príncipe está embrujado y Palamas modifica su memoria con hipnosis antes de q corra la voz. Una vez a solas con Palamas, Zoi confiesa q, hace 9 meses se encontró con una hechicera rubia q le hizo un sigilo "para curar su esterilidad" y esa noche soñó q yacía con un ángel de melena plateada y ojos dorados. Palamas deduce q la bruja es Varlaami, una Iniciada q desapareció tras ser expulsada del Templo por predicar q Dios es la Causa del Mal. Palamas absuelve a Zoi y jura velar por el niño.
1.2. Diecisiete años después Nikitas, Senador Azul (Patricio), visita Okhe, la capital de Frangia, para entregar un salvoconducto q permita al nuevo cacique frango, Gross, cruzar el Mar Medio con su clan y explorar las ruinas de Kift y Assur. Esas naciones, q antaño rivalizaban con Rumeli, quedarón desiertas hace siglos a causa de la Plaga Oscura (la Primera Yihad representada como una epidemia de peste), y los rumelios tienen por costumbre contratar a los frangos como exploradores (= cruzados), pagando sus servicios cediéndoles la mitad de los tesoros q hallen. La mujer de Gross, una tal Lilita (Varlaami), da mala espina a Nikitas.
1.3. Hrysafios, Senador Verde (Plebeyo) y Gobernador de Rasna, cae en los hechizos de Varlaami y deja pasar la flota "comercial" franga a cambio de no saquear su ciudad. Los frangos remontan el Iustinianos rumbo a Vyzantion.
1.4. Palamas entra en los aposentos de Kanavos, q está flirteando con una cortesana. Palamas echa a la furcia, suspira ("es el hijo de Elelefs al fin y al cabo") e informa q hay una flota de piratas frangos frente a las murallas, liderados por un tal Gross. Kanavos se viste y toma su arco compuesto (su arma favorita, pues carece de talento para la espada o la lanza. Me inspiro en Paris de Troya para el temperamento de Kanavos).
1.5. Tras chocar 3 veces contra las murallas, Gross se retira con muchas bajas y un ojo cegado por una flecha de Kanavos. A regañadientes, acepta el plan de Varlaami para ganar con brujería lo q no puede ganar con acero. Varlaami usa la proyección astral para infiltrarse en los sueños de Kanavos, le revela sus orígenes y su destino: dormir petrificado desde el día de su 18º cumpleaños, hasta q Elelefs retorne para reclamar su cuerpo en el Amanecer de Acuario. Kanavos despierta y confronta a Palamas. Sintiendose decepcionado por su mentor y esclavo de su destino, Kanavos ordena abrir las puertas y deponer las armas. Los frangos saquean Vyzantion durante 3 días, quemando el Templo con los Iniciados dentro y masacrando a los senadores tanto verdes como azules. A Kanavos no le hacen ni un rasguño por orden de Varlaami q lo toma bajo su custodia y se ciñe la Corona Lunar. Palamas, viendo la ruina de Rumeli más allá de toda recuperación, se exilia al interior del Espejo de Daat "para q la victoria de las Tinieblas no sea completa". Kanavos pasa las últimas semanas antes de su fatídico cumpleaños drogándose con opio en sus aposentos.
1.6. Una noche, 2 maestros espadachines llamados Narsis y Aetios se infiltran en Palacio para apiolar a Gross y Varlaami, con la esperanza de q, si descabezan a los invasores antes de q la plebe se acostumbre a la tiranía, instigarán una rebelión. Narsis, el más hábil de los dos, se enfrenta a Gross, q se bate entusiasmado por hallar a un guerrero rumelio capaz de aguantar su acero. Aetios va a por Varlaami pero siente una extraña afinidad y baja su espada ("quizá fuera un hechizo, quizá Varlaami solo aprovechó la oscuridad q yacía dormida en el corazón de Aetios"). Aetios revela a Varlaami q algunos Iniciados se esconden entre el pueblo, siendo difíciles de detectar para los frangos, pero q si le da una oportunidad demostrará su valía como sicario. Varlaami sonrié y acepta. En shock por la traición de su amigo, Narsis huye de palacio y pasa a la clandestinidad. FIN

2. SECUELA aka Omegangelion Samsara

2.1. Una jaula de luz de color bloquea la conexión entre Sariil e Ihthys. Sariil sigue el rastro psíquico hasta la Torre de Vavel, pero no puede entrar físicamente pq Vavel es una aeronave (Elelefs la construyó así por si ocurría otro Diluvio) y tiene una barrera q impide el teletransporte, a pesar de lo cual Sariil logra filtrar su consciencia a través de la proyección astral.
2.2. El interior de Vavel es laberíntico cual palacio minoico, patrullado por autómatas animados con mana. La fuente de la luz de color es el Espejo de Daat, en cuya superficie brilla el Árbol de la Vida con la Marca de la Bestia (Sigilo de Lucifer) superpuesto. Sariil hace el conjuro de revelar la Verdad y aparece el Árbol de la fin (Qlifoth). Sariil deduce q Elelefs ha usado las cenizas de Varlaami, q contienen el mana del Árbol de la Iluminación, para crear una tulpa impersonal q escinde el plano material del espiritual, curva el tiempo y fuerza a los muertos a reencarnar "haciendo realidad el Samsara, doctrina fabulada por Nimrod, un brujo pagano q, inspirado por Elelefs, buscaba así negar la Esperanza del Fin de los Tiempos en la mente de los hombres" (Nimrod = Brahma, el Antiabraham). Para destruir el Espejo y la tulpa q contiene, Sariil debe entrar físicamente en Vavel, pero la única forma es tomar una aeronave en Elda, capital de Paradisos, el Mundo Primordial q yace bajo el Mar del Crepúsculo. Como no-muerto Sariil puede respirar bajo el agua pero no conoce la ubicación de Elda, pues los recuerdos de Uriil están nublados debido a la demencia q desarrolló el antediluviano al convertirse en el Gato Espectral. Para acceder a esos recuerdos, Sariil necesita una enorme cantidad de mana, q solo puede obtenerse con vampirismo.
2.3. En el Bosque de Kovasna está la guarida de la Banda del Cisne, una rebelión liderada por Kesta, el autoproclamado hijo de Kanavos (= Rusia autoproclamándose heredera de Bizancio). Kesta es un ateo cínico q cree q la magia es mero poder mental y q Elelefs es propaganda franga. Su ambición es apiolar al virrey franco de Rumeli, Nivelung (= Napoleón) para tener su propio reino, recurriendo al pillaje indiscriminado en nombre de "la liberación de Rumeli" (me inspiro en mi decepción con la Disidencia y la ortodoxia moderna. Kesta = Pedro I Romanov). Sariil manda un anónimo a Nivelung informándole de la ubicación de la guarida. Elelefs ordena a Nivelung (la Marca en su frente es como un panópticon plus telepatía) remontar el Kirularios y destruir a los rebeldes. Cuando Kesta detecta la flota de Nivelung se desespera. Sariil contacta a Kesta y tras impresionarle con sus "poderes psíquicos" le propone un plan.
2.4. Los Cisnes interceptan a la flota de Nivelung en un acantilado. Sariil inica un ritual en un gran altar y un espía de los Cisnes encadena los barcos enemigos. Comienza la batalla y los frangos llevan la delantera. Sariil completa su conjuro y empieza a soplar viento en contra de la flota franga. Los Cisnes aprovechan para incendiar los barcos y el viento extiende las llamas matando a muchos frangos lo q equilibra el combate. Kesta y Nivelung se baten en duelo. Sariil aprovecha el caos para vampirizar en masa a los combatientes usando el altar, debilitándolos hasta la fin, y tiene una visión...
2.5. Elda es una ciudad de pirámides-palacio y jardines colgantes. Elelefs tiene una estatua mágica q revierte la fin no-natural a cambio de quemar vivo a un bebé como ofrenda (= Moloc) y la usa para renanimar a Uriil, q se ha suicidado. Elelefs obliga a Uriil a mirar al bebé carbonizado y la progenitora desconsolada y le dice q suicidarse es "rebelión contra un Dios Soberano", q ese bebé es su "Expiación Sustitutoria", y q debería sentirse honrado de haber sido raptado para ser su "copero" (catamita). Ante los siglos de esclavitud q le esperan (tiene 100 años pero aparenta 12 debido a la longevidad antediluviana), Uriil concibe la idea de buscar el Fruto de la Iluminación y usarlo para invocar un Diluvio y liberarse a sí mismo y al resto de Hijos de Adamas del yugo de Elelefs.
2.6. Sariil despierta de su trance, conmocionado por los terribles recuerdos de Uriil. Los barcos siguen ardiendo pero ya no hay batalla pq todos están muertos. Concentrándose, Sariil se teletransporta hasta Elda, activa una aeronave y vuela hasta Vavel. El Espejo está en la Sala del Trono, y esta vez no está vacía sino q Elelefs está sentado mientras Grim, uno de sus "coperos", le sirve vino (el pobre chaval es un frango para evocar lo q digo en mi novela de q, tras el Retorno de Elelefs, todos son iguales en la esclavitud). Sariil y Elelefs se enfrentan, primero en un duelo mental y luego en un duelo mágico. Elelefs vence, pero mientras se jacta Grim, q había sido hipnotizado por Sariil sin q Elelefs se diera cuenta, clava la daga de Sariil en la espalda de Elelefs, q empieza a sufrir sangrado psíquico. Sariil explica q, aunque el mana de la Oscuridad Primordial q Elelefs canaliza sea Infinito, el propio Elelefs es un canal limitado, por mucho q sea el más poderoso de los ángeles. Por esto nunca podrá ser realmente "Semejante al Alísimo". El Árbol de Samsara, siendo una tulpa q se extiende por todo el plano material, consume tal cantidad de mana q el gasto q produce una forma inmortal al regenerarse basta para "sobrecargarla". Llevado por su necesidad de canalizar más y más maná oscuro, Elelefs ha reducido su forma a una cáscara y ahora se está quebrando. Aunque como ángel pueda volver a encarnar en otro Nafil tal como un hombre cambia de ropa, al desencarnar perderá el control de Samsara. Además, q Elelefs haya creado un medio de evitar el Juicio Final motivará a Ihthys para precipitarlo. Elelefs desencarna y el Reino del Diablo es consumido por la Luz. FIN

¿Que os parecen mis ideas?
 
