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El proyecto de Ley Foral de Residuos (Navarra) abre la puerta al sistema de retorno de envases
El proyecto de la Ley Foral de Residuos y Fiscalidad, a debate en el Parlamento, promueve en su título 4º la implantación de un sistema complementario de depósito, devolución y retorno (SDDR) como mejora ambiental. Una puerta abierta que saludan Andoni Uriarte, de la asociación Recircula, gerente de Iparplast y expresidente de la Asociación Española de Recicladores de Plásticos PET;Ana Malón (Greenpeace Navarra y Compañía de las Tres Erres); y Andoni Romeo (Ekologistak Martxan).
En el SDDR al envase se le otorga un valor que el cliente paga como fianza y recupera con su devolución. Y esa botella de agua o refresco o lata de cerveza, con un alto nivel de calidad que facilita su reciclado, cierra el círculo y vuelve a convertirse en una botella de agua o refresco o lata de cerveza. “Partimos de una situación en la que prácticamente el 40% de todos los residuos generados se entierran. Y los objetivos de Europa hablan de un máximo del 10%. La recogida de biorresiduos mejorará las cifras, pero tenemos un problema con los envases, los que más ocupan en los vertederos”, dice Uriarte.
Cuestiones medioambientales al margen, Andoni apunta para empezar al dinero. “No tenemos petróleo, no tenemos prácticamente materias primas ni somos productores de nada, e incluso en una época de crisis nos hemos permitido el lujo de enterrar petróleo, aluminio o hierro... y ni siquiera lo separamos”. En España se calculan anualmente más de 1.540 millones de latas de bebida enterradas en el vertedero de las aproximadas 7.000 millones que se consumen. Con las cifras de recuperación que ofrecen los propios fabricantes (Arpal y Eco Acero) “estamos enterrando a paladas por lo menos 17 millones de euros al año”, alerta Uriarte sobre ese “consumo voraz, el usar y tirar”. “Dentro de la ley la actuación va en diferentes ámbitos;fundamentalmente por convertir esos residuos en materiales valiosos”.
Ana Malón sigue erre que erre que erre en su apuesta “por objetivos de prevención y de economía circular pura y dura; reducir, reutilizar y reciclar. Y que todos esos materiales sean de la mejor calidad posible para que vuelvan a entrar en el sistema. Desde la parte institucional se está avanzando mucho, el Gobierno de Navarra tiene una hoja de ruta para cumplir los objetivos de París, una manera de luchar contra el cambio climático a través de los residuos. Son objetivos ambiciosos pero factibles, y tenemos que hacerlo sí o sí, de forma urgente”, considera.
Un sistema que ya existe
Algunos ejemplos
“En la vida cotidiana tenemos depósito en muchas más cosas de las que pensamos”, explica Uriarte. Por ejemplo, el barril de cerveza de 30 kilos que utilizan en los bares, regulado por una ley de Depósito desde la década de los 70. También cita al “ejército de carros en los supermercados. Todavía no he visto a nadie que salga de hacer la compra y deje el carro tirado por ahí. Vendrá alguien, cogerá el euro y pondrá el carro bien. En esencia, eso es un depósito. Con los envases sucede lo mismo”.
Respecto a las posibles reticencias a este sistema, considera que “alguien puede decir;‘es que el sistema de depósito lo hacen dificilísimo. Es que son unos sibaritas y las botellas no puede estar machacadas’... ya claro, es que esa es la concepción. Uno es un residuo y lo otro es un recurso, una materia prima. Y vale dinero. Uno de los aspectos más positivos de un sistema de depósito es eso; que el ciudadano valoriza y cambia de mentalidad. El carro de la compra me importa un carajo, pero me interesa el euro. Aquí lo mismo. Todo esto se hace a través del ciudadano. Si el ciudadano decide no colaborar, da lo mismo el método de gestión de residuos que empleemos, que va a ser un fracaso siempre”. “Alguno también dirá: ‘Esto es de la Mancomunidad, a mí no me volváis loco que yo ya pago el recibo’. No es suficiente. Es muy fácil echar balones fuera, pero nosotros formamos parte de la solución porque también generamos parte del problema. Esto es un tema ambiental, nos estamos jugando el lugar donde vivimos”.
“Ahogados en plástico”
Al amarillo, un 25%
Ana Malón incide en el impacto medioambiental de los plásticos, de los que “al contenedor amarillo solo llegan un 25%. Y para hacerse una idea de la magnitud de lo que se pierde por el camino, de ese 25% solo se recupera otro 25% para reciclar. Todos hemos escuchado sobre ese montón de islas de plástico en los océanos. Nos imaginamos el plástico como una cosa que flota y se ve. Pero es más alarmante. Con la erosión y la fotodegradación esos materiales se fragmentan y deterioran. Y sus componentes químicos pasan al agua y a la cadena trófica alimenticia”, alerta. “Nos comemos nuestros propios deshechos”, añade Andoni. “Nos estamos ahogando en plástico. Gran parte son envases, tapones, vidrios... Y una manera de intentar reutilizar estos plásticos es el SDDR. Nos parece una solución perfecta en la que se responsabiliza al ciudadano, porque tiene un valor añadido. Y los materiales tienen una pureza extraordinaria porque no han sido contaminados”. Por su parte, Andoni Romeo se refiere al necesario “cambio de actitud y un cambio legislativo y comercial más amplio que le tiene que acompañar. El SDDR nos obliga, si queremos recuperar el dinero, a hacer un esfuerzo más. Y todo esfuerzo por separar de una manera más consciente repercute en el resto de las fracciones”, opina.
