madmax
Madmaxista
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Es muy probable que termine el año 2009 sin que se haya conmemorado el centenario de un evento de gran importancia en la historia y que figura como causa destacada de la Gran Crisis Financiera de este siglo. Este evento fue la llamada “Legislación de Curso Legal” de 1909. Los billetes de banco tanto de la Banque de France como del Reichsbank de Alemania, se convirtieron en moneda de curso legal, primero en Francia y poco después también en la Alemania Imperial. El resto del mundo siguió este ejemplo. De esta forma es como se pudieron eliminar todos los obstáculos para poder comenzar a financiar la inminente GM-I mediante créditos, y pasar a la consiguiente monetización de la deuda mediante billetes de banco.
El efecto imprevisto resultante fue que se vinieron al traste todos los esfuerzos diplomáticos por evitar la guerra y el gran derramamiento de sangre y destrucción de la propiedad que esta trajo consigo. En ambos países, los dos futuros contendientes que favorecían la guerra se anotaron una gran victoria, mientras que la causa de la paz sufrió una derrota decisiva.
Quiero que entiendan que he dicho “la llamada legislación de curso legal” porque en este contexto “curso legal” es una distorsión viciada del sentido original de las palabras. No había nada coercitivo en el curso legal anteriormente a 1909. Los billetes de banco circulaban como dinero, pero su aceptación era entermente voluntaria. La gente tenía un derecho discrecional para cambiar este tipo de billetes por moneda del reino, es decir por oro. Si un banco no podía entregar moneda de oro a cambio de un billete entonces entraba automáticamente en quiebra técnica y tenía que atenerse a las consecuencias.
En su sentido original, el término curso legal se refería sencillamente a un estándar de tolerancia aplicable al natural desgaste de las monedas de oro. Las que estaban dentro del estándar circulaban por sí mismas, es decir su valor se establecía por descarte, lo que era una gran conveniencia. Otras circulaban por peso: cada una de las monedas tenía que ser pesada, lo que era un gran inconveniente. No había ninguna coacción establecida sobre esta discriminación popular de las monedas. Las respectivas Casas de la Moneda cambiaban las piezas de oro dentro del estándar de tolerancia a cambio de monedas recién acuñadas, sin cargo para el portador (1). El gobierno absorbía la pérdida y la cubría con cargo a los fondos generales de ingresos. Este coste era del mismo tipo que mantener el buen estado de las carreteras del país. En este sentido, no sólo no había coacción alguna en las leyes de curso legal, sino que además el gobierno estaba proporcionando un servicio público sin cobrar nada por el mismo. Ese era el significado de la expresión curso legal con anterioridad a 1909.
Nótese el cambio sutil en su significado a partir de las nuevas leyes de curso legal de 1909. Lo que era conveniente para el público se sustituyó por una coacción contra el público. Los dos gobiernos con la mayor capacidad bélica del mundo terminaron introduciendo la coacción para forzar a sus súbditos que aceptaran y usaran la deuda como dinero. Esto constituyó un acto nunca visto antes en la historia. Los gobiernos estaban obligando a los militares y a los empleados del estado a recibir promesas sobre papel como último pago por los servicios prestados.
Desde luego, el uso de la frase “curso legal” entendida de esta forma es un oxímoron. Una promesa de pago que es al mismo tiempo un último pago no puede ser una promesa. Mas bien es un decreto con fuerza de ley. Este fue un paso de carácter reaccionario, que se emprendió con el objetivo de facilitar un aumento ilimitado de la moneda en circulación, sin tomar en cuenta la reserva de oro. Así es como se permitió la financiación vía crédito de la guerra que se avecinaba, cuya mayor parte estaba libre de intereses y sin fecha de vencimiento. De esta forma se impuso la carga de la guerra sobre la población sin su consentimiento.
La medida se presentó como un simple cambio, conveniente por razones de eficiencia. No hubo nunca un debate público sobre sus consecuencias. De hecho en aquellos momentos nadie podía adivinar las siniestras consecuencias que iban a llegar an breve. Nadie sospechaba de la mala fe por parte del gobierno. De hecho, y como prueba de buena fe, se permitió que el oro continuara circulando durante otros cinco años más. Los bancos entregaban monedas de oro sin el mayor problema. No se produjo un incremento significativo en la acumulación de las monedas de oro por parte del público, señal inequívoca de que la población albergaba una confianza implícita en su gobierno. Cuando la guerra estalló finalmente en 1914, los “cañones de agosto” anunciaron el efecto demorado de las nuevas leyes de curso legal. De repente, se retiraron todas las monedas de oro de la circulación y los bancos rehusaros entregar oro a cambio de los billetes. Todos los representantes del gobierno, incluídos los diputados socialistas, votaron sin demora a favor de los créditos de guerra que solicitba el gobierno.
El primer escritor que desenmascaró la conexión entre las Leyes de Curso Legal de 1909 y el repentino comienzo de la guerra fue el economista alemán Heinrich Ritterhausen (1898-1984), cinco años más tarde en 1914. También pronosticó la Gran Depresión y mostró la relación existente entre la enorme ola de desempleo sin precedentes y estas nuevas Leyes de Curso Legal, que es lo que voy a explicar con más detalle más adelante un poco más abajo.
