ALEMANIA nancy: La esencia de su derrota

mig15

Madmaxista
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Hace tiempo que deseaba introducir este resumido, excelente y magistral análisis de los entresijos palaciegos del III Reich. La cosecha pertenece al –probablemente- mejor foro de historia militar en lengua castellana: “El Gran Capitán”

Foro de Historia Militar el Gran Capitán

Dados los tiempos convulsos que nos ha tocado lidiar, cierta y valiosa parte de la juventud autóctona de los países europeos se sienten atraídos por un magnetismo nacionalista sin contornos definidos, que a falta de otros referentes suelen incidir en un nacionalsocialismo en blanco y neցro, de “Nodo”, de enaltecidos y “trasnochados” valores de otra época. Es por ello la necesidad de encarar esos nobles deseos con la realidad –fruta realidad-
La realidad es que –independientemente- de las nobles y originales motivaciones de un movimiento en concreto, la cosa se desvirtúa, se corrompe…hiede. Somos humanos.

¿Hace falta rememorar la Revolución Francesa y sus “logros” para la plebe? ¿Qué logros? A pesar de los cambios, la clase baja permaneció pobre y aquejada por el desempleo y la falta de recursos. Sólo cambiaron unos amos por otros. Cuando había que desangrarse…se hacía igual con Luis XVI que con Napoleón. Los “señoritos” nunca perdían brazos ni piernas; ni con uno ni con otro.

“Historia de una Revolución” 1989: recomendable versión del hecho histórico.




La “revolución” nacionalsocialista –que se quedó a medias (La noche de los cuchillos largos) sólo pergeñó un trazo de la verdadera mutación, innovación, renovación…que añora el alma humana…y que nunca conseguirá. Porque los revolucionarios de hoy son los plácidos dictadores del mañana.

“Rubio como Hitler, guapo como Himmler, esbelto como Goering, atlético como Goebbels”…parece un chiste propagandístico del enemigo, sin más.
Pero sí hay más: esa nueva aristocracia se creía por encima de su propio pueblo, a los que consideraba como una herramienta desechable para conseguir sus insignes designios para la Historia. Permitieron que masacraran a su pueblo sólo para conseguir unos pocos días más de vida, cuando la partida estaba hecha. Esas pobres almas no comprendían –en su privilegiado aislamiento- que los plebeyos alemanes, adultos y niños, querían vivir, comer, casarse, tener hijos, llevar una vida normal…tras seis años de guerra brutal...No les entraba esa prosaica concepción en sus mentes egoístas wagnerianas.

Los que estamos familiarizados con hechos y testimonios de este período histórico desde muy diversas fuentes, no tenemos más que coincidir en tan magnífico resumen. Lo que se inició como una epopeya se tras*mutó en una trágica mediocridad.

A veces, un rasgo del conjunto sirve para ponderar el mismo:



En fin, mi aportación tiene el valor de corregir el magnífico texto original, que está plagado de errores ortográficos y de toda índole, facilitando su comprensión sin empañar el placer de su lectura.

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Foro de Historia Militar el Gran Capitán


Re: LA GUERRA TOTAL
por maquisard el Dom 17 May 2015 16:44

La camarilla del FÜHRER

Los jerarcas más próximos a Hitler constituyeron una auténtica corte de los milagros. Aduladores que idolatraban al líder, enfrentados entre sí sólo por alcanzar mayores cotas de poder, la mayoría demostró muy escasa efectividad política.
En la imaginación popular, la dictadura hitleriana aparece como una maquinaria implacable de gobierno dirigida por hombres fríos y eficaces. Sin embargo , la realidad resulta muy distinta porque al observar con detenimiento a los miembros de la jerarquía nancy , podemos comprobar que Alemania fue lanzada al abismo por un puñado de mezquinos y fatuos , que dedicaron sus mejores esfuerzos a apuñalarse entre ellos mientras el mundo se desintegraba a su alrededor.

La batalla diaria por permanecer lo más cerca posible del "jefe"

La derrota germana se debe en parte a esa circunstancia, ya que la lucha por el poder impidió que Alemania movilizara sus recursos para ganar la guerra. Esta absurda situación se generó por la propia idiosincrasia del régimen, que gravitaba en torno a la incontestable autoridad de Adolf Hitler. La Alemania nancy carecía de contrapesos al poder de su líder; el Parlamento era una simple sala de aclamaciones, el poder judicial actuaba a capricho del gobierno. Y el ejército - único poder ajeno al nacionalsocialismo- prestó voluntariamente juramento de lealtad exclusiva a Hitler. La única legitimidad real emanaba así de la sagrada persona del Führer

¿Cómo ejercía Hitler su autoridad?