¿El que contamina paga?
Su responsabilidad
“¿Por qué tanto rechazo en un sistema de depósito?” se pregunta Uriarte, que ya sabe la respuesta: “La trazabilidad y la tras*parencia se ponen al descubierto. Se desnuda al fabricante y al productor. Hay un punto verde para 13.000 empresas que hacen productos distintos con impactos en el medio ambiente distintos. Hay empresas que tienen asumida su responsabilidad medioambiental dentro de su proceso productivo y colocan envases equilibrados que se pueden reciclar, con materiales compatibles, amables... Mientras tanto hay otros que utilizan materiales incompatibles. Saben que poniendo esa botella en el mercado va a acabar sí o sí en un vertedero. Y sin embargo, unos y otros pagan lo mismo. ¿El que contamina paga? Eso muy discutible...”.
“De esta manera se sabe que el contamina paga porque en todos los sistemas de depósito hay un ente de diseño de los materiales, que regula cuáles puedes o no poner en el mercado, y dependiendo de eso pagarás una tasa u otra”.
Conciencia ambiental
La oportunidad
Malón, Uriarte y Romeo no dudan en destacar la enorme oportunidad que supone la Ley Foral que se tramita en el Parlamento. “Navarra tiene una conciencia ambiental muy importante, y hay que aprovechar ese tirón. Lo que ya tenemos más un empuje nos colocaría a la cabeza del Estado y a niveles europeos tan importantes como Alemania -con un 98% de recuperación en latas y envases-. Es factible. Es la ley más progresista del Estado en este momento. El problema es que se lleve a cabo, porque una ley sin un desarrollo es papel mojado”, opina Romeo.
“Tenemos una buena ley y confiamos en que sea aprobada en los siguientes días. Pero no es más que la punta del iceberg, el punto cero. Navarra tiene unos buenos resultados de reciclaje comparados con otras comunidades, pero tenemos que ser ambiciosos y liderar”, finaliza Malón.
FUENTE
El proyecto de la Ley Foral de Residuos y Fiscalidad, a debate en el Parlamento, promueve en su título 4º la implantación de un sistema complementario de depósito, devolución y retorno (SDDR) como mejora ambiental. Una puerta abierta que saludan Andoni Uriarte, de la asociación Recircula, gerente de Iparplast y expresidente de la Asociación Española de Recicladores de Plásticos PET;Ana Malón (Greenpeace Navarra y Compañía de las Tres Erres); y Andoni Romeo (Ekologistak Martxan).
En el SDDR al envase se le otorga un valor que el cliente paga como fianza y recupera con su devolución. Y esa botella de agua o refresco o lata de cerveza, con un alto nivel de calidad que facilita su reciclado, cierra el círculo y vuelve a convertirse en una botella de agua o refresco o lata de cerveza. “Partimos de una situación en la que prácticamente el 40% de todos los residuos generados se entierran. Y los objetivos de Europa hablan de un máximo del 10%. La recogida de biorresiduos mejorará las cifras, pero tenemos un problema con los envases, los que más ocupan en los vertederos”, dice Uriarte.
Cuestiones medioambientales al margen, Andoni apunta para empezar al dinero. “No tenemos petróleo, no tenemos prácticamente materias primas ni somos productores de nada, e incluso en una época de crisis nos hemos permitido el lujo de enterrar petróleo, aluminio o hierro... y ni siquiera lo separamos”. En España se calculan anualmente más de 1.540 millones de latas de bebida enterradas en el vertedero de las aproximadas 7.000 millones que se consumen. Con las cifras de recuperación que ofrecen los propios fabricantes (Arpal y Eco Acero) “estamos enterrando a paladas por lo menos 17 millones de euros al año”, alerta Uriarte sobre ese “consumo voraz, el usar y tirar”. “Dentro de la ley la actuación va en diferentes ámbitos;fundamentalmente por convertir esos residuos en materiales valiosos”.
Ana Malón sigue erre que erre que erre en su apuesta “por objetivos de prevención y de economía circular pura y dura; reducir, reutilizar y reciclar. Y que todos esos materiales sean de la mejor calidad posible para que vuelvan a entrar en el sistema. Desde la parte institucional se está avanzando mucho, el Gobierno de Navarra tiene una hoja de ruta para cumplir los objetivos de París, una manera de luchar contra el cambio climático a través de los residuos. Son objetivos ambiciosos pero factibles, y tenemos que hacerlo sí o sí, de forma urgente”, considera.