Última edición:
Si lo piensas la Precuela es a la Secuela lo q el Libro I al Libro II. ¿Sabes pq Sariil es "perdonado" en lugar de tener q pasar los cientos de años de meditación q tiene "pendientes" o incluso más si tenemos en cuenta lo malvado per se q es el vampirismo? Pq su breve experiencia como Fantasma Viviente bastó para q dejara de racionalizar sus pecados con aquello de q el fin justifica los medios. Vampiriza y manipula por necesidad, pero ya no se miente a sí mismo para no sentir remordimiento como hacía antes de comer del Fruto de la Iluminación. Esto ilustra también la naturaleza de la Corrección de Dios: se trata de sanar la Oscuridad de un alma no de hacerla sufrir "merecidamente" (sic), el sufrimiento es una suerte de daño colateral a evitar o como mínimo a limitar. Creo q esta distinción entre corrección y tormento también gustará @Nico

¿Dirías q Omegangelion es shonen, seinen o algo intermedio tipo Hunter x Hunter?
Hace un tiempo leí q el estilo de dibujo del anime atrae a los autistas, y q Japón es un país con una notable tendencia al autismo. El cómic americano tipo Marvel se centra en una sola temática (superhéroes), y en una sola demografía (chicos adolescentes). El anime es más semejante al cine en general pues lo hay de cualquier temática y para cualquier demografía.
Aunque admiro a Tolkien mi estilo conciso es casi el perfecto opuesto del suyo. Tolkien tenía tal tendencia al detalle q pintaba paisajes con palabras, yo esbozo escenarios y pongo el foco en el interior de la mente de los personajes, intentando siempre expresar más con menos. Quizá por esto me gusta más el Silma q ESDLA, el estilo del Silma es más conciso y sus personajes poseen mayor complejidad psicológica (ej. antiestéticanor y los Noldor en general comparados con los Elfos "perfectos" de ESDLA, Túrin Turambar comparado con Aragorn).
Gracias. No está nada mal para una primera novela (las primeras rara vez son obras maestras, incluso un genio de la talla de Tolkien escribió primero El Hobbit q aunque una buena historia no se compara a EDSLA o el Silma).

En fin, mil gracias a ambos. Con esto me retiro del hilo.
 
¿En cuál de las dos demografías crees q tendría mayor impacto? Creo q a partir de 12-13 años ya deberían poder comprender mi obra, pero quizá no lo esté midiendo bien dado mi CI de 138. Lo q no quiero es q se censure (por ej el suicidio explícito del Libro I o la violación de mujer a hombre, menos explícita para evitar el morbo, q sale en el Libro II).
En el fandom hispano HxH es percibido como "un shonen con rasgos seinen" y Death Note es percibido como seinen aunque oficialmente ambos sean shonen. Para el fandom shonen es Naruto y similares.
 
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«Las grandes historias deben tener tres partes».
J.R.R. Tolkien
Los Libros I y II de Omegangelion fueron escritos para formar una obra autoconclusiva, para sintetizar mi filosofía en una suerte de gran parábola y ofrecerla al mundo para culminar mi Misión en esta vida. No obstante, su final semiabierto hace posible continuar con mi aventura bizantina para acabar con el Reinado de la Bestia aka Edad de Acuario aka Nuevo Orden Mundial, y por eso Dios me ha inspirado esta secuela que, a efectos prácticos, no es sino el Libro III (aconsejo leer primero los Libros I y II, de lo contrario muchos detalles podrían resultar incomprensibles).

Las élites satanistas tienen un plan para evitar el Juicio Final escindiendo el plano material del espiritual a través de la Cábala Oscura (Qlifoth). Esto haría del NOM una distopía eterna, reduciendo a la humanidad a una casta de esclavos eternos a los que ni la fin podría liberar. Este plan implica que el exitoso marketing de la reencarnación realizado por la Nueva Era no es sino propaganda del NOM inspirada por el Diablo. Como el Ángel (Profeta) del Fin de los Tiempos, es mi deber destapar esta conspiración para que quién tenga oído para oir, oiga.

Guiados seamos por Ihthys (Iisus Hristos, Theu Yos, Sotir),
Uriel Omegangelos
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Libro III – Capítulo I – El Sol neցro se Eleva

«Oh Señor Ihthys, ten piedad de mí, un perversos pecador. Oh Señor Ihthys…».
Sariil dejó de recitar el mantra y parpadeó, saliendo del trance. Hasta hace un momento el maná fluia, puro y santo, generando Luz Interior y limpiando su alma de Oscuridad tal como el agua limpia una herida. El fantasma viviente cerró los ojos, decidido a reanudar la meditación.
«Oh Señor Ihthys, ten piedad de mí, un perversos pecador…»
El maná, cual río de luz, salió de su corazón para conectar su consciencia con Dios, atravesando el Espacio-Tiempo tal como la mano de un niño que se extiende para coger la de su padre. No habría de alcanzarla, pues más allá de de Saturno, entretejida con la Octava Esfera, la de las Estrellas Fijas, había una Red de Luz de color que envolvía la Creación Material, y cuando miró a través de la red Sariil solo vió Oscuridad.
«Esta Red es una jaula» -comprendió el joven místico-. «Una jaula para impedir el flujo de maná luminoso pero no el de maná oscuro, para escindir los planos material y astral del plano espiritual, para crear un espacio infinito en el que mi Luz Interior no pueda llegar hasta Ihthys, para impedirme sanar mi alma y manifestar el Diluvio de Luz Increada que invoqué usando el maná del Fruto».
Entonces Sariil percibió un descomunal flujo de maná oscuro, el cual alimentaba la Red continuamente. Concentrando su voluntad Sariil proyectó su consciencia a través del flujo de maná y llegó hasta un trono de obsidiana con el Espejo de Daat incrustado en el respaldo. En la superficie del arcano cristal brillaba un Sol neցro.
«Es una tulpa» -dedujo el místico-. «Una tulpa impersonal, monstruosa…».
Una risa malvada y melodiosa levantó ecos en la sala interrumpiendo sus meditaciones. A su espalda, en el umbral, se erguía Elelefs. El Ángel Caído había mudado las ropas púrpuras de Kanavos por una túnica de color con un pentáculo invertido, su Marca, adornando la pechera, y el disco de plata de la Corona Astral se había ennegrecido, tornándose semejante al Sol neցro. Elelefs pasó a través de Sariil y se sentó en su trono, con el Sol neցro tras la cabeza al modo de un siniestro nimbo.
«Gracias a las cenizas de Varlaami, que contenían el maná del Fruto de la Iluminación, he podido crear esta poderosa tulpa, una entidad que desafía las profecías de los Adeptos sobre el Fin de los Tiempos y que constituye una prueba viviente de mi soberanía absoluta sobre la Creación» -explicó el Diablo, jactancioso.
El rostro de Sariil se ensombreció.
«¿Y las almas de los muertos? ¿Quedarán atrapadas en el plano astral, reducidas a espectros dementes como ocurría antes del Advenimiento de Ihthys?» -inquirió.
Elelefs esbozó una sonrisa siniestra.
«Algo mucho mejor. Mi tulpa puede unir las almas de los muertos con las de las bestias que estén siendo concebidas en ese instante, reencarnándolas, y cuando esas bestias mueran unir sus almas de nuevo con las de los Hijos de Adamas. No pasará una generación sin que todas las almas pneumáticas serán tras*formadas en hílicas, de modo que ya no quede entre los Hijos de Adamas un alma capaz de soñar con desafiarme».
«Excepto yo» -replicó Sariil fríamente-. «Mi condición de fantasma viviente, otorgada por el maná del Fruto, me hace inmune al poder de tu tulpa».
Los ojos de Elelefs relampaguearon.
«Necio insolente. Sabes de sobra que, al escindir la Creación del plano espiritual en el que jovenlandesa el Espíritu de Ihthys, tu Luz Interior ha quedado reducida a una chispa aislada e impotente. Nunca iluminarás tu alma, nunca completarás tu tras*formación en ángel. Privado de la esperanza de la Unión Mística, tu condición es la de un pecador imperdonable sufriendo un tormento eterno. Nunca dormirás, Sariil, nunca descansarás. Acepta tu destino, pues si vuelves a rebelarte contra mí prometo que lo lamentarás».
Elelefs trazó un sigilo y expulsó de su jovenlandesada la consciencia del místico, proyectándola de vuelta a su cuerpo en el Desierto de Assur. Al abrir los ojos Sariil notó que ahora su túnica era semejante a la de Azrail salvo porque, en lugar de la capucha de malo, tenía un gorro de mago a juego adornado por una omega de plata. El joven se sentía más cómodo con estas ropas que con las de Iniciado, tal como si hubieran sido hechas a medida para su alma y su cuerpo.
«Un regalo de Ihthys» -pensó-. «Estas son las ropas que habría elegido vestir si el Destino no me hubiera impedido seguir mi naturaleza, que es la de ser un místico independiente de la Logia. Una señal que demuestra que, tras casi siete años de meditación continua, ya no soy un mero Iniciado sino un ángel de la fin que solo responde ante Ihthys. Por eso Elelefs desea tanto que me someta, porque sabe que si no pierdo mi fe es posible que halle una forma de liberar la Creación».
Sariil reparó entonces en el Anillo de Aetios, que brillaba en su dedo a la luz de la luna, y esbozó una media sonrisa.
«Que Varlaami pudiera engarzar un fragmento del Espejo de Daat en este anillo de plata implica que el Espejo, que Elelefs ha convertido en el «cuerpo» de su tulpa, es vulnerable a la violencia física…».
Concentrándose en el fragmento, el joven mago murmuró unas Palabras de Poder. La magia lo envolvió y lo proyectó, pero de pronto se disipó, como si hubiera chocado contra un muro invisible, abandonando a su invocador frente a un enorme cráter en medio de las dunas. Una sombra veló de pronto la luz de la luna, y alzando los ojos al cielo Sariil comprendió.
«Es una aeronave. Tal como está escrito, la Torre de Vavel puede elevarse hasta el cielo».
El joven mago esbozó una media sonrisa.
«Que Elelefs haya rodeado al Espejo de un foso de aire y un muro de magia que impide el teletransporte confirma que mi plan de acabar con su tulpa quebrando el Espejo sería factible… si pudiera entrar en Vavel. Pero, ¿como? Con mi corazón crepuscular no puedo manifestar mis alas de ángel…».
Entonces la sombra pasó y la luna volvió a brillar, y por un instante a Sariil le pareció ver al Gato Espectral mirándole desde un haz de luz lunar.
«Otra señal. Uriil conoce el secreto para llegar hasta Vavel, al fin y al cabo es el espectro de un poderoso hechicero antediluviano».
Pero cuando intentó acceder a los recuerdos de Uriil, a la consciencia que dormía en su interior desde que realizara la Unión Mística con el Gato Espectral, solo vió niebla. Una niebla plateada, impenetrable, velaba esos recuerdos, y ni siquiera el maná de Sariil bastaba para disiparla.
Cuando un mago necesita canalizar más maná del que posee para realizar un encantamiento, no tiene más opción que robárlo. Pero el vampirismo psíquico es una técnica de magia oscura que debilita a la víctima hasta causarle la fin, y si algo había aprendido el joven místico de su experiencia con el Fruto de la Iluminación es que el fin no justifica los medios. Sariil esbozó una media-sonrisa.
«Maldito Elelefs. De nuevo me fuerza a caminar por las sombras para llegar a la Luz…».

