¿Pero qué dices?
Cuando la carne está congelada se vuelve dura como piedra. Intenta cortar a hachazos unas costillitas de lechón congeladas y verás.
En segundo lugar, lo de los hachazos con el cadáver de un ladrón suena divertido e incluso poético, pero parece que nunca has cortado leña. Es cansado, haces mucho ruido, las astillas (no te digo ya trozos de huesos, sesos y médula espinal) salen volando varios metros a la redonda.
Lo que yo haría de vivir en un puñetero lodazal progre donde el hombre honrado que mata a un ladrón en defensa de su vida y su propiedad tiene que atravesar toda esta insensatez:
1. Ropa y efectos personales del muerto fuera. No conservarás nada y todo se quemará con fuego hasta reducirlos a cenizas. Puedes hacerlo con carbón y leña como en una barbacoa.
2. Con el cadáver fresco procederás a cortar brazos y piernas por las articulaciones. Hombro, codo, muñeca, dedos. Cadera, rodillas, tobillos. Es fácil, no cansa, y basta un sencillo cuchillo de carnicero son historias ni melodramas de hachazos.
3. El torso y la cabeza serán los más complicados y asquerosos. Yo arrojaría ambos o al menos la cabeza al mar en una área con poca resaca o con corrientes que vayan mar adentro. Otra solución es quemarlos y luego triturar los huesos restantes.
4. Para deshacerse de los brazos y piernas hay que reducirlos de tamaño. Yo usaría un cuchillo bien afilado para cortar los músculos y luego una sierra circular para los huesos. Luego al mar en trocitos.
5. Luego a limpiar todo con lejía. Esta desnaturaliza las proteínas de la sangre haciendo que sea imposible probar la existencia de ésta en un tribunal.