Con la bajísima tasa de criminalidad existente en Suecia en aquellas fechas un sueco de a pie podía coincidir por la calle, no sólo con los principales dirigentes políticos, sino también con el mismísimo rey Carlos Gustavo sin escoltas. Ese "detalle" también estuvo presente cuando dieron fin a la ministra Anna Lindh en unos grandes almacenes.
PD. Como curiosidad, el marido de Lindh, Bo Holmberg, era ministro del Interior cuando Palme fue asesinado.