Tal y como se ha pretendido hasta hoy hacer creer, la "Revolución Francesa" no fue una revolución, y muchísimo menos se la puede llamar “francesa”.
Una aseveración tan recta y tajante como esta merece una explicación preliminar. Empecemos por la etimología de la palabra "revolución": la palabra revolución no significa otra cosa que "re-volver", "re-evolución"; "volver a establecer un orden anterior", "volver a evolucionar desde un orden pasado exitoso". Esto está lejos del esquema que se tienen muchos montado en la cabeza sobre lo que es una revolución, pero así es, la realidad es tozuda como ella sola. El concepto de "revolución" que tiene la mayoría de destruir un orden y de "progreso" no es más que una subversión, y esto es lo que fueron la mal llamada Revolución Francesa, la "Revolución «rusa»", etc.; pues no me cansaré de repetir que "revolución" es simplemente volver al orden anterior, y de ahí progresar adecuadamente y restaurar a su correcta armonía y jerarquía las instituciones degeneradas por el progr€$o antinatural y contra toda ley de la Naturaleza y jerarquía. Por otro lado, continuaremos con eso de "francesa": no se puede llamar "francesa" a esa subversión (se llamara de aquí en adelante subversión y no revolución) simplemente porque no fue iniciada por el pueblo francés y mucho menos desde Francia y de manera "espontánea". Ésta fue impulsada desde los círculos dirigentes de la masonería inglesa (Inglaterra era una potencia pujante en el Siglo XVIII, sobre todo después de la Revolución industrial; pero estaba Francia también, que además de haber ayudado a las colonias americanas a emanciparse —igual que hizo España, que prestó ayuda a los colonos americanos—, era otra potencia emergente y extremadamente pujante en Europa, por lo que Gran Bretaña tenía que quitársela de en medio como fuese para asegurarse el puesto de primera potencia y prevalecer sobre Francia) en colaboración con ciertos alicaídos franceses (nobles y cercanos a la familia real francesa resentidos porque Luis XVI quiso hacer extensivo el pago de impuestos a la nobleza y al clero). (De este apartado podremos concluir si tenemos mentes mínimamente lúcidas e imaginativas que mejor que "Revolución Francesa", le viene que ni pintado el nombre de "Subversión Inglesa", ¿o no?).
Aquí empieza a formarse el caldo de cultivo de la “revolución”. Agentes de Felipe de Orleans empezaron a decir a todos los campesinos franceses (que no pasaban hambre alguna en absoluto; vivían medianamente bien) que en la Bastilla estaban empezando a liberar a criminales y a peligrosos delincuentes que no tardarían en arrasar con sus campos y sus mujeres. Los campesinos, temiéndose lo peor, empezaron a reclamar armas a todas las autoridades locales y militares para ejercer la legítima defensa de lo suyo.
Los campesinos no tardaron en darse cuenta de lo que realmente estaba pasando y no escatimaron en reconquistar y reestablecer el antiguo orden en sus respectivas provincias (Occitania, Bretaña, etc.), pero dejaron París… Este reducto sería el nido de ratas de donde los “intelectuales” y “revolucionarios” sacaron a toda la guano necesaria para cumplir sus temerarias y enfermizas pretensiones.