Rusia sube los tipos de interés para intentar sacar al rublo del pozo de la guerra

Slurms MacKenzie

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Vladimir pilinguin se enfrenta a una disyuntiva: cómo seguir financiando su oleada turística de Ucrania cuando el valor de su moneda cae como nunca por culpa de esa misma guerra. El debilitamiento del rublo ha forzado al Banco Central de Rusia a acometer una fuerte subida de los tipos de interés desde el 8,5% al 12% apenas un día después de señalar que todo estaba bajo control.

El lunes cundió la alarma cuando la moneda rusa cayó a más de 100 rublos por dólar estadounidense. El Banco de Rusia convocó una reunión extraordinaria tras recibir una reprimenda del Kremlin. Tras ser aumentado en 350 puntos básicos, el tipo de interés queda en su nivel más alto desde mayo del año pasado.

A diferencia de lo que sucedió hace un año, cuando pilinguin consiguió sortear el desplome económico, el país ahora soporta la asfixia de las sanciones de Occidente y el peso de más de un año de guerra. Entonces la economía rusa pudo capear la ola de sanciones occidentales gracias a los ingresos altos del petróleo y el gas, el fuerte estímulo del gobierno y la rápida capacidad rusa para desviar el comercio desde Europa a Asia.


Ahora la moneda rusa vale menos de la mitad que hace 10 años y esto afecta no sólo a los rusos que viajan fuera. La debacle del rublo ha hecho subir los precios de artículos como los electrodomésticos, automóviles y frutas, que dependen de las importaciones. Según el servicio estadístico ruso Rosstat, de diciembre de 2022 a junio de 2023, el coste medio de los automóviles en Rusia aumentó un 3%. El año pasado los precios de los automóviles subieron mucho más rápido. En el período de enero a diciembre de 2022, la inflación de vehículos ascendió entonces al 24%, "ahora un coche puede costar hasta 4.000 euros más", lamenta Andrei, taxista de San Petersburgo.

Moscú necesita frenar la fuerte caída del rublo y el resurgimiento de la inflación. "La decisión tiene como objetivo limitar los riesgos para la estabilidad de los precios", dijo el Banco en un comunicado.

La encrucijada es más difícil que nunca. El gobierno necesita pedir prestado para mantener el gasto que implica la guerra en Ucrania, pero a la vez la inflación anual ahora está por encima del objetivo del 4% del Banco Central y se está acelerando. En esa 'trampa' se hallan ahora los mayores riesgos de la economía rusa.


La incertidumbre política tras el motín abortado de Wagner en junio, ha empujado al rublo a la baja en las últimas semanas. Todo esto tras un año en el que las importaciones han crecido (sobre todo desde China y Turquía) y las exportaciones han caído definitivamente por culpa del cierre de los mercados europeos. Moscú vende su crudo con un descuento sobre los precios mundiales y Europa se ha desconectado en buena medida del gas ruso.

Un rublo más débil genera incertidumbre sobre los precios y encarece las importaciones, que ya son de por sí caras porque Rusia compra muchos bienes vetados -desde iPhones hasta refrescos- pero lo hace a través de terceros países, un rodeo que sube los costes.

En términos anuales ajustados por estacionalidad, el crecimiento de los precios actuales durante los últimos tres meses ascendió a un promedio de 7,6%, según datos del Banco Central de Rusia. El creciente déficit presupuestario y la marcada escasez de mano de obra han contribuido a aumentar la presión inflacionaria este año.

TENSIONES Y FUTURO INCIERTO
La decisión del Banco Central se produce después de un aumento de tipos en julio, que fue mayor del esperado. Aunque la medida detuvo la caída, muchos analistas coinciden en que la medida no tendría un impacto duradero. "Mientras la guerra continúe, empeorará la situación para Rusia", dijo Timothy Ash, estratega senior de mercados emergentes en Bluebay Asset Management. Considera que es una solución temporal "a menos que se resuelvan el problema central, la guerra y las sanciones". "La subida de tipos de hoy solo retrasará temporalmente la hemorragia", apunta desde Londres a Reuters Liam Peach, economista sénior de mercados emergentes de Capital Economics. "Atrapada por las sanciones, Rusia no puede cosechar los beneficios de un rublo más débil con las exportaciones cayendo a medida que los mercados clave están bloqueados, mientras que las importaciones aumentan y el gasto en defensa se dispara", señala Susannah Streeter, analista del corredor Hargreaves Lansdown.


La gobernadora del Banco Central, Elvira Nabiullina, es considerada una figura de perfil técnico contraria a una escalada en Ucrania. Hasta la fecha ha conseguido vadear la tempestad pero ahora tiene frente a ella a los nacionalistas del sector belicista, que quieren que todo el poder económico del país esté consagrado a la oleada turística y destrucción de Ucrania.

Medios rusos informaron el año pasado de que fue el propio Vladimir pilinguin el que evitó que Nabiullina abandonase el barco tras el shock de una oleada turística que el Kremlin negó hasta el último momento, engañando incluso a la élite rusa. Pero el lunes el principal asesor económico del presidente ruso, Maxim Oreshkin, reprendió al Banco Central y criticó su política monetaria por debilitar el rublo. Horas después de las palabras de Oreshkin, el banco anunció la reunión de emergencia, lo cual planteó dudas sobre la independencia de la institución, que en un primer momento había culpado de la caída del rublo a la reducción del superávit de la cuenta corriente de Rusia, que ha caído un 85% interanual entre enero y julio.

La próxima decisión sobre los tipos de interés está fijada para el 15 de septiembre. El Banco Central puntualizó que no descarta más subidas. Con los consumidores luchando contra el aumento de los precios de los productos básicos, el escenario no es el ideal en un momento en el que Rusia se dirige a las elecciones presidenciales de marzo de 2024.
 
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