Es increíble que los Saturnines y los Standards sigan repitiendo semejante propaganda comunistoide a estas alturas de la película.
Rusia era en 1914 la
cuarta potencia industrial del mundo, sólo superada por Alemania, el Reino Unido y los Estados Unidos. Desde 1885 crecía a una media del 3% anual, y de 1910 a 1914 crecía casi un
9% anual. La URSS, después de contemplar el mayor colapso productivo conocido en la Historia humana, ni la peste de color supera eso, debió el
95% de su capacidad industrial a tecnología y capitales occidentales, no a ningún ímpetu socialista. Como país atrasado, la URSS jamás exportó otra cosa que materias primas. Y armas para sus satélites, claro.
Y no sólo la Rusia zarista era industria: su esplendor agrícola era tal que sólo en 1913 exportaron 20 millones de toneladas de grano,
1/3 del mercado cerealero mundial, cifra jamás igualada por la URSS, ni siquiera durante el Holodomor (cuando dejaron a 8 millones de personas morir de hambre para vender el grano a Occidente y hacer caja). De hecho, lo habitual es que los soviéticos importaran grano para paliar el hambre estructural, de hecho era una de sus principales importaciones. Por algo las explotaciones privadas, el 3% de la tierra cultivable, producían un tercio del total.
El analfabetismo y la pobreza rural en la Rusia zarista tardía eran similares a los de España. Y no era esto el Congo ni hizo falta Robolución ninguna para que el país saliera adelante y seamos, a pesar de todos nuestros problemas, uno de los más ricos del mundo. Más ricos, desde luego, que la Rusia soviética y postsoviética. Y las mayores rémoras fueron, precisamente, los horrores de la República, la guerra y la postguerra.
Parece que según el rojerío patrio antes del comunismo en Rusia no lucía el sol ni la gente se reía...
Se ve que los rogelios estarían encantados de trabajar para que los señores nomenklaturistas vivieran de querida progenitora mientras ellos trabajaban tierras y fábricas que ni siquiera serían jamás suyas... :rolleye:
Y, por supuesto,
la Revolución Rusa no fue un movimiento de masas ni una revolución popular campesina, como parecen fantasear aquí algunos, y al igual que la francesa. Por eso la toma del Palacio de Invierno nada tuvo que ver con las icónicas imágenes de Eisenstein, sino que fue algo mucho más prosaico: un regimiento de guardia se sublevó y lo tomó sin demasiado ruido ni movimiento. La vida cotidiana no sufrió en aquel momento ninguna alteración.