El dictador unía a su complejo mesiánico una desconfianza que rayaba la paranoia.
Debido a ello, era reacio a delegar su autoridad de forma efectiva y procuraba mantener la última palabra sobre cualquier asunto que le importara. Incluso iba más allá de la última palabra: una decisión tomada en firme un lunes podía verse cambiada el martes, según variara el estado de ánimo.

Además, sus hábitos laborales eran erráticos y sentía una enorme pereza ante el papeleo, confiando en la intuición repentina antes que en el trabajo constante y detallado. Reconocía y apoyaba la valía de hombres brillantes, sobre todo si sabían moverse fuera de los canales establecidos, pero no llegaba a darles libertad de acción, quizás temiendo que le hicieran sombra. En cambio, mantenía una lealtad casi perruna hacia sus viejos camaradas de Partido, ciego ante las pruebas de torpeza y podredumbre. Esto favoreció que a su alrededor brotara una camarilla de incondicionales y aduladores que fue acaparando los resortes del poder.

El gabinete de Hitler se hizo redundante ya que el Führer puenteaba a los ministros, encargando las tareas que le parecían urgentes a sus favoritos, saltándoselos a su vez para abiertamente desautarizarlos. La burocracia se duplicó al coexistir la administración con el gobierno de facto del Partido Nacionalsocialista. El propio Partido fue descabezado en 1934 y los jefes regionales (gauleiter), se lanzaron a un tren de vida sibarítico, dejando de lado la política. El poder quedó entonces en manos de los que tenían acceso a Hitler por su cargo, por capricho o por puro azar. Conscientes o no, el Führer convirtió la cúpula del poder en una arena en la que todos luchaban por su bendición.

La guerra dejó fuera de juego a los que no intervenían directamente en ella , como Rudolf Hess , secretario del Partido , o el ministro de exteriores Joachin von Ribbentrop , cuyo cargo , a pesar de haber conseguido firmar un pacto con la URSS, se hizo irrelevante al comenzar el conflicto . El hombre mejor situado era Hermann Göring, el orondo jefe de la Luftwaffe, sucesor de Hitler y director económico de Alemania, que organizaba los presupuestos al margen del ministro de Economía, Walther Funk. Pero el mariscal era un hedonista holgazán y pronto se convirtió en una caricatura de sí mismo,

El que se va al extranjero pierde su cuota de influencia

Por el contrario, Joseph Goebbels, ministro de Propaganda, era un conspirador nato y centro sus miras en adueñarse del poder civil, ocupándose del Frente Doméstico. Sin embargo, sus intentos de acaparar la autoridad se vieron cortados por Martin Bormann, secretario personal de Hitler y alma gris del régimen. En 1941, Rudolf Hess voló a Inglaterra tratando de firmar una paz que le ayudaría a recuperar su influencia, pero cayó prisionero y el resto de corifeos corrió a repartirse sus prebendas. Martin Bormann -su asistente - se quedó lo más valioso, la agenda de Hitler. Como su secretario, organizaba sus horarios de trabajo y -lo más importante- sus citas. Quién no estaba a la vista de Hitler no existía y Bormann decidía quién veía. El secretario fue aislando al líder del mundo convirtiéndose en su enlace con el exterior. Eso le dio un poder desmesurado, no sólo abría la puerta del despacho, sino que tras las visitas influía sutilmente sobre Hitler, consiguiendo muchas veces cambiar sus decisiones o introducir en su agenda los temas que más le interesaban.

Algunos privilegiados, para desesperación de Bormann, tenían acceso directo a Hitler sin contar con su persona. El más peligroso era Albert Speer, arquitecto del Führer, que fue nombrado ministro de Armamento y Municiones en 1942. La amenaza era mayor, porque Speer, a diferencia de otros jerarcas nazis, era un trabajador brillante y dinámico. Hitler le dio su plena confianza y el superministro se lanzó a la tarea de ganar la guerra. Hasta ese momento, la economía militar era casi anecdótica: los alemanes vivían en una especie de primavera perpetua, alimentada por el saqueo de Europa y millones de trabajadores esclavos. Se tiraba el dinero a manos llenas en festejos, ocio, construcciones monumentales, importaciones de lujo...como si no hubiera una guerra en marcha. Speer quiso racionalizar las cosas unificando las ramas de la economía en sus manos. En unos meses, logró llevar la producción de armamento a cotas increíbles, pero ni siquiera él estaba a salvo.

