"El avión rojo de combate"

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Pues he leído este librito y creo que puede interesar a este subforo (no pretendo spamear ni nada):

EL-AVION-ROJO-DE-COMBATE-richthofen.jpg


Nota del editor:
“Richthofen, un joven e inexperto capitán de caballería de veintitrés años, estaba llamado a convertirse en el as de la aviación de la Gran Guerra y en un mito popular moderno. En su figura se concentran los elementos clave que forjarían una leyenda: juventud, audacia, sentido del humor y una ruptura total con el pasado representada por su avión rojo de combate.”

Nada más y nada menos que la autobiografía de Manfred Von Richthofen, el "Barón Rojo". Lo escribió mientras se recuperaba de una herida de bala en julio de 1917, cuando ya había derribado 52 enemigos y era el puñetero amo de los cielos europeos. Lo escribió en plena cima de su fama.

richthofen.jpeg


Cuenta su historia desde que se alistó en caballería, llegando a ser teniente, y entrando en faena nada más empezar la guerra. No omite detalles crueles de la guerra, como "arrimar a la pared" (acabar, vaya) o "colgar de farolas" a supuestos enemigos.

Una anécdota muy curiosa que cuenta es que los soldados alemanes al principio de la guerra, él mismo incluido, no sabían distinguir los aviones propios de los enemigos... y disparaban a cualquiera :roto2: Historietas similares abundan en el libro.

Lo interesante llega, cómo no, cuando la cosa se pone aburrida en el frente en 1915, deja la caballería y tras ejercer de observador en el frente ruso (el muy jodío dice "es una lástima que no tenga ningún ruso en mi colección, sus insignias quedarían muy decorativas en la pared de mi cuarto") y luego de ametrallador, acaba a los mandos de un caza.

Ya en su primer combate "mojó", el 17 de septiembre de 1916.

Tenía un concepto de sus enemigos muy claro:

“Naturalmente, depende del enemigo al que uno se enfrenta, si a los burlones franceses o con los gallardos ingleses. Yo prefiero a los ingleses. El francés escurre el bulto, el inglés raramente; a veces su audacia solo puede describirse como estupidez, aunque probablemente ellos lo llamen bravura.
Pero así debe ser el piloto de caza. El factor decisivo no reside en las acrobacias, sino en tener decisión y agallas.”


Era un tipo caballeroso, o al menos eso decía él, una vez derribado el rival le dejaba tranquilo, no le gustaba eso de ametrallar a pilotos indefensos en el suelo... aunque una vez un inglés desmontó la ametralladora de su avión derribado y se puso a disparar al pobre Manfred, que no se lo esperaba y se ofendió sobremanera por sus toscas maneras inglesas. Tampoco le gustaba nada que se refiriesen a él como "conductor de aviones"... ¡qué vulgaridad!

No falta el sentido del humor, cuenta cómo cogió su avión para darse una vuelta durante un permiso... y se perdió. O el primer examen de piloto que suspendió. O también sus innumerable bravuconadas.

"Cayó desde tres mil metros de altura con una bala en la cabeza. Una fin gloriosa"

Lo de pintar el avión de rojo, nada más que era por chulería, para que se le viese y los enemigos se cagaran por la patilla al reconocerle, quedando claro quién le has rellenado de plomo. Me suena haber leído en alguna parte que fue también una respuesta chulesca a una orden recibida de pintar los aviones de camuflaje, pero no estoy seguro. Sus compañeros de escudrilla iban también de colorines, formando el "Circo Volante de Richthofen", que no se lo decían por el colorido, sino porque tenían su propia caravana que se iba desplazando por el frente allá donde eran requeridos.

En fin, que no cuento más para no destripar el libro por completo, se lee rápido y es muy entretenido, a la par que interesante. Yo se lo regalé a mi padre y me lo leí "de gorra" :)) Desde luego que, como era de esperar, da una impresión de la Gran Guerra totalmente distinta a la relatada habitualmente desde las trincheras y el barro, es como si este cabrón saliese a cazar con los colegas... incluyendo la recolección de trofeos.

