Un plan sin fisuras

Fornicious Jr

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Vuelco a la acogida de los niños que proceden de otros países y se integran en las escuelas catalanas. Barcelona impulsa un nuevo programa de acogida a los adolescentes pagapensiones. A partir del próximo curso 2023-2024, los jóvenes recién llegados no se integrarán en el instituto sin conocer mínimamente catalán. Los primeros meses recibirán solo clases de catalán y castellano por parte de profesores especializados en la enseñanza de lengua para extranjeros, como los de las escuelas oficiales de idiomas. Una vez alcancen un nivel básico de comunicación y puedan seguir una clase ordinaria se integrarán en las aulas del instituto junto a sus nuevos compañeros.

Esta medida, de carácter pedagógico y no social, que tiene la finalidad de combatir el abandono escolar de este colectivo, fisura uno de los consensos sociales mayores sobre la no segregación en la inmi gración. Y desata las alarmas.

El plan del Consorci d’Educació de Barcelona está destinado a los chicos de 14 y 15 años extranjeros, a los que corresponde estar en 3º y 4º de la ESO. La medida sustituye a las “aulas de acogida” que actualmente organizan los centros si hay alumnos pagapensiones suficientes para constituirlas (al menos 10). Éstas son clases de refuerzo de catalán, impartidas generalmente por el profesor de lengua y literatura, pensadas para que mejoren su competencia comunicativa al tiempo que el joven normaliza su vida.

“En el sector educativo, el aula de acogida es un ‘mus t’ porque permite al alumno integrarse en el centro desde el primer día, pero cuando realmente es tan urgente que entiendan la lengua de forma instrumental, para comprender al profesor y poder expresarse de forma oral y escrita, su escolarización inmediata no lo facilita”, explica Gemma Verdés, responsable de educación postobligatoria del Consorci d’Educació de Barcelona, desde donde se impulsará este programa.

“Cuando un alumno extranjero, especialmente de lengua no románica, llega al sistema educativo en 1º o 2º de ESO (de 11 a 14 años) tiene un recorrido suficiente para alcanzar un buen nivel de competencias, pero en 3º y 4º le queda poco tiempo. Identificamos claramente el factor de incorporación tardía con el índice de no continuidad educativa”, indica la directora de postobligatorios del Consorci.

Al acabar la secundaria solo sigue estudiando el 57% de estos jóvenes frente al 86% del resto de alumnos nativos o pagapensiones que llegaron en años anteriores. Y el riesgo de desvinculación continúa después. El abandono del primer curso de ciclo medio de FP es del 40 % y en bachillerato, del 14%.

“Los centros no siempre tienen el recurso del aula de acogida y, en ese caso, hay dos, tres o cuatro alumnos que están sentados en una silla sin entender nada. Así, meses, con escaso aprendizaje”, indica Verdés. Y los tutores hace lo que pueden, añade.

En el curso pasado llegaron 804 pagapensiones a Barcelona de estas edades, que fueron incorporándose a lo largo del curso. Más de la mitad (420) se escolarizaron en 4º de ESO y no necesariamente al principio de curso.


El plan del Consorci es abrir un aula de acogida externalizada y profesionalizada por distrito. Aún no se dispone de la ubicación, aunque se está trabajando en la línea de equipamientos para jóvenes infrautilizados por la mañana. Los centros estarán coordinados por docentes de la escuela oficial de idiomas (EOI) (profesionales en enseñar lengua a no nativos), profesores de instituto (docentes y conocedores de la adolescencia), y de escuelas de adultos (expertos en acompañamiento y orientación). “El ideal sería alcanzar un nivel equivalente a un B1, que es básico”, según Verdés. El tiempo en estos centros de aceleración lingüística no está establecido pues depende del alumno.

No obstante, para alcanzar este nivel se calcula una media de entre 300 y 400 horas en total, según los estándares, lo que implica un mínimo de cuatro meses intensivos. Para Montse Sábat, jefa de estudios de la EOI de Drassanes, la inmersión en la sociedad de habla de la lengua acelera el aprendizaje, así como el conocimiento previo de una lengua románica, como es el caso de jóvenes procedentes de países latinoamericanos. También de aquellos, como algunos magrebís, que conocen el francés.


En otros casos (árabes, chinos, rusos, pakistaníes) “hay que empezar enseñándoles el alfabeto, vocabulario y estrategias de comunicación”, apunta Sábat. Un chaval nativo, explica la docente, aprende a construir textos, a leer libros y a conocer la lengua contando que ya la domina. Y esa es la tarea del profesor de lengua. Pero el objetivo en personas extranjeras es que aprendan a expresarse y comunicarse desde cero. Los ejercicios son distintos, no es fonética, sino pronunciación. No es conjugación, sino explorar las posibilidades de un verbo, como el tener (tengo una hermana, tengo una casa, tengo...). “Aprenden a oír, entender, preguntar, a explicarse.

Para Sábat, esta aceleración de la lengua les permitirá tirarse en lo hondo de la piscina sabiendo nadar. “No estamos inventando nada nuevo”, apunta Verdés, “es lo que se está desplegando en otros países europeos (Países Bajos, Dinamarca, Suecia) también preocupados por el alto abandono escolar de los pagapensiones”. La tasa de abandono de jóvenes entre 18 y 25 que no han continuado estudiando después de la ESO roza el 10% en Europa, pero es del 25% para el colectivo extranjero.

Sociólogos expertos en educación como Miguel Ángel Alegre (Universidad Autónoma de Barcelona) o Sheila González (Universidad de Barcelona) comparten que la infradotación de las aulas de acogida en los centros educativos no ayuda al colectivo de jóvenes pagapensiones. Estas se implantaron hace décadas coincidiendo con oleadas de inmi gración intensivas, y se han convertido en un recurso prescindible por parte de la administración y poco cuidado por parte de los centros educativos que no siempre asignan al profesorado más adecuado.

“El modelo actual no funciona y no solo por la falta de recursos sino porque la figura del tutor, que es educador, es muy débil”, asegura González, analista en desigualdad educativa. Confía asimismo que el programa del Consorci haya incorporado las dificultades que tuvo el piloto de aceleración lingüística impulsado en Reus y Vic en 2008 y acabó cerrándose.

“Mi pregunta es: ¿todo el mundo tiene que pasar por estas aulas? Entiendo que es útil para alumnos de lenguas no románicas, pero ¿es necesario para los de habla hispana?”. También cuestiona que sea bueno el aislamiento de la adolescencia del país. “Encontrar momentos de contacto con otros jóvenes de su edad, ni que fuera que asistan a unas extraescolares”, recomienda.

Esta es también una cuestión suscitada por parte de Alegre, jefe de proyectos de la Fundació Jaume Bofill, que hace unos meses propuso un plan de choque contra el abandono escolar. “Creo que deberían identificarse primero las necesidades lingüísticas y educativas de cada joven para ver el nivel de apoyo que necesita”, afirma. Propone también incorporar un enfoque de aprendizaje de contenidos de otras materias, incluir la orientación y el acompañamiento de las familias e incorporar una persona de enlace con el centro educativo para evitar que sea “un puente ‘guetificado’ que no vaya a ningún lado”.
 
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