Pues mira, voy a contar una que me tocó hacer, para que veas que ser autónomo es como ser un Indiana Jones de la vida que va comiéndose telarañas y saltando por encima de pozos en el suelo, intentando que no le atropelle una bola de piedra:
Me contacta el jefe de mantenimiento de una empresa española bastante tocha, le interesan mis servicios, le cuento mi novela, le paso precios (inflados a la espera de que me rebañe) y me dice que adelante. Un puro caramelo.
Peeeeero, hay un detallito. El jefe este de mantenimiento me cuenta que su señora está comenzando a dar cursos motivacionales para el entorno laboral, y que necesita clientes. Si le consigo que dé su charla ( a 4.000 euskos la charla) me firma el contrato. Pero no le vale que la contrate yo, porque la gran empresa le hace la declaración de la renta a él y la señora, y quedaría feo que un proveedor a su vez contrate a su señora, así que tengo que encargarme de que quede discreto. Lo que viene siendo un cazo de toda la vida.
Tiro de mi agenda y le pido porfavorcísimo a un diseñador gráfico con el que trabajo bastante que me haga el favor de contratar a esa señora, le paga 4000 euros y yo le doy a él 4500 por las molestias. El tío se enrolla. Le busco a él porque es el único que conozco que hace formación y puede conseguir a la suficiente gente como para hacer bulto en un curso.
Contrata a la tía, buscamos un coworking con sala de reuniones y el diseñador este mete en la sala a una docena de que se ama mucho a si mismos a los que ha dado cursos de paint, o lo que shishi sea.
Llega la señora a dar el curso, y se nos pone toda digna, que eso no es lo que esperaba, que su curso está enfocado a directivos de empresa y ejecutivos de alta gestión, no a niñatos con rezumaderas de fornite. Le cuento que se trata de un vivero de empresas y que todos estos son chavales que están comenzando a crear sus negocios, que el día de mañana van a ser todos Steve Jobs de la vida, la señora me tuerce el morro pero da su puro curso.
Las tres mañanas que me pasé allí sentado escuchando obviedades que no le interesaban a nadie y haciendo jueguitos absurdos no hacía más que pensar "cómo shishi he terminado aquí??"
Esa es la clase de miércoles que solo te pasa cuando eres autónomo.
La ventaja es que es un cliente que sigo teniendo, y mientras ese tío corte el bacalao me seguirá contratando. Porque todos los años le pago el puro curso, y porque podría hacer que le despidan en una mañana. Al final cuando sobornas a alguien, los dos estáis cogidos por los cigotos. Pagar un soborno es de las mejores garantías para mantener un cliente.