Sólo podemos especular sobre el distinto camino que podría haber tomado la historia. ¿Se habría terminado en breve la matanza insensata de la GM-I y la gran destrucción de la propiedad tan pronto como los gobiernos implicados hubiesen agotado el oro necesario para financiarla si no se hubiesen promulgado las Leyes de Curso Legal? La mayor parte de los observadores contemporáneos piensan que así habría sido. No hay forma de financiar un conflicto de esa magnitud mediante impuestos. La gente nunca llegó a entender que ese nuevo curso legal era una forma sutil e invisible de impuesto, que sirvió para pagar el mayor conflicto bélico nunca conocido hasta ese momento. No llegaron a comprender el poder que el crédito concedía a los gobiernos para gastar su sangre y sus ahorros con total impunidad, sin limitaciones. La gente no llegó a percibir que era Moloch quien estaba detrás de toda la de derechasda del Curso Legal, un dios que se estaba preparando para devorar a sus propios hijos.
* * *
Sin embargo, las leyes de curso legal tuvieron otra nefasta consecuencia que no se llegó a reconocer en aquel momento. Anteriormente a 1909, el comercio mundial se estaba financiando por medio de letras de cambio [real bills o bills of exchange] giradas desde Londres. Una letra de cambio era papel comercial con vencimiento a corto plazo, pagadero en moneda de oro a su vencimiento. Representaba un tipo de crédito autoliquidable que servía para financiar la aparición de la nueva mercancía demandada con mayor urgencia por los consumidores en los mercados. Como su creación estaba limitada a la cantidad de nueva mercancía en camino hacia el mercado, no era inflacionaria.
El crédito era liquidado por la moneda de oro entregada por el consumidor final de la mercancía subyacente. Una letra de cambio la podríamos entender como un crédito que está en “proceso de madurar en monedas de oro” a una fecha próxima. Como medio de cambio, esta tipo de letras era lo que seguía en calidad a la moneda de oro. Su posesión estava virtualmente libre de riesgo, pues la mercancía subyacente tenía un mercado bien dispuesto para su adquisición en cuanto llegara a su destino.
Está claro que las letras de cambio son incompatibles con las Leyes de Curso Legal. Pues no tiene ningún sentido sugerir que se puede lograr que las letras de cambio maduren en billetes de curso legal. El hecho es que el billete de banco es inferior a la letra de cambio en casi todos los aspectos. En primer lugar, las letras de cambio son un activo que produce unos ingresos. Esto se debe a la existencia de un descuento que se aplica al valor nominal de la letra de cambio cuando ésta se compra y se vende antes de su vencimiento. La letra de cambio es lo más líquido. Sólo la moneda de oro tiene mayor liquidez. Las letras de cambio son el mayor activo que puede poseer un banco comercial.
Pero lo que entrga la supremacía económica a las letras de cambio es el hecho de que, en conjunto, constituyen el fondo de empleo de la sociedad. Sólamente las letras de cambio posibilitan la producción y distribución de bienes en el momento presente que no se van a pagar hasta más tarde. Hasta tres meses más tarde, por decirlo exactamente. Sin embargo, en el ínterin los trabajadores empleados en la producción tendrán que recibir sus salarios devengados semanalmente. Efectivamente, estos trabajadores tendrán que comer y satisfacer sus necesidades para poder continuar en sus esfuerzos productivos. Así que los salarios, en definitiva, no se terminan pagando con los ahorros de los capitalistas. Se financian mediante compensación [clearing]. Es decir, mediante la concesión espontanea de privilegios monetarios temporales, que es lo que son precisamente las letras de cambio. Una forma de hacer circular el dinero antes de su vencimiento y de la llegada de las mercancías.
Una destrucción no deseada de la Legislación de Curso Legal fue la destrucción de este fondo salarial, mediante el que se podía pagar a los trabajadores antes de la misma venta de los bienes. Las Leyes de Curso Legal cargan con la responsabilidad directa del horrible desempleo que existió durante la Gran Depresión, tal y como apuntó en su momento Ritterhausen. Mientras permanezce intacto el fondo salarial, no puede haber desempleo. Todos los que ansían ganar un salario pueden participar en la producción o distribución de algunos bienes demandados urgentemente por los consumidores y obtener una compensación de este fondo inmediatamente, aún antes de que se venda el producto.
La destrucción del fondo salarial que permitían las letras de cambio echó abajo todo esto. Los trabajadores ya no podían recibir la merecida compensación por su trabajo aplicado a la producción de la mercancía a menos que estuviese lista para venderse de inmediato (2). La destrucción de este fondo salarial no fue inmediatamente perceptible en 1909. El alistamiento militar forzoso y la producción del material bélico absorbió la mano de obra que quedaba ociosa y estaba disponible para engrasar la maquinaria bélica. De hecho, durante la guerra escaseó la mano de obra por la enorme expansión de la producción de municiones. El desempleo no golpeó a la sociedad hasta que no cesaron las hostilidades.
