A veces es estar en el lugar adecuado en el momento exacto. La hija de un amigo cercano se ha largado con un jovenlandés feo delincuente y con poca gracia. Y yo no entendía nada porque este tío es muy buena persona y se ha desvivido por la hija, le ha dado de todo, la ha educado bien (o eso parece). Y ahora últimamente he observado dinámicas del pasado que he visto pero en las que no había recapacitado. El tío es buena gente, pero el trato con las hijas es bastante indeseable. Las ridiculiza mucho, con tal de hacer reír, te ries de las tonterias y no te das cuenta de cómo eso las puede afectar. No les reconoce méritos y para colmo, el ser buenazo, hace que él lo haga todo. Me doy cuenta de que les ha hecho sentir bastante inútiles a las hijas, por hacerlo todo él y jovenlandesalmente las ha hundido con tanta gracieta. Lo peor es que el tío ni se ha dado cuenta y parece imposible hacérselo ver.
El jovenlandés este ha llegado en el momento preciso de rebeldía de la niña, la ha regalado un poco el oído y ahora la tiene comiendo de su mano.