La mayor burrada ideológica que nos han metido en la cabeza es pensar que existe una especie de juego de suma cero, donde o se está a favor de los empresarios o se está a favor de los trabajadores.
Es un absurdo sin igual, puesto que como es lógico para cualquiera que tenga ojos, si a las empresas no les va bien, a los trabajadores no les irá bien. Las empresas cuando ganan dinero contratan más y pagan más. Y cuando están jodidas, despiden y pagan menos.
Sabemos lo que ocurre cuando el estado y el sindicalismo maniata a la actividad económica. Lo que pasó en EEUU con la industria del automóvil, lo que pasó en UK a partir de más o menos 1.965, lo que lleva pasando décadas en Argentina. O ya en plan bestia lo que ha pasado en Venezuela.
Pero ojo, también lo que pasó en los países escandinavos a finales de los 80 y en los 90, que tuvieron que dar un paso atrás.
Por eso es tan menso poner, como se hace en España, al empresario continuamente en el centro de la diana. Son los empresarios los que crean riqueza, si no les va bien, es imposible que le vaya bien a los trabajadores, incluso que el estado pueda recaudar suficiente.
Eso no quiere decir que el estado deba ayudarles, algo que no debería hacer jamás. Simplemente, debería apartarse, dejar unas reglas de juego mínimas, claras y fáciles (y baratas...) de cumplir, y ya. Dejar de machacarlos con regulaciones estúpidas e impuestos imposibles.
Porque los países que hacen esto, 'casualmente' les pasa lo contrario que los casos que he puesto. Chequia, Irlanda, Estonia. ¿Es casualidad que los que van en una dirección cosechen resultados contrarios a los que van en otra? No, en absoluto.
Por eso ya cansa eso de que demonizar empresarios mientras el estado gasta una cantidad criminal en subvenciones para los que sí son de su cuerda, ya cansa que la mayor parte de la gente aspire a ser funcionario. Que políticos que no tienen absolutamente ni fruta idea de cómo funcionan las cosas, se atrevan a usar el micrófono que les da su cargo para lanzar piedras incluso contra empresarios reconocibles, que no han cometido delito alguno y que no tienen la más mínima sombra de sospecha.
