… desde 1789 la Constitución Administrativa ha permanecido siempre un pie entre las ruinas de las constituciones políticas. Se cambiaba la persona del príncipe o las formas del poder central, pero el curso diario de los negocios no era ni interrumpido ni alterado.. (…) la perfección de la maquina administrativa construida por Bonaparte probada por la facilidad que tiene para funcionar casi sin motor, como se ha demostrado por la revoluciones que han tenido lugar después, o para funcionar en las débiles manos de pícaros mediocres, como los que hoy nos gobiernan, y esto casi tan bien como podría hacerlo bajo el impulso de los mas grandes espíritus: ella produce su obra, independiente del valor del obrero. Jamás este fenómeno se ha producido de una manera mas evidente que en este momento, en que el gobierno ha parecido como nunca al alcance del primero que venga y tome la manivela que hace funcionar la maquina.