Capítulo II – Disidencia Controlada

Haciendo uso de los caminos de la magia Sariil llegó hasta Moskiova, ciudad fundada en el corazón del bosque homónimo por quienes habían sobrevivido a la Segunda Ola de la Necroplaga, por quienes habían huído de Vyzantion el Día del Amanecer de Acuario para no tener que elegir entre una fin horrible o tomar la Marca de Elelefs. A día de hoy, Moskiova era el único lugar de la Ykumini libre del yugo de los frangos, y en su centro destacaba un palacio rematado por cúpulas acebolladas, residencia del líder de los proscritos. A las puertas se apostaban dos arqueros a modo de centinelas, pero no percibieron la presencia de Sariil cuando este llegó ante ellos.
«Los mortales no pueden verme ni oírme» -pensó el fantasma viviente-, «pues existimos en planos distintos, en vibraciones distintas, y al ser un ángel incompleto no puedo cambiar mi vibración a voluntad. No obstante…»
El muchacho miró fijamente el fragmento del Espejo de Daat incrustado en su Anillo y murmuró unas Palabras de Poder. El aire pareció combarse a su alrededor, y un instante después los guardias le apuntaban con los arcos cargados.
-¿Quién eres? ¿Qué buscas? -inquirió uno de ellos-. ¡Habla rápido, o te abatiremos!
Sariil esbozó una media sonrisa.
-Digamos que me llamo Lirias. Llévame ante Petros hijo de Kanavos -añadió mientras movia la mano frente a sus ojos.
Los centinelas, con la voluntad anulada por la hipnosis, bajaron los arcos y abrieron las puertas, y aquel que había hablado guió a Lirias hasta un trono ocupado por un hombre joven de cabello plateado, ojos dorados y ropajes púrpura. Un chico de apenas catorce años se sentaba a sus pies, atado al trono por una cadena que rodeaba su cuello. Tenía el torso desnudo y su espalda mostraba signos de haber sido flagelado recientemente.
-Milord, este hombre se llama Lirias y desea una audiencia con Petros Hijo de Kanavos -anunció el guardia.
-Necio de mente débil -siseó Petros, adivinando lo que había ocurrido-. Sal de mi vista antes de que te mande azotar por tu incompetencia.
Intimidado por la ira de su señor, el centinela hizo una reverencia y se retiró.
-Entiendo que eres hechicero -dijo el joven de cabello plateado-. ¿Que deseas de Petros, el Primero de Su Nombre, Hijo de Kanavos y Arconte de Moskiova, la Nueva Vyzantion?
Lirias esbozó una media sonrisa.
-¿Sóis consciente de que ser de sangre azul no basta para heredar el cetro de Kanavos? En Vyzantion el Arconte debía ser elegido por el Senado y coronado por el Hierofante, y a fin de no ser derrocado debía evitar mancharse de tiranía y corrupción, preservar el favor del pueblo y la Logia…
-Todo eso ya lo sé -replicó Petros fríamente-. Por eso en Moskiova las leyes son diferentes, con una sucesión basada en la sangre en la que el populacho no tiene nada que decir. Respecto a la Logia, afortunadamente los frangos me ahorraron la molestia de meter en cintura a los místicos y a sus pretensiones de independencia frente el Poder Temporal. Los jóvenes están para servir en mi ejército, no para esconderse en templos mirando a las musarañas…
-¿No es paradójico que quién lidera la rebelión contra la tiranía imite a los tiranos? -inquirió Lirias-. Privar de libertad a muchachos inocentes os habría costado una revuelta, y probablemente ser depuesto, si lo que gobernárais fuera el reino de vuestro padre.
Petros se encogió de hombros, en absoluto avergonzado por su hipocresía.
-Dime hechicero, ¿cuantas rebeliones hubo en Vyzantion bajo el yugo de la Bestia Rubia, que incluía esas levas que tanto ofenden a los hombres espirituales como tú? Ninguna, solo algún lobo solitario como el eunuco Narsis, pues sin místicos ni senadores no hay nada que impida al pueblo seguir su naturaleza, que es inclinarse ante el portador de una corona tal como la hierba se inclina ante el viento. Y ahora dime por qué has venido ante mí -atajó-. Si has embrujado a mi guardia solo para hacerme perder el tiempo…
Lirias miró al infinito en silencio, impertérrito ante la velada amenaza.
-Una flota tripulada por caballeros frangos remonta el Kirularios mientras pronuncio estas palabras -dijo el mago finalmente-. Diría que son veinte mil y portan armas de asedio. Es evidente que han descubierto la ubicación de Moskiova y que su intención es conquistarla -añadió.
Petros dió un tirón a la cadena, dejando sin aliento al chico flagelado.
-Esto es culpa tuya, Alexios. Intentaste escapar de mí, salir de mi bosque acompañado de tu amante para venderme a los frangos, y por culpa de una maldita niebla los inútiles de mis guardias solo lograron cazarte a ti. No te he mandado empalar porque somos medio-hermanos, pero una traiciòn como la tuya se merece más de una flagelación. Ahora mismo te haré descubrir nuevas cotas de dolor…
-N-no por favor -suplicó Alexios entre sollozos-. Y-yo y Effrosyni intentábamos salir del bosque por el este para llegar hasta la costa del Mar del Amanecer. Solo queríamos vivir libres, lejos tanto de ti como de los frangos, pero se levantó una niebla tan densa que nos confundimos y acabamos caminando hacia el oeste…
Petros dió otro tirón a la cadena, estrangulando a Alexios para silenciarle.
-Excusas. Eres tan fistro que ni siquiera confiesas que tú y esa astuta sóis traidores, que hace tiempo que conspiráis para usurpar mi trono con ayuda de los frangos. Pero te haré confesar, lo conseguiré aunque tenga que aplicarte el látigo hasta que se te vea el hueso…
-Vuestro hermano parece tener una constitución débil -comentó Lirias desapasionadamente-. Puede que lo matéis si lo flageláis hasta ese punto…
-¡Me da igual! -bramó Petros, fuera de sí-. ¡Sufrir hasta la fin es lo que se merece por traer a veinte mil frangos hasta mis puertas cuando apenas tengo cinco mil hombres! ¡¿Como demonios voy a defender Moskiova?!
-Si tan presto estáis a apiolar a vuestro hermano hay mejores formas de hacerlo -repuso Lirias crípticamente-. Permitidme mostraros el sendero que conduce a la victoria…
Lirias sacó un mapa, se lo mostró al Arconte y señaló un punto del curso del Kirularios.
-¿El Acantilado Blanco? -inquirió Petros, curioso por ver adonde quería llegar el místico.
-Preparad una flota e interceptad allí a los frangos. El río se estrecha y la orilla es escarpada, de modo que no podrán desembarcar para usar su caballería ni aprovechar su número para rodearos, quedando limitados a atacar de frente. Además…
El mago calló de pronto, aparentemente absorto en sus pensamientos. No obstante, sus ojos miraban fijamente a su interlocutor, calculadores. Petros, que ahora miraba al místico con interés, le hizo un gesto para que siguiera hablando.
Lirias esbozó una media sonrisa y reveló su plan ante la atenta mirada del autoproclamado Arconte, que sonrió complacido una vez el mago terminó de hablar.
-Brillante. No sabía que un místico pudiera tener tal inteligencia para la estrategia militar… desde ahora serás mi consejero y mi invitado en palacio -añadió.
El mago desvió la mirada hacia Alexios, que miraba al suelo con el rostro ensombrecido.
-Me preocupa que vuestro hermano no tenga la… determinación necesaria para cumplir su parte.
Petros dió un tirón de la cadena, obligando a Alexios a alzar la cabeza.
-Claro que la tiene, ¿verdad hermanito? Es tu oportunidad de redimirte y tener una fin heroica. Ya sabes cual es la alternativa… -añadió maliciosamente.
Ríos de lágrimas fluyeron por las mejillas del aterrado Alexios.
.¿Q-qué harás con Effrosyni si ganas? -preguntó con un hilo de voz.
-Demostraré mi magnanimidad dándole una fin limpia y rápida en lugar de empalarla. Así no tardará en reunirse contigo en el más allá.
-N-no quiero que la mates por mí -replicó Alexios-. Te ruego que, a cambio de entregar mi vida para servir a tu causa, la perdones y la permitas vivir lib-
Petros le interrumpió dándo otro tirón a la cadena.
-Niñato insolente. ¿Como te atreves a pedirme que perdone a una traidora? La mataré de la forma que me plazca, y me placerá de acuerdo a como te comportes a partir de ahora así que, si tanto te importa, no oses replicarme.
-¿Effrosyni es una joven semejante a ti, de cabello castaño y rostro delicado? -inquirió Lirias dirigiéndose a Alexios.
El príncipe parpadeó, sorprendido.
-D-dicen que parecemos gemelos. ¿Como puedes saberlo?
-Antes, en el curso de mi visión, vi al Señor de los Frangos degollar y arrojar al río a una muchacha con esa apariencia -explicó el mago.
Alexios se derrumbó, llorando amargamente mientras su hermano mayor reía con malignidad.
-¡Los frangos no pagan traidores! -exclamó Petros, eufórico-. ¿Qué vas a hacer, hermanito, aparte de llorar como un bebé? Tanto hablar de tu amor por Effrosyni y no quieres vengarla. ¿No será que has confundido un mero capricho con amor verdadero?
Alexios se enjugó las lágrimas y se puso de pie. En su alma ya no había lugar para el miedo a la fin, su mirada estaba llena de repruebo y determinación.
-No he confundido nada -replicó fríamente-. Hechicero, con gusto seguiré tu plan si eso sirve para vengar a Effrosyni -añadió dirigiéndose a Lirias.
El mago esbozó una media sonrisa e intercambió una mirada de complicidad con Petros.