Si las potencias vencedoras hubiesen repudiado las Leyes de Curso Legal una vez concluida la guerra y se hubiese rehabilitado el mercado de las letras de cambio, se habría restablecido ese fondo salarial y la Gran Depresión nunca habría ocurrido. Pero los vencedores no tenían ningún interés en un comercio mundial multilateral. Su única intención era castigar con saña a los vencidos mediante el comercio bilateral, excluyendo de la circulación las letras de cambio. Era de esta forma como deseaban controlar el comercio de los que habían sido sus adversarios en la GM-I. Por este motivo ese fondo salarial nuca llegó a resurgir de nuevo, de forma que no había liquidez para pagar a los trabajadores. El resultado fue el mayor desempleo nunca visto en la historia. Los gobiernos se vieron obligados a responsabilizarse de los desempleados por medio de sistemas de dádivas. Este sistema destructivo de empleo sigue vigente. Y aunque es una afrenta a la gente que quiere trabajar, permanece desconocido en su causa fundamental: la ausencia de la circulación de las letras de cambio.
* * *
Las Leyes de Curso Legal nunca se han revocado porque representan un alianza perversa (por no decir una conjura) entre la banca y el gobierno. Los gobiernos han llegado a gozar de un poder adicional, que es el que le confiere unas pretensiones falsas (3). Y los bancos recibieron con gusto este soborno. La lealtad de la banca pasó de estar depositada en sus clientes, a estarlo en el gobierno. Pues este le consintió el privilegio legal de crear depósitos bancarios sin la necesidad de una reserva de oro, como era el caso antes de 1909. Así que los bancos estuvieron siempre bien dispuestos a comprar cuanta deuda pública se emitiera y que fuera imposible de colocar en el mercado de bonos. “Tú me rascas mi espalda y yo te rasco la tuya”. Esta conjura sigue adelante bajo un nuevo “contrato social”, en el que el soborno y el chantaje han terminado sustituyendo a la cooperación voluntaria.
Se ha podido comprar el silencio del mundo académico y de los medios (y fundamentalmente la lealtad de la profesión académica) gracias al afán de los bancos centrales por patrocinar la investigación: “el que paga al músico escoge el programa”. Todos los autores bien dispuestos a cantar las loas del dienero imposible de canjear por nada recibieron siempre buenos emolumentos y gran fama. Los autores que criticaron al dinero fiduciario fueron marginados. La mayoría de los economistas y los escritores sobre economía de hoy en día son meros escribanos a sueldo que venden su pluma al gobierno y a los bancos centrales. Se está vistiendo como investigación la simple propaganda (4).
Las matemáticas han sido prostituídas como nunca antes en la historia de lo que es la reina de las ciencias. Ensayos de investigación sobre economía y teoría monetaria se encuentran salpicados de ecuaciones diferenciales de aspecto formidable, pero que están vacías de todo significado. Simplemente son presentadas como si fueran el Santo Grial de la coherencia. Los gestos estudiados y malabarismos de los economistas de nuestros días se parecen a los del sacerdocio del antiguo Egipto. En efecto, en virtud de sus conocimientos de astronomía (conocimientos que por supuesto no se compartían con el público en general) podían predecir los eclipses solares y otros tipos de eventos celestiales. Mantenían a su audiencia en estado de admiración y a la gente temerosa de sus facultades en apariencia sobrenaturales. La diferencia hoy en día es esta: mientras que los egipcios eran profesionales que contaban con los últimos conocimientos científicos de su tiempo, los economistas acreditados de hoy en día son unos vulgares charlatanes, regocijados en la gloria personal que se les concede. Cuando al mismo tiempo han sido incapaces de predecir el colapso financiero que padecemos aunque lo han tenido realmente delante de sus propias narices. Esto es lo que ha demostrado su ineptitud manifiesta durante todo el 2007. Pero para colmo de males, son incapaces de reconocer sus propios errores. Son una verdadera maldición sobre el cuerpo político de la nación y una auténtica lacra sobre la profesión económica. En estos mismos momentos están dirigiendo a todo el mundo hacia un desatre económico y monetario sin precedentes.
* * *
Nuestra crisis financiera actual es la culminación de una tragedia que se nos ha colado desde la coacción en el campo monetario. La salida de la crisis y el camino para evitar otra Gran Depresión sólo puede llegar por la vía de la restauración de la la libertad en el ámbito monetario: mediante una hábil revocación de las monedas de curso legal. Es completamente necesario restaurar el patrón oro junto con el sistema de compensación que lo acompañaba: el mercado de las letras de cambio. La naturaleza de monopolio que ostenta la deuda pública emitida por el gobierno en el mercado de bonos tiene que eliminarse mediante la reintroducción de la competencia que hará el oro a las promesas gubernamentales. Deben recuperar sus derechos los tenedores de bonos que no queden satisfechos con las tasas de interés que ofrecen los cupones y que arbitrariamente se adjuntan a los bonos del gobierno. Este derecho es el de reclocar sus ahorros en monedas de oro, igual que se hacía antes de 1909. De esta forma, podrán obligar a los gobiernos a pagar tasas de interés competitivas para poder atraer a los ahorros de los particulares. Debe cesar toda coacción en el campo monetario. Debe respetarse la dignidad del individuo. Tiene que descartarse esa actitud colectivista de los gobiernos, en favor de una actitud que favorezca al individuo, una actitud que restaure la libertad y la libre iniciativa del ser humano.
