Belle Gunness: una “amable” asesina en serie

pocayo

Madmaxista
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18 May 2007
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La mañana del 28 de abril de 1908 la granja de Belle Gunness comenzó a ser devorada por las llamas de un fuego intencionado. En ella se encontraban Belle, de 48 años, y sus tres hijos: Myrtle y Lucy, que eran adoptadas y tenían 11 y 9 años, respectivamente, y Phillip, de 5 años, que era su hijo biológico.

El peón agrícola Joe Maxson trató de salvar a la progenitora y a sus hijos, pero no los encontró ni respondieron a sus gritos. Dos vecinos, Clifford y Humphrey, acudieron a ayudarlo. Humphrey encontró una escalera cerca del granero y la colocó contra las paredes exteriores. Subió por ella y miró detenidamente en varias ventanas, pero no vio señales de vida. La puerta de entrada estaba cerrada y no podían abrirla. Los vecinos fueron acudiendo e intentando ayudar hasta que se hizo evidente que nadie podía permanecer con vida dentro de la bola de fuego en la que se había convertido el hogar de los Gunness.

Los vecinos de La Porte, Indiana, se compadecieron del triste final de la pobre viuda, una mujer de origen noruego que se había ganado el respeto de la comunidad por lo que creían frecuentes y fortuitas desgracias personales. Admiraban su fortaleza de espíritu, su amabilidad y su aspecto. Belle tenía el pelo rubio, unos bonitos ojos azules y, aunque le sobraba algo de peso (tenía 1.83 m. de altura y pesaba 91 kilos), su apretado corsé la proporcionaba una figura muy atractiva. Los hombres volvían la cabeza para observar a aquella mujer diferente a las demás que personificaba el glamour y el sex-appeal.

Los periódicos Herald y Argus cubrieron extensamente la noticia. Lo más asombroso era que el cadáver de Bella apareció sin cabeza. Para todo el mundo, el sherif Smutzer, los tribunales e incluso los pobladores, no había duda de que se trataba de un asesinato y que la víctima era la pobre viuda y sus pequeños hijos.

Sin embargo, la explicación de lo ocurrido no iba a ser tan sencilla. Belle Gunness encerraba muchos secretos: una terrible vida llena de los crímenes más despiadados. Como muchos otros orates, sabía mostrarse como una mujer amable y encantadora, alguien aparentemente inofensivo que, sin embargo, podía apiolar sin piedad y sin remordimientos a todos aquellos que se interpusieran en sus planes o que tuviesen algo que ella deseaba.

Bella Poulsdatter nació en 1859 en Trondhjeim, Noruega. Con 24 años decidió seguir los pasos de su hermana Anna, que vivía en Estados Unidos, y buscar una vida mejor embarcando hacia el Nuevo Mundo. En Chicago conoció a su primer marido, Mads Sorenson, un hombre conservador, deseoso de formar una familia. No pudieron concebir hijos de modo que decidieron adoptar tres niñas: Jennie, Myrtle y Lucy.

Los vecinos consideraban a los Sorenson una familia feliz. Belle era una mujer discreta y callada. Lo único llamativo es que tuvieron la mala suerte de que su casa y su pequeño negocio se quemasen, quedando milagrosamente sus residentes a salvo. La tienda, que sólo ocasionaba pérdidas, proporcionó una buena ganancia cuando se cobró el seguro.

En 1900 murió de repente Mads. El certificado de defunción determinó que el fallecimiento se había debido a un ataque al corazón. Belle cobró dos pólizas de seguro de vida, por la fin de Mads, de casi 8.000 dólares, una enorme suma en aquellos tiempos.

Belle se trasladó a La Porte, Indiana. Empleó el dinero del seguro en una granja. Se trataba de una casa de mala reputación que había caído en el abandono desde que su madame, Mattie Altie, falleciese. El edificio, de ladrillo rojo, tenía seis dormitorios y dos plantas de altura, con un huerto en un lado y un pantano y bosques, por el otro. Los vecinos acogieron muy bien a aquella mujer que tras*formó el odiado negocio en un confortable hogar para ella y sus hijas.

Al poco tiempo, Belle contrajo un nuevo matrimonio. Su marido, Peter Gunness, era alto y bien parecido. En el invierno de 1900, la hija de Belle, Jennie, oyó a su progenitora gritar. Corrió a su habitación, en el piso superior, y encontró a su padrastro Peter gravemente herido. Su progenitora, llorando y gritando, le comentó que el gran triturador de carne de hierro se había caído en la cabeza de Peter. Murió antes de la salida del sol.

Emil Greening, hijo de un vecino, comenzó a interesarse por Jennie, que se había convertido en una jovencita muy atractiva. De repente, la chica desapareció, sin despedirse de él. Belle le dijo que se fue a estudiar a la Universidad en San Francisco.

