Terminada la Guerra Civil, la primera etapa de autarquía y racionamiento, con la Comisaría General de Abastecimientos y tras*porte, el Servicio Nacional del Trigo y la Fiscalía de Tasas, la intervención de Estado en numerosos campos, favoreció la corrupción sin mecanismos correctivos de ningún tipo.
Un informe de Falange, citando al ayudante de la Primera Región Aérea, reprochaba al que había sido gobernador civil de Madrid, Miguel Primo de Rivera, que hubiera "hecho gran cantidad de estraperlo y negocios sucios".
Las fortunas creadas en la posguerra al amparo de la victoria son deudoras de esas prácticas. Alcanzan desde el alquiler de presos políticos a empresas de construcción (1), que recibían las contratas del Estado, y que entre militares y contratistas desviaban parte de lo establecido que debía destinarse a alimentación de los cautivos o a su cartilla de ahorro, a contratas municipales como la concedida a un emigrado alemán,
Ernesto Koplowitz.
Este empresario se había iniciado en el estraperlo y en 1944 obtuvo del Ayuntamiento de Madrid el servicio de alumbrado y conservación del alcantarillado para una pequeña empresa, Construcciones y Reparaciones, de la que era accionista principal un falangista empleado de la Unión Eléctrica Madrileña, además de....concejal de alumbrado.
Abiertas las puertas de acceso a las oficinas públicas y a la alta sociedad, termina haciéndose con la propiedad de la compañía en 1952 y le cambia el nombre por el de Construcciones y Contratas, la actual FCC. El marqués de Villaverde, consuegro de Franco, fue invitado a incorporarse a su consejo de administración.
Franco, además de incrementar su patrimonio de forma desorbitada, conocía y se servía de la corrupción de sus compañeros de armas para tenerlos controlados.
Cuando los generales monárquicos, temiendo el triunfo aliado en la II Guerra Mundial comenzaron a trazar planes para la destitución del Caudillo, Franco recordó a
Luis Orgaz, alto comisario y jefe del Ejército de jovenlandia, los negocios ilícitos que tenía en el Protectorado.
A los generales sumisos, al pasar a la reserva, les aguardaban los consejos de administración de las empresas públicas del Instituto Nacional de Industria. Muy íntegros no eran esos generales que en 1941 aceptaron importantes sumas de dinero del servicio británico de inteligencia para disuadir a Franco de la entrada en guerra junto a los alemanes: los generales Varela y Aranda recibieron dos millones de dólares; los generales Gallarza y Kindelán, un millón.
Los pagos incluyeron al defenestrado Queipo de Llano y al general Orgaz.
Hasta sorprende que cobrara dos millones el hermano del jefe del Estado, Nicolás Franco.(sigue)
Fuente:
Franco, Klopowiitz, FCC y la corrupción