Santiago: Hosteleros resignados pero inflexibles a la hora de pedir el pasaporte el bichito, y los clientes aceptando la medida

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La exigencia de carné de banderillación causa ya anulaciones en la hostelería de Santiago
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PACO RODRÍGUEZ
La medida hace subir la edad media de los comensales en restaurantes, tras una primera jornada sin incidencias
01 ago 2021. Actualizado a las 05:00 h.
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«Estamos sorprendidos de que todo fuera tan bien, sin incidencias», comentaba ayer a media tarde Bianca Barbeira desde el restaurante A Viaxe de Santiago al preguntársele por la primera jornada de exigencia en la ciudad de carné de banderillación, prueba negativa de el bichito o documento de haber superado la enfermedad para acceder al interior de locales de hostelería. Admite que el viernes se cayeron la mitad de reservas para ayer sábado: «Cancelaron los que no tenían certificado, sobre todo la gente más joven. Quienes acudieron venían prácticamente en su totalidad con certificado europeo», lo que facilitó que todo tras*curriese con normalidad. Más complejo será, apunta Bianca, cuando lleguen clientes con test de antígenos o PCR. Fueron comensales locales, mientras otros foráneos, como alguno de Valencia, acudían con gallegos que ya les habían advertido de la obligatoriedad de disponer del certificado.
Desde A Noiesa, Juan Carlos Somoza destacaba la «infinita capacidad de adaptación de los clientes. Fantásticos, como siempre, todos con el certificado en la mano». Eso sí, el viernes llamaron a quienes habían reservado para avisarles de la nueva norma, «y sí que hubo alguna anulación. Gente que comentaba que viene de viaje y no sabía cómo hacerlo, o con un hijo sin banderillar. Pero puntuales, la mayoría disponía de certificado, y al reservar ya muchos preguntaban por la situación sanitaria y requisitos. No fue tan traumático como cuando en su día tuvimos que llamar para decir que estábamos cerrados. Acabaremos adaptándonos, una vez más», concluye.
El sector nota mayor información en los gallegos que en foráneos: «Os máis despistados foron, sobre todo, os peregrinos. En xeral non houbo ningún problema, os clientes tomárono bastante ben», expresa Javier Míguez, al frente de las Bodeguillas. Javier Huete y Nuria Romojaro, de Madrid, de regreso ayer de su peregrinación de Santiago a Fisterra, lo ilustran: «Nos acaban de alertar al entrar. Nos ha pillado por sorpresa», dicen en un local de tapas del Franco: «Lo tenemos, lo enseñamos y ya está». Ven la medida de forma positiva, «hay que poner todos los medios posibles, y este es uno más». Lo mismo opina el compostelano Pepe de la Fuente, de tapeo tranquilo en el interior de un restaurante de A Raíña: «É unha forma de facer un cribado de xente para que poidamos estar dentro dun bar ou dun restaurante. Penso que nos beneficia a todos: quen teña o certificado supoño que non terá problema en ensinalo, e quen non quedará á porta». Sostiene que llevar el certificado en el móvil no supone problema, «aínda que haberá sitios seguramente onde non o pidan».
Lo confesaban en un bar compostelano, sin mucho problema al tener una terraza que multiplica la capacidad del interior: «Advertimos a los clientes de que es obligatorio tener el certificado para entrar, pero no exigimos verlo, porque también tendríamos que comprobar que se corresponde con su DNI».
En todo caso, la predisposición de los clientes es buena. Andrea Galiana, de Alicante, y Mirian García, de Cartagena, llevan su certificado de banderillación al lado de su flamante Compostela tras completar el Camino Primitivo desde Oviedo: «No sabíamos que era necesario, porque todo ha cambiado muy rápido. Hace una semana y media, cuando empezamos el camino no lo era, pero como estamos banderilladas lo llevábamos por previsión», señala Andrea.
Tampoco un grupo de cuatro peregrinos italianos, que almorzaron en el interior del Dakar, sabían de la obligatoriedad del certificado desde ayer. Ellos lo llevaban porque realizaron el Camino desde Oporto, y dicen que para hospedarse en Portugal precisaban el documento de banderillación, «que será obligatorio en Italia desde el próximo día 6», comentan Ludovico Fontolan, de Padua, y Giuseppe Cometa, de Milán.
«Buscaremos un restaurante con terraza», comenta una pareja sin la dosis completa
David Vázquez y Noelia Castro, de Pontedeume, se enteraron del nuevo requisito al querer comer de tapas en un local de la zona histórica. Él tiene la pauta de banderillación completa, pero a ella le falta la segunda dosis. Les tocó cambiar el plan para buscar un restaurante con terraza: «Es un poco ***ón para quienes tenemos solo una dosis», decía ella, pero respaldan la medida, «más aún después de cómo aumentan los casos». Eso sí, señalan que la nueva normalidad es nueva cada día y en cada municipio.
Ellos no fueron los únicos en no poder entrar al establecimiento: «Fue una jornada decepcionante, unos 90 clientes no pudieron acceder» por carecer del certificado, una incidencia que se nota más en locales de tapas y bares, con mayor rotación de clientes que los restaurantes.
Martín Pais, al frente del restaurante Orixe, cuestiona que la capacidad de las terrazas se rebaje al 50 %, «mentres pasan por diante grupos de peregrinos de 200 persoas, sen mascarilla e a grito pelado e ninguén di nada». Ocupación al 50 % e impuestos al 100 %, lamenta.
 
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En población adulta quedan muy pocos sin banderillar y,como aunque fuesen reacios una vez lo han hecho se sienten ufano, hasta agradecen la oportunidad de mostrar su solidaridad.

A los pocos que quedan sin banderillar ya saben lo que hay y no intentan ir. Y de otras partes de España o han cancelado o lo mismo que los locales , no van sin más y su ausencia no se nota porque no son muchos.
Creo que no lo vives en tus propias carnes para poder llegar a esa conclusión. Que no se nota dices....
 
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