Un siglo no es mas que un momento pasajero en toda la historia de la humanidad. Los últimos 100 años deben contemplarse como un episodio reaccionario en nuestra civilización, un experimento descabellado de moneda no canjeable por nada. El experimento ha fallado completamente, igual que todos los experimentos similares del pasado. A menos que cese de inmediato, sumirá a la especie humana en un estado de miseria sin precedentes. Está literalmente amenazada la supervivencia de nuestra civilización y también amenazado todo nuestro sistema de valores.
La libertad en el ámbito monetario nos traerá la paz y la prosperidad.
Persistir en la coacción monetaria es el camino hacia la guerra y la miseria (5).
Notas.-
(1) Nota del Tran******or. De ahí que los billetes levaran impresa una leyenda que decía “se entregará al portador a su demanda la suma de …”. Es decir, los billetes en circulación no eran otra cosa mas que certificados de depósito sobre una cantidad determinada de un metal precioso, sea oro o plata. Con respecto a esto se puede ver la nota nº 2 del artículo ¿Puede quebrar un banco central?.
(2) Nota del Tran******or: La crisis actual guarda mucha relación con este fenómeno que explica Fekete. Los bancos, al mismo tiempo que permitían descontar papel a las empresas, estaban financiando proyectos inmobiliarios que han resultado insolventes. Al venirse abajo la banca, se ha venido también abajo y de forma indirecta la financiación de todas las empresas (inmobiliarias o o no), por la cancelación repentina de las líneas de descuento de papel comercial. Es decir, las empresas no puden financiarse la adquisión de los materiales más el vencimiento de los cobros, en no pocos casos superiores a 120 días. Es evidente que estas líneas de descuento se deberían haber realizado con sistemas independientes al negocio bancario. Por otro lado, es importante considerar que debe haber alguien que compense o asegure el pago al vencimiento. Eso lo han estado realizando empresas como Crédito y Caución mientras la economía ha funcionado con un grado elevado de solvencia. Cuando no está siendo así, este tipo de empresas ya no pueden responder y se cancelan las compensaciones o seguros, paralizándose en consecuencia toda la actividad mercantil. Esto quiere decir que el gobierno, vigilante como debe estar por el menor crecimiento posible del desempleo durante la crisis, debería haber pasado a rescatar antes a este tipo de empresas de compensación que a la propia banca. Por otro lado, debería haber destinado de alguna forma dinero a las administraciones públicas para que saldaran la deuda contraída con las pymes y que estas no terminaran destruyendo tanto empleo. Pero ya sabemos que nuestro presidente es quien maneja en última instancia el timón en la crisis, y de economía sabe muy poquito. Se guía por su nefasta intuición, una ideología izquierdista y retrógrada en defensa de la memoria de su abuelo y, por supuesto, los consejos del lobby bancario encabezado por Botín.
(3) Nota del Tra******or: Esta es la deuda emitida por el gobierno y respaldada por la futura recaudación fiscal.
(4) Nota del Tran******or: el caso más grave es que aún son más el número de econmistas que siguen defendiendo el mainstream por simple ignorancia. Por no mencionar el caso de la izquierda y el socialismo, que siguen una especie de ideología paleta del tipo: un obrero no puede ser capitalista. Los primeros por ignorantes y los segundos por cazurros. Los primeros destinados a un público con cierta cultura y formación, los segundos abanderando la defensa de la clase obrera como distintivo y dirigiendo su mensaje a la gente con menos cultura o nivel de formación económica. Ambos, unos y otros, les hacen el juego a la alianza gobierno-banca porque ocultan inconscientemente con humo el trasfondo real del problema.
(5) Nota del Traductor, Hugo Salinas Price: El profesor Fekete nos ha dado esta breve explicación adicional al uso de las letras de cambio:
El exportador redacta su letra de cambio a 90 días neto por el valor facturado del embarque y se le presenta al distribuidor en el extranjero o a su agente local. Este firma la letra de cambio bajo el texto Acepto y se devuelve al exportador. De esta forma, la letra de cambio, con el reconocimiento del embarque y los documentos del seguro anexados, se ha vuelto como dinero en efectivo hasta por el valor inscrito en ella (menos un descuento por el tiempo que ha de trascurrir hasta el vencimiento de su plazo a 90 días). Este documento se podrá usar de forma inmediata para pagar sueldos mediante descuento en el banco local. Desde luego (y en la práctica), el esportador tendrá otras letras de cambio pendientes de vencimiento, pudiéndose quedar con ellas para ahorrarse el descuento. Y con mucha más razón se quedará en posesión de su letra de cambio si la tasa de descuento ha subido mientras tanto. O, en el caso de mercancías de temporada, si su producción va a entrar en una época de ventas reducidas.
La traducción de este artículo de Fekete ha sido realizada por Hugo Salinas Price en esta entrada de su web plata.com.mx. El artículo original es del Profesor Antal Fekete, disponible en este enlace.
He corregido simplemente los giros gramaticales de algunas expresiones para hacerlas más afines al lenguaje de España y también algunos conceptos, especialmente en la primera mitad del artículo.
