Versión de Pio Moa de las guerras de religión, su opinión es que los hugonotes eran una organización criminal sin cuidado y ese día el pueblo de francés harto ya de los hugonotes y aterrorizados de lo que podría pasar porque Coligny sobrevivió al atentado perpetrado por el Duque de Guisa, toman la justicia por su mano.
Hay que tener en cuenta que si, los hugonotes eran muy agresivos y cada vez que había un acuerdo entre católicos y ellos, y cuando conseguían sus propósitos al siguiente día comenzaban otra guerra pidiendo más. Coligny al llegar a París por el acuerdo de boda entre Enrique el Borbón y la hija de Catalina de Médici dijo con altanería que París iba a ser suya.
Es delatador cuando Francia ataca a traición a España con los hugonotes a la cabeza al ser derrotados por el Duque de Alba el propio rey Carlos IX pidió que se ejecutara a los prisioneros cosa que le pareció aberrante al duque de Alba, también cuando van a auxiliar la ciudad de Amberes que esta en guerra con España, los ciudadanos de Amberes al ver a los hugonotes los masacran, porqué? Debía ser que no eran unos Santos.
Pio Moa deja entrever que una posible causa de que Felipe II, después de San Quintín que el emperador no fuera contra París y tomaran la capital es por causa de la defensa de los católicos franceses, es decir del 90% de Francia porque Francia siendo católica ya era un peligro incluso traidora como aliarse con los Otomanos, si llega a ser Hugonote sería mucho peor por la idea que tienen estos de predestinación.
El calvinismo creía en esto, creía como Lutero que el hombre es malo y solo se salva por la fe, es decir, que Dios nos va a perdonar todo, puedes ser traidor, rastrero, malo pero si tienes fe te salvas pero los Calvinistas lo llevaron a extremos de que se salvan los que tienen fe y los que triunfan en la vida, porque la gente que triunfa en la vida es porque Dios les ayuda y el infierno estará lleno de pobres cosa que contradice mucho lo que dice Jesús sobre los pobres.
Si ya Francia es una peste y lleno de traidores imagínate si domina una herejía del cristianismo pero basado en principios más bajos jovenlandesalmente, donde el hombre no tiene libre albedrío para salvarse según tus actos sino que puedes ser la peor persona del mundo que si te va bien la vida y tienes fe, Dios te ha predestinado, una barbaridad, no me extraña que el mundo decente y católica lo tomara tan en serio. Me alegro que el pueblo de Paris le echara valor .
De todas maneras el rey Enrique III de Navarra y IV de Francia, aunque hugonote llegó a ser un rey muy respetado y la historiografía lo puso como quien supo calmar los ánimos de las diferentes facciones, me parece una historiografía manipulada como gran parte de la historia de Francia y poniendo a un protestante de santo.
Himno de la realeza francesa
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Película en francés con Enrique IV de protagonista y como siempre poniendo de santos y buenos a los hugonotes cuando eran todo lo contrario.
En la película intentan dejar entrever que la matanza la perpetraron Carlos IX y Catalina cuando no hay ninguna prueba y tal vez la realidad es que fue un levantamiento del pueblo de París ante la indignante boda y lo que podría pasar tras la recuperación de Coligny, esto último si que fue por culpa de Guisa y la Médici, con la actitud con la que vino Coligny no se fiaban lo más mínimo y el Duque de Guisa quien mejor estaba defendiendo a Francia en esos momentos y que le llenaba de ira todas las veces que se intentó pactar con los hugonotes intentó acabar con su vida.
En la película ponen este suceso como que son los católicos que provocaron todo esto porque si, diciendo Coligny después de herido, "y esto es lo que parece la reconciliación".
Los hugonotes demostraron a lo largo de la guerra de religión que la reconciliación no la querían de ninguna manera mientras ellos no tuvieran el poder y el bando católico a pesar de tener más recursos intentaron pactar con ellos hasta 7 veces ingenuamente, les faltaba la agresividad con la 1 millon de hugonotes a pesar de todas las derrotas que tuvieron hacían que los otros 19 millones de franceses restantes no fueran capaces de controlarlos.
