Lupin III
Himbersor
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ce seis meses, Siya Kolisi se convirtió en el primer capitán de raza de color en la historia de los Springboks. El nombramiento supuso todo un acontecimiento en Sudáfrica, donde el rugby siempre fue considerado un deporte de blancos. De modo que el pasado 9 de junio, la expectación en Ellis Park, escenario del primer amistoso del invierno ante Inglaterra, trascendía lo estrictamente deportivo. La hinchada enloquecía con el estreno de Kolisi en el legendario estadio donde Nelson Mandela, enfundado en la misma camiseta que durante décadas había simbolizado el supremacismo afrikaaner, alzó la copa del mundo de 1995.Ese sábado de junio, Kolisi lideró a su equipo al triunfo (42-39), el primero de una exitosa serie completada ante Nueva Zelanda (34-36), Australia (23-18) o Francia (26-29). Magníficos augurios todos para un Mundial que arranca dentro de ocho meses en Japón. El flanker, de 27 años, asumía de algún modo el último relevo de una carrera iniciada por Chester Williams, el único neցro de aquella generación de 1995, y continuada por JP Pietersen y Bryan Habana, campeones 12 años después. Sin embargo, esta misma semana el liderazgo de Kolisi ha quedado de pronto en entredicho. Contrario a las cuotasLa oleada de críticas se ha desatado en Sudáfrica, un país con un 91% de población de color y donde el Gobierno sigue considerando prioritaria la «tras*formación radical» de las estructuras heredadas del apartheid. De hecho, el gabinete de Cyril Ramaphosa mantiene un acuerdo con la Federación de rugby por el que la mitad de los jugadores convocados para el próximo Mundial deben ser neցros. En este contexto cabe interpretar las declaraciones del pasado lunes de Kolisi a una agencia de noticias japonesa. «Yo no conocí a Mandela, pero tampoco creo que él hubiese apoyado las cuotas. A mí no me gustaría que me eligieran únicamente por el tonalidad de mi piel. No sería bueno para el equipo y mis compañeros deberían saberlo», subrayó el tercera línea.Apenas unas horas más tarde, Beauty Dlulane, miembro del Consejo Nacional Africano (ANC) y responsable de la comisión de Deportes en el Parlamento, calificó como «desafortunadas» las palabras del capitán. «Seguimos necesitando cuotas para aquellos deportes, como el rugby o el cricket, que aún parecen resistirse al cambio. La opinión del capitán refleja una falta de sensibilidad hacia la realidad de nuestra nación, pero la tras*formación seguirá siendo un objetivo del Gobierno el tiempo que haga falta», refrendó Dlulane, consciente de que la pasada temporada, la media de titulares blancos en el XV de los Springboks no bajaba de 10. Esas cifras, bajo el mandato del técnico neցro Allister Coetzee, siguen siendo las mismas que con el seleccionador actual, Rassie Erasmus, de raza blanca, el hombre que otorgó el brazalete a Kolisi y que ahora aspira nada menos que al título en Japón.
Infancia en la miseria
«Si quieren hablar de tras*formación hay que comenzar en los townships», replicaba Kolisi, nacido y criado en Zwide, un barrio marginal, sólo para neցros, a las afueras de Port Elizabeth. «De mi infancia recuerdo noches donde la principal preocupación era saber lo que iba a comer al día siguiente. Mi abuela se las apañaba para conseguirnos una rebanada de pan con mantequilla. Nos lo traía a casa envuelto en papel. Ese era todo mi sustento», rememoraba en la CNN.
Aquella vida, abocada a la miseria, dio un giro radical cuando pudo ganarse una plaza en el Grey High School, el instituto donde terminaría enamorándose del rugby. «Si no hubiera llegado a la escuela inglesa no habría podido alimentarme correctamente, ni habría alcanzado la misma preparación que los otros niños. Con todos estos elementos en la mano, ahora tengo muy claro que elegir a alguien únicamente por su tonalidad no funciona», zanjó Kolisi, casado con una blanca y padre de cuatro hijos.
"La historia que nos cuentan"
Un ídolo para millones de sudafricanos, incluido el mismísimo Bryan Habana. «Su historia de superación supone algo especial», contaba el mítico ala. «Bajo su liderazgo, el resto de compañeros saben que el equipo representa un símbolo de esperanza para este país. Es mucho más que la camiseta. Es la historia que esta selección nos cuenta», añadía sobre Kolisi, fiel aún a los Stormers de Ciudad del Cabo, por muchas ofertas que lluevan desde Europa.
Un hombre de fuertes creencias religiosas, nada acostumbrado a centrar la atención mediática e inusitadamente sincero: «Con la selección hemos derribado barreras que nunca pensé que podríamos conseguir. Hemos recuperado el respeto de nuestros rivales. Creo que tenemos una posibilidad real de ganar el Mundial».
Rugby: El primer capitán neցro de Sudáfrica cuestiona el legado de Nelson Mandela | Más Deporte
Infancia en la miseria
«Si quieren hablar de tras*formación hay que comenzar en los townships», replicaba Kolisi, nacido y criado en Zwide, un barrio marginal, sólo para neցros, a las afueras de Port Elizabeth. «De mi infancia recuerdo noches donde la principal preocupación era saber lo que iba a comer al día siguiente. Mi abuela se las apañaba para conseguirnos una rebanada de pan con mantequilla. Nos lo traía a casa envuelto en papel. Ese era todo mi sustento», rememoraba en la CNN.
Aquella vida, abocada a la miseria, dio un giro radical cuando pudo ganarse una plaza en el Grey High School, el instituto donde terminaría enamorándose del rugby. «Si no hubiera llegado a la escuela inglesa no habría podido alimentarme correctamente, ni habría alcanzado la misma preparación que los otros niños. Con todos estos elementos en la mano, ahora tengo muy claro que elegir a alguien únicamente por su tonalidad no funciona», zanjó Kolisi, casado con una blanca y padre de cuatro hijos.
"La historia que nos cuentan"
Un ídolo para millones de sudafricanos, incluido el mismísimo Bryan Habana. «Su historia de superación supone algo especial», contaba el mítico ala. «Bajo su liderazgo, el resto de compañeros saben que el equipo representa un símbolo de esperanza para este país. Es mucho más que la camiseta. Es la historia que esta selección nos cuenta», añadía sobre Kolisi, fiel aún a los Stormers de Ciudad del Cabo, por muchas ofertas que lluevan desde Europa.
Un hombre de fuertes creencias religiosas, nada acostumbrado a centrar la atención mediática e inusitadamente sincero: «Con la selección hemos derribado barreras que nunca pensé que podríamos conseguir. Hemos recuperado el respeto de nuestros rivales. Creo que tenemos una posibilidad real de ganar el Mundial».
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