El artículo se corresponde a un discurso pronunciado por Antal E. Fekete con ocasión de una cena a beneficio del “Ficino School” en Auckland, Nueva Zelanda, el 28 de octubre de 2009. Fekete es profesor de Moneda y Banca en el San Francisco School of Economics.
Fuente: Antal Fekete: Un aniversario olvidado, cien años de dinero de curso legal RSSNEWS – Economía, energía y geopolítica
El efecto imprevisto resultante fue que se vinieron al traste todos los esfuerzos diplomáticos por evitar la guerra y el gran derramamiento de sangre y destrucción de la propiedad que esta trajo consigo. En ambos países, los dos futuros contendientes que favorecían la guerra se anotaron una gran victoria, mientras que la causa de la paz sufrió una derrota decisiva.
Quiero que entiendan que he dicho “la llamada legislación de curso legal” porque en este contexto “curso legal” es una distorsión viciada del sentido original de las palabras. No había nada coercitivo en el curso legal anteriormente a 1909. Los billetes de banco circulaban como dinero, pero su aceptación era entermente voluntaria. La gente tenía un derecho discrecional para cambiar este tipo de billetes por moneda del reino, es decir por oro. Si un banco no podía entregar moneda de oro a cambio de un billete entonces entraba automáticamente en quiebra técnica y tenía que atenerse a las consecuencias.
En su sentido original, el término curso legal se refería sencillamente a un estándar de tolerancia aplicable al natural desgaste de las monedas de oro. Las que estaban dentro del estándar circulaban por sí mismas, es decir su valor se establecía por descarte, lo que era una gran conveniencia. Otras circulaban por peso: cada una de las monedas tenía que ser pesada, lo que era un gran inconveniente. No había ninguna coacción establecida sobre esta discriminación popular de las monedas. Las respectivas Casas de la Moneda cambiaban las piezas de oro dentro del estándar de tolerancia a cambio de monedas recién acuñadas, sin cargo para el portador (1). El gobierno absorbía la pérdida y la cubría con cargo a los fondos generales de ingresos. Este coste era del mismo tipo que mantener el buen estado de las carreteras del país. En este sentido, no sólo no había coacción alguna en las leyes de curso legal, sino que además el gobierno estaba proporcionando un servicio público sin cobrar nada por el mismo. Ese era el significado de la expresión curso legal con anterioridad a 1909.
Nótese el cambio sutil en su significado a partir de las nuevas leyes de curso legal de 1909. Lo que era conveniente para el público se sustituyó por una coacción contra el público. Los dos gobiernos con la mayor capacidad bélica del mundo terminaron introduciendo la coacción para forzar a sus súbditos que aceptaran y usaran la deuda como dinero. Esto constituyó un acto nunca visto antes en la historia. Los gobiernos estaban obligando a los militares y a los empleados del estado a recibir promesas sobre papel como último pago por los servicios prestados.
Desde luego, el uso de la frase “curso legal” entendida de esta forma es un oxímoron. Una promesa de pago que es al mismo tiempo un último pago no puede ser una promesa. Mas bien es un decreto con fuerza de ley. Este fue un paso de carácter reaccionario, que se emprendió con el objetivo de facilitar un aumento ilimitado de la moneda en circulación, sin tomar en cuenta la reserva de oro. Así es como se permitió la financiación vía crédito de la guerra que se avecinaba, cuya mayor parte estaba libre de intereses y sin fecha de vencimiento. De esta forma se impuso la carga de la guerra sobre la población sin su consentimiento.
La medida se presentó como un simple cambio, conveniente por razones de eficiencia. No hubo nunca un debate público sobre sus consecuencias. De hecho en aquellos momentos nadie podía adivinar las siniestras consecuencias que iban a llegar an breve. Nadie sospechaba de la mala fe por parte del gobierno. De hecho, y como prueba de buena fe, se permitió que el oro continuara circulando durante otros cinco años más. Los bancos entregaban monedas de oro sin el mayor problema. No se produjo un incremento significativo en la acumulación de las monedas de oro por parte del público, señal inequívoca de que la población albergaba una confianza implícita en su gobierno. Cuando la guerra estalló finalmente en 1914, los “cañones de agosto” anunciaron el efecto demorado de las nuevas leyes de curso legal. De repente, se retiraron todas las monedas de oro de la circulación y los bancos rehusaros entregar oro a cambio de los billetes. Todos los representantes del gobierno, incluídos los diputados socialistas, votaron sin demora a favor de los créditos de guerra que solicitba el gobierno.
El primer escritor que desenmascaró la conexión entre las Leyes de Curso Legal de 1909 y el repentino comienzo de la guerra fue el economista alemán Heinrich Ritterhausen (1898-1984), cinco años más tarde en 1914. También pronosticó la Gran Depresión y mostró la relación existente entre la enorme ola de desempleo sin precedentes y estas nuevas Leyes de Curso Legal, que es lo que voy a explicar con más detalle más adelante un poco más abajo.
