Nefersen
Nuncio Apostólico
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Hoy se me ocurrió la idea de quedar con una vieja amiga de mi juventud, una licenciada en historia del Arte que ahora vive retirada en una casa rural sacando fotos de sí misma y cultivando marihuana para consumo propio. Era bastante guapa y antaño, aparte del sesso, me divertía discutir con ella de política, pues era muy comunista. Por aquel entonces bebía mucho, lo que le daba más talante para aceptar ideas contrarias a su religión. Pero, en la actualidad, ha dejado la bebida, lo que la ha convertido en una intolerante, pese a la profesión de fe que hace de "respetar las ideas de todo el mundo" y aceptar "la diversidad" (no como los "fascistas").
Lo cierto es que empezó a hablarme de sus planes de crear un bunker ecológico en su casa, para cuando venga "el cambio climático" -lo que para ella es cuestión segura en unos cinco años-. Cuando puse en duda esos plazos, comentándole como hay piscinas romanas excavadas en la roca que no se han visto afectadas por el nivel del agua en 2000 años, me tachó de negacionista y me dijo que tenía perfectamente definido a los fascistas de la red: defensores de la familia tradicional, anti-banderillas, negacionistas climáticos, anti-inmi gración, machistas, homófobos y tránsfobos. No quise entrar a defenderme de esa ridícula caricatura, así que cambié de tema. Me dijo que había notado un aumento brutal de cánceres en gente joven a su alrededor. "Ya, ya" me espetó al ver la expresión de mi cara, porque el tema lo habíamos tratado antes. "No me vengas con que es por la banderilla, que ya te conozco. Es por causa del capitalismo que lo envenena todo, los alimentos, las bebidas" dijo, mientras se encendía un ultracapitalista cigarrillo. Le contesté, "De verdad que no sé cómo no te das cuenta que lo de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y lo del calentamiento hueval son todo ficciones que el Sistema ha creado para tener a todo el mundo acojonado, y así podernos dominar mejor". "¿Dominarnos? ¿Cómo?" "La gente asustada es más fácil de manejar; la famosa doctrina del shock". Con un manotazo displicente apartó esa idea incómoda de su mente y empezó a sacarse fotos a sí misma junto a la barra -con un capitalista Iphone fabricado mediante la explotación de niños en el tercer mundo-.
Hablando del reciente fallecimiento de mis padres surgió el del colapso de la sanidad.
-La sanidad está colapsada por las políticas del PP, que siempre que puede deriva enfermos a la empresa privada- comentó.
-Pues menos mal, porque, obviamente, si la pública tuviera que atender ella sola toda la demanda, el colapso sería aún mayor. Lo que ha sido realmente perjudicial son las políticas de la izquierda dando derecho a la sanidad a todo tipo que aparezca por el país. Eso es lo que está provocando el colapso. No hay médicos para atender a tantos nuevos millones de demandantes de servicios que no han contribuido a pagarlos.
-Nada, nada. ¡Viva la sanidad pública universal! Apoyo esa política totalmente.
-¿Y como la pagas, como pagas darle sanidad a toda Africa y a toda América Latina?
-Tax de Rich -me suelta toda ufana, haciendo suyo el lema de la orate de Alejandra Ocasio Cortés.
-¿Tax de Rich? Porque tú no vas a pagarla, ¿verdad? ¿Y donde están esos ricos que se van a quedarse quietecitos mientras les robas su dinero para darle sanidad gratuita a media África? ¿No comprendes que todo lo que dices es un despropósito irrealizable?
Alterada, me amenazó: "Ésta es la última cerveza". (La había invitado a dos anteriores -Estrella Zero-, porque no tenía un puñetero euro). Esto ya fue superior a mis fuerzas. "Pues sí, no lo dudes. Ésta es la última cerveza".
Ofendida, se levantó y se marchó dejándome sólo en la terraza. Dos señoras que había sentadas en la mesa de al lado me miraron sorprendidas y apenadas por el desplante. Las miré y les dije: "Es lo mejor que ha ocurrido. No saben la alegría que me produce librarme de esa loca". Rieron y me señalaron hacia el suelo, donde estaba mi cartera caída. "¡Vaya, gracias! ¡Esto sí que es importante no perderlo!"
