Una de las evidencias de que ya no existe aquella barra libre de los años 90 y principios del siglo XXI es que no vemos a corredores del montón que de la noche a la mañana se convierten en fueras de serie capaces de luchar por la victoria incluso en vueltas de tres semanas. En ejemplo más notable es, cómo no, Bjarne Rijs; pasó de ser un oscuro gregario del Super-U/Castorama de Fignon (un aguador, como le llamaba Lucho Herrera) que no destacaba en nada... a ser un consumado vueltómano una vez que pasó por las manos del doctor Michele Ferrari. Y como él, muchos otros. Ciclistas de los que no se esperaba gran cosa, y que de repente los tenías ganando clásicas, vueltas pequeñas, disputando grandes, etc. O corredores como Argentin y Fondriest, que el ocaso de su carrera subían mejor que nunca, cuando nunca habían destacado en esa faceta. Todos ellos eran cometas. Los Furlan, Frattini, Massi, Zaina, Luttenberger, Faustini, Brochard, Rinero, Nozal... tan pronto surgían de la nada como desparecían sumidos en la mediocridad.
Ya que mencionas a Lance Armstrong... Al tejano, proveniente del triatlón, se le consideraba la gran promesa del ciclismo de los EEUU. Pero por sus condiciones se le veía como alguien destinado a destacar en clásicas y vueltas pequeñas, las rondas de tres semanas serían demasiado para él. No iba a ser un LeMond o un Hampsten, vaya. El resto de la historia creo que la conocemos...
Pero a día de hoy, en los primeros lugares suelen estar los que son los mejores en cada especialidad. Los Pogacar, Vingegaard, Evenepoel, Roglic, Ayuso, Almeida, Van Aert, Van der Poel, Jorgenson, Vlasov, Hindley, y compañía son deportistas que ya prometían desde juveniles, a los que se les veía talento y un buen porvenir, a los que los grandes equipos ya seguían desde que eran unos chavales destacando en las categorías inferiores. No son medianías cuyo destino era ser simples "domésticos", que después de unas cuantas temporadas en profesionales sin ganar casi nada "mutaban" y se convertían en campeones.