Bormann dirigió a los gauleiter contra el advenedizo y el ministro encontró innumerables palos en las ruedas. Las empresas que se veían amenazadas multiplicaron sus donaciones voluntarias al Partido y éste se aseguró de proteger sus fuentes de ingresos. Se rechazó el cierre de las peluquerías y las empresas de cosméticos porque bajaría la jovenlandesal del pueblo, continuó la producción de artículos de lujo con la excusa de preservar las economías regionales y prosiguieron además las obras monumentales para evitar que el prestigio del régimen decayera
El reparto de la mano de obra también se convirtió en un campo de batalla , ya que los trabajadores alemanes dependían del Frente del Trabajo , dirigido por Robert Ley; y los extranjeros , del gauleiter Fritz Sauckel, ambos aliados de Bormann. La asignación de presupuestos dependía de Göring, que también se sentía amenazado por Speer. Y por si fuera poco, Himmler, ministro de Interior, dirigía una economía paralela: bienes saqueados, mano de obra esclava de los campos de concentración y un imperio empresarial que sólo rendía cuentas ante las SS.

Hitler se negó a dar poder a Speer sobre Himmler y protegió la autoridad de Göring, pese a saber que su rellenito amigo era un lastre para la guerra. Tan sólo Goebbels hizo causa común con el arquitecto. Ambos trataron en vano de unir fuerzas con Himmler y Göring para acabar con Bormann. Después, pretendieron convencer a Hitler para que Goebbels pasara a ocuparse de la administración y de nuevo fracasaron, pese a la tormenta mediática organizada por el propio Goebbels. Otro intento de eliminar al secretario por parte de Himmler se saldó con un nuevo fracaso y, en medio de la lucha, el caos administrativo siguió floreciendo

Si todo ello perjudicaba la marcha de la guerra. Hitler empeoraba aún más las cosas con sus intuiciones: cualquier cosa que llamara su atención pasaba a ser prioritaria, favoreciendo la proliferación de absurdos. Así, Alemania se gastó en el programa de los misiles V2 tanto como los aliados en el Proyecto Manhattan; y el Messerschmitt Me 262 fue un fabuloso caza, construido como bombardero por orden expresa del Führer. Algunos vieron ahí su oportunidad de mediar, como el doctor Porsche, que trató de ganar el favor de Hitler con el Maus, un dantesco carro de 190 toneladas de peso.


También se ganaba puntos ejerciendo de bufón de la corte

Ni siquiera era necesario hacer algo tangible para ganar puntos. Robert Ley, al cargo del Frente del Trabajo, ejercía el poco envidiable puesto de bufón de la corte; sus burdas payasadas eran celebradas por Hitler y sus acólitos, que hacían burla de los hechos y dichos del borracho oficial del Reich, que parecía mantener su cargo sólo para poder asegurar la diversión de su amado líder. Los pensadores -por llamarlos de algún modo - del Partido eran igualmente ridiculizados, como Alfred Rosenberg, ministro de los Territorios del Este e ideólogo del nazismo. Hitler de reía de sus libros, que consideraba completamente ilegibles.
También comentaba con sorna las fantasías pseudomísticas de Himmler. Y no era raro que, para amenizar las veladas, el Führer hiciera burdas imitaciones de algún ausente, entre las risas de los aduladores. Otro modo de caer en gracia a Hitler era alabar su vegetarianismo y seguir los consejos del doctor Morell, el charlatán que cuidaba de su salud. Todos los acólitos se prestaban a los cuidados del curandero y pregonaban los múltiples beneficios de sus tratamientos, a fin de que el doctor hablara bien de ellos a su influenciable paciente.

Mejor subordinados grises que no opinen, que gestores eficaces


Hitler se rodeó así de una atmósfera asfixiante de mediocridad. Los jerarcas comprendieron que las personas eficaces y dinámicas eran un riesgo, ya que Hitler podía sustituirles al menor capricho, así que empezaron a rodearse de subordinados grises e incompetentes. Speer comprobó el precio de alejarse de la corte cuando, al caer enfermo en 1944, el eficiente Otto Saur intentó reemplazarle apoyado por Bormann. Hitler se mantuvo leal a su arquitecto, pero la influencia del ministro se tambaleó.

Huyendo de sus fracasos, Göring desapareció de la vista, dedicándose a multiplicar sus posesiones y diseñar nuevos uniformes para su inmenso guardarropa. Con el sucesor fuera, la lucha se volvió más enconada. Y Hitler -en el centro- contemplaba las idas y venidas sin decantarse. Lo más extraño de aquella bizarra corte nancy era que nadie parecía consciente de que la guerra se estaba perdiendo. Todo el interés de los gerifaltes estaba en arañar migajas de poder y zancadillear a sus rivales, como si el futuro les perteneciera. Sin embargo, a partir de julio 1944 , la realidad se impuso a martillazos: los aliados llegaron a las fronteras del Reich , los bombardeos redujeron Alemania a cenizas y los generales trataron de asesinar a Hitler .

