alma orante
esclava de amor de María
Comparto la meditación del 1 de marzo del libro "Los 5 minutos de Dios. Meditaciones para cada día del año":
En este mismo minuto de Dios, justo es que pensemos en Él. Muchos de los ateos de hoy no niegan propiamente a Dios, sino las falsas imágenes que nosotros les presentamos.
Porque el Dios del Evangelio no es el Dios gélido de la razón, la Causa Primera de la filosofía, el Primer Motor de la metafísica, el Dios inmutable e impasible, el Dios solterón aburrido en su cielo solitario, el Dios interesado o comerciante, el Dios almacenero, el Dios policía; no, nada de eso.
El Dios del Evangelio es el Dios cálido, como unos brazos de Padre, el Dios Padre de los hombres, el Dios providente que cuida de sus hijos, el Dios que ama tanto a la humanidad, que entrega a su propio Hijo para salvarla, el Dios que nos espera con los brazos abiertos, para perdonarnos o premiarnos, el Dios que quiere repartir con nosotros en rebanadas infinitas el pan de la felicidad.
El Dios-Hijo que muere para salvarnos, el Dios Espíritu Santo que nos consuela y nos llena de amor. Este es el Dios del Evangelio.
Evidentemente, no es lo mismo ser deísta que ser creyente.
"A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo Único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado" (Jn 1,18). Descubrir que Dios es nuestro Padre es la base de la religión cristiana; solamente cuando el cristiano sabe de un modo consciente que es "hijo de Dios", comienza a ser en verdad cristiano.
En este mismo minuto de Dios, justo es que pensemos en Él. Muchos de los ateos de hoy no niegan propiamente a Dios, sino las falsas imágenes que nosotros les presentamos.
Porque el Dios del Evangelio no es el Dios gélido de la razón, la Causa Primera de la filosofía, el Primer Motor de la metafísica, el Dios inmutable e impasible, el Dios solterón aburrido en su cielo solitario, el Dios interesado o comerciante, el Dios almacenero, el Dios policía; no, nada de eso.
El Dios del Evangelio es el Dios cálido, como unos brazos de Padre, el Dios Padre de los hombres, el Dios providente que cuida de sus hijos, el Dios que ama tanto a la humanidad, que entrega a su propio Hijo para salvarla, el Dios que nos espera con los brazos abiertos, para perdonarnos o premiarnos, el Dios que quiere repartir con nosotros en rebanadas infinitas el pan de la felicidad.
El Dios-Hijo que muere para salvarnos, el Dios Espíritu Santo que nos consuela y nos llena de amor. Este es el Dios del Evangelio.
Evidentemente, no es lo mismo ser deísta que ser creyente.
"A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo Único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado" (Jn 1,18). Descubrir que Dios es nuestro Padre es la base de la religión cristiana; solamente cuando el cristiano sabe de un modo consciente que es "hijo de Dios", comienza a ser en verdad cristiano.