"Benditos gayses",De Prada se posiciona ante la Fiducia supplicans

Creo que se trata de dos temas diferentes.

O entendemos y aceptamos la Doctrina del Pecado y el Arrepentimiento y el Perdón, o si no la entendemos o no nos gusta, perfectamente nos podemos hacer de otra religión.

Pero una de las maravillas -dolorosas, pero maravillas al fin y al cabo- del cristianismo (y del propio judaísmo y del mismo Islam) es que te explican clarito clarito que somos un "espíritu", que nos enfrentamos a "pruebas" y que tenemos que SUPERARLAS.

Y como somos humanos, también se sabe que fallaremos una y mil veces... pero tiene que haber DIRECCION Y CONVICCION de la meta y el camino.

Salvo los más salvajes y primitivos, la Iglesia no tiene sino amor y acompañamiento para los gayses, pero así como algunos tienen que lidiar con el hecho de ser calvos, o rengos, o enfermos y esa es "su Cruz", aquellos que tienen la condición de gaysidad se enfrenta a la suya.

La Iglesia tiene que ser amable, gentil, compañera y progenitora de TODOS. Pero al mismo tiempo a TODOS tienes que marcarles el camino de salvación... o de lo contrario no es la Iglesia del Cristo sino un Club Social !!

Lo que se critica de esta Fiducia, es que en vez de MOSRAR EL CAMINO, lo que hace es poner al hombre y sus debilidades en el centro (la pareja irregular) y "subir al Espíritu Santo" lo que tengan de "bueno".

Pero si el camino ES AL REVES !! roto2

Cambia tu vida y sabemos que llevas una cruz pesadísima. Más caridad contigo (el gays) que con ningún otro. Acompañamiento y Amor... pero en el marco del CAMBIO DE VIDA, ARREPENTIMIENTO Y PERDON... no "felicitando" el error bendiciendo a la "pareja".

Y como dice Prada, salvo a los que ahora van a hacer proselitismo lgtb (que serán unos cuantos) en las parroquias con sus "bendiciones de pareja", en nada ayuda al cambio genuino ni al tratamiento eficaz del problema de la gaysidad y su dura Cruz, y por contra PONE EN PIE DE GUERRA a toda la feligresía.

Sin duda es una medida que de "ayuda" TIENE POCO, pero de CONFLICTO TIENE MUCHO !!

Y repito que me estoy refiriendo a este tema de la bendición de las "parejas" y no al acompañamiento, caridad y amor a los gayses, tarea que debe ser central en la Iglesia !!

¿Cómo haría usted, Nico? Tiene en su mano el ordenar la habitación e intentar que sus niños no estropeen aún más la cosa. ¿Cómo hace?

Niños naciendo ateos. Todos nacen ateos y luego se convierten por voluntad de Dios. Por voluntad de Dios y no suya, que solamente puede ordenar los muebles para que sus niños jueguen. ¿Cómo hacemos? Y me incluyo y nos incluímos muchos en la tarea, y manos a la obra.

¿Deja en manos de extraños la tarea de evangelizar utilizando para ello las herramientas que encuentre según su época? No. Sabemos que no lo haría.

El púlpito es suyo, Nico. Denos luz.

Las palabras de David a Jonatán, pienso, son, el modo más amable y humano de tratar esos temas. Este tipo de relaciones, como se vió en esa historia, es algo que se repite a lo largo del tiempo y en diferentes culturas. La ****o-cristiana lo trata en una forma, el Islam en otra, el budismo en otra, mucho más libre,ciertamente...

El mundo va a la deriva y tiene muchos timones, más timoneles aún, todos con grado de Almirante, y con poca experiencia porque el tiempo nunca alcanza.

He visto que de forma casi que generalizada, el hombre, de todas las culturas, olvida que vivimos una génesis común. Olvida que somos más parecidos que diferentes. ¿Será porque hay muchos timones?

¿Se podrá, algún día, aunque sea solo para probar, armar un nuevo buque que vaya en modo automático rumbo a un nuevo mundo?

Estoy con usted, Nico. No quiero gayses en la Iglesia. Y los que en el mundo están, son mis hermanos.
 
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IGLESIA UNIVERSAL

(Michel Janva/Le Salon beige)-Gaëtan Poisson, autor de L’gaysité au risque de la foi – Le témoignage d’un lgtb qui défend l’Église (La gaysidad a riesgo de la fe – El testimonio de un lgtb que defiende a la Iglesia), tras haber elegido la castidad ha sido testigo de la liberación de la hipersexualización impuesta por los LGBT. Ahora reacciona sobre la declaración Fiducia Supplicans:

[…] A la vista de las evoluciones sociales fulgurantes y de la situación cada vez más dolorosa en la que se encuentran la mayoría de los hogares modernos, podría plantearse una nueva cuestión: ¿deben los sacerdotes bendecir siempre, necesariamente, uniones y parejas, sea cual sea su situación vital (pareja de hecho, pareja abierta pero más o menos adicta, pareja heterosexual inmadura, pareja gays activa, pareja homosensible, etc.?) Ya puedo oír los gritos de indignación… Pero amigos, ¿no es esencial que cada sacerdote tenga en cuenta la materialidad del proyecto al que aspiran todas estas parejas? ¿Qué valor podría tener una bendición obligatoriamente automática? Se objetará que Fiducia Supplicans exige que los sacerdotes hagan un discernimiento adaptado a cada caso. Sabemos lo que ocurrirá en la práctica.