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Capítulo III – El Verdadero Arte de la Guerra

Los moskiovitas interceptaron a los frangos a la hora del crepúsculo, justo antes de que estos superaran el tramo del Kirularios que discurría cercado por el Acantilado Blanco. El camarote del mago estaba en las entrañas del buque insignia, y en su centro se erguía un altar tallado para la ocasión, sobre el cual había un cáliz, una daga y un abanico de plumas. Frente al altar se erguía Lirias y tras él, fuera del círculo sigilizado que delimitaba el suelo sagrado, Petros y Alexios observaban el ritual.
-Ahora debo invocar al viento del noroeste -anunció Lirias. Dicho esto hizo un gesto a Petros para que se acercara y le ofreció la daga.
-Ofrendad vuestra sangre en el cáliz.
Petros frunció el ceño.
-¿Por qué mi sangre? ¿No sirve la tuya o la de Alexios?
-Ha de ser sangre azul, y ni yo ni vuestro medio-hermano somos vástagos de Kanavos. Solo el maná que contiene la sangre de quién ha nacido en púrpura puede propiciar a este elemental.
A regañadientes Petros tomó la daga, se hizo un corte en la cara externa del antebrazo y dejó fluir la sangre hasta llenar el cáliz. Hecho esto devolvió la daga a Lirias y se alejó para vendarse la herida.
-Reza porque tu magia funcione, hechicero. Te he dado muchos privilegios a cambio de tus promesas, pero si fracasas a pesar de haberte entregado mi sangre te empalaré y mojaré mi pan en la tuya mientras contemplo como mueres.
-Si tanto teméis el fracaso os sugiero que os concentréis en cumplir vuestra parte en mi plan -replicó Lirias fríamente. Acto seguido dió la espalda al Arconte, tomó el abanico y empezó a trazar sigilos en el aire mientras murmuraba un arcano cántico.
Los ojos de Petros relampaguearon, pero tomó su arco y salió a cubierta sin decir nada seguido por Alexios. El Arconte vestía sobre la ropa una armadura rumelia hecha de plumas de cuero blanco, casi tan resistente como una cota de malla y mucho más ligera, y al cinto llevaba un carcaj repleto de flechas rematadas con pluma de cisne. Pero Alexios no vestía armadura alguna, solo una túnica de pechera cruzada y una espada curva sin guarda.
Entonces Petros fijó su atención en el buque insignia de los frangos, un navío de velas negras capitaneado por un joven rubio y de ojos azules. A diferencia de sus acorazados vasallos, el joven vestía un elegante abrigo de cuero neցro y hombreras de oro, y al cinto portaba una espada estrecha, que de no ser por su guarnición de lazo sería indistinguible de las espadas rumelias. En su frente, al igual que en la de todos los frangos, tenía tatuado un pentáculo invertido: la Marca de Elelefs.
El Arconte alzó la mano en señal de parlamento y el Señor de los Frangos respondió al gesto. Acto seguido ambos navíos avanzaron hasta quedar frente a frente, en el centro del tramo de agua que aún mediaba entre ambas flotas.
El joven rubio se llevó una mano al pecho afectadamente:
-Estáis en presencia de Nivilunk, Señor de Frangia por la Gracia del Avatar Oscuro -anunció-. Es un honor conocerte, Petros de la Casa de Kanavos. Tengo solo dos peticiones, acéptalas y no morirá ni un solo moskiovita. Una: vivirás en Vavel como huésped del Su Oscura Majestad. Dos: tu hermano Alexios gobernará Moskiova como mi vasallo y tanto él como sus súbditos tomarán la Marca convirtiéndose así en frangos honoríficos.
-Comprendo -replicó Petros fríamente-. Así que pretendes que te regale mi reino a cambio del «honor» de pasar el resto de mi vida como rehén del malo al que sirves. Ten esto por cierto: ningún hijo de Moskiova se someterá a ningún yugo bárbaro ni tomará la Marca.
Nivilunk rió con malignidad.
-En tal caso todo hijo de Moskiova será aniquilado. Cegado por la ilusión del libre albedrío crees que lideras una rebelión para tu propia gloria, pero lo único que has hecho es encerrar a todos los herejes de Ykumini en un corral al que, jactanciosamente, llamas ciudad, ahorrando así a mis caballeros la ardua labor de cazarlos uno a uno por el bosque. Mi victoria está predestinada y lo sabes, lo admitas o no sabes que no puedes ganar…
-Está escrito: el ángel engendró al nafil, el nafil engendró al eliud, el eliud engendró al mortal -intervino Alexios, mirando con repruebo al malo de Effrosyni-. El hijo, o el hijo del hijo de un ángel posee, mientras sea imberbe, la imagen del ángel, por lo que puede tornarse inmortal al ser poseído por ese mismo ángel, que de este modo puede manifestarse en el plano material tanto tiempo como desee. Kanavos era un nafil y mi medio-hermano es un eliud, un posible segundo cuerpo para Elelefs. Apuesto a que tienes orden de llevarlo a Vavel vivo e ileso, y que esa orden es incluso más importante que la orden de someter o exterminar a los últimos rumelios -añadió.
El caudillo frango miró al príncipe con interés.
-Pareces inteligente. Pero la primera orden no ha de impedirme cumplir la segunda, porque la Marca conecta mi mente y la de mis súbditos con la mente del Avatar Oscuro para formar una mente-colmena, haciéndonos cruzados muy superiores a la primitiva generación de Gross. Los frangos hemos evolucionado hasta llegar a dominar Ykumini, los rumelios moskiovitas sóis solo una sombra deforme de los rumelios vyzantinos.
Alexios parpadeó, sorprendido por la agudeza del bárbaro.
-Lo que sí cambiará si batallamos son vuestras almas -añadió-, a excepción de la de Petros que dormirá petrificada hasta que a Su Oscura Majestad le plazca absorberla para vestir su cuerpo. La tuya y las del resto de moskiovitas renacerán como ganado para tornarse hílicas, tras lo cual renacerán en Frangia como siervos para tomar la Marca. Vano es rebelarse cuando hasta las almas de los muertos están sometidas a Su Oscura Majestad.
Alexios enmudeció, horrorizado.
-Necesito tiempo para pensar en tu oferta -dijo Petros diplomáticamente.
-Una hora -replicó Nivilunk fríamente.
No había más que decir. Los navíos se retiraron tras sus respectivas vanguardias.