Sólo podemos especular sobre el distinto camino que podría haber tomado la historia. ¿Se habría terminado en breve la matanza insensata de la GM-I y la gran destrucción de la propiedad tan pronto como los gobiernos implicados hubiesen agotado el oro necesario para financiarla si no se hubiesen promulgado las Leyes de Curso Legal? La mayor parte de los observadores contemporáneos piensan que así habría sido. No hay forma de financiar un conflicto de esa magnitud mediante impuestos. La gente nunca llegó a entender que ese nuevo curso legal era una forma sutil e invisible de impuesto, que sirvió para pagar el mayor conflicto bélico nunca conocido hasta ese momento. No llegaron a comprender el poder que el crédito concedía a los gobiernos para gastar su sangre y sus ahorros con total impunidad, sin limitaciones. La gente no llegó a percibir que era Moloch quien estaba detrás de toda la de derechasda del Curso Legal, un dios que se estaba preparando para devorar a sus propios hijos.
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Sin embargo, las leyes de curso legal tuvieron otra nefasta consecuencia que no se llegó a reconocer en aquel momento. Anteriormente a 1909, el comercio mundial se estaba financiando por medio de letras de cambio [real bills o bills of exchange] giradas desde Londres. Una letra de cambio era papel comercial con vencimiento a corto plazo, pagadero en moneda de oro a su vencimiento. Representaba un tipo de crédito autoliquidable que servía para financiar la aparición de la nueva mercancía demandada con mayor urgencia por los consumidores en los mercados. Como su creación estaba limitada a la cantidad de nueva mercancía en camino hacia el mercado, no era inflacionaria.
El crédito era liquidado por la moneda de oro entregada por el consumidor final de la mercancía subyacente. Una letra de cambio la podríamos entender como un crédito que está en “proceso de madurar en monedas de oro” a una fecha próxima. Como medio de cambio, esta tipo de letras era lo que seguía en calidad a la moneda de oro. Su posesión estava virtualmente libre de riesgo, pues la mercancía subyacente tenía un mercado bien dispuesto para su adquisición en cuanto llegara a su destino.
Está claro que las letras de cambio son incompatibles con las Leyes de Curso Legal. Pues no tiene ningún sentido sugerir que se puede lograr que las letras de cambio maduren en billetes de curso legal. El hecho es que el billete de banco es inferior a la letra de cambio en casi todos los aspectos. En primer lugar, las letras de cambio son un activo que produce unos ingresos. Esto se debe a la existencia de un descuento que se aplica al valor nominal de la letra de cambio cuando ésta se compra y se vende antes de su vencimiento. La letra de cambio es lo más líquido. Sólo la moneda de oro tiene mayor liquidez. Las letras de cambio son el mayor activo que puede poseer un banco comercial.
Pero lo que entrga la supremacía económica a las letras de cambio es el hecho de que, en conjunto, constituyen el fondo de empleo de la sociedad. Sólamente las letras de cambio posibilitan la producción y distribución de bienes en el momento presente que no se van a pagar hasta más tarde. Hasta tres meses más tarde, por decirlo exactamente. Sin embargo, en el ínterin los trabajadores empleados en la producción tendrán que recibir sus salarios devengados semanalmente. Efectivamente, estos trabajadores tendrán que comer y satisfacer sus necesidades para poder continuar en sus esfuerzos productivos. Así que los salarios, en definitiva, no se terminan pagando con los ahorros de los capitalistas. Se financian mediante compensación [clearing]. Es decir, mediante la concesión espontanea de privilegios monetarios temporales, que es lo que son precisamente las letras de cambio. Una forma de hacer circular el dinero antes de su vencimiento y de la llegada de las mercancías.
Una destrucción no deseada de la Legislación de Curso Legal fue la destrucción de este fondo salarial, mediante el que se podía pagar a los trabajadores antes de la misma venta de los bienes. Las Leyes de Curso Legal cargan con la responsabilidad directa del horrible desempleo que existió durante la Gran Depresión, tal y como apuntó en su momento Ritterhausen. Mientras permanezce intacto el fondo salarial, no puede haber desempleo. Todos los que ansían ganar un salario pueden participar en la producción o distribución de algunos bienes demandados urgentemente por los consumidores y obtener una compensación de este fondo inmediatamente, aún antes de que se venda el producto.
La destrucción del fondo salarial que permitían las letras de cambio echó abajo todo esto. Los trabajadores ya no podían recibir la merecida compensación por su trabajo aplicado a la producción de la mercancía a menos que estuviese lista para venderse de inmediato (2). La destrucción de este fondo salarial no fue inmediatamente perceptible en 1909. El alistamiento militar forzoso y la producción del material bélico absorbió la mano de obra que quedaba ociosa y estaba disponible para engrasar la maquinaria bélica. De hecho, durante la guerra escaseó la mano de obra por la enorme expansión de la producción de municiones. El desempleo no golpeó a la sociedad hasta que no cesaron las hostilidades.
Si las potencias vencedoras hubiesen repudiado las Leyes de Curso Legal una vez concluida la guerra y se hubiese rehabilitado el mercado de las letras de cambio, se habría restablecido ese fondo salarial y la Gran Depresión nunca habría ocurrido. Pero los vencedores no tenían ningún interés en un comercio mundial multilateral. Su única intención era castigar con saña a los vencidos mediante el comercio bilateral, excluyendo de la circulación las letras de cambio. Era de esta forma como deseaban controlar el comercio de los que habían sido sus adversarios en la GM-I. Por este motivo ese fondo salarial nuca llegó a resurgir de nuevo, de forma que no había liquidez para pagar a los trabajadores. El resultado fue el mayor desempleo nunca visto en la historia. Los gobiernos se vieron obligados a responsabilizarse de los desempleados por medio de sistemas de dádivas. Este sistema destructivo de empleo sigue vigente. Y aunque es una afrenta a la gente que quiere trabajar, permanece desconocido en su causa fundamental: la ausencia de la circulación de las letras de cambio.