Así acabó esta tarde donde intenté razonar con una comunista enmurada, convencido de que el izquierdismo no es una enfermedad, sino una disonancia cognitiva producida por alguna disfunción mental.
Lo cierto es que empezó a hablarme de sus planes de crear un bunker ecológico en su casa, para cuando venga "el cambio climático" -lo que para ella es cuestión segura en unos cinco años-. Cuando puse en duda esos plazos, comentándole como hay piscinas romanas excavadas en la roca que no se han visto afectadas por el nivel del agua en 2000 años, me tachó de negacionista y me dijo que tenía perfectamente definido a los fascistas de la red: defensores de la familia tradicional, anti-banderillas, negacionistas climáticos, anti-inmi gración, machistas, homófobos y tránsfobos. No quise entrar a defenderme de esa ridícula caricatura, así que cambié de tema. Me dijo que había notado un aumento brutal de cánceres en gente joven a su alrededor. "Ya, ya" me espetó al ver la expresión de mi cara, porque el tema lo habíamos tratado antes. "No me vengas con que es por la banderilla, que ya te conozco. Es por causa del capitalismo que lo envenena todo, los alimentos, las bebidas" dijo, mientras se encendía un ultracapitalista cigarrillo. Le contesté, "De verdad que no sé cómo no te das cuenta que lo de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y lo del calentamiento hueval son todo ficciones que el Sistema ha creado para tener a todo el mundo acojonado, y así podernos dominar mejor". "¿Dominarnos? ¿Cómo?" "La gente asustada es más fácil de manejar; la famosa doctrina del shock". Con un manotazo displicente apartó esa idea incómoda de su mente y empezó a sacarse fotos a sí misma junto a la barra -con un capitalista Iphone fabricado mediante la explotación de niños en el tercer mundo-.
Hablando del reciente fallecimiento de mis padres surgió el del colapso de la sanidad.
-La sanidad está colapsada por las políticas del PP, que siempre que puede deriva enfermos a la empresa privada- comentó.
-Pues menos mal, porque, obviamente, si la pública tuviera que atender ella sola toda la demanda, el colapso sería aún mayor. Lo que ha sido realmente perjudicial son las políticas de la izquierda dando derecho a la sanidad a todo tipo que aparezca por el país. Eso es lo que está provocando el colapso. No hay médicos para atender a tantos nuevos millones de demandantes de servicios que no han contribuido a pagarlos.
-Nada, nada. ¡Viva la sanidad pública universal! Apoyo esa política totalmente.
-¿Y como la pagas, como pagas darle sanidad a toda Africa y a toda América Latina?
-Tax de Rich -me suelta toda ufana, haciendo suyo el lema de la orate de Alejandra Ocasio Cortés.
-¿Tax de Rich? Porque tú no vas a pagarla, ¿verdad? ¿Y donde están esos ricos que se van a quedarse quietecitos mientras les robas su dinero para darle sanidad gratuita a media África? ¿No comprendes que todo lo que dices es un despropósito irrealizable?
Alterada, me amenazó: "Ésta es la última cerveza". (La había invitado a dos anteriores -Estrella Zero-, porque no tenía un puñetero euro). Esto ya fue superior a mis fuerzas. "Pues sí, no lo dudes. Ésta es la última cerveza".
Ofendida, se levantó y se marchó dejándome sólo en la terraza. Dos señoras que había sentadas en la mesa de al lado me miraron sorprendidas y apenadas por el desplante. Las miré y les dije: "Es lo mejor que ha ocurrido. No saben la alegría que me produce librarme de esa loca". Rieron y me señalaron hacia el suelo, donde estaba mi cartera caída. "¡Vaya, gracias! ¡Esto sí que es importante no perderlo!"
Así acabó esta tarde donde intenté razonar con una comunista enmurada, convencido de que el izquierdismo no es una enfermedad, sino una disonancia cognitiva producida por alguna disfunción mental.
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