damnit
cosapaquismo Ilustrado
- Desde
- 12 Sep 2008
- Mensajes
- 27.622
- Reputación
- 77.766
es una entrada antigua de un blog pero que merece ser leída
Hace unas semanas en la entrada “Y todo… ¿Por una deuda?” hablaba de la situación de los jóvenes españoles (y por extensión, de los de la periferia de Europa). Si ver el estado en el que nos encontramos de por sí, hiere, hiere más aún tener conciencia de que el drama actual pudo evitarse y no se impidió. La herida del exilio se convierte en herida abierta de sangre cuando uno conoce que, efectivamente, no se hizo nada para paliarla, si no que muy al contrario, a un determinado sector convenía que ésto fuera así. Ésta herida es una raja por la que se desangra España, e indigna saber que aún conociendo hacia dónde nos encaminábamos, no se hizo nada por evitarlo. No tuvo, por tanto, ningún tinte ni sospecha de accidente como veremos. Y es que, como expondré en las próximas líneas, desgraciadamente se pronosticó que los jóvenes íbamos a estar en la situación en la que hoy nos encontramos, pero entonces o bien porque se le dio prioridad a otros asuntos o bien porque se ignoró su magnitud (cuando no la existencia), la realidad es la que actualmente es. Una vez más el dinero y la cultura del pelotazo se impuso al sostenimiento y al futuro de una nación, una prueba más de la crisis de valores (ya o sólo económica) en la que nos encontramos inmersos, y una prueba más de que somos una generación estafada.
Para conocer al gurú responsable de semejante pronóstico, tenemos que remontarnos a los primeros años de la década de los noventa; entonces España estaba gobernada por Felipe González. Su gobierno, a través del Centro Superior de Investigaciones Científicas, quiso allá por la década de los 90 (cuando España comenzaba a repuntar económicamente) conocer el estado social del país y su perspectivas de futuro puesto que era consciente de que los cambios económicos se traducían irremediablemente en cambios sociales. Para ello ofreció el proyecto a uno de los mejores sociólogos de la época: el señor James Petras. Éste señor, descendiente de griegos emigrantes a América y profesor en la actualidad de la Binghamton University de Nueva York, de la Universidad de Pensilvania, y profesor adjunto en Saint Mary’s University, de Halifax (Canadá) decidió, allá cuando lo recibió a primeros de 1995, aceptar el ofrecimiento del estado español y aventurarse en el nuevo proyecto que éste le ofrecia. Tras llegar a España, inició su investigación y después de 6 meses a caballo entre Madrid y Barcelona, de muchas conversaciones con la gente de a pie y del estudio pormenorizado de datos provenientes de los principales agentes sociales españoles, terminó las conclusiones de su informe y lo presentó ante la institución pública investigadora. En cuanto la administración supo las conclusiones del mismo, le pagó lo que le tenía que pagar y con una palmadita en la espalda, le mandó de nuevo a EEUU. Las conclusiones del informe colocaban a todas luces al gobierno español de entonces en un lugar incómodo, por lo que la respuesta de éste fue silenciar todo lo que se pudo el informe y guardarlo en un cajón. Poco tiempo después, en 1996, la revista Ajoblanco lo hizo público y fue entonces cuando el ciudadano de a pie comenzó a conocer lo que cuidadosamente la burocracia quiso ocultar.
En concreto el informe concluía, allá por 1995, que si la situación económica del mercado laboral continuaba como lo estaba haciendo hasta entonces, la sociedad española se dirigía inexorablemente a ser testigo y protagonista de ver a la primera generación de su historia que viviría peor que lo hicieron sus padres. Ésta frase, demoledora donde las haya y que ya en 1995 emergía, hoy 15 años después y sin cambios políticos sustanciales que decidieran corregirla, es una realidad. En concreto el “informe Petras” (como se le comenzó a conocer por entonces) estudiaba la generación pre y post democrática y las comparaba con gran minuciosidad y acierto.
James Petras durante un acto sobre la guerra de las Malvinas
Las conclusiones principales a las que llegó Petras (para mí y a modo de resumen) son las que expongo a continuación (aunque recomiendo leer el informe completo pinchando aquí puesto que es sumamente interesante todo lo que allí se dice a cerca de la sociedad española de entonces y de ahora).