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Las Leyes de Curso Legal nunca se han revocado porque representan un alianza perversa (por no decir una conjura) entre la banca y el gobierno. Los gobiernos han llegado a gozar de un poder adicional, que es el que le confiere unas pretensiones falsas (3). Y los bancos recibieron con gusto este soborno. La lealtad de la banca pasó de estar depositada en sus clientes, a estarlo en el gobierno. Pues este le consintió el privilegio legal de crear depósitos bancarios sin la necesidad de una reserva de oro, como era el caso antes de 1909. Así que los bancos estuvieron siempre bien dispuestos a comprar cuanta deuda pública se emitiera y que fuera imposible de colocar en el mercado de bonos. “Tú me rascas mi espalda y yo te rasco la tuya”. Esta conjura sigue adelante bajo un nuevo “contrato social”, en el que el soborno y el chantaje han terminado sustituyendo a la cooperación voluntaria.
Se ha podido comprar el silencio del mundo académico y de los medios (y fundamentalmente la lealtad de la profesión académica) gracias al afán de los bancos centrales por patrocinar la investigación: “el que paga al músico escoge el programa”. Todos los autores bien dispuestos a cantar las loas del dienero imposible de canjear por nada recibieron siempre buenos emolumentos y gran fama. Los autores que criticaron al dinero fiduciario fueron marginados. La mayoría de los economistas y los escritores sobre economía de hoy en día son meros escribanos a sueldo que venden su pluma al gobierno y a los bancos centrales. Se está vistiendo como investigación la simple propaganda (4).
Las matemáticas han sido prostituídas como nunca antes en la historia de lo que es la reina de las ciencias. Ensayos de investigación sobre economía y teoría monetaria se encuentran salpicados de ecuaciones diferenciales de aspecto formidable, pero que están vacías de todo significado. Simplemente son presentadas como si fueran el Santo Grial de la coherencia. Los gestos estudiados y malabarismos de los economistas de nuestros días se parecen a los del sacerdocio del antiguo Egipto. En efecto, en virtud de sus conocimientos de astronomía (conocimientos que por supuesto no se compartían con el público en general) podían predecir los eclipses solares y otros tipos de eventos celestiales. Mantenían a su audiencia en estado de admiración y a la gente temerosa de sus facultades en apariencia sobrenaturales. La diferencia hoy en día es esta: mientras que los egipcios eran profesionales que contaban con los últimos conocimientos científicos de su tiempo, los economistas acreditados de hoy en día son unos vulgares charlatanes, regocijados en la gloria personal que se les concede. Cuando al mismo tiempo han sido incapaces de predecir el colapso financiero que padecemos aunque lo han tenido realmente delante de sus propias narices. Esto es lo que ha demostrado su ineptitud manifiesta durante todo el 2007. Pero para colmo de males, son incapaces de reconocer sus propios errores. Son una verdadera maldición sobre el cuerpo político de la nación y una auténtica lacra sobre la profesión económica. En estos mismos momentos están dirigiendo a todo el mundo hacia un desatre económico y monetario sin precedentes.
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Nuestra crisis financiera actual es la culminación de una tragedia que se nos ha colado desde la coacción en el campo monetario. La salida de la crisis y el camino para evitar otra Gran Depresión sólo puede llegar por la vía de la restauración de la la libertad en el ámbito monetario: mediante una hábil revocación de las monedas de curso legal. Es completamente necesario restaurar el patrón oro junto con el sistema de compensación que lo acompañaba: el mercado de las letras de cambio. La naturaleza de monopolio que ostenta la deuda pública emitida por el gobierno en el mercado de bonos tiene que eliminarse mediante la reintroducción de la competencia que hará el oro a las promesas gubernamentales. Deben recuperar sus derechos los tenedores de bonos que no queden satisfechos con las tasas de interés que ofrecen los cupones y que arbitrariamente se adjuntan a los bonos del gobierno. Este derecho es el de reclocar sus ahorros en monedas de oro, igual que se hacía antes de 1909. De esta forma, podrán obligar a los gobiernos a pagar tasas de interés competitivas para poder atraer a los ahorros de los particulares. Debe cesar toda coacción en el campo monetario. Debe respetarse la dignidad del individuo. Tiene que descartarse esa actitud colectivista de los gobiernos, en favor de una actitud que favorezca al individuo, una actitud que restaure la libertad y la libre iniciativa del ser humano.
Un siglo no es mas que un momento pasajero en toda la historia de la humanidad. Los últimos 100 años deben contemplarse como un episodio reaccionario en nuestra civilización, un experimento descabellado de moneda no canjeable por nada. El experimento ha fallado completamente, igual que todos los experimentos similares del pasado. A menos que cese de inmediato, sumirá a la especie humana en un estado de miseria sin precedentes. Está literalmente amenazada la supervivencia de nuestra civilización y también amenazado todo nuestro sistema de valores.
