Salvador de Híjar, el fraile 'republicano' que desafió a Franco durante la Guerra Civil

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Salvador de Híjar, el fraile 'republicano' que desafió a Franco durante la Guerra Civil

Salvador de Híjar en 1937

El fraile Salvador de Híjar llegaba al Puerto de Valencia en una situación lamentable a mediados de octubre de 1937. Vestido todavía con su manchado hábito y con unas sandalias medio rotas se bajaba con cierta dificultad del vapor inglés que lo había trasladado desde Gibraltar. En el muelle le esperaban una treintena de personas, entre ellas el gobernador de la ciudad y varios responsables de segunda línea del Gobierno de la República. También le esperaban algunos reporteros gráficos que querían cubrir en primicia la llegada a la España republicana del 'cura rojo' como muchos ya empezaban conocer a este capuchino de 28 años.

Antes de su llegada a Valencia, Manuel Cardona Íñigo, más conocido por todos con el nombre de Fray Salvador de Hijar, tuvo que hacer frente a un calvario que a punto estuvo de acabar con su vida. El inicio de la Guerra Civil Española sorprendió a este capuchino en su convento de Zaragoza situado en el precioso barrio de Venecia. El triunfo del alzamiento militar en la capital aragonesa en 1936, propició que desde el principio que las patrullas de falangistas y de requetés dominaran las calles de la ciudad, tomándose en muchas ocasiones la justicia de su mano. Los asesinatos y ajustes de cuentas se prolongaron durante todo ese verano como relataba el propio fraile a su llegada a la zona republicana:

"Una extraña congoja se apoderó de nosotros. Nadie dormía en la comunidad pensando en lo que de puertas afuera del convento se desarrollaba durante aquellas interminables noches lúgubres de tiroteos. Alguien nos dijo que a pocos metros del convento llegaban automóviles todos los días y sin respeto a la ley de dios asesinaban a la gente por no pensar como ellos"

Fray Salvador de Hijar, que había sido muy conocido en Zaragoza antes de la Guerra Civil por sus intensos y emocionantes sermones, vivía con angustia los primeros días de la contienda. Con otro fraile de su convento escuchaban durante muchas noches casi todas las emisoras de radio posibles, incluidas las republicanas. Su objetivo era enterarse "absolutamente de todos los detalles de la guerra".


Artículo periodístico de Salvador de Híjar en 1937


Uno de los episodios más dramáticos que tuvo que vivir a finales de 1936 fue la ejecución de una persona a cien metros de su convento acusada de distribuir propaganda comunista. Un grupo de falangistas le detuvo con unas cuantas cuartillas fusilándole casi en el acto: antes de la ejecución el detenido solicitó la confesión, por lo que fue requerido el fraile superior del convento, el padre Ruperto de Arizaleta. Salvador de Híjar escuchó escondido la confesión del presunto comunista, algo que le llenó de tristeza al fraile capuchino que no entendía todavía lo injusto de una guerra:

"Al día siguiente se discutió con violencia en nuestro comedor lo que había pasado. Nueve de nuestros religiosos eran navarros y eran fervientes partidarios del requeté. Protesté con demasiada vehemencia de aquellos asesinatos y el superior me miró con una frialdad de hielo diciendo: No faltaría más que entre los frailes de esta casa hubiera uno partidario de los gente de izquierdas"

Después de aquel incidente, nuestro protagonista dio misa en la SEO de Zaragoza criticando durante la homilía a los exaltados que asesinaban sin razón de ser porque
"aquellas matanzas eran más propias de gentes sin creencias que de seres cristianos".
Cuando regresó al convento, su superior le anunció que debía abandonar la ciudad y descansar lejos durante una temporada. El 30 de julio de 1936, doce días después de arrancar la sublevación militar de Franco, Salvador de Híjar se marchaba a Pamplona donde también quedó traumatizado por las ejecuciones:

"
Cierta mañana volví horrorizado al convento de Pamplona. Había contemplado dos montones de cadáveres de más de sesenta, muchos estaban completamente mutilados. Volví a protestar ante mi superior de allí. Acabaron enviándome a Tudela. Era inútil, en nuestra orden no se discuten los mandatos superiores"

Desde el 17 de agosto de 1936 hasta el 29 de junio de 1937 estuvo en Tudela haciendo vida contemplativa y rezando casi las 24 horas del día. Por medio de terceras personas, Fray Salvador de Híjar escuchó que "
Franco y los militares sublevados estaban dando un escarmiento al claro vasco por su apoyo a los nacionalistas
". Su situación allí empezaba a ser angustiosa hasta que tomó la decisión de marcharse al frente voluntario como capellán castrense. "
Me parece muy acertada la idea. Así verá usted la guerra y la pureza de los ideales del Generalisimo",
le dijo su superior en el convento.

