Esto del cristianismo de izquierdas y la teología de la "liberacion" no son mas que ensaladillas (o empanadas) filosoficas hechas con ingredientes que no encajan porque ¿como se puede compaginar una ideología que lo explica todo por el materialismo, con otra que se basa en la trascendencia del ser humano mas allá de lo material?....son conceptos que no pegan ni con cola, pero muy útiles para convencer a la masa y atraerlos a la secta progre....cogen lo que les interesa del cristianismo y del Nuevo Testamento (el sermón de la montaña y la expulsión de los mercaderes del templo por ejemplo) le añaden una buena dosis de verborrea progre, lo agitan un poco vuelta y vuelta, y ya tienen su revoltillo de "cristianismo social" listo para consumir.
Eso por no hablar de lo incompatibles que son el determinismo marxista con el concepto cristiano del libre albedrío ("Al que oye mis palabras, y no las guarda yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. San Juan 12, 47-48)... por poner solo un ejemplo.
Tal y como yo lo veo, mediante el efecto del cristianismo en primer lugar con su multiplicidad de interpretaciones* (introducción del pecado original, la culpa, la obligación del amor irrestricto incluso a tus enemigos, etc.) y del marxismo cultural después (multiculturalismo, feminismo, "justicia social", derrumbe de fronteras, etc.) ya llovía sobre mojado, y han acabado por generar en nuestro entorno biogeográfico un tipo humano absolutamente maleable, un despojo humano que poca humanidad real tiene ya y que es el que conviene al régimen mundialista que está detrás del progresismo demoliberal.
Cierto que la irrupción del cristianismo en Europa fué fruto de ciertas circunstancias históricas determinadas, cuya adaptación a la mentalidad europea propició su perfeccionamiento. Unos verán mas lo malo, otros verán mas lo bueno, otros verán un fusión o un collage, ahí queda y forma parte de nuestra historia. Pero el auge de todas las formas de marxismo cultural desde hace unas décadas, sí está propiciado por los elementos plutocráticos que están muy interesados en este aborregamiento humano masivo para podernos explotar mejor y para evitar cualquier forma de disidencia verdadera.
El marxismo cultural en su versión progre (cristianismo 2.0) ha desempeñado mejor que nadie el papel de orate útil del mundialismo y del liberalismo económico. Ha servido para terminar de dinamitar cualquier tradición y cultura en la población, difundiendo entre la población un relativismo extremo para ponérselo así más fácil a la plutocracia mundialista.
Este relativismo extremo ha derivado en una nueva religión laica que tiene un pie en la doctrina social de la iglesia y el otro en la doctrina internacionalista liberal: el progresismo, con su catecismo y dogmas ("derechos humanos", filantropía, historia falsificada, farsa electoral), con sus rituales religiosos (elecciones "democráticas", adopción de un discurso determinado "políticamente correcto"), con sus pontífices (dirigentes de ONGs, políticos, periodistas), etc. La religión del régimen.
Esta religión no se considera a sí misma, ni se presenta a ojos de sus seguidores como una religión, pero lo es. El progresismo predica el establecimiento para toda la humanidad de una sociedad igualitaria, unida y fraternal disfrutando del progreso económico, y sus seguidores lo viven de forma religiosa. Es un paso más avanzado que el cristianismo en la visión lineal de la historia y el falso mito del crecimiento indefinido. Es la religión del tipo de borrego que se intenta imponer, con una jovenlandesal/ideología de siervos. La doctrina religiosa-mental del individuo dominado e igualado en la granja universal del mercado planetario, para optimizar el avance del régimen mundialista sin nada que estorbe, igual que los humanos mantenemos a los animales en las granjas igualados para optimizar y maximizar la producción de comida.
El progresismo es la religión para optimizar el funcionamiento del mercantilismo destruyendo el orden antiguo y sus respectivas identidades. Con patriotismos, con fronteras nacionales, con diversidad antropológica y cultural, con otras religiones, con una jovenlandesal apegada al orden natural no se podría optimizar la granja-mercado humano, óptima para el poder mundialista, aunque completamente artificial y antinatural.
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Joseph de Maistre dijo: "EI Evangelio fuera de la Iglesia es un veneno", y el padre Daniélou: "Si separamos el Evangelio de la Iglesia, pierde los estribos". Estas palabras cobran todo su sentido hoy, cuando la Iglesia parece querer dar por abolida su historia para volver a sus orígenes. A lo largo de dos milenios se habían implantado en el seno de la Iglesia unas estructuras de orden que, a la vez que la adaptaban a la mentalidad europea, permitían poner en forma, razonar, el mensaje evangélico. Suavizado el "veneno", los fieles se habían mitridatizado. Hoy, el neocristianismo quiere poner esos dos milenios entre paréntesis, para volver a las fuentes de una religión verdaderamente universal y dar mayor impacto a su mensaje. De modo que, si es cierto que vivimos el "fin" de la Iglesia (no, seguramente, el del Evangelio), ese fin adopta la forma del regreso a un comienzo. El Evangelio (la pastoral) se separa cada vez más de la Iglesia (la dogmática). Pero se trata de una simple repetición que intenta hacer volver a los católicos a las condiciones "revolucionarias" en y por las que fue creado el cristianismo primitivo. De ahí el interés de la ojeada histórica que, mostrándonos lo que ocurrió [respecto al mundo clásico], nos dice al mismo tiempo lo que nos espera. (Alain de Benoist)