El nuevo arco iris de las mil y una situaciones maritales, concubinatos y asociaciones más o menos sentimentales, ¿exige que el sacerdote haga de caja registradora? Mi pobre conciencia me dice que no. Por supuesto, la Iglesia no puede, sin renegar de su santo ministerio, excluir de sus dones y protección al menor de nuestros hermanos, sea quien sea. Por otra parte, es curioso exigir, con la impaciencia de un cliente, la prestación de un servicio que necesariamente coincidiría con el estado de nuestra relación de pareja…



«Bendíganos, Padre, porque es la ley». La exigencia jovenlandesal está ahora firmemente anclada del lado de los tortolitos de todo plumaje, y ya no del lado del sacerdote, que se encuentra ahora aplastado entre dos instancias superiores: la exigencia común, última versión de la common decency… y la vigilancia de la Iglesia institucional, cuya misión es precisamente regular lo que debe regularse en materia de sentimientos religiosos.

Era de temer, y por supuesto ha sucedido muy rápidamente: en cuanto se hizo pública la nota del Vaticano, las asociaciones militantes salieron a la palestra para expresar su amargura en un tono de medias tintas: es cierto que este anuncio representa un cierto paso adelante, pero la doctrina sobre los gayses sigue estancada:

«Aunque este cambio es bienvenido, no tranquilizará a los católicos, a quienes se les recuerda constantemente su estado de pecado» (Tribuna colectiva, Le Monde, 28 de diciembre de 2023).

Se mire por donde se mire, parece que Fiducia Supplicans plantea interrogantes: la ayuda real que ofrece en favor de la consideración de la persona gays se ve inmediatamente cortada por la reacción polémica que genera: la decisión huele a agenda, a hueso que roer, a jesuitismo y a torpe arbitraje. Mientras que la bendición se ofrece indiscutiblemente a cualquier persona, hetero u homosensible, abrir la posibilidad de una bendición a las parejas «irregulares», precisamente para ayudarles a superar sus insuficiencias jovenlandesales, sería una contradicción extrema: casi se puede ver, siguiendo la filosofía del texto, como una bendición destinada al desligamiento carnal de la pareja que la solicita. Podría señalarse entonces una verdadera segregación contra los gayses, aunque el Vaticano quisiera, con esta declaración, demostrar lo contrario a los ojos del mundo.

Muchos católicos se preguntan ya: ¿por qué milagro ha cambiado la doctrina católica? Por mucho que el nuevo Prefecto para la Doctrina de la Fe asegure la continuidad doctrinal, lo cierto es que todos sus predecesores habían rechazado la posibilidad de bendecir a las parejas consideradas irregulares. Sin embargo, ha sido precisamente unos meses después de su nombramiento, el 1 de julio de 2023, cuando el arzobispo Víctor Manuel Fernández ha publicado este documento. En otras palabras, lo que el cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer nunca pudo hacer, el nuevo prefecto, monseñor Víctor Manuel Fernández, pudo realizarlo de repente: de ahí este extraño tufillo a milagro, que coincide providencialmente con la agenda política de Francisco. De ahí, finalmente, esta inquietante pregunta: ¿no habrá aquí un cierto arreglo ideológico en detrimento del bien de las almas? Dejemos este punto en suspenso, ya que difícilmente podríamos arrojar luz sobre él. Señalemos simplemente que ya es hora de que la Iglesia sea más independiente frente a las presiones reaccionarias o progresistas que se acumulan contra ella y en su seno. Seamos claros: la política del «todo a la vez» nunca será una teofanía. Por el contrario, el Evangelio siempre nos iluminará:

«Que tu palabra sea sí, sí, no, no; todo lo que se le añada viene del maligno». (Mat. 5:37)

Tengamos presente esta severa advertencia, sin caer en el vértigo paranoico. Las Escrituras nos recuerdan que no se debe jugar con las almas, sea cual sea el motivo o la buena intención. La Iglesia no tiene todos los poderes en esta tierra, y debe guardarse de cualquier tentación de arrogancia: cada persona, sea hetero u homosensible, es un reflejo de la imagen de Dios, y como tal es santa. Es así que puede bendecir a cada persona individualmente, o a las parejas según la tradición multisecular de la Biblia.



No nos engañemos: este texto permitirá a muchos prelados y sacerdotes tomarse las pequeñas libertades que ya se toman desde hace tiempo. Lo vimos con la apertura profética del Vaticano II, cuya recepción por el clero nacional estuvo plagada de excesos de interpretación muy perjudiciales. Guardando las proporciones, lo mismo ocurrirá con Fiducia Supplicans.

Terminaré con una pequeña anécdota personal: un día, durante una conferencia, un señor me preguntó si existía un lobby LGBT en el Vaticano. Reconozco que me quedé sorprendido, y recuerdo que respondí que no sabía nada al respecto, a pesar de que el propio Papa Benedicto XVI había mencionado la existencia de dicho lobby. Hoy, al reconsiderar este enigma, tengo que admitir que ya no estoy tan seguro de mi incertidumbre: es evidente que existen grupos de presión LGBT no sólo fuera, sino también dentro del Vaticano. El problema es que la agenda de estas personas da prioridad a los imperativos sociales en detrimento de la primacía espiritual. Sin embargo, es a esta primacía a la que la Iglesia debe remitirse siempre, sin por otro lado rechazar la infinita diversidad de sus hijos.

¿A alguien le interesa todavía la salvación de las almas?




 
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