NamruCasterly
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Para los "ejpertos" sobre Oriente Medio que creen que todo lo que ocurre en la región se puede resumir a un enfrentamiento entre un mundo suní proestadounidense islamista y un mundo chiita prorruso laicista (juas juas), la noticia sobre el corte de relaciones entre el Reino de Arabia Saudita y el Estado de Qatar les tomó un poco por sopresa. Para otros, que vemos más allá de simples reducciones y estamos más atentos, no tanto. La abrupta ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países árabes no es más que el resultado de una serie de tensiones que se venían acumulando a lo largo de los pasados años.
Vamos a ponernos un poco en contexto. Arabia Saudí nace en 1932 cuando el clan Saud unifica el actual reino, desplazando a familias reales rivales tales como los Jachemitas (apoyados en principio por el Imperio Británico, actualmente reinantes en Jordania) y a los Rashid (apoyados por el Imperio Otomano). El oportuno descubrimiento de petróleo pocos años más tarde en 1938, no solo le dio al jóven reino una fuente de riqueza de golpe con la que pudo progresar, sino que le dio la posibilidad de cobrar influencia geopolítica en la región. Arabia Saudí destaca por estar entre las pocas monarquías absolutistas que quedan en el mundo y posee uno de los códigos civiles más rígidos y teocráticos actuales con leyes que, por ejemplo, prohiben a las mujeres conducir o la practica de otras religiones que no sean el Islam (suní, y si es su variante local wahabbita, mejor).
Por otro lado, tenemos al Estado de Qatar, aún más joven. Nace en 1973, cuando se independiza del Reino Unido. Durante muchos años, fue un fiel y leal aliado del reino saudita. Ejemplo de esto fue el apoyo que sus tropas prestaron a la Guardia Nacional saudí durante la Batalla de Khafji durante la Guerra del Golfo. Sin embargo, en junio de 1995, el príncipe Hamid bin Jalifa depone a su padre y se convierte en Emir. Hamid emprende una campaña de progresiva des-saudización en dos partes. Por un lado, aprueba medidas liberales tales como una Constitución, el derecho a votar de las mujeres en elecciones municipales y la libertad de culto, incluyendo la apertura de una iglesia católica en 2008.
Qatar, a su vez, intenta crear una política exterior independiente al márgen de la influencia saudí. En estas aspiraciones juega un papel importante el gas natural. Qatar comparte con Irán (ojo al dato porque será importante en el futuro) el yacimiento más grande de gas natural del mundo, el South Pars (parte qatarí)-North Dome (parte iraní), con cerca de 9700 kilómetros cuadrados y 43 trillones de metros cúbicos de gas. La explotación del gas natural hizo de Qatar el país más rico del mundo, con un PIB per cápita de cerca de 75.000 dólares al año.
La economía saudita es altamente dependiente del petróleo, pero tiene el valor añadido de que es muy fácil de extraer y refinar (a diferencia del nigeriano, el noruego o el venezolano). Eso les permitió no recortar su producción petrolera durante la gran bajada del barril en 2014, ya que incluso vendiendolo a precios bajos, podían seguir sacando beneficios. El motivo detrás de esta bajada del barril podría ser, precisamente, perjudicar a los productores de gas, entre ellos Qatar.
En Oriente Medio, así como en el resto del mundo, las potencias aspiran a crear zonas de influencia generalmente basándose en dos criterios: Un grupo étnorreligioso y un imperio pasado. Así tenemos a Rusia, que aspira un área de influencia sobre los pueblos rusos (más "aliados" como los abjasios o los osetios) y sobre la antigua Unión Soviética/Imperio Ruso. Arabia Saudí aspira a tener zona de influencia sobre los pueblos suníes mientras que su inspiración parece ser los Califatos clásicos, especialmente el Rashidun; la posesión de las dos ciudades sagradas de La Meca y Medina fortalecen su posición. En cuanto a Qatar, pues la cosa no está tan clara. Al no tener un imperio con un legado que asumir ni una etnia en específico a la que apoyar, tienen más libertad para establecer sus influencias. Es un caso parecido al de Emiratos Árabes Unidos.