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Pío Moa - Felipe II y Francia - Libertad Digital
En Francia crecía la posibilidad de una victoria calvinista. Si la Francia católica ya había causado mil problemas a España, un vecino calvinista se habría convertido en una pesadilla. De 1560 a 1584 habían tenido lugar siete guerras religiosas, iniciadas, como vimos, por los hugonotes al intentar tomar el poder secuestrando al rey. Para 1563 los católicos habían ganado, pero no por completo. Hubo una paz con más tolerancia para los calvinistas de la que estos permitían donde mandaban, y Francisco de Guisa había sido asesinado, con toda probabilidad a instancias del jefe protestante Coligny. Guisa era muy querido en el país por haber frustrado a los tercios de Carlos I la toma de Metz, y haber reconquistado Calais a los ingleses. En cambio Coligny, vencido en San Quintín, había ofrecido entregar Calais y Le Havre a Inglaterra, en pago por su ayuda.
El 28 de septiembre de 1567, con Flandes al borde de la primera rebelión, y quizá en relación con ella, los hugonotes Coligny y el borbón Luis de Condé, intentaron de nuevo secuestrar al rey, ahora Carlos IX, aún adolescente, y a su progenitora Catalina de Médicis, que a duras penas escaparon. El episodio pasó a la historia como La sorpresa de Meaux. Volvía la táctica calvinista de ganar el poder para aplicar el principio de que el pueblo debía seguir la religión de su príncipe. Al día siguiente, en Nimes, antes de saber el fracaso de la "sorpresa", los hugonotes perpetraron una matanza de católicos, al grito de "Matad a los papistas. Por un mundo nuevo"; y ocuparon la ciudad de La Rochela y otras. Catalina retiró las anteriores concesiones a los protestantes y volvió la guerra, en la que los católicos se sentían arteramente agredidos por una minoría sin escrúpulos (los hugonotes no pasarían de un millón, en un país de veinte).
En Jarnac en marzo de 1569, Coligny fue vencido y Condé, principal jefe hugonote, muerto. Sucedió a este Enrique de Borbón, un adolescente, por lo que la dirección efectiva la ejerció su progenitora Juana de Navarra, calvinista que prohibió el culto católico donde pudo. Curiosamente, Enrique aprendió tarde el francés, pues se educó en una lengua afín a la española, y en un castillo cuyo lema rezaba Lo que ha de ser, no puede faltar, en castellano. Tras la derrota, los hugonotes fortificaron La Rochela y saquearon Tolosa y el suroeste de Francia. Coligny ordenó obrar "por las armas, el fuego, el pillaje y el asesinato", de lo que sufrieron mucho los franconavarros católicos. Entraron entonces 14.000 calvinistas teutones financiados por Isabel de Inglaterra. Los alemanes arrasaron más de doscientos pueblos del Franco Condado, entonces español, y de igual modo siguieron por Borgoña, saqueando hasta el histórico monasterio de Cluny. En agosto de 1570 alcanzaron un París mal guarnecido y obligaron a Catalina a aceptar cuatro plazas fuertes calvinistas –reforzamiento de un estado dentro del estado– libertad de culto protestante y un humillante trato de "buenos vecinos, parientes y amigos" a los príncipes extranjeros que habían expoliado y apiolado a mansalva en el país.
En busca de conciliación, Catalina propuso casar a su hija católica (y ligera de cascos) Margarita con el calvinista Enrique de Borbón, mientras Carlos IX, ya capaz de reinar, rechazaba la campaña de Lepanto y decidía intervenir en Flandes de acuerdo con Coligny, a quien se otorgó una rica abadía que convertía al hugonote en pensionado de la Iglesia. Francia se hallaba casi exangüe, pero Coligny calculaba que el ataque a España le daría más poder y, para financiarlo, pidió una provocadora expropiación de la Iglesia. Los tercios aniquilaron la expedición francesa y Carlos IX pidió a los españoles que ejecutasen como piratas a los prisioneros, idos allí en cumplimiento de sus órdenes. Alba, indignado, los devolvió a Francia, donde Carlos se encargó de exterminarlos.
