Es uno de los yacimientos más importantes de la Europa de la Edad del Cobre junto al desgraciadamente desaparecido recientemente de Marroquíes Bajos de Jaén, y da nombre a la Cultura de Los Millares, que se extendió por Andalucía, llegando hasta Murcia y el sur de Portugal.
El poblado está situado estratégicamente próximo a las minas de cobre de la sierra de Gádor, en un promontorio en forma de espolón, entre el Río Andarax y la Rambla de Huéchar.
Gracias al registro obtenido en las excavaciones arqueológicas se puede plantear un modelo de reconstrucción medioambiental para el área de Los Millares durante la Edad del Cobre, cuyo entorno gozaba de unas condiciones ecológicas más favorables que las actuales. Junto al yacimiento, descendía por las faldas de las serranías vecinas una densa cobertura vegetal compuesta por bosques de encina y matorral mediterráneo. Por encima de los 600 u 800 m de altura dominaban los pinares, mientras las riberas del Río Andarax mantenían bosques de galería, compuestos por alisos, fresnos, álamos, sauces, tarayes, saucos y cañas, que exigían un curso continuo de agua.
En la actualidad a una distancia de unos 18 Km de la costa, aunque en la Edad del Cobre el estuario de Andarax aún no se había rellenado y el río era navegable desde el asentamiento.
La meseta de Los Millares presenta una longitud de 1.5 Km en su eje mayor (este-oeste) y una superficie de 19 hectáreas, de las que 6 corresponden al poblado y las restantes a la necrópolis
El poblado posee tres líneas de murallas concéntricas. Y Una cuarta fortificación, a modo de ciudadela, se sitúa en la parte más interna del espolón.
La muralla exterior (Línea I), construida tras una ampliación del poblado, mide unos 400 m. Su espesor medio es de 2 m, logrado mediante el adosamiento de varios refuerzos a la cara interna del muro principal. La muralla presenta a intervalos regulares una serie de bastiones y torres, a los que hay que sumar las dos barbacanas o puertas fortificadas que protegen la entrada del recinto.
La segunda muralla (Línea II) se alza sobre una vaguada, cerrando la meseta central del asentamiento. Estuvo en uso durante todo el periodo de ocupación del poblado y ofrece una gran complejidad, pues los refuerzos y reconstrucciones sucesivas, encubren su trazado original.
La Línea III de la muralla cierra el área más interna de la meseta central, en cuyo recinto se sitúa el gran edificio de planta rectangular y de posible uso público, descrito por L. Siret. Esta tercera muralla estuvo en uso un periodo de tiempo relativamente corto y fue desmantelada y cubierta por un grupo de viviendas, cuyos zócalos se conservan sólo en algunos sectores, muy afectados por la erosión. Al sureste y adosados al paramento interno de la muralla se han descubierto los zócalos superpuestos de varios talleres metalúrgicos, de planta rectangular. Desde las fases más antiguas de Los Millares (2300 - 1800 a. C.) se observa una actividad metalúrgica avanzada y de envergadura.
Finalmente, la ciudadela fortificada situada en el extremo interno del poblado (Línea IV) sólo ha sido investigada por el momento mediante varios sondeos, que confirman su envergadura, ya que sus murallas alcanzan los 6 m de espesor. En el interior del recinto se aprecia una gran depresión en el terreno, que fue interpretada por L. Siret como una cisterna.
El interior del asentamiento ofrece un urbanismo organizado en el que las viviendas de planta circular alcanzan distintas dimensiones en cada área del poblado.
Destacan varias estructuras de carácter comunal como el gran edificio central y los talleres metalúrgicos del tercer recinto y la cisterna del cuarto, así como una conducción de agua, documentada por Siret. que cruzaba la meseta donde se asienta la necrópolis y atravesaba las murallas para alcanzar las áreas internas del poblado.