Concretamente Petras describe la situación de los jóvenes de las nuevas generaciones españolas y la brecha generacional tal y como sigue:
La vida laboral de los españoles en el periodo anterior a la democracia
Sin embargo, a medida que las políticas neoliberales se implantaban en España, lo que antes era una recta comenzaba a convertirse en una curva, comenzaba a curvarse. Dicho de otra manera, uno ya no vislumbraba el final de su vida laboral o de su “recta”, no sabía qué sería de él en 5 o 10 años. Su vida laboral comenzaba a curvarse, comenzaba a vivir paulativamente en la precariedad.
La vida laboral en la década de los 80 y 90
Ésta curvatura fue creciendo a medida que dichas medidas se iban tomando hasta que llegó la crisis del 2008. Para paliar los desequilibrios de la misma, el gobierno de Zapatero en primer lugar, y el de Rajoy en segundo lugar, emprendieron en un periodo de 3 años nada más y nada menos que 2 reformas del mercado laboral. Éstas reformas se han traducido en que el radio de la curva con la actual crisis económica no sólo se mantiene como antes, si no que la vida laboral de los jóvenes se está curvando cada vez más a consecuencia de las medidas que se están implantando; dicho de otra manera, sus condiciones se están precarizando más aun. Ya no sólo no sabemos qué será de nosotros de aquí a 5 o 10 años, si no que la curva de “nuestra carretera” se va pronunciando cada vez más. No sólo no sabemos qué será de nosotros en 5 años, si no en desconocemos qué será de nosotros de aquí a 6 meses. Que arroje la primera piedra aquel que no haya estado en un trabajo en el que tuviera la seguridad de que iba a permanecer en él más de 2 años o que haya tenido, como fue mi caso, contratos no ya de años si no de tan sólo 3 meses.
La vida laboral española tras la crisis del 2008
Cuando uno toma conciencia de ello, le asaltan preguntas como las siguentes: ¿Es esto evitable?, ¿o es que la actual situación económica de nuestro sistema de acumulación conduce inexorablemente a que la vida de la población se precarice, sumiéndola sin remedio en la más absoluta inestabilidad laboral? Si uno se informa y mira las gráficas de acumulación de capital de los del piso de arriba y ve la precariedad laboral de los del piso de abajo, puede darse cuenta que los beneficios de algunos han aumentado de manera directa a cómo ha ido aumentando nuestra precariedad. Por motivos de extensión no voy a entrar en explicarlo (aquel que quiera puede entrar en la página de el profesor Vicenç Navarro aquí y mirar todos los datos que allí aparecen), pero la situación desde los años 70 puede resumirse en que la precariedad de las nuevas generaciones ha servido para que aumenten los beneficios de unos pocos. Es decir, muchos viven en la más absoluta precariedad para que un pequeño grupo pueda lucrarse más aún en detrimento de la juventud. A la pregunta, por tanto, de si esto era o no evitable, la respuesta a mi juicio y con lo que actualmente sé, es que sí; pero para que ello ocurra un sector de la población debería asumir tener que tener en sus balances menos beneficios. Si miramos las actuales medidas del gobierno, no parece que éste esté por la labor de emprenderlo, quizá por miedo a las consecuencias que sobre su gobierno pudieran recaer, o quizá porque al hacerlo actuarían contra ellos mismos o contra sus familiares y amigos. En resumen de todo lo anterior, la idea sintética de todo la entrada y que quiero tras*mitir es la siguiente:
Tu actual precariedad pudo haberse evitado: El Informe Petras
Hace unas semanas en la entrada “Y todo… ¿Por una deuda?” hablaba de la situación de los jóvenes españoles (y por extensión, de los de la periferia de Europa). Si ver el estado en el que nos encontramos de por sí, hiere, hiere más aún tener conciencia de que el drama actual pudo evitarse y no se impidió. La herida del exilio se convierte en herida abierta de sangre cuando uno conoce que, efectivamente, no se hizo nada para paliarla, si no que muy al contrario, a un determinado sector convenía que ésto fuera así. Ésta herida es una raja por la que se desangra España, e indigna saber que aún conociendo hacia dónde nos encaminábamos, no se hizo nada por evitarlo. No tuvo, por tanto, ningún tinte ni sospecha de accidente como veremos. Y es que, como expondré en las próximas líneas, desgraciadamente se pronosticó que los jóvenes íbamos a estar en la situación en la que hoy nos encontramos, pero entonces o bien porque se le dio prioridad a otros asuntos o bien porque se ignoró su magnitud (cuando no la existencia), la realidad es la que actualmente es. Una vez más el dinero y la cultura del pelotazo se impuso al sostenimiento y al futuro de una nación, una prueba más de la crisis de valores (ya o sólo económica) en la que nos encontramos inmersos, y una prueba más de que somos una generación estafada.