Tras largos minutos de tensa espera empezó a soplar el viento del noroeste y una sonrisa siniestra se dibujo en el rostro de Petros, que entró en el camarote del mago seguido de un cabizbajo Alexios.
-Todo ha ido tal como planeaste, hechicero. Ahora, si no recuerdo mal, conjurarás un glamour para reflejar mi apariencia en la de Alexios y viceversa, y a continuación Alexios navegará hasta el enemigo en el barco que has preparado llenando sus barriles de fuego rumelio…
El fuego rumelio era un destilado alquímico que una vez prendido producía llamas inextinguibles, inmunes al agua. Lirias había pasado estas dos semanas fabricándolo, y a petición suya Petros había asignado a Alexios como su ayudante.
-N-no lo haré -dijo Alexios de pronto-. ¿P-para qué voy a morir como un kamikaze si Effrosyni ya no existe ni aquí ni en el más allá, si lo único que nos aguarda tras la fin es la animalización de la consciencia y renacer como subhumanos, como esclavos de escla-?
Petros agarró a Alexios de la pechera y lo estranguló, silenciándolo.
-¿Acaso quieres descubrir como es ser flagelado hasta la fin, hermanito? -siseó, lleno de ira-. Tu papel en el plan del hechicero es la única razón por la que, hasta ahora, te perdonado el castigo que merece tu deslealtad. Además, ¿como sabes que lo que ha dicho el frango es cierto? ¿Y si no es más que una invención suya, un truco de propaganda para minar nuestra jovenlandesal? ¿Y si Effrosyni está llorando en el más allá al verte confiar en la palabra de su malo?
Alexios, que temblaba de miedo, no respondió. Petros miró a Lirias:
-¿No tienes nada que decir sobre esto, místico?
-Claro que lo tengo, milord -repuso el mago diplomáticamente-. Es solo que no quería importunaros con mi sabiduría. La reencarnación -añadió, dirigiéndose a Alexios en tono didáctico-, es solo una fabulación pagana, inspirada por el Diablo para privarnos de la esperanza del Salvador, para hacernos creer que nuestras almas están atadas al plano material y solo nos resta someternos al destino. Por estas y otras razones ha sido rechazada por la Logia desde tiempos de los Adeptos de Ihthys…
-Suficiente -cortó Petros-. ¿Has oído, hermanito? No tienes nada que temer, salvo mi ira si decides desobedecerme. Así que deja de lloriquear y compórtate como un hombre.
Consolado por las palabras del místico, Alexios recuperó la compostura. Lirias puso entonces la mano derecha sobre el cáliz lleno de la sangre de Petros.
-Es posible que, mientras formulo mi encantamiento, experimentéis cierto malestar -advirtió el mago-. En especial vos, milord, pues tendré que aplicar una gran cantidad de magia para reflejar en vuestro hermano menor una apariencia tan augusta como la vuestra. Si sucede esto no os inquietéis, una vez complete el encantamiento no sentiréis nada.
Petros sonrió, engatusado por la adulación como buen narcisista.
-Si es pasajero no tiene importancia, entiendo que no sea fácil reflejar mi noble porte en este patético llorón. Como dicen las mujeres: para presumir hay que sufrir.
El hechicero empezó entonces a murmurar un conjuro muy extraño, una mezcla ominosa e incomprensible de adameo, rumelio y frángico. Petros empezó a sentirse cada vez más mareado y débil, como si se estuviera desangrando, pero impulsado por su orgullo lo soportó estoicamente hasta que, al borde del desmayo, su vista se nubló y se vió forzado a apoyarse en Alexios. Pero Alexios se hizo a un lado y le dejó caer. En ese momento el mago detuvo sus conjuros… pero Petros no despertó.
-¿E-está muerto? -inquirió Alexios, evocando una vez en la que le confesó a Effrosyni que a veces rezaba pidiendo la fin de su hermano.
-Solo está inconsciente. Una lástima, pues el maná vampirizado en el momento de la fin es aquel con mayor concentración, pero si hubiera muerto Elelefs lo habría notado y ordenaría a los frangos atacar inmediatamente -explicó Lirias-. De todos modos creo que lo que tengo bastará, siendo como es el poderoso maná de un eliud -añadió para sí mientras contemplaba la sangre del cáliz, que ahora emitía un brillo sobrenatural debido a todo el maná concentrado.
-¿P-por qué…?
-Porque ahora que he suprimido su consciencia puedo salir de mi cuerpo, poseer el suyo y obligarle así a cumplir el papel que quería imponerte. Porque sé que si te armo con su corona refundarás Moskiova como un reino de hombres libres y almas piadosas, una Verdadera Nueva Vyzantion… Porque Effrosyni está viva, oculta en una cueva y sumida en un sueño arcano, esperando a que la despiertes con beso de amor verdadero.
El rostro de Alexios se iluminó con una sonrisa.
-¿Eres un ángel, verdad Lirias? Un ángel enviado por Dios para salvar a Effrosyni y para liberar la Nueva Vyzantion de la tiranía de mi malvado hermano.
-Soy un ángel que debe acabar con el Reinado de Elelefs para así ganarse las alas y poder volar hasta Dios. Lo primero es vencer a los frangos sin perder a un solo hombre, pues las palabras de Nivilunk son ciertas. Elelefs ha echado un poderoso maleficio sobre la Creación, uno que afecta a las almas de los muertos y hace realidad el horror pagano de la reencarnación. Mi verdadero nombre es Sariil, por cierto.
Tumbándose en el suelo del camarote, Sariil se sumió en un trance y proyectó su consciencia al cuerpo de Petros.
Alexios y el poseído Petros salieron del camarote, y este último embarcó en un navío estilizado, diseñado para la velocidad y repleto de barriles de fuego rumelio. Apenas soltó la vela el viento de popa la hinchó, tras*portando el navío hacia los frangos mientras se apagaban los últimos rayos del crepúsculo y, cuando estaba a punto de chocar contra la vanguardia de la flota franga, el poseído Petros destapó el barril que tenía junto a él y tocó la sustancia que contenía con la antorcha que acababa de prender. En el momento en que las llamas lo envolvían Petros, libre de la posesión, recuperó la consciencia, pero antes de que pudiera reaccionar el barco entero estalló como una bomba, prendiendo los navíos de los frangos, y el viento avivó el fuego y lo extendió rápidamente, y los caballeros frangos que se arrojaban al río para huir de las llamas perecían ahogados a causa de sus pesadas armaduras.

De vuelta a su cuerpo Sariil tomó el caliz y contempló como el fulgor rojizo de la sangre vampirizada se entretejía con el resplandor que se enteveía por la ventana, fruto de las arcanas llamas que iluminaban el Acantilado. Con una sonrisa diabólica en los labios Sariil apuró el cáliz, y la sangre del eliud le pareció más exquisita que el mejor de los vinos. Apenas terminó de beber sintió el maná, oscuro pero poderoso, bullendo en su interior, y enfocando su voluntad lo dominó y canalizó, usándolo para crear un viento psíquico capaz de disipar la niebla de la demencia de Uriil. De pronto una visión, un irresistible ensueño, tras*portó la consciencia de Sariil a través del Tiempo y el Espacio, hasta una ciudad dorada de pirámides-palacio y jardines colgantes…

Capítulo IV – Presas y Cazadores

Uriil yacía en el suelo de una oscura cámara a los pies de Elelefs. El muchacho solo aparentaba trece años a pesar de tener más de cien, pues los antediluvianos de la Edad de Tauro vivían siete veces más que los hombres posteriores. Vestía túnica corta y sandalias de acuerdo a la costumbre de los jóvenes antiguos, más un gorro neցro que indicaba su condición de hechicero.
El chico abrió sus ojos, que eran grandes como los de un felino, pareciendo despertar de un profundo sueño, y un instante después Elelefs lo agarró del cabello plateado e indómito, obligándole a incorporarse y a contemplar el esqueleto carbonizado de un bebé, el cual yacía entre ascuas en el interior de una enorme estatua hueca. La estatua, que rezumaba maná oscuro, estaba hecha de bronce y coronada por una cabeza hornada con MOLOH grabado en la frente.
-Observa, gato salvaje de ojos plateados -siseó Elelefs con voz suave y malvada-. Ese niño de pecho, abandonado por sus padres, es el sacrificio que ha expiado tu pecado. Su vida inocente, arrancada por las llamas, su agonía excruciante, produce un maná exquisito, que esta estatua demoníaca puede canalizar para revertir cualquier fin no-natural. Tal como el suicidio, que no es sino un acto de rebelión contra el Destino, el cual se entreteje de acuerdo a mi voluntad. La voluntad de un Dios Soberano.
El rostro de Uriil se ensombreció. Notando su expresión, Elelefs le miró a los ojos y leyó sus pensamientos.
-Me decepcionas, permitiendo que tus emociones nublen tu inteligencia -sentenció-. Recuerda que tú viniste a mí, abandonando al Pueblo de Avel, porque deseabas el Don de la Magia que solo el Arconte de la Ciudad de Kain puede conceder. ¿Como osas sentirte jovenlandesalmente superior solo por usarte como debe usarse a un muchacho hermoso? ¿No entiendes que es parte de tu Iniciación en el Sendero Oculto? La Oscuridad no es un banquete del cual comes lo que te place. Tú eres el festín.
Elelefs arrojó a Uriil al suelo, y acto seguido le pisoteó la mano derecha, aquella con la que había robado una daga a un guarda para cortarse el cuello. El chico grito de dolor, pero acto seguido se puso en pie y miró a su cruel maestro con un repruebo infinito.
-Sigue mirándome así y te arrancaré los ojos -advirtió Elelefs-. Muchos muchachos lloran la primera vez, pero luego se acostumbran y al final les acaba gustando, permitiéndome así corromper sus almas a través de sus cuerpos. Pero tu alma es besugo, demasiado fría y pura para sentir lujuria aunque tu cuerpo haya llegado a la pubertad, tal como si hubieras nacido eunuco del vientre de tu progenitora. ¿Qué voy a hacer contigo? -añadió para sí.
El Diablo esbozó una sonrisa inhumanamente retorcida y perversa.
-Ya sé. Buscarás a los doce muchachos más bellos del Pueblo de Avel y los embrujarás para llevarlos ante mí, y luego contemplarás como les arranco la inocencia. Ser mi cómplice oscurecerá tu corazón mucho más rápido que ser mi víctima, de modo que seas rehecho a mi imagen y semejanza como un malo, un Hijo de las Tinieblas digno de ser mi aprendiz. Claro que, si no te ves capaz, puedes seguir sirviéndome como copero de día y catamita de noche. Pues todo Hijo de Adamas me pertenece y ha de servirme, sea como cazador o como presa.
Uriil se arrodilló ante el Àngel Caído, sus ojos convertidos en dos cristales de hielo gris.
-Si ni siquiera soy libre para morir, seré cazador. No soporto ser presa -dijo fríamente.
Elelefs murmuró entonces unas Palabras de Poder y Uriil sintió un dolor insoportable que se extendía desde su coronilla, como si todos los huesos del cráneo se le fueran a desencajar, y con la vista nublada cayó al suelo gimiendo. Unos instantes después el dolor remitió, pero Uriil sintió que algo extraño y oscuro había penetrado en su mente. Notó también que un oscuro manto cubría ahora sus hombros para simbolizar su nuevo estatus.
-Esto es el Maleficio del Miedo Insondable -explicó Elelefs-. Así, aunque te deje libre para volver hasta Avel sentirás que mis ojos te vigilan en todo momento, y un terror insoportable te paralizará y atormentará si intentas traicionar nuestro pacto. Eres mío, gato de ojos plateados. No lo olvides…
Dicho esto el Diablo salió de la cámara riendo con malignidad, y apenas se quedó solo Uriil dejó de reprimir sus emociones y lloró amargamente. Nacer con el cabello plateado, la marca de los nafil y los eliud, lo había convertido en un paria en Avel, despreciado incondicionalmente incluso por sus propios padres. Por eso, cuando un mercader ambulante le ofreció acompañárle a Kain, diciéndole que allí los niños de pelo plateado eran acogidos por el Arconte e iniciados en la magia, un arte fascinante que dotaba a la mente del poder de alterar la Creación a voluntad, Uriil no lo dudó.
«Ese maldito mercader se cuidó mucho de mencionar el precio de la «hospitalidad» del Arconte. Ahora veo que nunca ha habido un lugar para mí en este mundo, pero si me hubiera quedado en Avel al menos sería libre para segar mi propia vida».
El muchacho recordó entonces una antigua profecía avelita que hablaba como el Fruto de la Iluminación es capaz de cumplir cualquier deseo, y de como se oculta en un Templo Invisible entre las estrellas, y de como se abrirá un Portal en algún lugar de la Tierra de Avel «cuando una Nueva Estrella anuncié el Amanecer de una Nueva Era». Pero en la profecía también se dice que el Fruto está protegido por una Espada de Fuego, la cual consume a cualquiera que ose comer teniendo Oscuridad en su corazón.
«Aunque logre hallar el Templo y comer del Fruto, probablemente solo conseguiré perecer quemado» -pensó Uriil-. «Ser inmune a la lujuria no significa que sea inocente, si lo fuera no sería capaz de hacerles a otros niños de mi parentela lo mismo que a mi me hiciera ese mercader taimado, engañarlos para secuestrarlos y que sufran por mí las consecuencias de mis decisiones, no sería capaz de ofrendarlos para que el malo al que, ingenuamente, escogí como maestro, abuse de ellos en lugar de abusar de mí…».
Uriil esbozó una sonrisa amarga.
«Sea. Prefiero morir quemado a vivir como un cazador o una presa. Pero, si ocurre un milagro y el Fruto se apiada de mí, mi deseo será invocar un Diluvio para perecer por agua y así ser purificado y liberado junto a Paradisos. Quizá así los verdaderamente inocentes puedan vivir libres en un Nuevo Mundo…».