Como ya sabemos todos (toma spoiler), finalmente fue derribado el 21 de abril de 1918 (dos semanas antes de cumplir 26 años), cuando perseguía a un enemigo volando más bajo de la cuenta y quedando al alcance del fuego de la infantería... durante un tiempo se dijo que lo derribó el piloto canadiense Roy Brown. Dicen que desde que lo hirieron, no parecía el mismo, volaba de forma más suicida si cabe.

Se nota que está escrito por él mismo, usa un estilo muy simple y directo, sin florituras ni rollos... se ve realmente cómo era él, un joven impetuoso, aventurero que se lo pasaba de querida progenitora con su máquina voladora de guerra... orgulloso y arrogante como él solo... pero jorobar, que derribó a 80 enemigos, no se debieron poner contentos ingleses y franceses cuando se lo quitaron de por medio, cagaditos andaban... eso sí, reconocieron su valía y lo enterraron con todos los honores.

Aporto foto de cosecha propia de una réplica del Fokker Dr. I, su avión más célebre, en el Museo del Aire de Madrid:

1zn6bdg.jpg
 
Debe de ser interesante, pero lo que no me gusta tanto es la visión de la guerra que da como si fuese una peli americana de los años 60 sobre la SGM.

Más que nada, por si lo lee un niño o un adolescente.
 
A nadie sensato y menos con "parientes", le gusta la guerra.

Pero el "hombre es asín", contradictorio en virtudes y defectos y nada lo hará cambiar si no se le doma los suficiente... ¿Quién querría ser domado a perpetuidad -no él sino la sociedad completa en el futuro- para evitando la violencia vivir en un establo?.

Las guerras muestran nuestra peor cara... pero también suponen una catarsis; son como una liberación de energías funestas que una vez aliviadas traen de nuevo la paz. La única manera -incluida la doma- de evitar la guerra, es que el ser humano conservase una memoria "adquirida" de sus horrores, como si la hubiera vivido en primera persona. Pero de nada serviría sin que los "domadores" sufrieran la misma experiencia.

Hubo una época en la que el hombre se sobrepuso a su bestialidad imponiéndose un "estilo"; una elegancia en el morir. Hay que ser inteligente, equilibrado, serio, riguroso para morir admirablemente.

Nos gusta la elegancia en todas o alguna de sus manifestaciones. Uno quiere ser elegante y admira esa virtud en quien la posee a sus ojos. Es algo así como un pellizco de belleza; una obra de arte hecha persona...

Nadie quiere la guerra, ni su fin o la de los suyos... pero morir con elegancia y valor es algo que supera por sus aristas a esta roma cultura del pacifismo impuesto y de la cobardía existencial.

Igualados por abajo, languidecen el genio y la figura y en definitiva el "nuevo hombre" en su camisa de fuerza para que no haga daño... para que no se haga daño.
 
Debe de ser interesante, pero lo que no me gusta tanto es la visión de la guerra que da como si fuese una peli americana de los años 60 sobre la SGM.

Más que nada, por si lo lee un niño o un adolescente.

No te falta razón, pero al menos ésta es una visión real de alguien que lo vivió, tal y como lo vio. Las pelis estilo edulcorado patriotero... eso sí que no hay por dónde cogerlo.
 
La guerra aérea en esos tiempos era algo muy peculiar, muchos de los pilotos eran de clase social alta, no había barro ni suciedad, no veías muertos, no tenias que estar agachado en una trinchera mientras caen las bombas... Estás en un cómodo alojamiento lejos del frente, comiendo bien, los asistentes y mecánicos te preparan el avión. Cuando sales es como un videojuego pero real y mortal, un corto periodo de combate con unas sensaciones y un subidón de adrenalina brutales y vuelta a la base a compartir la experiencia con los colegas compartiendo puro y botella de coñac.

Es otra forma de guerra, posiblemente igual de mortal pero mucho más aséptica, muchos lo veían como un juego, un juego muy peligroso y también muy excitante, pocos pilotos con éxito renunciaban a volar otra misión aunque pudieran escaquearse.
 
La guerra aérea en esos tiempos era algo muy peculiar, muchos de los pilotos eran de clase social alta, no había barro ni suciedad, no veías muertos, no tenias que estar agachado en una trinchera mientras caen las bombas... Estás en un cómodo alojamiento lejos del frente, comiendo bien, los asistentes y mecánicos te preparan el avión. Cuando sales es como un videojuego pero real y mortal, un corto periodo de combate con unas sensaciones y un subidón de adrenalina brutales y vuelta a la base a compartir la experiencia con los colegas compartiendo puro y botella de coñac.