Tras el atentado del mes de julio, el régimen nancy borró sus últimas apariencias de cordura. Los jueces corrieron a firmar sentencias de fin y los militares acudieron en rebaño a expresar sus votos de fidelidad, aplaudiendo la ejecución de los implicados. A partir de entonces, bastaría una sospecha o un rumor para decretar una fin. En aquel punto, Göebbels fue nombrado Ministro Plenipotenciario para la Guerra Total y enseguida hizo causa común con Bormann para hacer frente a Speer. La estrella de éste empezó a apagarse, ya que cometió el pecado imperdonable de mostrar abiertamente la realidad; el Führer exigía fe y confianza absolutas en su persona y Speer se vio a los pies de los caballos, aunque finalmente logró mantenerse en su puesto.

A medida que el Reich se encogía, la situación adquirió tintes surrealistas, Göebbels rebañó todos los hombres posibles de la administración, la armada y la aviación para sostener el frente, pero se reservó 35000 figurantes para la película "Kolberg "(Veit Harlan, 1945). Los gauleiter quedaron a cargo del recién fundado Ejército del Pueblo (Volkssturm), que se encargó de enviar a la fin a niños, inválidos y ancianos, un destino del que, por supuesto , se libraron los funcionarios del Partido . Himmler, antiguo criador de pollos, fue nombrado comandante del ejército del Vístula en marzo de 1945. Por su parte, Speer se dedicó a sabotear las órdenes de Hitler: En realidad, el mundo se había vuelto cabeza abajo. Göebbels prometía en sus discursos armas secretas terribles y firmaba docenas de condenas a fin. Sin embargo, lo cierto es que a comienzos de 1945 todos veían acercarse el final. Entonces, el esperpento subió de tono; quien no estaba físicamente cerca de Hitler podía verse suplantado, así que los jerarcas siguieron al Führer hasta Berlín, confiando poder agarrar un trozo del pastel y huir antes de que fuera demasiado tarde.

El final de un Ejecutivo fantasma sin ciudadanos sobre los que gobernar

En realidad ya era demasiado tarde, pero en sus enfermizas mentes, hombres como Himmler y Bormann estaban convencidos de que podrían mantenerse en el poder tras la derrota. Algunos rozaron la comedia bufa, como Goebbels , que trataban de animar a Hitler mostrándole su horóscopo, o Ley, que anunció tener los planos del arma definitiva: el Rayo de la fin .

Y mientras los jerarcas se aferraban a clavos ardiendo, miles de alemanes morían para darles unos días más de vida. El cumpleaños de Hitler, con los rusos a pocas millas de la ciudad, marcó el pistoletazo de salida. Tras la ceremonia, Göring, Himmler y otros jerarcas adujeron deberes militares, huyendo de la capital. Goebbels y su familia acompañaron a Hitler a su búnker, como Bormann, que no se atrevía a separarse de su amo. Cuando la ciudad quedó cercada, los acompañantes del Führer empezaron a contar las horas, pensando en cómo salir de la ratonera. Sin embargo, algunos mostraron cierta lealtad, como Speer, que atravesó el cerco para despedirse en persona de Hitler, o su amante Eva Braun, que se negó a salir de la ciudad. Los demás continuaron el juego

Finalmente, Göring cayó en desgracia: Bormann convirtió un telegrama suyo en prueba de traición. Le siguió Himmler, cuando Hitler supo que estaba negociando con los aliados. El secretario consiguió (in extremis) su recompensa: cuando Hitler se suicidó, designó en su testamento como sucesor al almirante Karl Dönitz, pero también nombró canciller a Goebbels y ministro del Partido a Bormann.
La carrera de las ratas por fin había terminado y ellos eran los ganadores.


Sin embargo, cuando alzaron la cabeza, sólo pudieron ver un mar de soldados rusos sedientos de venganza: habían esperado demasiado. Goebbels pensó que su nuevo cargo le permitiría tomar las riendas y quiso negociar un alto el fuego, pero la realidad le sacudió con dureza: nadie quería hablar con un fantoche. Esa noche, él y su mujer asesinaron a sus seis hijos y se suicidaron. Bormann trató de huir disfrazado poco después de soldado, pero fue una pésima elección en medio de un campo de batalla, ya que apenas logró alejarse unos cientos de metros antes de morir. Himmler, por su parte, ofreció sus servicios a Dönitz, pero fue despedido con cajas destempladas. Y Göring tomó la decisión de entregarse a los aliados. Poco después, Alemania se rindió.

