progenitora mía, que no, de verdad. En el 75. Incluso mucho antes. Recuerdo de muy pequeña, dos o tres años, otro teléfono, pero era neցro y estaba en la pared. Enseguida vino el blanquito amarillento que estaba encima de las consolas de la entrada de los pisos. Pues no tenía mi progenitora su agendita repleta con todos los números de toda la familia, familia enorme, de su famila del pueblo, también. De sus amigas de Madrid, de cuando trabajaba en los cincuenta y sesenta antes de casarse, de familia más lejana. Números de teléfono de todo quisque. Y todo el mundo en el colegio tenía teléfono. Nos llamábamos las compañeras y amigas , quedábamos para los trabajos del cole. Y años atrás también. Y mi padre, de los clientes, teléfonos y teléfonos en su propia agendita. Que son los años 70, no los 40
No creo que censuraran apenas. Porque incluso antes de morir Franco, las canciones que cantábamos en el autocar al ir de excursión eran cosas como Fidel Fidel, al que asome la cabeza duro con él. Que no me las inventé, que me venían dadas y cantadas por no sé quién. Menudo miedo al Caudillo había, terrible.
Y los libros de texto estaban ya repodridos de consideraciones positivas de la Ilustración y la Rev Francesa. Las editoriales metían lo que les daba la gana, o sea masonadas.
Eso es lo que debió haber, censura con esas cosas. No lo de Fidel, qué más da, sino con la configuración mental de los alumnos, que nos tragamos las ideas más perniciosas y por eso tenemos la España que tenemos. Estaban formando votantes socialistas y peperos