Es otra forma de guerra, posiblemente igual de mortal pero mucho más aséptica, muchos lo veían como un juego, un juego muy peligroso y también muy excitante, pocos pilotos con éxito renunciaban a volar otra misión aunque pudieran escaquearse.

Caballeros del aire.
 
Debe de ser interesante, pero lo que no me gusta tanto es la visión de la guerra que da como si fuese una peli americana de los años 60 sobre la SGM.

Más que nada, por si lo lee un niño o un adolescente.
Es que ese modo de pensar era muy común entre los europeos de su época. La guerra era algo glorioso, terrible pero bello.

Ya se sabe, el pasado es un lugar extraño.

Manfred von Richthofen era un gran piloto, pero el verdadero legado de las Luftstreitskräfte lo sistematizaron otros pilotos como Boelcke o Goering (que antes de volverse un rellenito morfinómano era un grandísimo piloto).
 
Como autoproclamado experto en el tema de la aviación de la Primera Guerra Mundial, con quince años de servicio en foros, tengo que comentar en este foro.


La guerra aérea en esos tiempos era algo muy peculiar, muchos de los pilotos eran de clase social alta

En general, pero muchos ases alcanzaron una gloria y un reconocimiento que no habrían obtenido de otra forma pues eran simples suboficiales, o gente de extracción humilde.


, no había barro ni suciedad, no veías muertos, no tenias que estar agachado en una trinchera mientras caen las bombas...
Estás en un cómodo alojamiento lejos del frente, comiendo bien, los asistentes y mecánicos te preparan el avión. Cuando sales es como un videojuego pero real y mortal, un corto periodo de combate con unas sensaciones y un subidón de adrenalina brutales y vuelta a la base a compartir la experiencia con los colegas compartiendo puro y botella de coñac.

No es tan idílico. Morir quemado es la fin más horrible que existe. No había paracaídas. Ni blindaje para el piloto, ni tanques de combustible autosellantes. El simple hecho de subirse a un aeroplano era jugarse la vida, porque los accidentes mortales eran comunes. Como ejemplo extremo, con el Sopwith Camel los británicos perdieron tantos pilotos en accidentes como en combate.

Es difícil imaginar para la gente acostumbrada a volar en aviones comerciales con cabina presurizada los rigores que supone volar en un aeroplano de cabina descubierta, sin oxígeno. Se pasaba mucho frío, con riesgo de congelación. El aire enrarecido provocaba agotamiento, dolores de cabeza y en general síntomas del mal de altura, agravado para los tripulantes de aviones de reconocimiento de gran altitud.

Es otra forma de guerra, posiblemente igual de mortal pero mucho más aséptica, muchos lo veían como un juego, un juego muy peligroso y también muy excitante, pocos pilotos con éxito renunciaban a volar otra misión aunque pudieran escaquearse.

En un sentido la tensión nerviosa era mucho más difícil de soportar. En las trincheras uno se embrutecía y se volvía indiferente a la constante presencia de la fin, hasta cierto punto. Los contrastes entre la tensión extrema en el aire y seguridad en tierra hacían más difícil subirse a un aeroplano para otra misión.

Los ases acababan quemados y sufriendo fatiga de combate y toda clase de dolencias por la tensión nerviosa, especialmente gástricas. Envejecía a los hombres en cuestión de semanas. Muchos pilotos se volvían fatalistas, pues la esperanza de vida era de pocos meses. Resulta sorprendente que tantos ases sobrevivieran a la guerra.


Manfred von Richthofen era un gran piloto,

No sólo eso. Era un gran táctico y conductor de hombres. El mismo Boelcke, cuando le preguntaron cuál de sus pilotos seguiría sus pasos, señaló a Richthofen y dijo el bíblico "¡He aquí al hombre!"


pero el verdadero legado de la Luftstreitskräfte lo sistematizaron otros pilotos como Boelcke o Goering
(que antes de volverse un rellenito morfinómano era un grandísimo piloto).

