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Lonchafinista
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Lippmann sugirió que debían producirse dos acontecimientos interconectados para garantizar la supervivencia a largo plazo de los judíos australianos. Uno de ellos era la organización de una comunidad judía relevante para el contexto político australiano. El otro era el reconocimiento por parte del gobierno de que la sociedad australiana estaba "sufriendo una ambivalencia en el aspecto vital de "unidad a través de la diversidad" de la construcción de la nación", y estaba "imponiendo a los pagapensiones presiones para que se conformen, para que puedan establecerse". Stratton señala que fue en este contexto en el que Lippmann abogó por un cambio en la política del gobierno. Lippmann argumentó que "para que una comunidad judía sobreviva en el entorno australiano, es necesario que la separación judía se defina para las generaciones venideras y que éstas se impregnen de ella". Los judíos australianos debían ver reforzada y normalizada su separación étnica y cultural a través del poder del gobierno. Había que afirmar la identidad étnica judía y establecer equivalencias entre, por ejemplo, las diásporas étnicas judía y griega. Para Lippmann, el futuro de la comunidad judía australiana dependía de "un reconocimiento del pluralismo cultural en Australia"[iii].
En realidad, como observa Kevin MacDonald, el multiculturalismo, al igual que la neo-ortodoxia y el sionismo, no es más que otra respuesta judía "a los efectos corrosivos de la Ilustración sobre el judaísmo", que implica igualmente la creación de una "estructura defensiva erigida contra la influencia destructiva de la civilización europea"[iv] Es un intento de resolver la "fricción fundamental e irresoluble entre el judaísmo y la estructura política y social occidental prototípica"[v].
El objetivo de Lippmann era tras*formar a Australia de una sociedad blanca racial y culturalmente asimilada a una sociedad multirracial y multicultural con una gran variedad de religiones, culturas y grupos lingüísticos repartidos por el paisaje del país y a los que el gobierno otorgaba el mismo estatus. Según el académico judío australiano Andrew Markus, el mensaje básico de Lippmann era "que no estás favoreciendo a un grupo específico hasta que no estás favoreciendo a toda la sociedad. Estás enriqueciendo a toda la sociedad. Estás liberando el potencial, estás liberando el potencial humano. En lugar de encerrar a la gente, de negarle oportunidades, todo el mundo se beneficia abriendo oportunidades y acogiendo y reconociendo la diversidad". Esta visión de un nuevo paraíso multicultural en el que todo tipo de grupos raciales, étnicos y culturales viven en paz y armonía era ridículamente utópica, y no tenía en cuenta el largo catálogo de experimentos multiculturales fallidos en todo el mundo.
MacDonald señala que el problema de este escenario multicultural desde una perspectiva evolutiva (o incluso de sentido común) es que "no se prevén los resultados de la competencia por los recursos y el éxito reproductivo dentro de la sociedad"[vi] El inevitable conflicto racial, religioso y cultural que el "pluralismo cultural" provocaría inevitablemente fue considerado por Lippmann como un precio aceptable a pagar para garantizar la continuidad étnica judía. Así, aunque la utopía multicultural nunca se alcanzara y Australia se convirtiera en una nación de tribus enfrentadas, la política habría acabado al menos con la odiada "hegemonía" de la vieja Australia blanca y asegurado la supervivencia de los judíos australianos. Lippmann, al igual que Kallen, era un judío y sionista fuertemente identificado, y no es de extrañar que su ideal para Australia fuera una forma de organización social que se ajustara a los intereses judíos y comprometiera los intereses de los australianos blancos; siendo el multiculturalismo, en su esencia, "una forma social que garantice la existencia continuada del judaísmo como categoría social y como grupo étnico cohesionado y que, al mismo tiempo, dadas las características de los judíos [alto coeficiente intelectual, altos niveles de educación, etc.], garantice a los judíos la preeminencia económica y cultural"[vii].
