Estuve este puente en León capital (soy de Madrid, además gato) y la verdad que fetén. La gente era súper simpática, el centro todavía era un espacio de vecinos y comercios y no ese decorado cutre para extranjeros que es en Madrid o Barcelona, y la ciudad era lo suficientemente pequeña para poder recorrerla a pie prácticamente desde cualquier lugar.
No noté anti-españolidad por ningún lado y tampoco me dieron mucho la turra con el tema de la autonomía. Y la verdad que mientras no discurran por anhelos independentistas o hispanófobos, y permanezcan leales, por mí que les den la autonomía.
El barrio húmedo estaba de querida progenitora y en los baretos, por cierto, nos trataron de lujo, tanto personal como clientela. Eso sí, estaban hasta el puñetero pandero, prácticamente había que reservar mesa si querías cenar en uno de ellos, desconozco si por las invasiones de madrileños y otros mesetarios que se producen en puentes y días festivos, o suelen estarlo así los fines de semana normales también.