Para conocer al gurú responsable de semejante pronóstico, tenemos que remontarnos a los primeros años de la década de los noventa; entonces España estaba gobernada por Felipe González. Su gobierno, a través del Centro Superior de Investigaciones Científicas, quiso allá por la década de los 90 (cuando España comenzaba a repuntar económicamente) conocer el estado social del país y su perspectivas de futuro puesto que era consciente de que los cambios económicos se traducían irremediablemente en cambios sociales. Para ello ofreció el proyecto a uno de los mejores sociólogos de la época: el señor James Petras. Éste señor, descendiente de griegos emigrantes a América y profesor en la actualidad de la Binghamton University de Nueva York, de la Universidad de Pensilvania, y profesor adjunto en Saint Mary’s University, de Halifax (Canadá) decidió, allá cuando lo recibió a primeros de 1995, aceptar el ofrecimiento del estado español y aventurarse en el nuevo proyecto que éste le ofrecia. Tras llegar a España, inició su investigación y después de 6 meses a caballo entre Madrid y Barcelona, de muchas conversaciones con la gente de a pie y del estudio pormenorizado de datos provenientes de los principales agentes sociales españoles, terminó las conclusiones de su informe y lo presentó ante la institución pública investigadora. En cuanto la administración supo las conclusiones del mismo, le pagó lo que le tenía que pagar y con una palmadita en la espalda, le mandó de nuevo a EEUU. Las conclusiones del informe colocaban a todas luces al gobierno español de entonces en un lugar incómodo, por lo que la respuesta de éste fue silenciar todo lo que se pudo el informe y guardarlo en un cajón. Poco tiempo después, en 1996, la revista Ajoblanco lo hizo público y fue entonces cuando el ciudadano de a pie comenzó a conocer lo que cuidadosamente la burocracia quiso ocultar.
En concreto el informe concluía, allá por 1995, que si la situación económica del mercado laboral continuaba como lo estaba haciendo hasta entonces, la sociedad española se dirigía inexorablemente a ser testigo y protagonista de ver a la primera generación de su historia que viviría peor que lo hicieron sus padres. Ésta frase, demoledora donde las haya y que ya en 1995 emergía, hoy 15 años después y sin cambios políticos sustanciales que decidieran corregirla, es una realidad. En concreto el “informe Petras” (como se le comenzó a conocer por entonces) estudiaba la generación pre y post democrática y las comparaba con gran minuciosidad y acierto.
James Petras durante un acto sobre la guerra de las Malvinas
Las conclusiones principales a las que llegó Petras (para mí y a modo de resumen) son las que expongo a continuación (aunque recomiendo leer el informe completo pinchando aquí puesto que es sumamente interesante todo lo que allí se dice a cerca de la sociedad española de entonces y de ahora).
Concretamente Petras describe la situación de los jóvenes de las nuevas generaciones españolas y la brecha generacional tal y como sigue:
- El estudio muestra que la estrategia de modernización ha incrementado el empleo en los trabajos inestables y mal pagados para la gente joven y emplea a los trabajadores por debajo de sus niveles educativos.
- La clase trabajadora española está profundamente dividida entre una menguante minoría de trabajadores fijos y sindicados, con un salario llevadero y beneficios complementarios, y una masa creciente de trabajadores eventuales que trabajan por el mínimo y con horarios irregulares
- La mano de obra fija y mejor pagada son normalmente los “padres” o las “madres” que entraron en el mercado laboral a finales de los 60 y a principios de los 70, durante la estrategia de industrialización nacional del tardofranquismo. La mano de obra eventual son los “hijos” e “hijas” que entraron en el mercado laboral a finales de los 80 y principios de los 90, en plena aplicación a gran escala, por parte del régimen socialista, de una estrategia económica neoliberal.