Después apareció en la vida de Belle un hombre llamado Ray Lamphere. Era un carpintero de 30 años que Belle decidió contratar para que le ayudase en la granja en la primavera de 1907. Fue a vivir a la granja y pronto se convirtió en su amante. Lamphere presumía ante sus amigos de que la había seducido y mostraba con orgullo los regalos que ella le había dado: el reloj, el chaleco, el sombrero de castor o las botas de cuero.

Sin embargo, en las Navidades de 1907, Belle apareció en La Porte con un nuevo hombre que, como la mayoría de las anteriores parejas, parecía surgir de la nada. Todos los vecinos, y sobre todo Lamphere, se soprendieron cuando se enteraron de que pensaban contraer matrimonio.

Los pobladores lo definían como “un gran sueco”. Se llamaba Andrew Helgelein, un hombre feliz, amable y simpático, que se detuvo en el banco de la ciudad para retirar la totalidad de sus fondos de otro banco en Dakota del Sur. Comentó a la cajera que él y Belle iban a casarse.

Esa noche, Belle ordenó a Ray Lamphere que abandonase la granja. Lamphere se marchó llenó de ira.

Una semana después, Helgelein había desaparecido. Belle lloró y se desahogó con sus vecinos diciéndoles que no sabía cuándo iba a aprender: “¿Qué hago mal para que todos estos hombres se aprovechen de mí?”. Lamphere se negó a volver y ayudarla en la granja.

Para ayudarla con la cosecha de primavera, Belle contrató a Joe Maxson. Parece que con este empleado no mantuvo relaciones sensuales. Cuando terminaba su trabajo, mucho después de la puesta del sol, Maxson disfrutaba de la acogedora sala de estar de Belle, leía el periódico y tocaba su violín. Con esta música entretenía a los niños de la viuda.

Hubo una época tranquila en la vida de Belle pero pronto el celoso amante Lamphere comenzó a amenazarla, lo que la obligó a denunciarlo. Fue detenido una y otra vez, pero Lamphere seguía acosándola a distancia.

El 27 de abril de 1908, Belle visitó un abogado para hacer su testamento. Le dijo al abogado que ella temía que Lamphere acabara con su vida y, en concreto, creía que podía una noche quemar su casa. Decidió dejar sus propiedades a sus hijos o, en caso de su fin, al orfanato Orphan’s Home. El abogado le indicó que ese no era el nombre oficial del orfanato y que necesitaba un día o dos para conseguir el verdadero nombre. Sin embargo, Belle le dijo con desesperación: “¡No hay tiempo para esperar!”. Con un suspiro, el abogado consintió hacer el testamento y colocó su nombre en la parte inferior del documento junto a la de Belle.

Tras el incendio, Ray Lamphere, que fue encontrado cerca de la granja, admitió que vio el fuego pero que no se había sentido obligado para advertir a nadie. Se convirtió en el principal sospechoso y fue detenido.

Durante el juicio empezaron a surgir muchas preguntas: ¿Por qué tantos pretendientes de Belle habían llegado a la ciudad y habían desaparecido dejando atrás sus pertenencias personales? ¿Dónde estaba Jennie, la hija? ¿Por qué en el colegio en el que se supone que había asistido en San Francisco no tenían constancia de ella? ¿Cómo no había aparecido para reclamar su herencia?

Para encontrar las respuestas se comenzó a excavar en los escombros de la granja. Los resultados fueron sorprendentes y terribles. Apareció una caja torácica humana; un brazo esquelético; un esqueleto completo, varios relojes de hombre… El sherif Al Smutzer intentó que no trascendieran estas noticias para que no se perturbase la paz y la tranquilidad de su ciudad y contrató a Joe Maxson y Daniel Hutson para que cavasen con discreción.

Sin embargo, todo el mundo estaba interesado en las excavaciones y resultaba imposible ocultar lo que estaba ocurriendo.

En mayo, el hermano de Andrew Helgelein, el “gran sueco” de Dakota del Sur, se presentó en la oficina del juez. Este hombre, llamado Asle Helgelein, había sabido que Andrew llegó a La Porte en enero de 1908 a retirar sus ahorros del Banco de Dakota del Sur “con Belle a su lado”. Cuando leyó en los periódicos el suceso de Belle Gunness decidió que debía investigar qué había ocurrido con su hermano

Explicó que su hermano Andrew contactó con Belle a través de la columna de El Skandinaven, donde las mujeres pagapensiones escribían para encontrar marido. En sus cartas, Belle se presentó como “una buena mujer noruega” que deseaba un fiel marido, amante y proveedor para ella y su familia. Su preocupación por la cuestión monetaria no ofrecía ninguna duda. Ella escribió en una de sus cartas que no enviase dinero en efectivo a través de un banco sino que llevase sus fondos cosidos en el interior de su ropa interior y que no comentase a nadie nada, “ni siquiera a su pariente más próximo. Que esto sea un secreto entre nosotros dos y nadie más. Probablemente habrá otros muchos más secretos, ¿no le parece?”