Sariil parpadeó, despertando del trance. Había deseado los recuerdos del antediluviano, al punto de estar dispuesto a practicar artes oscuras tales como el vampirismo y la posesión. Pero, como advierten las Escrituras, el conocimiento implica dolor. Había descubierto la clave para llegar hasta Vavel, pero a cambio lo atormentaba el recuerdo de una vida incluso más amarga y oscura que la suya, amén de una mente rota, escindida en dos consciencias.
-¿Q-quién soy? -dijo Sariil para sí con la voz teñida de angustia.

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Capítulo V – El Rapto de Acuario

Pasaron los meses y llegó la noche de Halloween. Esta fiesta, de origen frango, era una celebración de lo siniestro y lo demoníaco, a la que el Retorno de Elelefs había añadido una cruel costumbre muy popular entre los antiguos paganos: durante esa noche, cualquier hombre podía usar como catamita a cualquier muchacho. Para los frangos era una forma de endurecer a sus futuros guerreros, preparándolos para soportar lo que espera a los soldados que caen prisioneros del enemigo. No obstante, había doce muchachos a los que estaba prohibido tocar bajo pena de empalamiento, doce niños de doce años de perfecta belleza e inteligencia elegidos por el Señor de los Frangos para ser abducidos por Elelefs. Estos doce niños habían sido reunidos en el Palacio de Aahen, la capital de Frangia, para cenar con Nivilunk, que era quién debía oficiar la ceremonia de abducción:
-Como es tradición os contaré la antigua leyenda del Rapto de Acuario. Conocemos este mito por escritos de la Edad de Aries, aunque probablemente narre hechos acaecidos a finales de la Edad de Tauro, cuando Su Oscura Majestad, Dios Soberano y Todopoderoso, descendió de las estrellas para entegar a los mortales el Don de la Magia -explicó Nivilunk con tono didáctico-, Se dice que en ese tiempo vivía el muchacho más bello, de cuerpo y mente, jamás engendrado por la raza de los mortales. Su nombre era Acuario. Cuando Acuario tenía vuestra edad, se escapó de casa en busca del Don de la Magia, que recibió a cambio de servir como copero, y llegada la noche Acuario le pareció a Elelefs más hermoso que cualquier doncella. Pero Acuario era frígido y rebelde, por lo que se quitó la vida en lugar de disfrutar del honor de servir con su cuerpo a un Dios Soberano. Como castigo, Su Oscura Majestad lo hizo renacer como un águila, a la que llamó Escorpio y adiestro para que raptara a los doce mancebos más bellos de la parentela de Acuario…
-Milord -dijo de pronto un chico delgado, de indómito cabello rubio platino y grandes ojos grises-. Ya sé que, a diferencia de los Señores de Frangia que os precedieron, sóis solo un guerrero decorativo que debe su corona a ser el Acuario-Escorpio de esta Edad pero, ¿no sentís siquiera un ápice de vergüenza por haber sobrevivido a la Batalla del Acantilado Blanco abandonando a vuestros caballeros?
Nivilunk murmuró unas Palabras de Poder y al momento siguiente estaban en una mazmorra, y el chico que había hecho el comentario colgaba encadenado del techo mientras los demas eran forzados a mirar, paralizados en sus sillas. Un látigo de nueve colas apareció en la mano de Nivilunk.
-En todas las abducciones hay alguno como tú, aunque no siempre pasa que el rebelde es también el más apuesto -comentó Nivilunk-. Seis azotes con este látigo bastarán para arrancar tu delicada piel y dejarte la espalda en carne viva. Manará tanta sangre que se formará un charco a tus pies, y tu bello rostro no será tan bello cuando esté desencajado de agonía -añadió con voz suave y malvada.
El chico esbozo una media-sonrisa.
-Esto es solo una ilusión, un mal sueño. No puedes tocar mi cuerpo siendo como soy un ofrenda para tu Dios Soberano.
-¿Mi Dios Soberano? -replicó Nivilunk con los ojos relampagueantes-. Tu insolencia y tu irreverencia al parecer no tienen límites. Te aseguro que el dolor será real, tan real como el placer que siente un hombre cuando un súcubo le visita en sus sueños para extraer su semilla. Prepárate.
Nivilunk descargó el látigo, que desgarró ropa y piel para abrir un profundo surco… ¡En su propia espalda!
El Señor de los Frangos parpadeó, estupefacto, y vió entonces que ahora era él quien estaba encadenado y que el chico se erguía frente a él libre e ileso, con un manto sobre los hombros y un gorro de hechicero, neցro a excepción de un disonante punto blanco que recordaba al punto azul de los Iniciados de la Logia. Fue entonces evidente que sus cabellos no eran rubios sino plateados, semejantes a los de Elelefs.
-¡¿Un niñato como tú me ha robado el control de mi ilusion?! ¡¿Como?! -bramó el Señor de los Frangos, demasiado encolerizado para comprender las implicaciones de lo que se había revelado ante sus ojos.
El muchacho esbozó una media sonrisa y murmuró un hechizo en un perfecto adameo. Una niebla plateada envolvió a Nivilunk, que se retorció agonizante mientras su sangre se congelaba, asfixiándolo mientras innumerables cristales de hielo rojo lo desgarraban por dentro.
-Pensaba ser compasivo contigo, pues no creía tener derecho a juzgar a quien hace lo mismo que yo hice en su momento -comentó el chico de pelo plateado-. Pero tu eres incluso peor de lo que yo era, pues yo al menos intentaba que las ofrendas no sufrieran mientras las llevaba hasta Elelefs, tú en cambio te aprovechas de tu posición para saciar tu propio sadismo…
Un instante después la ilusión se desvaneció y el Señor de los Frangos estaba muerto en su silla, sin ninguna herida física pero con una expresión de terror absoluto en su rostro. El chico de pelo plateado esbozó una media sonrisa y se dirigió a los otros muchachos, quienes lo miraban con una mezcla de sorpresa, miedo y admiración.
-Ahora camaradas, todos seremos lib-
El chico no llegó a terminar la frase, pues un enorme haz de luz de color cargado de maná atravesó el tejado y los envolvió, y un instante después los doce niños se materializaron en la entrada de Vavel, malheridos e inconscientes a excepción del chico de cabello plateado. Un autómata de bronce con seis brazos y rostro de mujer le cortó el paso.
-Cuerpo mortal. No puede. Rematerializarse. Indemne. ¿Qué eres? -inquirió una voz mecánica, surgida del interior de la rendija que el autómata tenía por boca.
-No oses interponerte en mi camino, Golem -replicó el chico fríamente-. Nivilunk era un necio pero Elelefs sabía quién soy desde el momento en que me vió a través de su Marca. Si estoy en Vavel es porque tu amo quiere verme, porque soy su «gato salvaje de ojos plateados».
Comprendiendo todo lo que necesitaba saber para cumplir su programa Golem se apartó, y el chico de argéntea cabellera se adentró en un laberinto de cámaras y pasadizos hasta llegar a sala del trono, la cual ocupaba todo el piso superior del zigurat. Pero no fue exactamente él quién atravesó el umbral para detenerse ante el oscuro trono ocupado por el Ángel Caído.
-Uriil está observando desde mi interior -explicó Sariil-. Si quieres verle puedes intentar sacármelo, Dios Soberano -añadió sarcásticamente.
-Oh ten por seguro que te arrancaré mi propiedad, pero antes debo cumplir la promesa que te hice en nuestro último encuentro -replicó Elelefs con voz suave y malvada-. Prometí que si volvías a rebelarte contra mí, si no aceptabas tu destino de vagar eternamente como fantasma viviente, lo lamentarías pero, envalentonado por tu aparente invulnerabilidad, decidiste seguir tu incorregible naturaleza. Ahora descubrirás las consecuencias de tu presunción.
Elelefs rió con malignidad,, y de sus ojos manó un fuego dorado que envolvió la consciencia de Sarril como si fuera el aliento de un dragón, penetrando con facilidad el velo de niebla verdegris con el que el joven místico protegía su mente…

