El problema de España es que a los sinvergüenzas se les deja hacer de las suyas.
Y esto acaba así. Por una parte, la gente inteligente dejamos de trabajar para un zascandil que paga una cosa y que, por no pagar, ni siquiera paga las horas extra. Por otra, los que no dais para más os quedáis comiendo cosa y rajando de quien ha podido escapar, sin ver que es el negrero quien os roba.
Si en la vecina Francia tienes la ocurrencia de pagar con un cheque sin fondos, al día siguiente una pareja de gendarmes hace una visita a tu domicilio para preguntarte si te has olvidado de proveer de fondos la cuenta corriente contra la que se cobra el cheque; eso si los pillas de buenas y no tienes antecedentes, en caso contrario bien puedes dormir esa misma noche en un calabozo.
Aquí, en España, un cheque sin fondos es en la práctica una chorrada. Una vez un empresaurio me pagó con un cheque sin fondos y, literalmente, a ese zascandil que intentó engañarme tuve que darle una leche para que me pagase en efectivo; el muy me gusta la fruta sabía que un pleito, aparte de tiempo, me iba a costar más que el importe del cheque.
En un país donde un zascandil tiene tantas garantías legales no es de extrañar que apenas haya empresas dignas de tal nombre y que, como dije antes, los que valemos nos larguemos a la Función Pública.
