Los funcionarios suelen hacerlo todo en B o tiran de trucos: les pagan como conferencias las clases en academia de preparadores y les ponen el límite por ley para que no salte la liebre, aunque hayan dado el cuádruple de horas.
Si no, clases particulares en B.
Si es negocio, testaferros u hombres de trabajo manual, y tú como socio accionista sin cargos no más de un 10%.
Se las saben todas para que no les pillen y al que le pillan tampoco le van a quitar la plaza. Si pierde lo ganado por algún tipo de sanción de empleo y sueldo, pues mira, lo comido por lo servido.
Y cuanto más alto es el cargo, mayor es el fraude cometido.
Luego ya están los universitarios, que esos fingen que trabajan inventándose temas de investigación sin utilidad el 99% de las veces para poder seguir viajando y comprando material informático a costa de los proyectos y grupos de trabajo, porque hay que gastar todo el presupuesto disponible año tras año para que no baje la cosa.
Exceptúo a las tiktokers e influencers, que esas utilizan los medios que les dan sus empleos públicos para abrirse múltiples canales en las redes sociales, colaborar con marcas, mover el ojo ciego en ropa interior en sus casas o en bikine en la playa mientras fingen que sus canales profesionales son por amor al arte y a su profesión, y que todo todo es profesional. Esas seguro que lo declaran todo bien porque algún gestor habrá que se lo haga gratis a cambio de un par de jijeos.
Y los demás, a seguir remando.