El sherif Smutzer creyó que Asle exageraba. Sin embargo, éste, enterado de que se estaba excavando en la granja y que habían aparecido relojes y otros objetos, quiso averiguar si alguno pertenecía a su hermano.

Asle se presentó a Joe Maxson y Daniel Hutson y se ofreció a ayudarlos a cavar. Fueron extrayendo botas, cajas de sarama y otros objetos, pero llegó un momento en que el olor se hizo extremadamente nauseabundo. De repente vieron un brazo humano y después los restos de lo que había sido una vez un hombre. Asle dijo: “Ese es mi hermano!”. El cuerpo se encontraba troceado. Se habían cortado las piernas, los brazos, la cabeza…

Antes de que terminase el día se desenterraron otros cuatro cuerpos: dos hombres y dos mujeres. De las dos mujeres, una era, obviamente, Jennie. La pobre chica no se fue a estudiar, como Belle había difundido, sino que fue asesinada por su progenitora.

Los habitantes de La Porte no podían creer que la amable Belle Gunness, de la que todos se compadecían, fuese una fría asesina. El sherif Smutzer ya no podía ocultar la verdad y la tranquila ciudad se convirtió, de la noche a la mañana, en un lugar repleto de medios de comunicación y de curiosos.

Pronto comenzó a asociarse a Belle la desaparición de hombres que habían contactado con ella. Por ejemplo, Ole Budsberg, que, acompañado de Belle, sacó del banco 1.800 dólares, el 26 de abril de 1907. Después, nadie volvió a verlo.

Un vecino de Belle recordó que un tal Henry Gurholt trabajaba para Belle en la granja en la primavera de 1905 y que en agosto la viuda le pidió ayuda porque Henry la había abandonado para ir con un comerciante de caballos.

Los cuerpos de estos dos desaparecidos se encontraron en la granja y otros muchos más. Todos los cadáveres se encontraban desmembrados. Aparecieron también los zapatos de una mujer y un bolso, que debieron pertenecer a la mujer no identificada que se descubrió anteriormente. Resultó especialmente duro el descubrimiento de los restos mortales de un niño de corta edad.

Comenzó a cuestionarse que los dos maridos de Belle muriesen de forma natural. Un médico llamado J. B. Miller de Chicago afirmó que Mads mostró todas las señales de envenenamiento por estricnina. Sin embargo, los superiores de Miller quisieron ahorrarle a la viuda un dolor innecesario, ya que era un caso perdido, y, después de todo, se trataba de un hombre que estaba sometido a un tratamiento para una enfermedad del corazón. Sin embargo, el Dr. Miller pensó que, en aquel momento, no se tuvo en cuenta las dos pólizas de seguros que beneficiaban a su mujer. También le resultó sospecho que Belle, que se mostró muy llorosa y afligida, estuviera absolutamente en contra de realizar la autopsia a su marido.

Tampoco se investigó la fin de su segundo marido, Peter Gunness. A pesar de que resultaba inexplicable la forma en la que el triturador de carne se cayó sobre su cabeza, en la audiencia, Belle representó su papel de mártir y todos la creyeron. El sheriff no estaba satisfecho y preguntó a la hija, Jennie acerca de cómo era la relación entre su progenitora y su padrastro. Sus respuestas indicaban que era más probable el asesinato que la fin accidental. Sin embargo, ésta fue la que finalmente se sostuvo. Una vez más, Belle salía indemne de sus crímenes.

Incluso la pequeña Myrtle, sólo una semana antes de que la familia muriese en el incendio, susurró a una compañera del colegio que su papá había muerto porque su mamá le había golpeado en la cabeza, y añadió: “No se lo digas a un alma”.

Pero, después del incendio, en mayo de 1908, los secretos de Belle comenzaron a desvelarse. No obstante, había muchas cuestiones que no era fácil resolver.

Ray Lamphere fue, sin duda el cabeza de turco del proceso. Había sido un amante celoso, que la intimidó y amanazó. Pero la defensa de Lamphere se basaba en que hasta que no se demostrara que la mujer sin cabeza era Belle, podía plantearse como algo creíble que esta mujer sin escrúpulos matara a sus hijos, dejase el cuerpo de otra en su lugar, cortándole la cabeza para que no pudiera identificarse, y escapara de allí.