La libertad en el ámbito monetario nos traerá la paz y la prosperidad.
Persistir en la coacción monetaria es el camino hacia la guerra y la miseria (5).
Notas.-
(1) Nota del Tran******or. De ahí que los billetes levaran impresa una leyenda que decía “se entregará al portador a su demanda la suma de …”. Es decir, los billetes en circulación no eran otra cosa mas que certificados de depósito sobre una cantidad determinada de un metal precioso, sea oro o plata. Con respecto a esto se puede ver la nota nº 2 del artículo ¿Puede quebrar un banco central?.
(2) Nota del Tran******or: La crisis actual guarda mucha relación con este fenómeno que explica Fekete. Los bancos, al mismo tiempo que permitían descontar papel a las empresas, estaban financiando proyectos inmobiliarios que han resultado insolventes. Al venirse abajo la banca, se ha venido también abajo y de forma indirecta la financiación de todas las empresas (inmobiliarias o o no), por la cancelación repentina de las líneas de descuento de papel comercial. Es decir, las empresas no puden financiarse la adquisión de los materiales más el vencimiento de los cobros, en no pocos casos superiores a 120 días. Es evidente que estas líneas de descuento se deberían haber realizado con sistemas independientes al negocio bancario. Por otro lado, es importante considerar que debe haber alguien que compense o asegure el pago al vencimiento. Eso lo han estado realizando empresas como Crédito y Caución mientras la economía ha funcionado con un grado elevado de solvencia. Cuando no está siendo así, este tipo de empresas ya no pueden responder y se cancelan las compensaciones o seguros, paralizándose en consecuencia toda la actividad mercantil. Esto quiere decir que el gobierno, vigilante como debe estar por el menor crecimiento posible del desempleo durante la crisis, debería haber pasado a rescatar antes a este tipo de empresas de compensación que a la propia banca. Por otro lado, debería haber destinado de alguna forma dinero a las administraciones públicas para que saldaran la deuda contraída con las pymes y que estas no terminaran destruyendo tanto empleo. Pero ya sabemos que nuestro presidente es quien maneja en última instancia el timón en la crisis, y de economía sabe muy poquito. Se guía por su nefasta intuición, una ideología izquierdista y retrógrada en defensa de la memoria de su abuelo y, por supuesto, los consejos del lobby bancario encabezado por Botín.
(3) Nota del Tra******or: Esta es la deuda emitida por el gobierno y respaldada por la futura recaudación fiscal.
(4) Nota del Tran******or: el caso más grave es que aún son más el número de econmistas que siguen defendiendo el mainstream por simple ignorancia. Por no mencionar el caso de la izquierda y el socialismo, que siguen una especie de ideología paleta del tipo: un obrero no puede ser capitalista. Los primeros por ignorantes y los segundos por cazurros. Los primeros destinados a un público con cierta cultura y formación, los segundos abanderando la defensa de la clase obrera como distintivo y dirigiendo su mensaje a la gente con menos cultura o nivel de formación económica. Ambos, unos y otros, les hacen el juego a la alianza gobierno-banca porque ocultan inconscientemente con humo el trasfondo real del problema.
(5) Nota del Traductor, Hugo Salinas Price: El profesor Fekete nos ha dado esta breve explicación adicional al uso de las letras de cambio:
El exportador redacta su letra de cambio a 90 días neto por el valor facturado del embarque y se le presenta al distribuidor en el extranjero o a su agente local. Este firma la letra de cambio bajo el texto Acepto y se devuelve al exportador. De esta forma, la letra de cambio, con el reconocimiento del embarque y los documentos del seguro anexados, se ha vuelto como dinero en efectivo hasta por el valor inscrito en ella (menos un descuento por el tiempo que ha de trascurrir hasta el vencimiento de su plazo a 90 días). Este documento se podrá usar de forma inmediata para pagar sueldos mediante descuento en el banco local. Desde luego (y en la práctica), el esportador tendrá otras letras de cambio pendientes de vencimiento, pudiéndose quedar con ellas para ahorrarse el descuento. Y con mucha más razón se quedará en posesión de su letra de cambio si la tasa de descuento ha subido mientras tanto. O, en el caso de mercancías de temporada, si su producción va a entrar en una época de ventas reducidas.
La traducción de este artículo de Fekete ha sido realizada por Hugo Salinas Price en esta entrada de su web plata.com.mx. El artículo original es del Profesor Antal Fekete, disponible en este enlace.
He corregido simplemente los giros gramaticales de algunas expresiones para hacerlas más afines al lenguaje de España y también algunos conceptos, especialmente en la primera mitad del artículo.
El artículo se corresponde a un discurso pronunciado por Antal E. Fekete con ocasión de una cena a beneficio del “Ficino School” en Auckland, Nueva Zelanda, el 28 de octubre de 2009. Fekete es profesor de Moneda y Banca en el San Francisco School of Economics.
Fuente: Antal Fekete: Un aniversario olvidado, cien años de dinero de curso legal RSSNEWS – Economía, energía y geopolítica