En agosto de 1572 se celebró en la muy católica París la boda de Enrique y Margarita. Coligny introdujo tropas adictas en la ciudad y creyó que esta "pronto" sería suya, como proclamó con cierta arrogancia. Pero el 22 de agosto sufrió un atentado que le hirió de poca gravedad. La acción procedió de la acosada Catalina de Médicis y del duque de Anjou, futuro rey Enrique III, y remitía a una situación en que volvía a ser inminente una "conjura de Amboise" o una "sorpresa de Meaux". Catalina convenció al rey para prevenir el golpe protestante mediante una represión general contra los hugonotes, y de ahí, el 24 de agosto, la Noche de San Bartolomé en París, seguida en otras ciudades, con fin de, quizá, hasta diez mil protestantes. Coligny fue asesinado en venganza por el anterior asesinato de Francisco de Guisa. Con todo, bastantes jefes hugonotes fueron perdonados, y el clero evitó brutalidades aún mayores.
Carlos IX murió dos años después y le sucedió Enrique III. En 1575 Enrique de Guisa, hijo de Francisco, solo pudo rechazar parcialmente una nueva oleada turística de teutones que, devastando de nuevo Borgoña y otras zonas, llegaron, junto con los hugonotes, a las puertas de París. Enrique III, como antes Catalina, hubo de aceptar condiciones vejatorias. La justicia pasó en parte bajo dominio hugonote y el monarca reconoció, como actos realizados "para nuestro servicio", la oferta de entrega de Le Havre y Calais a Inglaterra, y la de Metz, Toul y Verdún –ganados por Francisco de Guisa a Carlos I–, a los protestantes germanos. Prosperaron los nobles católicos llamados "políticos", que colaboraban con los hugonotes con vistas a atacar a España, y creaban en Francia regiones casi independientes. Políticos y calvinistas obtuvieron plazas fuertes y cargos clave. Los alemanes exigieron la enorme suma de seis millones de libras por liberar a sus prisioneros católicos y, al no poder pagarse pronto, se llevaron a su país al superintendente regio de finanzas y a los rehenes, saqueando de paso los pueblos. Obtendrían el rescate, aunque no de manos del rey o los hugonotes, sino de los católicos. Nunca habían sido humilladas de tal modo la monarquía y la misma Francia.
Los católicos rechazaron los acuerdos y formaron una Liga Santa, capitaneada por el popular Enrique de Guisa. La historiografía ha solido tratar muy mal a este Guisa y a la Liga, tildándolos de "ultracatólicos" y de arrojar a Francia en manos de Felipe II. Esta acusación se convertiría en el leit motiv con que hugonotes y políticos pretendían arrastrar a los franceses contra un peligro inexistente. Pues, observa J. Dumont, no hay prueba de las apetencias españolas, y en cambio los hugonotes obtuvieron siempre dinero y tropas de Inglaterra y Alemania a cambio de trozos del territorio francés, y fueron en dos ocasiones los protestantes tudescos quienes, aparte de asolar regiones francesas, impusieron condiciones mortificantes a los reyes en París.
Con diversas alternativas continuaron las guerras civiles. En 1580, Francisco de Anjou, católico político, hermano y heredero de Enrique III al no tener este hijos, planeó una ofensiva conjunta de las potencias protestantes y los turcos en el Atlántico, el Mediterráneo y Flandes, para hundir de una vez a España. Ello pareció excesivo al rey, que hizo detener al agente hugonote enviado a Turquía. Pero continuó el plan europeo mediante el ya visto ataque por las Azores y, meses después, en febrero de 1583, por Amberes, en poder calvinista y en la retaguardia hispana. Sin declaración de guerra, doce mil hugonotes fueron llevados a la ciudad por la armada inglesa; pero allí Isabel, vacilante, retiró los barcos y, por causas no claras, los franceses fueron mal acogidos. Y mientras esperaban barcos que los retirasen, la población de Amberes realizó una nueva matanza de San Bartolomé contra sus presuntos libertadores, lo que determinó la renuncia de Anjou a la soberanía holandesa ofrecida por el de Orange. (Hay otros relatos de este confuso hecho, en todo caso una catástrofe para los franceses políticos y para los protestantes. Al año siguiente sitiaría Farnesio la ciudad).