La cabeza no apareció. Sin embargo, el dentista de Gunness, Ira Norton, ofreció una valiosa información. Dijo que si encontrasen entre los escombros la dentadura postiza de Belle él podía identificarla. Le había hecho, el otoño pasado, un juego de seis dientes de porcelana apoyados en oro.

El domingo, 12 de mayo, localizaron la dentadura de Belle. Se creyó que este hallazgo demostraba la fin de la mujer (aunque, realmente, pudo ella dejarla intencionadamente allí) y, el 22 de mayo, el jurado de acusación procesó a Ray Lamphere de incendio intencionado y de asesinato de la familia Gunness.

Sin embargo, muchos creían que Belle seguía viva. Entre ellos se encontraba Joe Maxson, su último peón agrícola. Maxson le comentó a su hermana que estaba seguro de la noche del incendio Belle entró en su dormitorio. La encontró de pie, al lado de su cama, mirándolo. Él se incorporó alarmado y ella le dijo: “Sólo quería ver si usted estaba dormido”. Ella salió silenciosamente de su cuarto pero, a pesar de estar casi dormido, le pareció ver un martillo ocultado en los pliegues de su falda. Parece que Maxson escapó de la fin por muy poco.

El abogado defensor de Ray Lamphere fue Wirt Worden, la acusación estuvo representada por Ralph Smith.

Worden demostró que Belle el sábado por la tarde antes del incendio fue vista conduciendo su coche con una extraña mujer, no tan robusta como la viuda. La descripción de esta misteriosa mujer apoyaba el testimonio del forense, el Doctor Gray, que, durante la autopsia, estimó que la víctima decapitada había pesado, antes del encogimiento de fuego, unos 36 kilos menos que la noruega.

La defensa también se apoyó en el testimonio de un vecino que vio el 9 de julio a Belle con un hombre. Belle tenía un sombrero amplio, con un velo neցro que le llegaba hasta la barbilla y un velo blanco sobre éste. Cuando vieron que este vecino había reparado en ellos, escaparon de él. También las hijas del testigo vieron a la pareja. Cuando Belle vio que los observaban, volvió la cabeza. Sin duda, este hombre podía ser un cómplice de la viuda, que ella quería ocultar de la vista de los curiosos.

Worden, a través de sus testigos y de su brillante defensa, logró convencer a los miembros del jurado de que existían dudas razonables acerca de la culpabilidad de Lamphere respecto de los crímenes. Sólo fue declarado “culpable de incendio intencionado”. El abogado consiguió que en lugar de la horca fuese condenado a prisión.

Para Worden, Belle se asustó cuando tuvo noticias del hermano de Helgelein, que iba a visitarla para preguntar por Andrew. Durante la tarde antes del asesinato, Belle compró una cantidad grande de queroseno y el contenedor que ella tenía fue encontrado en el sótano y no en el lugar habitual donde ella lo guardaba. También el método empleado para acabar con la vida de sus tres hijos y de la mujer decapitada era el que Belle solía emplear. Se encontraron restos de estricnina en los estómagos de, al menos, tres de los cuerpos quemados en el fuego. Worden demostró que no sólo ella tenía un motivo para asesinar sino que siguió su método acostumbrado. Por otra parte, no había ninguna indicación de que Belle tuviera un carácter suicida.

Ray Lamphere fue condenado a 5.000 dólares de multa y a prisión (de 2 a 21 años) en la guandoca estatal de Michigan. Pero, su permanencia allí fue breve. Contrajo tuberculosis y murió un año más tarde, el 30 de diciembre de 1909. Falleció, ictérico, débil y obsesionado con Belle Gunness. También Ray fue una víctima de la viuda.

Harry Myers, su compañero de celda, comentó que Ray repetía el nombre de Belle a diario y que estaba seguro de que había escapado. Le dijo que ella tenía una cicatriz grande sobre su muslo izquierdo pero que aquel cuerpo que fue quemado no la tenía. Además afirmó que conocía a Belle y que sabía que no había muerto.

Belle se convirtió en una leyenda durante décadas y muchos afirmaron haberla visto en diferentes ciudades como San Francisco, Chicago, Nueva York o Los Ángeles. En algunas fuentes consultadas se sostiene que finalmente llegó a demostrarse que el cuerpo calcinado y decapitado pertenecía a Belle. Otras, sin embargo, mantienen que no existen pruebas concluyentes para afirmarlo.

En 1931 una anciana, conocida como Esther Carlson, fue detenida en Los Ángeles por envenenar a un hombre para conseguir su dinero. Dos personas que conocían a Belle sostuvieron que se trataba sin duda de ella, pero existieron dudas acerca de la veracidad de esas identificaciones. Esther Carlson murió esperando que se celebrase el juicio.

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