La esfera de influencia de Qatar podría resumirse en intentar ser amigo de todo el mundo. Su especialidad es el terreno de las inversiones a través de su fondo soberano. Por poner ejemplos, Qatar posee el 17% de las acciones preferentes de Volkswagen, el 15% de las acciones de la Bolsa de Londres y el 70% del club de fútbol francés Paris Saint-Germain. Y en España, Qatar es de sobra conocidísima por ser patrocinadora del FC Barcelona. Adicionalmente, están las controvertidas acusaciones de que Qatar financia a organizaciones terroristas tales como el Daesh, el Frente Al Nusra, al Qaeda y Hamás.
Pero su influencia va más allá de los negocios, también aspiran a ser potencias geopolíticas. Allí aplican el mismo principio, ser amigo de todo el mundo. En general, se podría decir que sus acciones se enmarcan dentro del eje occidental proestadounidense (que no prosaudí) con algunas libertades, un ejemplo sería el hecho de que Qatar hospeda varias bases militares del CENTCOM y que, a la vez, esté involucrada en la privatización de la empresa de gas rusa Rosneft.
Durante la guerra civil libia de 2011, Qatar prestó un enorme apoyo a los insurgentes libios; de hecho, tanto Qatar como su influyente cadena de televisón Al Yazira, tuvieron una importante influencia en las Primaveras Árabes. Qatar apoyó a la Hermandad fiel a la religión del amora y a su candidato en Egipto, Mohammed Mursi, el cual posteriormente sería derrocado por Abdel Fatah al-Sisi, detrás de quien se ha posicionado fuertemente Riad, siendo el primer país en reconocer el nuevo régimen golpista así como con varios acuerdos, en donde Egipto intento literalmente venderle islas en el Mar Rojo al reino saudita.
Posteriormente Qatar, en la nueva guerra libia de 2014 fue la principal fuente de apoyo--junto con Sudán y Turquía-- del autoproclamado Gobierno de Salvación Nacional de Libia, de inspiración islamista, el cual se enfrentaba al Gobierno de Tobruk, el cual era apoyado por Emiratos Árabes y Egipto, nación que a su vez era apoyada por...Arabia Saudí. Ya hablé de Libia con más detalle aquí.
Es justamente en 2014 cuando las tensiones entre Doha y Riad comienzan a aumentar. En marzo de ese mismo año, hubo una pequeña crisis diplomática porque Doha se negó a implementar un acuerdo entre los países del Golfo según el cuál se negaban a apoyar grupos opuestos a los intereses del Golfo, por lo que Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Baréin retiraron a sus embajadores de Qatar. Dos meses antes, Qatar había anunciado sus intenciones de trabajar con Irán en la explotación del campo gasífero de South Pars, a petición del propio Gobierno de Teherán. Más información aquí. Ya hubo gestos a Irán en el pasado, como cuando en 2011 en plena Primavera Bareiní, Qatar se negó a condenar la supuesta influencia iraní en las mismas, en contraste con la posición saudí que acusó a Irán de orquestar las protestas en el pequeño país insular. No olvidemos que Barein es un país mayoritariamente chiita gobernado por una monarquía suní. El levantamiento de las sanciones iraníes en 2016 facilitó la profundización de lazos entre Doha y Teherán.
Adelantamos hasta mayo de 2017, donde tienen lugar tres eventos clave:
En primer lugar, la cumbre de Riad a finales de mayo, que tuvo el dudoso honor de ser la primera visita del presidente Trump al extranjero desde su toma de posesión. Allí Trump tras*mitió su apoyo a Arabia Saudí reivindicando su papel en la lucha contra el terrorismo de los Hermanos fiel a la religión del amores e Irán. Estas declaraciones pudieron envalentonar a Arabia Saudí y motivar a los países suníes a posicionarse aún más en su esfera de influencia.
El segundo evento importante fue la aparición de una noticia en los medios oficiales qataríes, en la cual se cita al emir Sheij Tamim bin Hamad al-Thani dando unas declaraciones en donde critica a Donald Trump, afirma que Irán es una fuerza estabilizadora en la región y describía sus relaciones con Israel como "buenas. Fue rápidamente eliminada y Qatar afirmó ser una noticia falsa, producto de un hackeo. El daño ya estaba hecho y Arabia Saudí bloqueó medios qataríes.