En realidad, como a Alemania se le prohibió tener aviación, el legado se perdió y la Luftwaffe tuvo que partir de cero. Apenas hubo algunos ases de la Gran Guerra en puestos de responsabilidad.

Y Göring desgraciadamente era un orate y ya apuntaba maneras desde joven. No tenía cualidades redentoras ni fue un gran piloto. Para ser un as, era una mediocridad, y mintió sobre sus victorias, que le fueron reconocidas por sus amistades en el alto mando. De una veintena de victorias probablemente sólo obtuvo una docena. Y tampoco era ningún experto. Era bastante torpe y sólo obtuvo victorias porque tenía agresividad y perseverancia. Un as, sí, pero de los de la parte baja del montón.

Una vez condecorado con la Pour le Mérite y al mando del JG1 después de la fin de Richthofen, hizo aquello de "cría fama y échate a dormir", volaba lo justo porque ya pensaba que había cumplido.

Eso sí, tenía inteligencia y percepción sobre los aspectos técnicos.
 
En realidad era todavía más probable que muriese un piloto de caza que un soldado en las trincheras. Y los pilotos volaban sin paracaidas, y veían caer derribados a sus enemigos y a sus amigos, y sabían que cualquier día podía tocarles el turno a ellos. En 1917, los pilotos de caza ingleses recibían una formación breve, y con un número de horas de vuelo insuficiente eran enviados al matadero. La esperanza de vida de un piloto de caza inglés novato en Abril de 1917 en el frente francés era de unos pocos meses de vida.
En 1918 los pilotos alemanes empezaron a usar paracaídas. Antes no se les permitía llevarlos por temor a que saltasen sin necesitarlo, algo que no estaba justificado en absoluto.
 
Última edición:
En realidad era todavía más probable que muriese un piloto de caza que un soldado en las trincheras.

Creo que estarían a la par. Los pilotos de biplazas de reconocimiento y bombardeo vivían algo más tranquilos, porque había muchos más, y el promedio estadístico de bajas era inferior, aunque en muchos casos estuvieran vendidos si les atacaba un as. Los aviadores de biplazas, salían, hacían su trabajo y se volvían a casa. Hace falta un temple especial para ser piloto de caza, porque uno se enfrenta a la elección de combatir o huir solo, más aún entonces sin radio. Es una decisión consciente, no la del infante que se ve arrastrado por los camaradas, o por el oficial, o que a veces no tiene más remedio que avanzar porque quedarse en el sitio supone la fin.

Las estadísticas en The Great War in the Air de J. Morrow, p 367, dan entre 40% y el 50% de bajas de aviadores entre muertos, heridos y prisioneros, siendo la proporción de muertos algo menos de la mitad. Por lo que el porcentaje de muertos en aviación sería del 20% en promedio, y superior en las escuadrillas de cazas.

Según estadísticas francesas,

VESTIGES 1914 1918

la proporción de muertos de infantería era del 30% y en aviación del 20% redondeando. Ser aviador en general era muy peligroso y la de piloto de caza tanto o más que ser de infantería.

La diferencia creo yo es que en infantería el riesgo era variable, no era lo mismo participar en una gran batalla que estar en un sector tranquilo, y rotaban entre estar en primera línea, y las trincheras de reserva, mientras que un aviador afrontaba un peligro constante en cada salida.

Resulta comprensible que incluso ases condecorados de reconocido valor acabaran quemados, sufriendo fatiga de combate, y necesitaran permisos para recuperarse tras unos cuantos meses. Arthur Gould Lee decía que seis meses de combate era lo máximo que podía soportar el piloto medio (Morrow, p 239)

En 1917, los pilotos de caza ingleses recibían una formación breve, y con un número de horas de vuelo insuficiente eran enviados al matadero.

Sobre la instrucción, Lee dice (M. p 238) que la mayoría de pilotos nuevos sólo tenían entre 15 y 20 horas de vuelo "y ni siquiera saben volar, y ni hablar de combatir"

A mediados de 1917 (p 236) un informe del Royal Flying Corps asumía el siguiente "desgaste" de tripulaciones:

La esperanza de vida de un piloto de bombardeo nocturno o de biplaza de reconocimiento era de 4 meses; de los biplazas de caza y reconocimiento y los de bombardeo 3 meses y medio, y la de un piloto de caza, 2 meses y medio".