- Para la generación mayor, el empleo no era un problema grave; y una vez se estaba empleado aquello era, si uno quería, de por vida, siempre que uno no infringiera las reglas. Para la nueva generación, el empleo es el problema número uno. No hay prácticamente empleos estables, la mayoría son eventuales, sin porvenir y mal pagados. Jóvenes adultos con veintimuchos y treintaipocos acaban viviendo en casa con sus hermanos adolescentes. El empleo eventual crea una gran incertidumbre y sus relaciones sociales son una serie de relaciones tras*itorias, construidas en tomo al fin de semana y se vuelven la norma. Las oportunidades de los jóvenes de alcanzar unos ingresos de clase media hacia los 30 años están disminuyendo
- El esquema en el trabajo es “entrada difícil y salida rápida”. La gran masa de jóvenes son hoy empleados temporales con contratos a corto plazo, de salario mínimo o por debajo de él en la mayoría de los casos
- A pesar del salario de miseria y las terribles condiciones de traba¡o, estos trabajadores expresan “pánico” ante la idea de “verse en la calle”, porque piensan que pasarán una época muy difícil encontrando un nuevo empleo
- Los jóvenes trabajadores temporales de hoy no tienen seguridad en el empleo, y apenas organizaciones colectivas o apoyo: están atomizados y son vulnerables. Hoy la dictadura del mercado es un enemigo más formidable de los trabajadores temporales que el régimen represivo de Franco
- En 1974, antes de las políticas socialistas de liberalización, el índice de desempleo era más o menos el mismo que en Europa, a mediados de los 80 se había multiplicado por siete y casi doblaba la tasa europea. La ironía es que la retórica “europeista” del régimen de González, el argumento de que la liberalización era la vía para volverse europeos, encubría que la distancia entre España y Europa en realidad se había ensanchado durante su presidencia. En términos reales, el índice de paro en España aumentó hasta aproximarse al de las crisis que sacudieron Europa en los años 30, o al de los actuales países del Tercer Mundo, antes que al de la Europa moderna
- Leyes laborales aprobadas a mediados de los 80 por el gobierno socialista socavaron el empleo estable de los trabajadores
- La estrategia de liberalización no está dirigida a aumentar el empleo, sino a facilitar la adquisición extranjera de industrias locales y a incrementar la presión a la baja sobre los salarios para facilitar la acumulación de capital
- En 1975 sólo el 8,1% de los hombres y el 6,3% de las mujeres entre 20 y 24 años estaban desempleados. Hacia 1985 las cifras eran el 42,2% y el 47,8%, respectivamente. En 1988 los índices eran de cuatro a ocho veces más altos que antes de la introducción de las reformas liberales. Cuanto más jóvenes son los grupos de edad, más alto es el paro
- Las imponentes diferencias en los índices de paro entre los jóvenes trabajadores por debajo de los 25 años (40% y más) y aquéllos por encima de los 40 (14,5%) es uno de los factores clave que explican las diferencias “generacionales”
- La política estatal se encamina a limitar la participación ciudadana
- La centralidad del mercado como el principal mecanismo para la modernización ha reforzado los lazos entre los negocios y el Estado, y ha fomentado los valores mercantiles dentro de la clase política. El resultado ha sido que la corrupción a gran escala ha impregnado el sistema político, minando la ciudadanía
- Aunque la calidad de vida de los jóvenes trabajadores era mejor que la de sus padres mientras estaban creciendo, las perspectivas de futuro son mucho más negativas. Además, como les han mimado y satisfecho todos sus deseos de consumo, carecen del empuje y la iniciativa para cambiar su estatus.
- La contradicción entre haberse criado entre algodones y un futuro incierto genera un miedo y frustración social en los jóvenes.
- La mayoría de los trabajadores de ambas generaciones se sienten víctimas pasivas más que protagonistas de los cambios a los que se enfrentan
- Aunque ha aumentado la renta nacional, la participación en ella de la clase trabajadora ha disminuido, y en particular el porcentaje de salarios que corresponde a los jóvenes trabajadores ha sido el que ha bajado más. Al trabajar en la economía sumergida, con sueldos por debajo del salario mínimo, o en los supuestos contratos de aprendizaje, los jóvenes empleados reciben salarios por debajo del nivel de subsistencia
- Una reducida clase política ha marginado al grueso de la clase trabajadora de lo público y de la consulta politica. El resultado es una generación mayor de trabajadores frustrada y ansiosa, y una generación joven marginada y apolítica. El “libremercado”, como el mecanismo elegido para lo que se suponía iba a ser la modernización de España, ha debilitado los lazos entre la clase trabajadora y la clase política, y ha fortalecido las estructuras estatistas-autoritarias a expensas de la sociedad civil y de la consulta pública
La vida laboral de los españoles en el periodo anterior a la democracia
Sin embargo, a medida que las políticas neoliberales se implantaban en España, lo que antes era una recta comenzaba a convertirse en una curva, comenzaba a curvarse. Dicho de otra manera, uno ya no vislumbraba el final de su vida laboral o de su “recta”, no sabía qué sería de él en 5 o 10 años. Su vida laboral comenzaba a curvarse, comenzaba a vivir paulativamente en la precariedad.