Un sistema que ya existe
Algunos ejemplos
“En la vida cotidiana tenemos depósito en muchas más cosas de las que pensamos”, explica Uriarte. Por ejemplo, el barril de cerveza de 30 kilos que utilizan en los bares, regulado por una ley de Depósito desde la década de los 70. También cita al “ejército de carros en los supermercados. Todavía no he visto a nadie que salga de hacer la compra y deje el carro tirado por ahí. Vendrá alguien, cogerá el euro y pondrá el carro bien. En esencia, eso es un depósito. Con los envases sucede lo mismo”.
Respecto a las posibles reticencias a este sistema, considera que “alguien puede decir;‘es que el sistema de depósito lo hacen dificilísimo. Es que son unos sibaritas y las botellas no puede estar machacadas’... ya claro, es que esa es la concepción. Uno es un residuo y lo otro es un recurso, una materia prima. Y vale dinero. Uno de los aspectos más positivos de un sistema de depósito es eso; que el ciudadano valoriza y cambia de mentalidad. El carro de la compra me importa un carajo, pero me interesa el euro. Aquí lo mismo. Todo esto se hace a través del ciudadano. Si el ciudadano decide no colaborar, da lo mismo el método de gestión de residuos que empleemos, que va a ser un fracaso siempre”. “Alguno también dirá: ‘Esto es de la Mancomunidad, a mí no me volváis loco que yo ya pago el recibo’. No es suficiente. Es muy fácil echar balones fuera, pero nosotros formamos parte de la solución porque también generamos parte del problema. Esto es un tema ambiental, nos estamos jugando el lugar donde vivimos”.
“Ahogados en plástico”
Al amarillo, un 25%
Ana Malón incide en el impacto medioambiental de los plásticos, de los que “al contenedor amarillo solo llegan un 25%. Y para hacerse una idea de la magnitud de lo que se pierde por el camino, de ese 25% solo se recupera otro 25% para reciclar. Todos hemos escuchado sobre ese montón de islas de plástico en los océanos. Nos imaginamos el plástico como una cosa que flota y se ve. Pero es más alarmante. Con la erosión y la fotodegradación esos materiales se fragmentan y deterioran. Y sus componentes químicos pasan al agua y a la cadena trófica alimenticia”, alerta. “Nos comemos nuestros propios deshechos”, añade Andoni. “Nos estamos ahogando en plástico. Gran parte son envases, tapones, vidrios... Y una manera de intentar reutilizar estos plásticos es el SDDR. Nos parece una solución perfecta en la que se responsabiliza al ciudadano, porque tiene un valor añadido. Y los materiales tienen una pureza extraordinaria porque no han sido contaminados”. Por su parte, Andoni Romeo se refiere al necesario “cambio de actitud y un cambio legislativo y comercial más amplio que le tiene que acompañar. El SDDR nos obliga, si queremos recuperar el dinero, a hacer un esfuerzo más. Y todo esfuerzo por separar de una manera más consciente repercute en el resto de las fracciones”, opina.
¿El que contamina paga?
Su responsabilidad
“¿Por qué tanto rechazo en un sistema de depósito?” se pregunta Uriarte, que ya sabe la respuesta: “La trazabilidad y la tras*parencia se ponen al descubierto. Se desnuda al fabricante y al productor. Hay un punto verde para 13.000 empresas que hacen productos distintos con impactos en el medio ambiente distintos. Hay empresas que tienen asumida su responsabilidad medioambiental dentro de su proceso productivo y colocan envases equilibrados que se pueden reciclar, con materiales compatibles, amables... Mientras tanto hay otros que utilizan materiales incompatibles. Saben que poniendo esa botella en el mercado va a acabar sí o sí en un vertedero. Y sin embargo, unos y otros pagan lo mismo. ¿El que contamina paga? Eso muy discutible...”.
“De esta manera se sabe que el contamina paga porque en todos los sistemas de depósito hay un ente de diseño de los materiales, que regula cuáles puedes o no poner en el mercado, y dependiendo de eso pagarás una tasa u otra”.
Conciencia ambiental
La oportunidad
Malón, Uriarte y Romeo no dudan en destacar la enorme oportunidad que supone la Ley Foral que se tramita en el Parlamento. “Navarra tiene una conciencia ambiental muy importante, y hay que aprovechar ese tirón. Lo que ya tenemos más un empuje nos colocaría a la cabeza del Estado y a niveles europeos tan importantes como Alemania -con un 98% de recuperación en latas y envases-. Es factible. Es la ley más progresista del Estado en este momento. El problema es que se lleve a cabo, porque una ley sin un desarrollo es papel mojado”, opina Romeo.
“Tenemos una buena ley y confiamos en que sea aprobada en los siguientes días. Pero no es más que la punta del iceberg, el punto cero. Navarra tiene unos buenos resultados de reciclaje comparados con otras comunidades, pero tenemos que ser ambiciosos y liderar”, finaliza Malón.
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