La enorme actividad del Sol provoca que los satélites caigan de sus órbitas
La gravedad terrestre les atrae de forma natural, pero el intenso viento solar y las tormentas solares provocan que se 'hundan' hacia la Tierra, afectando a su trayectoria y, en algunos casos, incluso a su vida útil
Patricia BioscaSEGUIRMadrid Actualizado:26/06/2022 03:09h
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Aunque estén en el espacio, a cientos de kilómetros de la superficie terrestre, los
satélites que se encuentran en la órbita baja 'sienten' la gravedad de nuestro planeta, que los atrae hacia él. Por supuesto, no ejerce el mismo poder que sobre los que estamos sobre el suelo; pero, aún así, la notan. Es por ello que los ingenieros tienen en cuenta esta variante para calcular la vida útil de estas sondas: algunas incluyen propulsores para reubicarse en la zona correcta; otros simplemente orbitan hasta que caen a la atmósfera y se desintegran -en la mayor parte de los casos-. Sin embargo, en los últimos meses, estas naves están experimentando 'hundimientos' muy por encima de lo esperado, reduciendo su ciclo de actividad previsto.
Y los científicos saben quién es el culpable: el
Sol.
Porque se sabe que el viento solar afecta al efecto arrastre y, ahora mismo, nos encontramos en el máximo solar del ciclo (que dura en total unos once años). Uno, además, mucho más intenso de lo esperado. Aunque aún nos queda mucha física solar que comprender, los investigadores conocen que durante los
máximos solares, las manchas sobre nuestra estrella crecen en número. De ellas emergen
erupciones solares y
eyecciones coronales de masa. Y las últimas son bastante potentes. Tanto que nuestra atmósfera superior se ha visto afectada.
«Sabemos que esta interacción provoca que el aire más denso se desplace hacia altitudes más altas», explica para
Space.com Anja Stromme, directora de la
misión Swarm de la
Agencia Espacial Europea (ESA), una constelación de tres satélites que monitorizan el campo magnético terrestre pero que desde finales de 2021 han visto descender sus órbitas diez veces profundo de lo estimado. La explicación: el aire más denso provoca una mayor resistencia para los satélites. «Es casi como correr con el aire en contra», explica la científica. El aire ejerce una resistencia que reduce la velocidad de los satélites, lo que provoca que la gravedad le 'gane' la partida a la inercia y sea atraído hacia la superficie terrestre.
En concreto, la constelación Swarm caía de media unos dos kilómetros al año; pero desde finales del pasado año, la tasa ha subido a 20 kilómetros anuales. No es la única que lo ha notado:
SpaceX informó sobre la pérdida de
cuarenta satélites de su megaconstelación Starlink por una tormenta solar. Antes de que ingresasen en su órbita normal, a 550 kilómetros de altura (fuera de la mayor zona de peligro), el
cohete Falcon los dejó a unos 350 kilómetros. Como siempre, después de eso, SpaceX eleva las órbitas utilizando los propulsores a bordo de los satélites. Sin embargo, esta vez la tormenta golpeó de lleno al grupo, que acabó volviendo de forma abrupta a la atmósfera y desintegrándose con su roce.