"Cuenta la leyenda que un gran guerrero romano, el joven general Carisio estaba enamorado ciegamente de la hija de Medulio, un jefe astur, la bellísima mujer Borenia.
Sus legiones habían sido derrotadas sin compasión por las tropas astures de Mudulio, pero Carisio, con la fuerza de voluntad propia de un gran guerrero, juró vencer a los astures para conseguir el amor de la hermosa doncella.
Las tropas astures, alrededor de un gran tejo, celebraban su ritual de guerra, implorando a los Dioses y a los espíritus de sus antepasados protección y fortaleza, para, poco después, luchar en una feroz batalla contra los romanos.
En el enfrentamiento, desgraciadamente Medulio, el padre de Borenia, cae muerto, muerto por un terrible rayo, que a la vez fundió su tesoros más preciados y los esparció en pequeñas pepitas de oro en una gran masa de roca de la montaña.
El padre de Borenia había mandado a su hija al bosque a refugiarse y allí, impaciente esperaba y esperaba, con gran incertidumbre y angustia.
Carisio, fue a su encuentro, pero temeroso y cegado por su amor, su ira, su angustia, le miente, diciéndole que han firmado la paz. La hermosa doncella, se deja seducir con la alegre noticia y cae rendida en los brazos del apuesto Carisio.
Pero, a la mañana siguiente, con gran excitación y deseando reencontrarse con su pueblo, ve algo que no se esperaba, ante sus atónitos ojos, observa aterrorizada como todo su pueblo ha sido sometido, esclavizado y masacrado por los implacables romanos.
Le produjo tremenda tristeza ver así a su pueblo, tanta tristeza que empezó a llorar, a llorar desconsoladamente, lloró tanto que de sus ojos salían auténticos ríos, estos ríos empezaron a formar un lago, el lago de Carucedo, cuyas aguas arrastraron su cuerpo hasta el fondo, mientras que su espíritu se tras*formó, se tras*formó en una odina: la odina Carisea.
Desde entonces, su espíritu vaga por aquellos bellos parajes y no son pocos, los que dicen haberla visto, haberla encontrado peinando sus preciosos y largos cabellos dorados y su penetrante mirada azul perdida en el vacío, perdida en el espacio cristalino del lago, en la orilla del mismo alumbrada por la tenue luz de la luna, en las noches de luna llena y muy especialmente en noche de San Juan."