Carta del Cardenal Gomá sobre Manuel Cardona

El 30 de junio de 1937 ya estaba en Escalada, un pequeño pueblo burgalés situado en la carretera de Burgos a Santander donde estaba el centro de operaciones del General Sagardia. Fue nombrado capellán del sexto batallón de la Falange donde le sorprendió enormemente , según él, "lo blasfemos que eran los falangistas".


Es aquí donde se le pierde la pista. Sabemos por medio del Archivo del General Gomá que a mediados de septiembre de 1937 consiguió abandonar la zona norte de España y desplazarse (no sabemos muy bien como) hasta Algeciras consiguiendo pasar a Gibraltar a través de La Línea. Según Gomá, Manuel Cardona (Fray Salvador de Hiijar) había pedido a la Oficina de Información del Cuartel General de Franco un documento para salir de España que nunca le fue entregado. En cualquier caso, el 27 de septiembre de 1937 se encontraba en Gibraltar, alojado en Workers Union.

Por mar y a bordo de un barco con bandera inglesa, consiguió llegar a Valencia en octubre de 1937, ciudad en la que le estaba esperando su hermano. Hasta el final de la Guerra Civil Española se convirtió en un personaje de lo más notorio dentro del bando republicano. Sus conferencias en las que entremezclaba la religión, el comunismo y el republicanismo llenaban los cines y los ateneos. El periódico La Vanguardia, decían de él que
"era la luminosa floración del espíritu de tolerancia religiosa y de libertad de conciencia de este sublime pueblo español
". Merece la pena rescatar un fragmento de un artículo suyo publicado en la prensa madrileña en invierno de 1938 bato el título de "Franco no, Cristo sí.

"La santidad de las costumbres no se logra con la violencia de las armas, sino por el retorno de los corazones al evangelio. Lo ignoraban aquellos hombres que alzaron bandera de guerra al grito de ¡ Por Dios y por la Patria! Supongo que la Patria no quería la sangre de sus hijos para disfrutar de paz. Porque la Iglesia, cuando sale de su atmósfera, que es lo espiritual, y se sumerge en los asuntos terrenos, atenta contra su vida"

Pasaporte de Fray Salvador tras salir rumbo a México en 1939

Sabemos que nuestro protagonista abandonó España cruzando la frontera por Cataluña rumbo a Francia en enero de 1939, fecha en la que Franco decidé avanzar sobre Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona. Al igual que otros muchos republicanos españoles, en el país vecino estuvo recluido en un campo de concentración hasta que consiguió un barco para marcharse a México. El 27 de julio de 1939, cuatro meses después de terminar la Guerra Civil, estaba entrando en el puerto de Veracruz como exiliado español, país en el que residiría hasta el fin de sus días dedicado a la escritura y a la enseñanza. En su nuevo pasaporte, en el apartado dedicado a su profesión, no aparecía nada que le identificara como sacerdote. Su única distinción era la de escritor.


Guerra en Madrid: Salvador de Híjar, el fraile 'republicano' que desafió a Franco durante la Guerra Civil
 
"Una extraña congoja se apoderó de nosotros. Nadie dormía en la comunidad pensando en lo que de puertas afuera del convento se desarrollaba durante aquellas interminables noches lúgubres de tiroteos. Alguien nos dijo que a pocos metros del convento llegaban automóviles todos los días y sin respeto a la ley de dios asesinaban a la gente por no pensar como ellos"

Exactamente lo mismo pasaba en el otro lado.
 
La clase obrera ha resuelto el problema de la Iglesia, sencillamente no ha dejado en pie ni una siquiera [iglesias] (...) hemos suprimido(asesinado) sus sacerdotes, las iglesias y el culto.
Andrés Nin, La Vanguardia, 2/08/36. Biblioteca de La Vanguardia

Los templos no servirán más para favorecer alcahueterías inmundas. Las antorchas del pueblo las han pulverizado (...) Las órdenes religiosas han de ser disueltas. Los obispos y cardenales han de ser fusilados. Y los bienes eclesiásticos han de ser expropiados.
Solidaridad Obrera, 15/08/3632


En toda la historia de la universal Iglesia no hay un solo precedente, ni siquiera en las persecuciones romanas, del sacrificio sangriento, en poco más de un semestre, de doce obispos, cuatro mil sacerdotes y más de dos mil religiosos.(historiador, Antonio Montero )
 
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