La secuencia estratigráfica del asentamiento muestra el desarrollo del hábitat a través de varias fases construcción durante el Cobre Antiguo (3200 al 2800 a.C.), cuando se construyen las tres murallas interiores, Cobre Pleno (2800 al 2450 a.C.), fase en la que se desmantela la tercera muralla y se construye la muralla exterior y la mayoría de los fortines, y Cobre Tardío (2450 al 2250 a.C.), cuando aparecen los primeros vasos campaniformes que después se producen masivamente en el poblado. El abandono de Los Millares tuvo lugar aproximadamente hacia el 2200 a.C., cuando comienzan a fundarse en los alrededores los primeros establecimientos de la Cultura de El Algar.
Cuenta además con numerosas defensas exteriores en las elevaciones cercanas (se han localizado hasta 13 fortines), muchas de ellas fuertemente defendidas mediante murallas concéntricas. Se cree que se utilizaban también para el almacenamiento de cereales.
Hay un itinerario 2 que recorre los fortines. Requiere un cierto esfuerzo y un buen calzado. Es conveniente visitar al menos los números 1 y 5, excavados de forma sistemática. Al aparcamiento de este último (señalizado) se puede llegar en coche, a medio kilómetro carretera abajo.
Más al sur, en los términos municipales de Gádor y Alhama de Almería, sobre las lomas y terrazas situadas en el pie de monte de la Sierra de Gádor y separada de Los Millares por la línea de fortines, se extiende una importante agrupación de necrópolis dolménicas dispersas, contemporáneas a Los Millares y asociadas a poblados de pequeñas dimensiones.
El itinerario 3 nos lleva, utilizando el vehículo propio, a los grupos de dólmenes mejor conservados en la Loma de la Galera y la Rambla de Huéchar.
Se estima que podía contar con una población de unas 1500 personas.
La necrópolis, frente a la muralla exterior, ocupa unas 13 hectáreas, y contiene unos 80 de dólmenes, tumbas megalíticas de corredor, la mayoría con cámaras circulares cubiertas por falsa cúpula de mampostería o techos planos de madera.
La necrópolis muestra una serie de agrupaciones de tumbas, que pueden corresponder a los distintos linajes del poblado.
Dentro de las murallas se encuentra un conjunto de viviendas simples, junto con un gran edificio con evidencias de fundición de cobre.
La cerámica recuperada incluye tanto piezas lisas como decoradas, incluyendo cuencos con motivos en forma de óculos. Diseños similares aparecen en varios ídolos de piedra también recuperados.
A partir de mediados del tercer milenio, se encuentran ya cerámicas de tipo campaniforme
El poblado fue descubierto en 1891, durante la construcción de una vía férrea, y fue excavado por primera vez por Luis Siret con la ayuda de su capataz Pedro Flores.
Tras un largo periodo de abandono, en los años 50 los profesores M. Almagro y A. Arribas reanudaron los trabajos.
A partir de 1978, es el Departamento de Prehistoria de la Universidad de Granada quien continua las investigaciones dirigidas por los profesores A. Arribas y F. Molina.
Las dataciones por Carbono 14 (calibradas) del poblado, lo sitúan temporalmente entre finales del cuarto milenio a.C. y el último cuarto del tercer milenio a.C.
Estas fechas han descartado la antigua hipótesis según la cual colonos del Egeo formaron el poblado trayendo consigo los enterramientos en forma de tholoi y la metalurgia (hipótesis difusionista del origen de la metalurgia y del megalitismo en la península ibérica). En efecto, cuando se fundó el poblado: Los tholoi del Egeo no existían todavía, ya que los primeros documentados son de mediados del tercer milenio, mientras que los clásicos como el tesoro de Atreo son del Heládico Reciente (segunda mitad del segundo milenio a.C.). Y en el Egeo se encontraban en la etapa del Bronce Antiguo, y ya estaba generalizada la aleación con estaño para formar el bronce, mientras que en los Millares se utiliza el cobre.
Así las cosas, la aparición de la metalurgia responde probablemente a un descubrimiento autóctono.
Fue la fabricación de armas y útiles metálicos, así como su comercio, el elemento diferenciador que propició el gran desarrollo de esta cultura, aunque la actividad principal continuó siendo la agricultura y la ganadería.
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