En la página 242 se observa que además de las deficiencias de los aeroplanos obsoletos, los pilotos de biplazas estaban tan mal adiestrados que no podían volar aviones de mejores prestaciones que los lentos y obsoletos, pero estables y dóciles, BE2 y RE8; y que volaban a sus objetivos y volvían a baja altura y en línea recta, a despecho de la antiaérea, porque no sabían hacer maniobras evasivas.


Por lo que respecta a los alemanes, Morrow (p. 367) observa como su fuerza aérea era proporcionalmente menor y estaban superados en número y más empeñados, su porcentaje de bajas era al menos igual que el de los franceses y quizás aún más elevado que el de los británicos, aunque inflingieron más pérdidas que las que sufrieron, para conlcuir que el sacrificio de los aviadores no fue inferior al de la infantería.

Los que peor lo tenían eran los aviadores austrohúngaros, por su inferioridad numérica y material.



En 1918 los pilotos alemanes empezaron a usar paracídas. Antes no se les permitía llevarlos por temor a que saltasen sin necesitarlo, algo que no estaba justificado en absoluto.

Eso es verdad pero es que perfeccionar el paracaídas fue un proceso largo y arduo, las pruebas británicas en enero de 1917 dictaminaron que los paracaídas disponibles eran demasiado voluminosos y pesados (20 kilos, lo que para los motores de aquel tiempo era una masa notable), y difíciles de operar. (p. 239)

Incluso cuando los alemanes empezaron a repartir el paracaídas Heinecke en Marzo de 1918, éste tenía un porcentaje de fallos tan elevado que sólo se empleaba como último recurso desesperado.
 
Última edición:
Ser aviador en esa epoca y la II guerra mundial era muy peligroso.Gran parte de las perdidas de aviones(y pilotos)eran por accidentes.Y en las fuerzas aereas sovieticas que tenian un programa de adiestramiento de pilotos express y aviones antiguos ,aun mas.
 
El adiestramiento en aquella época era paupérrimo... la aviación estaba muy verde. Había que tenerlos cuadrados para subirse a un cacharro de esos.
 
El adiestramiento en aquella época era paupérrimo... la aviación estaba muy verde. Había que tenerlos cuadrados para subirse a un cacharro de esos.
Si en español se tituló la película como "Aquéllos locos en sus locos cacharros" fue por algo.
 
A nadie sensato y menos con "parientes", le gusta la guerra.

Pero el "hombre es asín", contradictorio en virtudes y defectos y nada lo hará cambiar si no se le doma los suficiente... ¿Quién querría ser domado a perpetuidad -no él sino la sociedad completa en el futuro- para evitando la violencia vivir en un establo?.

Las guerras muestran nuestra peor cara... pero también suponen una catarsis; son como una liberación de energías funestas que una vez aliviadas traen de nuevo la paz. La única manera -incluida la doma- de evitar la guerra, es que el ser humano conservase una memoria "adquirida" de sus horrores, como si la hubiera vivido en primera persona. Pero de nada serviría sin que los "domadores" sufrieran la misma experiencia.

Hubo una época en la que el hombre se sobrepuso a su bestialidad imponiéndose un "estilo"; una elegancia en el morir. Hay que ser inteligente, equilibrado, serio, riguroso para morir admirablemente.

Nos gusta la elegancia en todas o alguna de sus manifestaciones. Uno quiere ser elegante y admira esa virtud en quien la posee a sus ojos. Es algo así como un pellizco de belleza; una obra de arte hecha persona...

Nadie quiere la guerra, ni su fin o la de los suyos... pero morir con elegancia y valor es algo que supera por sus aristas a esta roma cultura del pacifismo impuesto y de la cobardía existencial.

Igualados por abajo, languidecen el genio y la figura y en definitiva el "nuevo hombre" en su camisa de fuerza para que no haga daño... para que no se haga daño.

Hay miles de casos de lo contrario. A nadie sensato y con parientes deberían gustarle el juego o el alcohol, pero oiga, la gente es así, y las sensaciones que proporciona un combate, ¿qué las da?
 
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