El tercer evento fue el hackeo de la cuenta de correo electrónico del embajador emiratí en Estados Unidos, Yousef Al-Otaiba, en donde se comprobaban vínculos entre Abu Dabí y la Fundación para la Defensa de las Democracias un think tank proisraelí. La historia fue ampliamente cubierta por Al Yazira y el HuffPost Arabi, ambos medios financiados por Qatar, lo cual solo empeoró las cosas.
Entonces, ocurre la ruptura. Entre el 5 y 6 de junio, rompen lazos con Qatar por separado: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Yemen (el Gobierno de Hadi en el sur), Egipto, Maldivas, Mauritania y el Gobierno libio con sede en Tobruk (pese a no ser reconocido internacionalmente). Adicionalmente, Jordania redujo sus vínculos diplomáticos, sin llegar a romperlos del todo. Esos países dieron órdenes a sus ciudadanos de abandonar Qatar en menos de dos semanas, además de suspender todos los envíos de comida, llegando a verse supermercados en Doha practicamente vacíos. También los países ordenaron desviar todos los vuelos de Qatar Airways. Qatar fue, a su vez, expulsada de la coalición internacional que lucha en Yemen. Tiene pinta de ir esto en serio.
El principal motivo dado por Arabia Saudí fue que Qatar patrocinaba organizaciones terroristas en la región y tenía buenas relaciones con Irán. El gobierno yemení incluso los acusó de apoyar a los Houthis, la milicia chiita que actualmente controla el norte de Yemen. El ministro qatarí de exteriores, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, negó las acusaciones y resaltó lo contradictorio de estas. A fin de cuentas ¿Como iba Qatar financiar a las mismas organizaciones terroristas (ISIS, Al Nusra...) a las que Irán combate en Siria? ¿Y como iba Qatar a apoyar a los Houthies si justamente dieron tropas y aviones para bombardearlos?
No está del todo claro que Qatar tenga vínculos financieros con el terrorismo suní más allá de Hamás, que sí que está comprobado, como que haya servido de intermediario para negociar acuerdos e intercambios de prisioneros con muchos de ellos, como los Talibán. Sea Qatar un patrocinador del terrorismo o no (ahí reconozco no haber investigado lo suficiente al respecto), no deja de ser irónico que justamente sea Arabia Saudí--país que durante años llevó y lleva fama de patrocinador de terroristas--quien apunte el dedo.
Por el momento Rusia, Turquía e Irán se han posicionado neutralmente en la crisis, defendiendo el dialogo para resolverla. Pese a ello, Irán ha estado cubriendo a Qatar, ofreciéndole espacio aéreo a Qatar Airways para sus vuelos, dado que está vetada del resto de países. De primeras, Irán parece el mayor beneficiado de esta ruptura, puesto que coloca a Qatar más cerca de Irán y amenaza con destruir el Consejo de Cooperación del Golfo. Los Houthis de Yemen, por su parte, han anunciado sus intenciones de cooperar con el régimen qatarí, llegando incluso a alabarlos. Tendría bastantes huevones que Arabia Saudí al final acabe iranizando Qatar.
La reacción de Estados Unidos también ha sido neutral, al menos hasta que Trump decidió salir y no solo apoyar a Arabia Saudí, sino incluso presumir que la ruptura había sido obra suya; al contrario de lo que defendía el Pentágono y el Departamento de Estado, que era cerrar el pico y esperar. Ay, Donald...
Adicionalmente, el FBI ha declarado que los inflamatorios mensajes recogidos por el medio oficial qatarí, que fueron la gota que colmó el vaso, fue obra de hackers rusos. Unos agentes llegaron a Doha precisamente para ayudar al Gobierno a demostrar que fue una noticia falsa. Lo cierto es que ahora todo cobra sentido. ¿A quien le convenía la destrucción del proestadounidense Consejo de Cooperación del Golfo? Ahí queda la duda.
Qatar y Arabia Saudí: Crónica de un choque anunciado