La vida laboral en la década de los 80 y 90
Ésta curvatura fue creciendo a medida que dichas medidas se iban tomando hasta que llegó la crisis del 2008. Para paliar los desequilibrios de la misma, el gobierno de Zapatero en primer lugar, y el de Rajoy en segundo lugar, emprendieron en un periodo de 3 años nada más y nada menos que 2 reformas del mercado laboral. Éstas reformas se han traducido en que el radio de la curva con la actual crisis económica no sólo se mantiene como antes, si no que la vida laboral de los jóvenes se está curvando cada vez más a consecuencia de las medidas que se están implantando; dicho de otra manera, sus condiciones se están precarizando más aun. Ya no sólo no sabemos qué será de nosotros de aquí a 5 o 10 años, si no que la curva de “nuestra carretera” se va pronunciando cada vez más. No sólo no sabemos qué será de nosotros en 5 años, si no en desconocemos qué será de nosotros de aquí a 6 meses. Que arroje la primera piedra aquel que no haya estado en un trabajo en el que tuviera la seguridad de que iba a permanecer en él más de 2 años o que haya tenido, como fue mi caso, contratos no ya de años si no de tan sólo 3 meses.
La vida laboral española tras la crisis del 2008
Cuando uno toma conciencia de ello, le asaltan preguntas como las siguentes: ¿Es esto evitable?, ¿o es que la actual situación económica de nuestro sistema de acumulación conduce inexorablemente a que la vida de la población se precarice, sumiéndola sin remedio en la más absoluta inestabilidad laboral? Si uno se informa y mira las gráficas de acumulación de capital de los del piso de arriba y ve la precariedad laboral de los del piso de abajo, puede darse cuenta que los beneficios de algunos han aumentado de manera directa a cómo ha ido aumentando nuestra precariedad. Por motivos de extensión no voy a entrar en explicarlo (aquel que quiera puede entrar en la página de el profesor Vicenç Navarro aquí y mirar todos los datos que allí aparecen), pero la situación desde los años 70 puede resumirse en que la precariedad de las nuevas generaciones ha servido para que aumenten los beneficios de unos pocos. Es decir, muchos viven en la más absoluta precariedad para que un pequeño grupo pueda lucrarse más aún en detrimento de la juventud. A la pregunta, por tanto, de si esto era o no evitable, la respuesta a mi juicio y con lo que actualmente sé, es que sí; pero para que ello ocurra un sector de la población debería asumir tener que tener en sus balances menos beneficios. Si miramos las actuales medidas del gobierno, no parece que éste esté por la labor de emprenderlo, quizá por miedo a las consecuencias que sobre su gobierno pudieran recaer, o quizá porque al hacerlo actuarían contra ellos mismos o contra sus familiares y amigos. En resumen de todo lo anterior, la idea sintética de todo la entrada y que quiero tras*mitir es la siguiente:
Hay grupos que se están beneficiando de la actual situación precaria de los jóvenes, y es hacia ellos dónde debemos dirigir nuestra mirada si buscamos responsables. Éstos, a mi juicio, son precisamente los mismos que la han provocado
Sea como fuere, la conclusión es que si la situación actual de los jóvenes es así, es porque con ella una parte de la población resulta beneficiada. Es muy triste que años de esfuerzo personal se tiren por la borda sólo por mantener el estatus de unos pocos. Por eso, creo que ahora más que nunca, y mientras nos encontramos inmersos en una nueva vuelta de tuerca de la curvatura de nuestra vida laboral, es cuando deberíamos hacernos escuchar, sólo así podremos ser ciudadanos (y en definitiva seres humanos conscientes y dignos de derechos) y no recursos humanos como intentan hacer de nosotros.
Tu actual precariedad pudo haberse evitado: El Informe Petras