Capítulo VI – Espora de color

La tormenta de arena arreciaba. Era tan fuerte que Sariil apenas podía ver a su gemelo, que caminaba unos pasos por delante. Entonces vieron lo que parecía la entrada de una cueva, y sin pensarlo dos veces tomaron refugio, pues apenas podían respirar ese aire cargado de arena.
Una vez dentro, los gemelos se dieron cuenta de que estaban en un pasadizo, y que lo que les había parecido una cueva debía ser una pirámide.
Azrail esbozó una media sonrisa.
-Al final hemos tenido suerte. Si hallamos un tesoro de los kiftos y se lo llevamos al Arconte nuestros crímenes serán perdonados.
Sariil parpadeó, confuso. De pronto le parecía recordar que eran exiliados y estaban explorando las ruinas de Kift en busca de tesoros. Hace mil años Kift, una nación poderosa que rivalizaba con Rumeli fue destruída, al igual que la vecina Assur, por la Primera Ola de la Necroplaga, epidemia que hubiera arrasado toda Ykumini si Klifoth, el nigromante que la conjuró, no hubiera sucumbido antes. Los Arcontes de Rumeli, que codiciaban los tesoros de estas civilizaciones perdidas, tenían por costumbre contratar a bárbaros o a criminales como exploradores, pues de este modo no tenían que responder ante el pueblo rumelio si, como ocurría con frecuencia, los exploradores sucumbían a la Necroplaga y no regresaban.
Los gemelos avanzaron por el pasadizo, cuyas paredes estaban cubiertas de glifos que Sariil examinaba con atención, y finalmente llegaron a una cámara aparentemente vacía. Los glifos continuaban, terminando en la pared del fondo que representaba una escena del Juicio Final. Eliun, simbolizado por un ojo inscrito en un triángulo, estaba en el centro sobre una pirámide truncada. A su derecha, Ihthys en el Paraíso como Avatar Luminoso, alimentando a los electos con su carne y su sangre. A su izquierda, Elelefs en el Abismo como Avatar Oscuro, torturando a los reprobados con un látigo de fuego.
-La escritura y la pintura son indiscutiblemente kiftas, pero el Juicio Final que narran es aquel de la teología franga -comentó Sariil-. Esto es extraño porque los kiftos, al igual que los assurios, solo disentían de la teología rumelia en que negaban la Naturaleza Dual de Ihthys, simultáneamente Humana y Divina. Para los kiftos, la Humanidad de Ihthys se disolvió en Su Divinidad tal como una gota de vinagre sería disuelta en el océano. Para los assurios, Ihthys fue un profeta humano cuya excepcional santidad lo hizo digno de ser poseído por el Espíritu de Eliun…
-Como sea -atajó Azrail-. Hay algo en esta sala que me da mala espina. Si no hay tesoros mejor volvamos al pasadizo a esperar a que amaine la tormenta de arena…
Sariil accedió, pues su propia intuición le advertía de un peligro latente. No obstante, apenas se dieron la vuelta con intención de salir de la sala una losa de piedra cayò sobre el umbral, cerrándoles el paso. Estaban atrapados. Azrail desenvainó, alerta. De pronto, del techo de la cámara germinó un árbol neցro que crecía hacia abajo. El árbol no tenía hojas, solo un tronco corto y una maraña de ramas entrelazadas entre las que destacaban diez bulbos neցros. Adivinando lo que era el árbol, Sariil palideció:
«El Árbol de la Perdición conjurado por Klifoth… la Necroplaga».
-¡Azrail, corta los bulbos por el tallo! ¡Rápido, antes de que se abran!
Alarmado por el pánico que percibía en la voz de su normalmente tranquilo, cerebral gemelo, el diestro espadachín cortó cinco de los bulbos con un sesgo rápido y preciso. Pero los cinco restantes, demasiado altos para que pudiera alcanzarlos con la espada, se abrieron en ese momento y vertieron una espora de color.
Sariil trazó la Señal de Ihthys, conjurando un remolino alrededor suyo para mantener alejada la espora.
-Mi hechizo no durará mucho, hemos de hallar una forma de salir. ¿Hermano…?
El mago se apartó de su gemelo, horrorizado al ver su rostro angelical maculado por una mancha de color, signo claro de que había sido tocado por la espora. Alarmado por la actitud de su gemelo, Azrail se tocó el parche de piel necrosada y finalmente comprendió su situación.
-Hermano, sáname. Por favor… -suplicó el espadachín-. Esta escrito que Ihthys y Sus Adeptos podían sanar enfermedades semejantes a esta.
-N-no puedo -replicó Sariil-. La Necroplaga es incurable, ni siquiera los Hierofantes de la Edad Dorada de Rumeli fueron rival para la magia de Klifoth. Asistirás impotente a tu propia putrefacción, primero tu carne se tornará de color y después se caerá, a continuación afectará a tus órganos internos, incluyendo el cerebro hasta que perezcas como un demente retorciéndote en una horrible agonía… ¡No me toques! -añadió al ver que Azrail extendía una mano hacia él, suplicante.
Azrail rió amargamente.
-¿Que no te toque? ¿Acaso has olvidado, «hermano», que solo soy una tulpa? El cuerpo plagado que ves frente a ti es el tuyo, solo que estás fuera de él. Por poco tiempo, pues esta enfermedad también consume el maná de aquellos a los que infecta. Pronto te quedarás sin maná, yo me disiparé y entonces tu alma se verá arrastrada a este cuerpo que tanto te da repelús.
Sariil trazó un sigilo.
«Ain-Zain-Resh-Yod-Alef-Lamed, en el Nombre de Ihthys, cae sobre tu espada».
-Lo siento -replicó Azrail-. Tu maná se agota y mi tiempo también. Perdóname hermano, no puedo seguir protegiéndote…
Un instante después los ojos de Azrail se apagaron, y Sariil, aterrado, se vió arrastrado a su cuerpo. De inmediato sintió el ardor de sus miembros putrefactos, como si gusanos invisibles lo devoraran desde dentro. Desesperado, Sariil intentó agarrar la espada por el filo para caer sobre ella, pero en ese momento los dedos necrosados se desprendieron de sus manos. El dolor fue insoportable e hizo el joven caer al suelo retorciéndose entre gemidos.
«No es normal que la Plaga avance tan rápido» -pensó Sariil-. «Pero al menos moriré pronto, y entonces seré libre de este cuerpo maldito».
Una risa inhumana, tan melodiosa como perversa, resonó en la cámara.
-No puedes morir, Hijo de Adamas -dijo la voz de Elelefs-. Pues ya estás muerto. Esta cámara es tu celda en la prisión de almas conocida como infierno. Aquí yacerás eternamente como un cadáver viviente, devorado sin descanso por el gusano que no muere. ¿Acaso puedes negar que mereces un castigo?
Sariil recordó entonces todas sus malas acciones. Recordó como se había suicidado para manipular a su gemelo y convertirlo así en el brazo ejecutor de su sed de venganza, como se había aprovechado de la benevolencia de Palamas para obtener el Don de la Magia para luego quitarlo de en medio, como había usado y traicionado a Azrail, que era un verdadero hermano a pesar de nacer como una tulpa. Recordó como se había mentido a sí mismo, racionalizando sus pecados para evitar sentir remordimiento, diciéndose que eran daños colaterales o medios para un fin. Pero a pesar de todo no quería, ni podía, aceptar un castigo cruel. ¿Acaso no había sido la crueldad del mundo la que, por desesperación, le había llevado a cometer esos pecados y adoptar esa actitud sociopática?
La malvada y melodiosa risa de Elelefs resonó de nuevo en la cámara en respuesta a sus pensamientos.
-No estás aquí por eso, necio -dijo la voz de Elelefs-. Tus pecados son solo una muestra de la depravación total de los mortales, la cual hace justa hasta la más cruel condenación. Estás aquí porque no eres un electo, porque soy un Dios Soberano que predestinó tu alma para el tormento eterno desde el momento de tu concepción, no por tal o cual pecado sino porque así me plació, pues tanto el descanso de los electos como la agonía de los reprobados manifiestan Mi Gloria por los siglos de los siglos.
Sariil cerró los ojos e intentó concentrarse. Intuía que había algo que no cuadraba, y que ese algo era la clave para escapar de su angustiosa situación, pero por mucha fuerza de voluntad que emplease su intelecto seguía nublado por el continuo, insoportable suplicio que sufría su frágil cuerpo, y supo entonces que no hallaría la salvación en su mente. Desesperado miró en su corazón, y vió una Luz en medio de la Oscuridad, y supo que esa Luz era la Chispa del Espíritu de Dios que reside en toda alma pneumática, en todo corazón capaz de recibir la Luz de Ihthys:
«Oh mi Señor Ihthys, ten piedad de mí, un perversos pecador».
Reaccionando al mantra sagrado, la Luz creció hasta disipar las tinieblas. En ese momento Sariil oyó una nana en adameo, y un instante después una Presencia Invisible lo envolvíó en un tierno abrazo que hizo desaparecer el dolor y devolvió a Sariil la capacidad de pensar racionalmente. El joven místico abrió entonces los ojos y miró con fría indiferencia su cuerpo, aparentemente pútrido pero que ya no tras*mitía sensación alguna a su mente:
«No es real».