Ahí debería haber acabado la historia de la corte hitleriana, pero aún hubo un último acto. Firmada la rendición, Dönitz formó un gobierno de opereta en Flensburg, con los restos de la administración alemana, incluido Speer. Durante dos semanas, el gabinete fantasma gobernó una nación que ya no existía, que estaba ocupada por ejércitos y que no hacía el más mínimo caso a sus proclamas. Quince días después, los aliados pusieron fin a la farsa y arrestaron al nuevo gobierno, entre las airadas protestas de unos peleles incapaces de aceptar que, sin su titiritero, sólo eran muñecos con los hilos rotos.
 
Última edición:
jorobar si dais por ojo ciego con el nazismo. Abriros un subforo, palos, pero no inundéis el principal con un monotema.
 
Alemania perdió por que luchó contra poderes que en conjunto, dominaban el 90% de los recursos del planeta.

De hecho, es asombroso que llegara a durar más de 5 años de guerra.

Una potencia intermedia como Alemania no podía ganar esa guerra, por muy eficientes y capaces que puedan ser. Los USA, la URSS, y el Imperio Británico tenían más recursos que ellos (por separado) A los alemanes les pasó lo que siempre les pasa cuando se hallan en una posición dominante...
 
Una potencia intermedia como Alemania no podía ganar esa guerra, por muy eficientes y capaces que puedan ser. Los USA, la URSS, y el Imperio Británico tenían más recursos que ellos (por separado) A los alemanes les pasó lo que siempre les pasa cuando se hallan en una posición dominante...
Pues a ver si les va pasando ya en la UE, que nos están apretando en exceso la goma del calzoncillo.

enviado desde mi sofá usando patatal
 
La típicas historietas sobre los nancys repetidas mil veces. Tan interesante como sacar brillo tortugas.

Ya puedes entrar a intervalos de 10 años en los numerosos foros de la 2gm que hay en español: te vas a encontrar a los mismos repitiendo lo mismo una y otra vez.

Ni para ser publicado en el ¡Hola! sirve.

Además de ser los mayores defensores de la OTAN :pienso:

Blanco y en botella.
 
Es sabido que Alemania arrastró una endémica escasez de materias primas, así como una abrumadora inferioridad en recursos materiales y humanos. Que tuvo que luchar –prácticamente- contra todo el mundo…
Todo eso no se discute. Pero también es sabido que hasta bien entrado el conflicto con la pleamar a su favor, Alemania tenía muchos ases para –si no ganar la guerra- al menos acabar en tablas o en una especie de “guerra fría”.

Precisamente por la certeza de que estaba en inferioridad respecto a los enemigos, Alemania debió engrasar mejor que aquellos los resortes económicos y de gobierno para no anquilosar la máquina.

El dictador Stalin también tenía su camarilla, con los inútiles de rigor: como Voroshílov (del que Jruschov dijo que era "la bolsa de cosa más grande del Ejército") o el bigotudo Budenny. Pero podía permitírselo, ya que gozaba de una superioridad inacabable de todo orden, delegando progresivamente el mando efectivo del ejército en gente capaz, y apartándose a un lado mientras se dedicaba al caudillismo político. Ya muy avanzada la guerra, se comentaban Speer y Goebbels la sin razón de que Hitler no asumiera únicamente la dirección política y siguiera entrometiéndose en el aspecto militar y económico.

Así pues, la camarilla de Stalin podía concentrarse en realizar genuflexiones mientras se hinchaban a vodka y caviar …porque el tiempo estaba a su favor. Al contrario que Alemania.

Resumiendo: La dictadura soviética y las democracias occidentales cometieron toda clase de errores y también florecían ineptos…pero el tiempo estaba a su favor.

Alemania no podía permitirse disgregar los esfuerzos en banales intrigas de poder. Aunque claro está, el origen del mal radica en el propio Hitler, que organizó y fomentó esas luchas intestinas para asegurar su posición.
 
El problema del tercer Reich es la nula capacidad y visión estratégica de su amado líder. Desde sus mesiánicos objetivos en el este, hasta el desarrollo del rearme que fue ineficiente y mal gestionado.
 
Esto es lo que me refiero. No hay pruebas de que fuera ineficiente y mal gestionado en conparación con los de sus principales enemigos: Francia, UK, USA y URSS.

Y lo de que Hitler tenía "nula capacidad y visión estratégica" es la cantinela de siempre. Vosotros por supuesto hubierais ganado la 2gm sin despeinaros.:XX::XX:

Yo ni hubiera iniciado el rearme, tal como se hizo, con eso te lo digo todo.
 
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