A mí me caen bien murcianos. Y si son de Lorca más.
De Lorca ni el polvo. Yo también soy murciano y doy fe. Pero no soy lorquino, por Dios. Doy fe que lo que pasa en Murcia por cualquier cosa gratis no pasa en ningún lado. Pocas veces me he cabreado, pero una de ellas fue en las fiestas del pueblo, con una paella gigante de esas que haces cola para pillar un plato de arroz con conejo. No sólo que nos juntamos cientos, miles... sino que todo Dios se colaba, en vez de avanzar, retrocedía. Le increpaba a la gente que se colaba y me dijeron que me anduviera listo, que los orates a la cola. A mí, entonces tenía 40 años y pesaba 110 kilos de fibra, que podía haber guanteado a todos los presentes, temí por que provocaran una avalancha y termináramos todos dentro de la paella gigante, achicharrados.
La furia con que los mucianos nos lanzamos a por las cosas gratuítas, da igual tu posición social, es legendaria.