Omegangelion Libro III – COMPLETA
 
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Capítulo Final Verdadero – Ángeles del Omega

Aunque en la mente de Sariil había parecido un siglo, en el plano material solo habían pasado un instante. El joven se tambaleó, sintiéndose tan débil que apenas podía tenerse en pie. Elelefs rió con malignidad.
-No lo has hecho nada mal, Hijo de Adamas. Reconozco que me has impresionado. Pero aunque, en esta ocasión, hayas logrado despertar de mi hipnosis, ahora sabes que no te amenacé en vano, sabes que tu condición de fantasma viviente no supone ningún don, sabes que si quiero puedo infligirte tortura física con solo alterar tu consciencia. Si no quieres volver a esa cámara una y otra vez inclínate y adórame, niega a Ihthys y toma mi Marca en tu corazón ya que no puedes recibirla en tu piel.
-¿Una ilusión es el látigo con el que pretendes someterme? -replicó Sariil con una media sonrisa.
-Que obstinado -dijo Elelefs, contrariado-. ¿Acaso es ilusorio el insoportable dolor que has sentido mientras permacías atrapado en la pesadilla que he tejido para ti? Sabes muy bien que la realidad depende de la percepción, que hasta el momento en que has despertado tu sufrimiento ha sido real.
-Subestimas la Luz Mística, que Ihthys puso en mi corazón y que supera con creces a tu Luz Mágica…
Con los ojos relampagueantes Elelefs se levantó del trono y extendió sus alas de éter, poderosa manifestaciones de su aura angélica, y señalando a Sariil lo hizo levitar mientras caminaba hacia él pronunciando unas Palabras de Poder.
El joven sintió que algo era arrancado de su interior, y un instante después el fragmento del Espejo de Daat que tenía engarzado en su anillo brilló como una estrella y Uriil se materializó, revirtiendo así la Unión Mística que llevara a cabo con Sariil bajo la forma del Gato Espectral.
Elelefs señaló al recién manifestado Uriil, incrementando la gravedad para inmobilizarlo contra el suelo.
-He aquí a dos esclavos revoltosos, dos mancebos impíos que han osado conspirar contra un Dios Soberano. Vuestra soberbia es imperdonable -sentenció el Diablo cínicamente-. Ataré vuestras consciencias en una Oscuridad Sempiterna, y allí viviréis en vuestra peor pesadilla sin descanso ni de día ni de noche, y aunque entonces os sometáis no os daré piedad alguna. El humo de vuestro tormento subirá por los siglos de los siglos mientras maldecís el día en que os concibieron, haré de vosotros ejemplos vivientes del destino que aguarda a cualquiera que se alce contra mí…
Embriagado por su propio sadismo Elelefs rió como un maníaco, pero en ese momento Uriil y Sariil se miraron y se reconocieron como hermanos espirituales, unidos por un vínculo semejante al que uniera a Azrail y Sariil. La Luz Mística, que ahora brillaba también en el interior de Uriil unió sus corazones, y por un instante su misticismo combinado superó a la magia de Elelefs, liberándolos de su control. Sariil conjuró entonces una luz sagrada, pero Elelefs se cubrió los ojos con sus alas espectrales. Un instante después la punta de una daga asomó por su pecho cortesía de Uriil.
El Ángel Caído emitió entonces una potente onda psíquica, lanzando a Sariil y Uriil contra las paredes de la sala, y con un suspiro de exasperación se arrancó la daga de la espalda y la arrojó a un lado. Pero, apenas su cuerpo se regeneró empezó a llorar sangre.
«¿Sangrado psíquico?» -pensó Elelefs, estupefacto-. «¡Imposible! Mi magia es todopoderosa, al canalizar la Oscuridad Primordial me hice Semejante al Altísimo…».
Pero el sangrado continuó, y la herida que acababa de cerrar se abrió, y desde ella se extendieron grietas sanguinolientas por todo su pecho. Los hermanos esbozaron una media sonrisa.
-Aunque el maná de la Oscuridad Primordial que canalizas hasta la Creación sea infinito, tú eres un canal limitado. Puede que seas el más poderoso de todos los ángeles creados por Eliun pero nunca serás capaz de cualidad ilimitada alguna, nunca serás «Semejante al Altísimo» -explicó Sariil-. Además, la tulpa monstruosa que, al extenderse por todo el plano material te ha permitido escindir el Espacio-Tiempo del mundo espiritual, consume tal cantidad de maná que ha bastado infligirte una herida para sobrecargar el cuerpo de tu nafil, que ante la necesidad de canalizar más y más maná oscuro ha quedado reducido a una cáscara que ahora se está resquebrajando. Esto explica tu obsesión con proteger a tu eliud, pues sabías que tarde o temprano necesitarías un nuevo cuerpo.
-Cuando nos dimos cuenta de esto entendimos la oportunidad que implicaba, y en base a ello discurrimos un plan alternativo por si, como era de preveer, no teníamos ocasión de acercarnos al Espejo y quebrarlo -añadió Uriil.
Elelefs no respondió, centrando toda su voluntad en revertir el proceso de resquebrajamiento, intentando desesperadamente reducir la cantidad de maná que fluía a través de su cuerpo hasta el Sol neցro. Fue inútil. La Oscuridad Primordial, impulsada por el instinto ciego de devorar la Creación, se revolvió contra el Diablo tal como una fiera salvaje se revuelve contra su domador en el momento en que este se muestra incapaz de mantener el control. Con todo, Elelefs no se dió por vencido, sostenido por el mismo orgullo que, en el Principio de los Tiempos, impulsó su rebelión contra el Dios Verdadero:
-Aún no habéis vencido, Hijos de Adamas. ¿Acaso olvidáis que soy un ángel, y que puedo crear otro cuerpo a mi medida tal como un hombre se teje un nuevo vestido cuando el viejo se rompe?
-¿Acaso olvidas tú, ángel caído -replicó Uriil-, que en cuanto pierdas ese cuerpo tu tulpa, privada del canal que la alimenta con maná oscuro, se consumirá como una tela de araña arrojada al fuego?
-No tendrás tiempo de tejerte otro cuerpo, Elelefs -añadió Sariil-, pues apenas tu tulpa se desvanezca, apenas se restaure la conexión entre el mundo material y el espiritual, se cumplirá la profecía del Diluvio de Fuego. Es irónico que al crear un medio para evitar el Juicio Final hayas dado a Ihthys una razón para precipitarlo…
Las grietas se extendieron entonces hasta cubrir todo el cuerpo de Elelefs, que dirigió una última mirada de repruebo a los chicos. Un instante después el cuerpo del nafil se desintegró, y los enlutados ropajes del Arconte cayeron al suelo vacíos. En apenas unos segundos los ominosos rayos de la monstruosa tulpa se retorcieron en una postrera agonía, y el Sol neցro que Elelefs había prendido en el interior del Espejo de Daat se extinguió deteniendo el flujo de luz de color.
En ese momentó la Luz Increada, el Espíritu de Ihthys, descendió de los Cielos como un Diluvio de Fuego y empezó a consumir la Creación, el Reino del Diablo, cumpliendo así la Profecía del Omega, del Fin de los Tiempos, contenida en las Escrituras. El espíritu de Elelefs se manifestó por última vez como una enorme sombra que, esclava de su propia soberbia, desafió a la Luz que descendía del Cielo, pero apenas hizo contacto se retorció de agonía y se consumió.
Uriil y Sariil se acostaron en el suelo, uno junto al otro, esperando tranquilamente a que la Luz los consumiera pues sabían que eran Hijos de Luz, listos para morir en comunión con Ihthys tal como quién se echa a dormir tras terminar un trabajo agotador. Sabiendo que nadie podría volver a hacerles daño, que nunca tendrían que volver a luchar, hallaron en sus corazones la fuerza para perdonar incondicionalmente a sus enemigos, incluso al Diablo, y en ese mismo instante sus almas se iluminaron y alas etéreas, semejantes a las de Elelefs, les nacieron en la espalda indicando que ya no eran ni mortales ni fantasmas vivientes sino ángeles. Los Ángeles del Omega.
«Al fin hemos ganado nuestras alas» -pensaron, unidas sus mentes por un postrero vínculo telepático-, «al fin nuestras voces pueden volar libres para llevar hasta Dios la invocación que hicimos, más allá del Tiempo y el Espacio. Ha llegado el Omega, el Fin de los Tiempos, ahora podemos morir y dormir para siempre en los Brazos de Dios. Como mártires por nuestra propia mano decimos: oh Señor Ihthys, recibe nuestro espíritu…».

Apéndice II – Nuevas Ilustraciones
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Sariil Fantasma Viviente, Elelefs Arconte​
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